Cita con Canarias

Carlos Velázquez, director de extinción de incendios forestales

“Más helicópteros, más combatientes y más aviones no llevan a ningún lado, hay que invertir en prevención”, dice Carlos Velázquez durante la entrevista mientras recorre en un vehículo todoterreno, dos meses después, la zona cero del gran incendio forestal de agosto 2019 que afectó a 9.200 hectáreas de la isla. [Versión extensa de la entrevista publicada en la edición impresa de PELLAGOFIO nº 80 (2ª época, noviembre 2019)].

“Tamadaba va a seguir ardiendo, puede ser de forma incontrolada y catastrófica o de forma controlada con quemas prescritas” CARLOS VELÁZQUEZ

Por YURI MILLARES

Ingeniero técnico forestal, es responsable de los viveros forestales del Cabildo de Gran Canaria y lleva los proyectos de repoblación y silvicultura, así como las estadísticas forestales y la valoración de fincas. Integrado en la Unidad Operativa de Fuegos Forestales de la institución de gobierno insular, en el marco de unos cuadrantes está asignado como director de extinción en caso de incendio. “Tenemos guardias; por ejemplo, esta noche a partir de la 8 y hasta las 8 de la mañana estoy de guardia de incendios y, si hay algún incidente o conato de incendio, se me moviliza para hacer la dirección de extinción”, explica el día de la entrevista.

“En los últimos 10 años sólo el 6% de los 400 incendios que ha habido en Gran Canaria se originaron en zona boscosa” CARLOS VELÁZQUEZ

■ OJO DE PEZ / Interacciones fuego-fauna

El fuego provoca interacciones curiosas entre la vegetación quemada y las especies animales que con el aprovechamiento del nuevo recurso regeneran el espacio natural.

“La necromasa de árboles quemados que no vuelven a rebrotar pero quedan en pie (como el pino insigne o el pino piñonero, de repoblación), generan una masa de insectos que, a su vez, son el alimento que captura en vuelo el halcón de Eleonor”, me explica Carlos Velázquez mientras recorremos la zona cero del gran incendio forestal de agosto de 2019.

Esta ave vive en invierno en Madagascar y tiene en Canarias una de sus zonas de estancia en verano para criar. “Estos incendios hace que tengan alimento entre julio y agosto, de paso al archipiélago Chinijo donde nidifican” ●

–Te conocí en abril de 1996 cuando, por mediación tuya, llegaron a la isla un grupo de forestales alemanes (motosierras en mano) para ayudar y adiestrar en las primeras talas controladas en la cumbre de la isla (en los Llanos de la Pez). Era la primera vez que se hacía algo así y se armó cierto revuelo: “Talan los pinos de la cumbre”, decía la gente…

–Veníamos de una etapa en la que había habido sobreexplotación forestal. Los restos de bosque que quedaban hace cien años era mínimos, después hubo una política de reforestación y en la mentalidad de las personas cortar árboles no cabía. La gente decía ¿cómo vas a cortar árboles si falta todavía un montón de superficie por reforestar?

Los primeros tratamientos selvícolas (porque los pinares, sin tratamiento, estaban demasiado densos) se hacían de lunes a jueves cortando. Y los viernes se retiraba la madera y se repartía la pinocha, para que cuando llegasen los domingueros a la cumbre, el sábado y el domingo, pareciese que allí no había pasado nada.

«La gente lo ha entendido y sabe que con los tratamientos selvícolas Gran Canaria no pierde superficie, sino que mejora la calidad de los actuales bosques»

“Se cortaban los árboles secos y finitos, porque parecía un pecado cortar un árbol más grueso. Fue muy importante explicar a la población que hay una diferencia entre la corta ahecho de arbolado y lo que es la entresaca. No se trataba de que el bosque perdiese superficie, sino que siguiese ganando con la repoblación y la recuperación, y lo único era ordenar la estructura de los bosques para que no fuesen tan peligrosos y no les afectasen las plagas ni los incendios.

