David Díaz Reyes, investigador del lenguaje silbado en Canarias
“Sin quitarle ningún mérito al de La Gomera, el silbo herreño es una objetividad científica”

“Podemos susurrar, hablar, gritar y silbar en el mismo idioma, pero el silbo es el que llega más lejos”, dice David Díaz Reyes, fundador de la Asociación Cultural y de Investigación de Lenguajes Silbados Yo Silbo, durante la entrevista. Explica la pervivencia de este forma de comunicación en varias islas del archipiélago (además de en La Gomera) y, especialmente, en El Hierro. [Versión extensa de la entrevista publicada en la edición impresa de PELLAGOFIO nº 96 (2ª época, mayo 2021)].
Por YURI MILLARES
Natural de Güímar (Tenerife), su vocación por la etnomusicología dio sus primeros pasos formativos cuando, estudiando Magisterio, fue alumno de Manuel Lorenzo Perera –pendiente aún de un merecido Premio Canarias en Patrimonio Histórico que no llega– en Educación Musical. Realizó con él diversos estudios desde el Aula Cultural de Etnografía de la Universidad de La Laguna. Esa inquietud investigadora llevó después a David Díaz Reyes a la Universidad de Salamanca a realizar la licenciatura de Historia y Ciencias de la Música, especializándose en etnografía aplicada a la música.
“Como siempre me ha gustado el tema de la comunicación, las costumbres canarias y el mundo de los sonidos, el lenguaje silbado me llamó poderosamente la atención”, explica al director de PELLAGOFIO una tarde, días atrás, que se citan en Tegueste.
«La entonación en el habla se refleja en el silbo completamente, por eso es fácil distinguir en el silbo a un herreño de un gomero»DAVID DÍAZ
■ OJO DE PEZ / Haridian, Aray y un teléfono móvil La cita tuvo lugar una apacible tarde de abril en Tegueste, a la que llegué con la experiencia previa de haber estado en El Hierro entrevistando (y escuchando silbar) a varios herreños. Tras mi descubrimiento del silbo herreño necesitaba conocer más sobre él y David tenía mucho que contarme (y mostrarme en su portátil). Tanto, que la conversación me hizo olvidar que necesitaba ilustrar la entrevista con una fotografía. Sus hijos y un teléfono móvil fueron la solución, días después, ya de regreso a Gran Canaria ● |

–¿En qué momento se mete el silbo en tu vida?
–Me había interesado y me había puesto a leer cosas sobre el silbo gomero. Fui a La Gomera en 2003 al I Congreso Internacional de Lenguajes Silbados, en Valle Gran Rey. Me quedé fascinado. Allí Antonio Tejera Gaspar, catedrático de Arqueología de la Universidad de La Laguna, comentó que tenía evidencias documentales del lenguaje silbado en El Hierro más recientemente, incluso en Tenerife y Gran Canaria. Pero lo decía como algo extinto hacía cerca de un siglo.
“Sin embargo, en uno de mis veraneos en El Hierro, en 2005, estando con unos amigos en el Pozo de las Calcosas oigo silbar en dirección nuestra: “Muchachos, vengan a comer”. Habrá un gomero, pensé.
“Cuando llego a la casa pregunto por el gomero que había silbado y era un herreño que, además, yo conocía porque era el padre de un amigo. Pego a hablar con él y me dice que ya casi no se usa, pero que él lo usaba en la juventud con su hermano y con más gente. ¿Aprendió con gomeros?, le pregunté. “No”, me dijo, “en El Hierro, con mis padres y mis abuelos”.
«Manuel Lorenzo Perera me dijo que ya conocía el uso del lenguaje silbado en El Hierro: él mismo hizo grabaciones de silbo herreño en 1989 y las incluyó en su libro’El folclore de la Isla de El Hierro'»
–Ese «descubrimiento» fortuito se plasma, pocos años después, en un libro: El lenguaje silbado en la isla de El Hierro.
