Cita con Canarias

Antonio González Viéitez, economista por la sostenibilidad de Canarias

“Hemos pasado de los chonis a los guiris, sustituyendo la calidad por la cantidad”, dice durante la entrevista, en la que señala que “más turismo y construcción no es futuro; el crecimiento continuo es imposible en un mundo finito”. [Versión extensa de la entrevista publicada en la edición impresa de PELLAGOFIO nº 86 (2ª época, julio 2020)].

Por YURI MILLARES

Lo único que se puede hacer en Canarias con la infraestructura turística es “reforma, reconstrucción y modernización”, insiste, con la mirada puesta en un decrecimiento del sector. Rechaza el “carrusel endemoniado” de construir lo que al cabo de unos años se convierte en viejo y hay que volver a construir. “Estamos dejando atrás tierra quemada”, advierte. “El crecimiento sin más es una sinsalida y una desmesura, no tiene posibilidades lógicas” repite con insistencia, al tiempo que advierte de la necesidad de ir a un nuevo modelo energético 100% sostenible y público, en una sociedad que cuide su territorio y al ciudadano

«¿Por qué no ‘obligar’ en vez ‘sugerir’ a la restauración de la hostelería a tener un porcentaje equis de producto local?»

■ OJO DE PEZ / Didáctico y sereno

Por TATO GONÇALVES
Quedamos en el parque Doramas. Ya hacía tiempo que no nos veíamos y con las mascarillas casi ni nos reconocemos. Mesa, tres cañas, esas ganas de contar por su parte y esas ganas de conocer por la nuestra. La entrevista resultó muy didáctica, siempre serena y, algunas veces, aplastante con la lógica del que mucho sabe sobre economía. Pero su frase, distinguiendo al guiri (turismo de sol y playa, hamburguesa y pizza) del choni (turismo de senderos, museos y gastronomía local), fue el cierre magnífico a una charla donde aprendimos más ●


–Canarias lleva seis siglos tropezando una y otra vez, más que en una piedra, en un pedrusco que se llama “monocultivo”. Del penúltimo de ellos, propiamente agrícola (el plátano y, en menor medida, el tomate), ¿qué queda de lo que fue?

–Subvenciones.

–…

–Es verdad. Lo que ocurre es que tiene una dimensión social poderosa. La isla de La Palma es inconcebible sin el cultivo de la platanera. Es inimaginable. Lo que hay es una potencia de necesidad, porque no existe ningún otro cultivo que sea capaz de sustituirlo; ni el aguacate, ni el mango. Es decir, el fenómeno platanero (y el plátano es un producto de un consumo muy importante) y el tomate se mantienen porque están subvencionados.

–¿Tienen futuro y podremos decidir sobre ello? ¿O seguiremos a remolque de lo que decidan otros?

«Los turistas consumen paisaje, que es una exernalidad que hacemos los agricultores y normalmente no se compensa»

–Desde un punto de vista técnico, el consumo de agua que se genera por kilogramo de plátano es algo que dices ¡mechachis en la mar! Pero, ¿y entonces qué? Es por donde van los tiros. En la actualidad, vas a un supermercado y consumes una fruta que está en las antípodas como los kiwis. Eso tiene pocas características de sostenibilidad. Estos días ha salido en la prensa, probablemente lo has visto, que la mayor parte de los acuíferos de Gran Canaria están contaminados por el tipo de tratamientos que se hacen en los monocultivos intensivos no ecológicos. Por eso se está yendo a un tipo de cultivo tremendamente cuidadoso.

Antonio González Viéitez en el parque Doramas de la capital grancanaria. | FOTO TATO GONÇALVES

“El paradigma hasta ahora era el crecimiento; el paradigma que muchos proponemos es la sostenibilidad. Pero para sostener hay que cuidar. Por ejemplo, yo soy agricultor ecologista de plataneras y recibo el precio de los plátanos que vendo. Pero la agricultura realiza otra serie de funciones, como mantener la infraestructura de las zonas despobladas, fijar la población, mantener el paisaje y el elemento cultural que representan los cultivos (especialmente los que están al aire libre). Los turistas, cuando llegan, están consumiendo durante una parte del día nuestro paisaje, que es una exernalidad que hacemos los agricultores, que normalmente no se compensa. Y por eso, hoy en día no se quiere hablar de subvenciones agrícolas, sino de compensaciones a la serie de funciones que la agricultura hace, especialmente la cuidadosa. No la de los cultivos transgénicos o la que machaca la biodiversidad, sino justamente la que mantiene la biodiversidad.