Por mediación de Carlos Velázquez, en abril de 1996 forestales alemanes adiestraron a los primeros motoserristas que envió el Cabildo de Gran Canaria a sanear con clareos el pinar de los Llanos de la Pez. | FOTO YURI MILLARES

Ya hoy, afortunadamente, la gente lo ha entendido y sabe que con los tratamientos selvícolas Gran Canaria no pierde superficie, sino que mejora la calidad de los actuales bosques. Y bueno, siempre es una ayuda que te venga alguien externo a explicar las cosas (además con una larga tradición de sostenibilidad forestal) a que intentemos nosotros, desde dentro, explicarlo.

–22 años después, ¿cómo ha evolucionado y cambiado el cuidado que se le presta a los bosques de la isla?

–Ahora ya podemos hacer claras sin problemas, la gente lo entiende. También hemos incluido las quemas prescritas en otoño, invierno y primavera en los pinares de repoblación y la gente ya no se alarma. O si alguien se alarma y llama al 1-1-2 se le explica que es una quema prescrita y lo entiende.

“A fin de explicarle las quemas prescritas al sector ambientalista, invitamos a un representante de un grupo conservacionista americano muy importante, The Nature Conservancy, porque en su país ellos mismos son los que gestionan tres millones de hectáreas con fuego prescrito.

“Para nosotros era fundamental que esta persona transmitiera que quemar se quema en todos lados, el tema es cómo se quema. De alguna forma hemos conseguido normalizar las técnicas, lo que no hemos conseguido todavía es intensificar la actuación, para llevarla a un óptimo que consiga generar un paisaje donde los incendios no tengan la virulencia que tienen ahora mismo.

–¿Cuál sería la secuencia de las tareas de prevención a lo largo del año?

«Creamos barreras verdes sustituyendo matorral por vegetación que arda menos (como la laurisilva o los castaños, olmos y nogales)»

–Hay que diferenciar lo que hace la Administración en suelo público (de lo que somos responsables) y lo que pueden hacer los particulares. A nivel de Administración encargamos a empresas tratamientos selvícolas o, nosotros, con nuestro personal hacemos tareas de selvicultura y quemas prescritas. Hacemos limpieza de barrancos, creación de barreras verdes sustituyendo matorral por vegetación que arda menos (como la laurisilva o los castaños, olmos y nogales).

“A nivel particular, lo que hace la población es quema de rastrojos (que es muy importante, para eliminar combustible de forma segura en invierno, para que no esté ese material en verano) y, algunas personas, la limpieza de los 15 m alrededor de sus viviendas (no todas las que quisiéramos, porque por ley tienen que estar limpias todas las viviendas, fundamental para que no arda ninguna casa).

“Todavía queda por desarrollar toda una política para que también en los terrenos particulares se haga prevención, porque el fuego no distingue entre suelo público o privado. Si tiene vegetación peligrosa delante, va a avanzar y poner en peligro propiedades, personas y naturaleza.

–¿Con qué medios cuentan para ello?

–Hay que decir que, a nivel general, no sólo en Canarias, la prevención es la gran olvidada en la gestión ambiental. Es verdad que Gran Canaria, afortunadamente, cuenta con el Fondo Verde Forestal, cuatro millones y medio que implementó de forma voluntaria el Cabildo de Gran Canaria en 2017 y que estamos afinando, porque queremos darle mucha más importancia a la prevención.

“En un futuro queremos sacar líneas de subvención y de compensación a particulares para poder hacer prevención en terrenos privados. Para mí, es una herramienta fundamental poder utilizar gran parte de ese presupuesto en prevención, porque también supone repoblación y reconvertir los cañaverales, los matorrales secundarios, los helechos y las zarzas en bosques que no ardan.

“Uno de los desafíos que tenemos para el futuro es reconvertir toda la zona de medianías del norte, lo que era el famoso bosque de Doramas, para recuperarlo con el máximo de laurisilva, pero también con especies que acepten los particulares como olmos, castaños, etc.