–Hablándolo entonces con Manuel Lorenzo Perera (que después me haría el prólogo del libro), me dijo que ya conocía el uso del lenguaje silbado en El Hierro. Y me enseñó documentación: él mismo hizo grabaciones de silbo herreño en 1989 y las incluyó en un libro que tituló El folclore de la Isla de El Hierro. Me orientó por ahí e hice el trabajo de investigación, que me llevó desde 2006 a 2008.
“Cuando empecé la investigación me llamó la atención lo que encontré. Aquel hombre, que se llamaba Amadeo Quintero Padrón, me llevó a la casa de su hermano, que ya no silbaba: es tremendo ver cómo, por la pérdida de los dientes, se pierde la emisión del silbo. Por eso encontré mucha gente que entendía el silbo o había oído silbar; pero, silbadores, menos, al ser personas muy mayores. Y Amadeo le silbada a su hermano con su deje herreño, por las palabras y la entonación, que no era a lo que yo estaba acostumbrado, porque había aprendido en parte en La Gomera.
–Porque se trata de un lenguaje, no de un idioma.
–Es un lenguaje. Los nombres de silbo gomero y silbo herreño no se los puse yo. Igual que decir silbo turco al lenguaje silbado que sustituye al turco. Nosotros podemos susurrar, hablar, gritar y silbar en el mismo idioma, pero el silbo es el que llega más lejos. Aquellos dos años de investigación en El Hierro me vinieron muy bien para mejorar mi silbo y entender todo lo que gira en torno al lenguaje del silbo, como sus aspectos fonológicos o las palabras que usan en El Hierro. La entonación en el habla se refleja en el silbo completamente. Por eso es fácil distinguir en el silbo a un herreño de un gomero.
– …
–¿En qué se diferencian?, porque me lo vas a preguntar y, si no, lo quiero decir yo: en que los herreños transmiten su habla y el acento herreño se nota en el silbo.
«Aparte de la entonación, también se nota el silbo herreño en las eses finales o cómo retrasa la consonante implosiva al final de sílaba»
–También se diferencian en la posición de los dedos. Los herreños no se casan con nada, usan diferentes dedos o ninguno, a diferencia de los gomeros que usan un dedo y tienen una única posición.
–En efecto, no se casan con nada. Haciendo una estadística, la mayoría silba sin dedos o utiliza los dedos índice y anular o meñique. Ojalá pudiera yo hacerlo sin dedos, porque te permite hacer un silbo fuerte; yo lo hago de cualquier manera con dedos. La postura en El Hierro no te permite hacer sonidos tan graves, sino más bien agudos, aparte de la entonación, donde también notas que es silbo herreño: por las eses finales o cómo retrasa la consonante implosiva al final de sílaba (por ejemplo, en una de las frases que grabé: “David ven a comer”, se pronuncia “Daviid ven a comeer” y en el silbo suena igual).
–O sea, que cada cual entona silbando igual que habla, según su procedencia.
–Exacto. Y luego están las palabras típicas de El Hierro: por ejemplo, juaclo, que es un tipo de cueva donde guardan ganado; letime, que es el borde de un risco; chacolear, que es hablar por hablar. O, si están de acuerdo con un mensaje, dicen “vale, vale”, en vez de “bueno, bueno” como usan en La Gomera, aunque ahora también puedes oír “okey”.
–Los silbadores con los que he hablado en El Hierro insistían en que su silbo es para mensajes cortos.
«El ‘silbo recreativo’ ha llevado el silbo de La Gomera a la excelencia; lo más interesante en El Hierro es que están recuperando su silbo tradicional de mensajes cortos»
–Eso es algo que en El Hierro están queriendo cumplir a rajatabla y me parece bien. Lino Rodríguez (un silbador de Agulo, en La Gomera, que en paz descanse) decía que el mejor silbador es el que se hacía entender por todos, incluso por los no silbadores, y él era alguien que silbaba muy preciso y muy clarito. Es uno de los mejores silbadores que he conocido, lo que le permitía a él y a sus alumnos hacer exhibiciones que son las que han salido por la televisión o por la radio.