«La presidenta de una asociación de agricultores de Tenerife resulta que importa de papas de Israel, cuando está subvencionada para estimular la producción local: es el síntoma de lo que representa un sector en decadencia»

“Y el futuro de esa agricultura, que estabas comentando, va en esa dirección. El otro día vimos una cosa que es muy representativa: la presidenta de una asociación de agricultores de la isla de Tenerife resulta que es la importadora de papas de consumo de Israel, cuando está subvencionada para estimular la producción local. Ese es el síntoma de lo que representa un sector en decadencia, que tiene dificultades para el relevo generacional, pero tiene una expectativa formidable. El agricultor canario ya no es el maúro o el mago de nuestra infancia; el agricultor es actualmente un tío tremendamente bien puesto en edafología, en biodiversidad y en veinte mil cosas que son imprescindibles.

“En ese escenario, ¿por qué no obligar (y digo obligar porque en este momento lo que se hace es sugerir) a las cadenas comerciales y la restauración de la hostelería a tener un porcentaje equis (10, 15 o 20 por ciento) de producto local? Absolutamente obligados, como compensación a la cantidad de beneficios que obtienen de un paisaje, de una cultura, de un patrimonio y de una gente que se desloma trabajando y manteniendo la biosfera.

«La soberanía energética puede ser del 100%; la soberanía alimentaria sería iluso pensar que sea del 100%, pero se puede multiplicar varias veces lo que hay en la actualidad»

“En ese escenario es cuando podemos decir cómo cambiar el sector agrícola. Si tú fuerzas, puedes llegar a acuerdos de precio fijo/año, puedes llegar a acuerdos para planificar qué se cultiva y puedes tener posibilidades. Los cabildos tienen el agua a través del Consejo Insular, una capacidad tecnológica teórica en sus granjas, recursos en sus agencias de extensión agraria; al mismo tiempo, más del 60% de las tierras cultivables están en erial, a veces con un cartel que dice “solar” (porque está todo el mundo a la expectativa) y un montón de zonas de la isla que se están despoblando, que aparecen los fuegos y acaban con todo eso porque está descuidado. Y un montón de paro.

“¿Por qué no se comienzan a enhebrar todos esos mimbres? Te responden que “eso es muy difícil” y eso te encalabrina. ¡Hay un montón de recursos! La soberanía energética puede ser del 100%; la soberanía alimentaria sería iluso pensar que sea del 100%, pero se puede multiplicar varias veces lo que hay en la actualidad, un camino perfectamente posible. Esa es la solución de la agricultura, donde el plátano y el tomate tengan un reciclaje hacia otro tipo de actividad de kilómetro cero, para que se consuma localmente, para que la huella ecológica no sea tanta. No quiero decir que desaparezca del todo, porque puede seguir existiendo como una fruta de exquisito valor y no de consumo masivo como ahora.

–Con los acuíferos en estado crítico en los años 60-70 del siglo pasado, sobre todo en Gran Canaria, sacamos a los agricultores del campo y los pusimos a sembrar cemento para que crecieran grandes complejos urbanísticos. Los sueños turístico-dorados de algunos se tornaron en ‘pelotazos’ especulativos. ¿Hemos sido muy ingenuos con este ‘pedrusco’?

«La sociedad canaria se ha caracterizado por tener una dirigencia absolutamente dependiente, cada vez que pinchaba la economía estaba a lo que los ingleses dicen ‘wait and see»

–La sociedad canaria siempre se ha caracterizado (a mi modo de ver y es una crítica profunda) por tener una dirigencia absolutamente dependiente. Históricamente hay una expresión: cada vez que pinchaba la cochinilla, o que pinchaba el vino, estaba todo el mundo a lo que los ingleses dicen wait and see (esperar y ver). Y se hablaba de un cultivo salvífico, esa era la expresión, que fuera capaz de ponernos otra vez en el surco de tener otra vez un producto que fuera muy demandado.