Pino insigne quemado que no volverá a rebrotar como sí hace el pino canario tras un incendio forestal. | FOTO YURI MILLARES

«Las líneas cortafuegos ya no se hacen porque no tienen sentido, a 500 metros o a un kilómetro por delante pueden estar cayendo pavesas que generan focos secundarios»

–¿Qué se hace ahora que entonces ni se pensaba? Y, al revés, ¿hay algo que se hacía entonces y hoy se descarta?

–Si algo ha cambiado son medidas como las líneas cortafuegos, aquellas cortas ahecho que ya no se hacen porque no tienen sentido. El fuego, por medio de las pavesas (que son material incandescente que se llevan las columnas convectivas), llevan el incendio a 200 metros, a 500 metros y a un kilómetro más adelante, con lo cual una franja cortafuegos de 50 o 100 metros no te supone nada. Es una ayuda si la tienes, pero no va a frenar el fuego.

“El problema de los grandes incendios forestales es que estamos pendientes de la cabeza, pero sabemos que a 500 metros o a un kilómetro por delante ya pueden estar cayendo pavesas que generan focos secundarios y son nuestro siguiente problema. El cambio más importante que ha habido es sustituir medidas lineales que no tienen mucho futuro por medidas espaciales, es decir, intentar aclarar grandes superficies de bosque, crear lo que se llama áreas de baja carga que son, por ejemplo, franjas de un kilómetro de ancho en las que metemos ganado para mantener un monte adehesado donde poder frenar un incendio.

“También los frutales forestales cumplen una misión importantísima: mucha gente los desprecia a nivel académico porque no les cuadra el DNI…

–Como cuando se planteó eliminar los almendreros por ser foráneos…

«Nos hemos quedado en el DNI de las especies (de dónde proceden) y nos olvidamos del currículum (que es lo que pueden hacer de positivo o negativo por un territorio)»

–Claro. Sobre la elección de especies en el medio rural, muchas personas, sobre todo del mundo técnico, académico o de la Administración, nos hemos quedado en lo que yo denomino “el DNI de las especies” (de dónde procede y las características que tiene) y nos olvidamos del currículum (que es lo que pueden hacer de positivo o negativo por un territorio).

“Hablando de especies con DNI foráneo, si le miramos el currículum encontramos especies que pueden ser nocivas y problemáticas como el rabo de gato. Y otras que, por muy de fuera que sean, son tremendamente positivas como los frutales forestales o los olmos (que en el campo le dicen álamos negros) porque actúan de vegetación nodriza, de niñera de la laurisilva, aparte de dar una serie de beneficios como frutos directos o forraje. Generan franjas que llamamos “barreras verdes” y pueden conseguir frenar un flanco o un frente de incendio.

“La combinación de este arbolado (que retiene mucho la humedad) con ganado que crea dehesas y tiene el suelo más limpio genera infraestructuras de prevención de incendios. Es importantísimo, porque para la recuperación de la vegetación autóctona nos podemos valer también de especies de fuera que nos echan una mano, son bosques intervenidos que pueden ser a su vez defensa de otros bosques más naturales.

En este pinar quemado en agosto de 2019 los agujeros en la tierra son el «negativo» de árboles que se gasificaron por el fuego. | FOTO YURI MILLARES

–Han sido 22 años en los que se siguen repitiendo las imprudencias o los accidentes que provocan los incendios, pero en los que la virulencia del fuego se ha incrementado. ¿Por qué?

–Principalmente por el gran abandono del sector primario. Con el pastoreo y la agricultura se mantenían esas infraestructuras espaciales que hacían de freno al incendio. El incendio se encontraba un paisaje mosaico donde podía coger fuerza en un barranco, subía por una ladera, pero se encontraba una zona agrícola y ahí se frenaba; o se encontraba una vía pecuaria, una zona de pastoreo, y también se frenaba.