“A eso lo llaman en El Hierro silbo recreativo. No les falta razón, pero no deja de ser el silbo de La Gomera llevado a la excelencia. Para mí, lo más interesante es que en El Hierro están recuperando su silbo tradicional de mensajes cortos, y es un lenguaje articulado completamente. Hay gente por ahí que lo ha porfiado, pero es una evidencia desde que en el siglo XIX el francés Joseph Lajard lo describió y lo hizo público en un artículo publicado en 1891, citando, entre otros, a panaderos herreños que encontró en Las Palmas. René Verneau también lo menciona en Cinco años de estancia en las Islas Canarias diciendo que lo escuchó en El Pinar para llamarse y congregarse.
–Lo curioso es que estos dos silbos se conocieran y hayan sido citados desde el siglo XIX, pero no se recupera hasta más de un siglo después en La Gomera, mientras que en El Hierro ha seguido olvidado hasta casi la actualidad, ¿por qué?
–A mí también me gustaría saberlo. Cuando lo publiqué, hubo apoyos, pero también reticencias.
«Estamos hablando de silbadores de El Hierro de 90 años que lo aprendieron de padres, abuelos y bisabuelos herreños»
–Era algo que se tenía como exclusivo de La Gomera.
–Para mí fue un choque tremendo, porque se sabía que procedía de la población aborigen canaria y ahora, algunos que lo reconocían, no les interesaba el silbo herreño diciendo que “es en La Gomera donde único perduró”, o peor aún, “es en La Gomera donde se inventó”. Pero estamos hablando de silbadores de El Hierro de 90 años que lo aprendieron de padres, abuelos y bisabuelos herreños.
“Las evidencias son muy grandes y hay numerosos escritos posteriores durante el siglo XX, entre ellos, más recientes, los que publican [el profesor de la ULL] Manuel Lorenzo Perera o [el catedrático de Filología de la ULPGC] Maximiano Trapero, que hicieron numerosas grabaciones.
“En El Hierro mismo no le daban importancia. “Nosotros no silbamos tanto como los de La Gomera que salen en la tele”, llegaban a decir. Pero hay muchos silbadores herreños que silban muy frecuentemente, y mensajes más complejos. Uno que ya murió, Antonio el de Julia (Antonio Gutiérrez Padilla) un gran silbador de El Mocanal, era el único que tenía teléfono en el pueblo y cuando llamaban, recogía el mensaje y con el silbo pasaba el recado. Y como él silbaban otras muchas personas. No queremos quitarle ningún mérito a La Gomera, pero lo que hay en El Hierro es una objetividad científica. Se trata de un lenguaje silbado completamente articulado.
–Mirando hacia atrás, ¿se sabe si en los lugares de donde procedían los primeros pobladores del archipiélago había lenguaje silbado?
«Les pedí silbar a bereberes del Atlas marroquí una frase recurrente que he hecho silbar a silbadores de varias islas canarias, y me llamó la atención que la silban prácticamente igual porque la técnica es la misma»
–La evidencia del uso del lenguaje silbado entre los bereberes está bien documentada. Yo fui personalmente al Alto Atlas marroquí hace un año y cuatro meses, estuve en un pueblo que se llama Agoudal y realicé grabaciones en video.
“Otros investigadores franceses, Julien Meyer y Gérard Pucheu, han ido antes que yo. Allí usan todavía el lenguaje silbado articulado en lengua tamazight, pero con la misma técnica de nosotros, es decir, con graves y agudos para las vocales: las que más cierran la mandíbula suenan más agudas y las vocales con mayor cavidad de mandíbula (como la “o” o la “u”) suenan más graves. Las consonantes se realizan intentando imitar lo más posible al lenguaje hablado, pero suenan diferente a las nuestras porque tienen consonantes que no tenemos.
“Yo les pedí silbar en español; aunque no lo hablaban les hice repetir frases conmigo, como “David ven a comer”, una frase recurrente que he hecho silbar a silbadores de varias islas (El Hierro, La Gomera, Gran Canaria, Tenerife y Lanzarote) y me llamó la atención que la silban prácticamente igual que nosotros, porque la técnica es la misma.