“En Gran Canaria es interesante que analicemos que hubo un stop. Teníamos un acuífero que era una esponja, pero lo convertimos en una piedra pómez, tal la explotación y el expolio que se hizo que en los años 60 y 70… Gran Canaria había sido la mayor productora platanera con enorme diferencia de La Palma y Tenerife. Pero cambiaron completamente las tornas: el crecimiento de la agricultura platanera se paró porque no se podía mantener con un recurso tan escaso como el agua, hasta que apareció el nuevo circuito industrial del agua. Pero la clave fundamental es que el recurso natural dijo “stop”.

«Bravo de Laguna dice que “en Gran Canaria caben dos millones de turistas más”. ¡Y puestos en fila caben 45!»

“Con el turismo no lo hay. Miguel Bravo de Laguna decía hace poco: “En Gran Canaria caben dos millones de turistas más”. ¡Y puestos en fila caben 45! El escenario consiste en crecer, tenemos la impronta en la cabeza de que todo lo que crece es estupendo, lo que no crece te mosquea y lo que va para abajo ¡yaash, desastre absoluto! Y eso no tiene por qué ser así. Cualquier personaje metido en el pellejo de un alcalde que abogue por que su municipio no crezca en habitantes, lo lapidan. Si ves la previsión de crecimiento de los 21 ayuntamientos de Gran Canaria y sumas, la isla tendría cerca de seis millones de habitantes. Siempre el crecimiento. Las familias canarias tenemos un crecimiento vegetativo negativo, pero el crecimiento poblacional sigue aumentando por la inmigración que viene llamada.

«Ignacio Ramonet, en un artículo en ‘Le Monde Diplomatique’, decía algo que me parece cierto: “El virus, por terrible que sea, nunca sustituye a una revolución”»

“Pero el crecimiento en este momento no tiene sentido. La imagen de que aquí caben dos millones de turistas más o que podemos seguir con 16 millones no tiene sentido ninguno. Y el turismo va a ser distinto. Se está consumiendo queroseno y machacando el medio ambiente. Y ahora aparece un coronavirus y, aparte de la hecatombe, nadie se podía imaginar que una novela de ciencia ficción pusiera dentro de sus casas al 65% de la población del mundo… Y lo hemos vivido, lo hemos soportado hasta cierto punto y al mismo tiempo decimos: ¿Y después, qué?

“Ignacio Ramonet, en un artículo muy extenso sobre este tema en Le Monde Diplomatique, decía algo que me parece cierto: “El virus, por terrible que sea, nunca sustituye a una revolución”. Y porque no la sustituye en este momento se están pensando dos propuestas: una en la que está el pacto de Gobierno de Canarias que, desgraciadamente, apuesta por la construcción, por el turismo y por repetir lo que veníamos haciendo; pero está la otra opción, por necesidad vital, de una sociedad humana que está diciendo el crecimiento continuo es imposible en un mundo finito. Y como decían las pancartas, “No tenemos un planeta B”.

«El crecimiento como estrategia no es sostenible; no estamos acostumbrados a una sociedad que necesita cuidar y no crecer»

“El crecimiento como estrategia no es sostenible. No estamos acostumbrados a una sociedad que necesita cuidar y no crecer, te dicen, “de mediocres, de cantamañanas, de personas sin capacidad de emprendiduría” como se dice ahora, porque el espíritu pionero y de la iniciativa está en crecer. Schumpeter, que era un economista de la escuela clásica, pero tremendamente inteligente y nada bolchevique, dice: “El capitalismo sin crecimiento es inviable”. ¿Por qué hace falta crecer? Porque el capitalismo funciona con la competencia y la competencia necesita crecimiento para salvar la vida y los que no son eficientes tienen que morir. En la actualidad, o escapamos juntos o no salimos. Y por ahí creo que tenemos que ir. Intentar comenzar a pensar en Canarias desde esa perspectiva.

–Hemos sacrificado territorio en las costas canarias de una forma brutal en favor de un desarrollo turístico que iba a compensarnos generando una riqueza económica… que siguen sin ver muchos canarios: el 36% de la población canaria está en riesgo de pobreza y exclusión social . ¿Ha merecido la pena este recorrido?