“Es verdad que el bosque está (y estaba) infrarrepresentado, es decir, en el futuro tenemos que tener más bosques, pero más trabajados y gestionados. Tener un continuo de vegetación que no gestionamos hace que un incendio se propague en las condiciones adecuadas sin que podamos hacer nada, salvo que cambien las condiciones meteorológicas o que queme todo lo que tenía que arder.

–No hay medios que paren estos incendios.

«El problema es que la política ambiental se diseñó hace 40 años y no se ha reciclado, ni en Canarias, ni en España: necesitamos al sector primario»

–Ese es el argumento principal para que se vea que más helicópteros, más combatientes y más aviones no llevan a ningún lado. Lo que hay que hacer es invertir todo lo que se pueda y más en prevención.

“El problema es que la política ambiental se diseñó hace 40 años y no se ha reciclado, ni en Canarias, ni en España, ni en todos lados: “Oye que viene el turismo y se lo come todo, vamos a salvar lo que está en medianías y cumbres”, se decía por un lado; y, por otro, de forma reactiva, lo que se hizo fue defenderse del sector primario porque “el pastor, el agricultor y el silvicultor son enemigos”. Como no se podía defender toda la superficie, se intentó proteger en extremo una parte haciéndola tan vulnerable que si hay un incendio lo quema todo.

“No hemos reaccionado a tiempo para decir: no, lo que necesitamos es un sector primario. Vamos a establecer aquellas zonas que tengan hoy una importancia incuestionable para la biodiversidad; vamos a prever también qué zonas pueden tener esa importancia en un futuro; y, en el resto, vamos a hacer una gestión del territorio adecuada, implementando tremendamente el sector primario…

–Pero en el pinar de Tamadaba, donde no es susceptible la actividad agrícola y no tiene accesos alternativos para entrar o evacuar, ¿qué se puede hacer…?

«Es una opinión personal, pero habría que dividir Tamadaba e Inagua en 100 cuadrículas y cada año quemar 3 cuadrículas con fuegos prescritos»

–Tamadaba tiene un problema y es que es parque natural y eso restringe una barbaridad las cuestiones de gestión. Está claro que en parques naturales y en reservas el sector primario no juega un papel; incluso tampoco se contempla la explotación forestal (la selvicultura de aprovechamiento es impensable en pinares como Tamadaba o Inagua), pero sí hay una serie de medidas preventivas que nosotros venimos planteando desde hace tiempo. Una muy importante son las quemas prescritas que han dado resultado en los pinares de repoblación donde los aplicamos.

“De hecho, tanto en [el incendio de] 2017 como en estos incendios últimos hemos podido evaluar que los pinares que hemos tratado con quemas prescritas, al descargar la capa de pinocha, el incendio ha sido mucho más suave y se ha quedado a nivel de suelo, incluso hay muchos pinares que están verdes. Es una opinión personal, pero es una realidad: Tamadaba e Inagua van a seguir ardiendo.

“La pregunta es: ¿cómo queremos que arda? Puede ser de forma incontrolada y catastrófica como un gran incendio forestal; o de forma controlada con quemas prescritas, dividiendo Tamadaba e Inagua en 100 cuadrículas y cada año quemar 3 cuadrículas y hacer una recurrencia de fuego parecida a los incendios naturales de invierno. Lo que hay que evitar, claramente, son los incendios de verano que destruyen una barbaridad. Pero, repito, es una opinión personal.

–Hay mucha gente que culpa de los incendios a que “no dejan coger pinocha”. Y de ahí se llega, por desconocimiento, a decir “el Cabildo no hace nada”, cuando, por otra parte, no hay tanta gente que vaya a ir a coger pinocha…

–Justamente. Nos falta la gente. De todos los que dicen “no dejan coger pinocha” sólo unos pocos estarían dispuestos a cogerla. Sí es verdad que en el pasado hemos tardado en la gestión de los permisos, por el problema administrativo general de pasar un bien público (como puede ser la pinocha, la madera u otro bien) al ámbito privado, que conlleva solicitudes, subastas, adjudicaciones… Es un problema general de la Administración, pero para ciertas cosas tenemos que ser ágiles: a día de hoy, no hace falta permiso para coger pinocha si es para uso particular.