–Hay quien propone que al silbo herreño se le llame “silbo gomero herreño”.
–Sí, aunque al único científico que le he oído eso es a Marcial Morera [catedrático de Filología de la ULL], que lo dijo en la Comisión Científica del Gobierno de Canarias a la que fuimos José Gavilán, instructor del expediente del Silbo Herreño como BIC, y yo, por la parte científica que había hecho, y el trabajo de investigación, al igual que Maximiano Trapero o Manuel Lorenzo Perera, que también asistieron.
“Estábamos allí trece personas y por unanimidad se decidió que había que proteger el silbo herreño. Y cuando se habló del nombre que ponerle para que no hubiera confusión, Morera fue el único que propuso llamarlo silbo gomero herreño, y al de La Gomera, silbo gomero gomero. El defendió que silbo gomero fuese sinónimo de silbo articulado.
“Los demás no lo vimos lógico y allí se explicó. Yo comenté que, de esa manera, al de Turquía habría que llamarlo silbo gomero turco, y así a las restantes 70 lenguas silbadas del mundo. Me comentó: “no, porque el silbo turco no silba en español”. Pero claro, también hay silbo en México en lengua mazateca, y en zonas de contacto con idioma castellano se sustituye por silbo en español. ¿Lo llamamos entonces silbo gomero mexicano? ¿Y por qué se va a llamar silbo gomero al silbo articulado? “Bueno, porque no se sabe si vino de La Gomera…”, llegó a argumentar. No había manera de defenderlo y nadie apoyó su propuesta.
«En Tenerife y Gran Canaria hay documentación de sobra y algunos silbadores vivos que he grabado, en mi opinión podemos claramente hablar de un silbo canario»
–¿Has encontrado silbo en todas las islas?
–Silbadores actuales, a nadie en Fuerteventura y La Palma, hasta el momento. A nivel escrito sí hay testimonio de silbo en La Palma, y pequeños indicios en Fuerteventura. En Lanzarote, aparte de indicios, localicé a un viejito y lo grabé, pero ya murió, con 104 años. En Tenerife y Gran Canaria hay documentación de sobra y algunos silbadores vivos que he grabado.
“En mi opinión, podemos claramente hablar de un silbo canario. Eso no quiere decir que esté en contra de las denominaciones silbo herreño, silbo gomero, silbo grancanario… porque tienen características que los definen y que deben ser preservadas. Declarar Bien de Interés Cultural a cada uno de ellos sería lo más conveniente, y trabajar todos juntos por su conservación y su revalorización, alejándonos de los piques y las posturas exclusivistas.
–Terminamos, un recuerdo dulce.
–Son muchos los que tengo en tantos años dedicado al mundo del silbo. Estoy recordando uno del año 2006, al principio de mis investigaciones en El Hierro. Me encontraba desayunando en un bar de El Mocanal, esperando por el silbador Amadeo Quintero, que me iba a llevar en coche a entrevistar a Juan el de Víctor, en Guarazoca. De pronto, escuché un largo silbo, de alguien que llamaba a otra persona para que fuese a la casa. Me asomé, y vi a un señor que no había visto nunca antes, Antonio Gutiérrez, Antonio el de Julia, que me preguntó. “¿Ahí está Maxi? Lo estoy llamando a casa”. Maxi era su hijo.
“El encuentro casual permitió realizar su entrevista a tiempo, porque desgraciadamente Antonio falleció a los dos meses. Como antes comenté, en su momento fue el único que tenía teléfono en el pueblo, y me habló de la precisión que tenía con su silbo en su juventud. Se silbaba especialmente con Fernando Casañas, Sando, con quien salía frecuentemente a cazar. Se decían de todo. Me contaron la anécdota de una vez en la que Antonio tuvo que silbar a una casa en Betenama, a casi dos kilómetros, para dar la noticia del fallecimiento de la madre de uno que allí vivía.