–Yo creo que era ineluctable a partir de la dirigencia canaria, que en un momento determinado comenzó a observar que el cultivo salvífico no era agricultura y que las fincas tenían que transformarse en solares; y que el agua para el riego tenía que pasar a agua para las piscinas; y que la gente del campo tenía que pasar a ser camarero y camarera de piso. Entonces hubo una transformación tan brutal y se creció tanto, era tal el afán y la desmesura por el crecimiento y por la ganancia que, en una primera etapa, valieron los recursos propios: vaciamos el campo, vaciamos Lanzarote y Fuerteventura, La Gomera y El Hierro ni te cuento, La Palma también. Pero en un momento determinado no había más de donde chupar y comenzó a mutar la sociedad canaria.

«En este momento el turismo barato de masas, de sol y playa, estoy convencido que no tiene futuro»

“Tú rascas en cualquier canario y hay un emigrante detrás, y una malagueña del emigrante detrás, y hay una cultura canaria de toda la vida que ha sido la del señor que cuando le venían mal dadas tenía que emigrar. Y como normalmente quien emigraba era el más revoltoso y el más desinquieto, el Partido Comunista de Cuba lo funda un canario en vez de fundar el Partido Comunista de Canarias: José Miguel Pérez –sonríe–.

“Es verdad que en la segunda mitad del siglo XX y en los primeros 20 años de este siglo el turismo ha pasado de ser de los chonis a los guiris. El choni era un personaje más o menos entrañable, normalmente inglés, que venía aquí, raro él, o para cuidar una enfermedad, o para ir al Teide, o estaba tremendamente interesado en los fondos del Museo Canario. Venían aquí por otro tipo de cosas que no era el barullo actual. El guiri sustituye, es la cantidad y no la calidad. Y en este momento el turismo barato de masas, de sol y playa, estoy convencido que no tiene futuro.

–Esa era mi siguiente pregunta. Nuestro éxito y nuestra especialización en el sector turístico es, a la vez, nuestra fragilidad: seguimos siendo dependientes. Parece que todavía hay quien cree que lo que tiene principio no tiene fin. Pero es lo que ha pasado, ¿‘confirmas’ (y lo has escrito en un reciente artículo) que hemos llegado al final del ciclo del turismo barato en este archipiélago? ¿Vamos a otro turismo?

«Lo que dicen los constructores, los hoteleros y los importadores de vehículos es volver a lo anterior y lo demás les importa un rábano»

–Vamos a ver. Expresé eso con tanta contundencia que hay quien dice “¡chaacho! ¿a dónde vas?”. Pero yo ahora, si tengo que ir a Tenerife, pongo como ejemplo, pienso por primera vez en mi vida si lo correcto es ir en avión o en barco. Jamás en la vida se me había planteado. Esa posibilidad de tener un mes de vacaciones troceado en varios cachitos y te vas a las antípodas o a donde sea en cada cachito no tiene salida ninguna. Lo que dicen los constructores, los hoteleros y los importadores de vehículos es volver a lo anterior, porque es donde ellos piensan que pueden repetir lo que hasta este momento tenían, y lo demás les importa un rábano.

–Es lo que decías, ante cada crisis, ‘wait and see’. ¿Esperamos o hacemos otra cosa?

–Esa es la batalla en este momento porque, “el virus no sustituye una revolución”. El virus no te cambia la vida porque es el virus; la vida cambia porque las sociedades comienzan a cambiarla. Y en este momento es un tema cultural. Cuando la gente perciba que el crecimiento sin más es una sinsalida y es una desmesura, no tiene posibilidades lógicas de desarrollo, la gente comenzará a tantearse la ropa y decir “chico, hay que cuidar”. Sólo tenemos un planeta. ¿Por qué tenemos que ser más? ¿Cuál es el problema de que cuidemos en vez de crecer? Probablemente es la única alternativa sostenible en la tierra y es un cambio cultural de enorme magnitud, cuando venimos del siglo XX con su petróleo y el automóvil privado, de la sociedad de usar y tirar, de consumir masivamente. Eso no es repetible.