–Hay ganaderos que la necesitan para cama de sus animales.

–Por ejemplo. Sólo hay que entrar en la web grancanaria.com del Cabildo, escribes “pinocha” y te explica el procedimiento: que en los montes públicos o que gestionamos nosotros no hace falta pedir permiso, simplemente ir y te puedes llevar un máximo de dos metros cúbicos. Eso quita el mito de la prohibición y posibilita que la gente acceda de forma sencilla a un recurso como la pinocha.

«Sólo un 4% de los incendios en los últimos 10 años han tenido como origen inmediato la pinocha»

“A raíz de toda esta discusión de la pinocha, me preocupé por buscar el origen de los incendios en los últimos 10 años. De los 400 incendios que ha habido este tiempo, sólo el 6% se originaron en zona boscosa (y sólo un 4% fueron en pinar), el 94% restante se generaron en zona de pasto o en zona de matorral. Es decir, sólo un 4% de los incendios en los últimos 10 años han tenido como origen inmediato la pinocha. No tiene sentido responsabilizar tanto a la pinocha.

“Todos, de una forma u otra, hemos generado un paisaje de continuidad de vegetación que hace que, si en un barranco equis se genera una ignición, evoluciona un gran incendio forestal fuera de capacidad de extinción que lo paramos cuando el incendio se deja parar.

«Aquí no se dan los incendios naturales de verano por tormentas secas con rayos y truenos, eso significa que las igniciones en verano son todas por descuidos o por accidentes»

“Es verdad que, a diferencia de otras zonas del planeta, aquí no se dan los incendios naturales de verano por tormentas secas con rayos y truenos. Eso significa que aquí las igniciones en verano son todas antrópicas, por descuidos, por accidentes… Aunque sea muy idealista, podemos tender a igniciones cero en verano y, por tanto, a incendios cero en verano. Es un tema a tener en cuenta y va a ser complicado, siempre va a haber un despiste.

–Además de prevenir en dos frentes (actuando en el bosque y promoviendo la actividad rural tradicional), en una sociedad como la actual, repleta de “expertos” (entre comillas) opinando en redes, algunos de ellos publicando incluso noticias falsas o fotografías manipuladas, ¿no faltaría acometer un tercer frente: el de la comunicación?

–Por supuesto. Una de las lecciones aprendidas en el gran incendio del suroeste de Gran Canaria de 2007 es que hay que concienciar y hay que comunicar, y si algo ha aportado este incendio de 2019 es que la comunicación se ha hecho de otra forma. Creo que ha sido fundamental que los políticos hayan cedido espacio en la comunicación a los técnicos, eso ha sido reconocido a nivel nacional y también internacional.

“Ahí jugó un papel importantísimo Federico Grillo, en el sentido de que supo comunicar, de una forma realista, lo que pasaba y los tiempos que nosotros preveíamos para poder extinguir el incendio. Cuando dices la verdad y de una forma técnica consigues que la gente, dentro del miedo que genera esta catástrofe, vea cómo está la cosa y cuándo se prevé que podamos atajar el incendio. Todavía queda mucho por hacer en comunicación, pero vamos en la línea adecuada.

«Hay que ser consciente de que los últimos incendios de 2019 nacieron hace 40 años, cuando empieza el abandono rural y se generó un paisaje muy susceptible a grandes incendios forestales»

–No se trata sólo de que la gente esté puntualmente informada de un incendio mientras ocurre: el resto del año la gente no sabe qué se está haciendo y cuando llega la catástrofe cree, aunque no sea así, que no se ha hecho nada antes. Lo que se ha hecho, ¿no habría que comunicarlo?

–Claro. La gente tiene que ser consciente de que estos últimos incendios no nacieron en agosto de 2019, nacieron hace 40 años, cuando empieza el abandono rural y se generó un paisaje muy susceptible a grandes incendios forestales. Lo que hay que hacer es toda una política de comunicación donde la gente vea también que es corresponsable. La solución no la tiene la Administración sola, ni la política. Necesitamos los actores en el territorio para, entre todos, generar un paisaje más seguro: los propietarios de terrenos y viviendas en el medio rural, ayuntamientos, agricultores, pastores y, por supuesto, también la Administración.

–En el gran incendio de este verano: ¿qué facilidades y qué dificultades se encontró el fuego en su avance?

–Las dificultades que encontró fueron zonas pastoreadas, terrenos agrícolas en uso y monte gestionado, que le pusieron freno. Donde se había hecho selvicultura se consiguió que el fuego no pasase a copas; en los montes donde se hizo quema prescrita el fuego fue más lento y no tuvo esa virulencia. ¿Facilidades? Pues el resto del territorio no gestionado donde, por la continuidad vegetal, el fuego campó a sus anchas.

En la zona cero del incendio forestal de agosto de 2019, en Valleseco, este grupo de pinos fue tumbado por el fuego. | FOTO YURI MILLARES

–¿Lecciones aprendidas?

–La figura del gran incendio forestal, que es el peligroso de verdad y tenemos que combatir con prevención, está aquí para quedarse por el cambio climático. Estamos a final de octubre y no ha llovido prácticamente nada. La última gran lluvia que hubo fue en noviembre pasado y llevamos un año en que la vegetación está estresada y más propensa a incendios.

“Tenemos que cambiar a un paisaje mosaico, protegiendo las superficies de biodiversidad que son importantísimas, pero introduciendo otra vez sector primario sostenible. Eso es una gran lección aprendida.

“Otra es que funcionó muy bien la coordinación en 2019. Todos los intervinientes nos fuimos muy satisfechos a casa en el sentido de haber hecho todo lo posible de una forma coordinada. También, fundamental, la actuación de los políticos, que estuvieron, de verdad, a la altura y me quito el sombrero. Porque los técnicos pudimos trabajar de la forma adecuada y además dejaron espacio en la comunicación y esa combinación de comunicación política y técnica es importantísima.

–¿Qué es lo más urgente ahora?

–Normalizar la situación en las zonas afectadas, que la gente en la medida de lo posible pueda otra vez restaurar una casa o un alpendre si se le ha quemado, con las ayudas necesarias. Eso es lo más urgente y, segundo, medidas de restauración que estamos implementando ya (que, afortunadamente, no son muchas, porque la naturaleza canaria tiene una capacidad de auto regeneración muy grande y no hará falta hacer grandes reforestaciones).

“Y, lo que es muy importante a medio plazo, y en ello estamos también muy empeñados, en transformar nuestro territorio en un espacio resiliente, es decir, que sea resistente a los embates de los incendios, a la sequía, etc., que es una tarea ardua. Pero nos reconforta saber que en estos grandes incendios la opinión pública, la Administración y todos éramos conscientes de que la solución pasa por revitalizar el sector primario.

“No se trata de dar subvenciones, sino de compensar ese trabajo que hacen incrementando la soberanía alimentaria, generando paisaje, protegiendo suelos, generando riqueza y, en definitiva, creando ese paisaje mosaico que también para nuestro turismo es importantísimo.

–Terminamos, un recuerdo dulce.

–Pues me quedo con el nivel de coordinación que hubo y el nivel de trabajo en equipo entre los técnicos y los políticos. También, el ver el reconocimiento de la población hacia los combatientes, no tanto a los que estábamos en el puesto de mando avanzado y salíamos en la televisión y en los periódicos, sino todas esas personas anónimas que están a pie de llama apagando el incendio y son los que de verdad lo apagan poniendo en juego su vida para que el fuego no avance.

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