«¿Qué podemos hacer en Canarias? En el corto plazo, un nuevo modelo energético…»

“Estamos en un escenario donde tenemos que decir: ¿Qué podemos hacer en Canarias? En el corto plazo, un nuevo modelo energético. Pero no que funcione con el sistema actual, que el Gobierno de España cada equis tiempo saca un cupo y se subastan las cantidades. Tú miras en este momento quién es el dueño del 90% de todas las instalaciones renovables y son las transnacionales: Repsol, Endesa, Iberdrola. Y dicen que están produciendo energía: mentira, no la producen, aprovechan nuestras energías. ¡Estamos en unas condiciones inimaginables para poder transformar el viejo modelo de quema de fósiles por un modelo en el cual lidere la sociedad canaria! Tenemos los técnicos, tenemos el conocimiento, tenemos la preparación profesional para hacer de todo esto una auténtica joya, y decirle al universo mundo del turismo que Canarias es limpia de contaminación, salvo la que ellos traigan.

«…por supuesto, los principales centros de almacenamiento, distribución y producción tendrían que ser públicos»

“Al mismo tiempo, esto te genera empleo, te genera unas condiciones que es pedagogía de la sostenibilidad. Cuando colocas un molinillo o una placa solar en casa comienzas a tener otros criterios y comienzas a decir “es mi energía”. Por supuesto, los principales centros de almacenamiento, distribución y producción tendrían que ser públicos. En Noruega el petróleo del Mar del Norte es público y no son bolcheviques. Simplemente dicen que es un recurso de los ciudadanos noruegos del que tienen que beneficiarse los ciudadanos noruegos.

“Después de las crisis, en Canarias siempre salíamos con un sálvese quien pueda, desgraciadamente. Pero en las actuales condiciones, empezando por el nuevo modelo energético, digamos que “vamos a liderar nuestro propio proceso de reconstrucción, más que de modificación y reforma” de un viejo modelo donde el turismo deberá de tener un papel, pero nada que ver con el que en este momento tiene. Y a partir de ahí podemos hablar del ciclo integral del agua, del ciclo integral de los residuos… El Gobierno de Canarias no se está planteando eso. En este momento, en Lanzarote o, especialmente, en Fuerteventura cuesta tanto montar una nueva potabilizadora como arreglar las conducciones de agua para que con lo que se ahorra de lo que actualmente se está perdiendo, se tendría el mismo volumen que con una nueva potabilizadora. Pero nadie piensa en arreglar lo viejo sino en hacer algo nuevo con foto y cinta de inauguración. ¿Por qué? Pues porque no hay un modelo…

–¿Y cuál es el modelo, empezar por el cambio energético que citas?

«El nuevo modelo tendría que cambiar el gigantismo; la quema de fósiles necesita inmensos petroleros, inmensas refinerías. Eso se ha acabado»

–Tenemos un montón de energías limpias, empezando por Lanzarote con las telúricas, y lo que hace falta es ver exactamente el mapa de vientos, el mapa de insolaciones… Y lo único que hay que hacer es decir dónde, cuánto y cómo. A partir de ahí, estimular. Yo tengo en mi casa paneles solares, los acabo de colocar y estoy pagando en estos momentos la mitad de lo que antes pagaba. El nuevo modelo tendría que cambiar el gigantismo; el viejo modelo de quema de fósiles necesitaba inmensas empresas, inmensos campos de extracción, inmensos petroleros, inmensas refinerías. Eso se ha acabado. El nuevo modelo es mucho más disperso, más en red. El apagón (ahora se dice cero eléctrico, apagón dicen que es vulgar) en Tenerife ¿por qué? Por el gigantismo: como una pieza pinche se fastidia todo el sistema. Hace falta un cambio de cultura donde las energías tienen que ser básicamente lideradas por tu gobierno y no por las multinacionales.

–Quizás la pandemia ha abierto los ojos a muchas personas, lo que falta cambiar son muchas mentalidades y muchas leyes. Eso es más complicado.

«La naturaleza está empezando a ser hostil con nosotros, porque la estamos maltratando, y es indispensable que la cuidemos»

–Hay muchos intereses. Ahí está la clave. Y esa imagen de que con el virus se cambia el mundo no tiene en cuenta los intereses, que están ahí detrás. Los intereses por volver a intentar repetir diciendo que es perfectamente posible y que podemos seguir creciendo en millones de turistas tiene acogida social, en el sentido de que la gente dice “¿por qué no?”. Y están en ese embelesamiento que es prácticamente inviable. Puede funcionar en un cortísimo plazo de tiempo, pero a costa de empeorar una posible salida que después tendríamos que hacer. La naturaleza está empezando a ser hostil con nosotros, porque la estamos maltratando, y es indispensable que la cuidemos.

–Has mencionado varias veces que el crecimiento no es la solución. Se habla mucho últimamente de “crecimiento negativo” como alternativa al actual crecimiento económico depredador. Pero, ¿es viable?

–Claro que sí.

–Los recursos está claro que son finitos…

«En Canarias ha habido una especie de carrusel endemoniado y cualquier inversor turístico lo que quiere es un hotel nuevo. ¿Y el viejo?»

–El turismo tiene que decrecer. No podemos pensar en una planta alojativa turística (a la que se suma la vivienda vacacional con el disparate que eso origina) en la que, como dice Miguel Bravo de Laguna, caben otros dos millones de turistas más, o cuatro o seis. A partir de ahí, cualquier elucubración es terrible. Entonces dices: tasa turística. Entre otras cosas para quitar del mercado lo peorcito… En Canarias ha habido una especie de carrusel endemoniado y cualquier inversor turístico lo que quiere es un hotel nuevo. ¿Y el viejo? Te dice “ese no es mi problema, necesito un hotel nuevo que pueda competir con los viejos”. En ese carrusel el espacio físico ocupado, cuando se degrada, se ocupa con viviendas vacacionales. Y lo nuevo al cabo de unos años se convierte en viejo y hay que volver a construir. Eso ocurre en Canarias y estamos dejando atrás tierra quemada con zonas que son auténticos guetos. Es fundamental que la tarifa turística (o la tasa medioambiental) sirva para que ese conjunto pueda ser transformado en espacios públicos donde, ¡mecachis en la mar!, podamos perfectamente decir “estamos recuperando” y que lo único que se pueda hacer en el turismo sea reforma, reconstrucción y modernización de lo que ya existe. Y que las calificaciones turísticas de calidad no vengan por el número metros, sino por la calidad y el número de los servicios que prestas. Eso es empleo.

«la plaza alojativa en Canarias tiene que ir a menos: la cultura, la gastronomía y el turismo rural tienen que jugar un papel distinto»

“En ese escenario es en el que pienso cuando digo que la plaza alojativa en Canarias tiene que ir a menos; que el tiempo de estancia que está actualmente en 7-8 días tiene que ir a más; que podemos tener un montón de otro tipo de turismo en la economía azul, la economía cultural. Los chonis nos pueden dar algunas pistas. PELLAGOFIO es de los chonis, no es de los guiris. A los guiris les importa un carajo PELLAGOFIO ni nada que se le presente, les preocupa poco estar aquí, en Hawái, en las islas Seychelles o vaya usted a saber dónde: quieren beber barato y estar por las noches de farra hasta que la noche y el alba sean lo mismo. Por lo tanto, ese tipo de actividad donde la cultura, donde la gastronomía, donde el turismo rural, en fin, donde las maneras de ser y las formas de estar tienen que jugar un papel distinto; no tiene sentido meter los recursos en construcción para hacer más carreteras, más puertos y más no sé qué. Estamos sobrados de eso.

«¡Tenemos que atrevernos, caramba! Apostar por lo nuevo y pelear»

“Los recursos públicos tienen que ser para servicios públicos. Tú miras los servicios públicos de los países escandinavos y tienen el triple de porcentaje de población activa en estos servicios. Aquí lo que tenemos son las tremendas dificultades de la sanidad, de la educación… En los servicios públicos caben centenares de miles de puestos de trabajo. Es lo que nos hace falta, la sociedad de los cuidados. ¡Tenemos que atrevernos, caramba! Apostar por lo nuevo y pelear porque el virus no sustituya a la revolución.

–Terminamos, un recuerdo dulce.

–Los aplausos a los trabajadores de los servicios públicos, en especial a los de sanidad, que me hicieron reconocer y conocer a mis vecinos. Me hicieron sentirme parte de algo mucho más amplio de lo que hasta este momento era y donde se descubrió, por parte de un montón de gente, que los bienes públicos son de todos y merecen ser defendidos.

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