Fernando G. Alba, fundador del Centro de Recuperación del Burro

“Los caballos serán bonitos, pero no lo inteligentes y listos que son los burros”, dice durante la entrevista, dedicada a hablar del trabajo que realiza en favor de la raza asnal canaria en peligro de extinción ‘burro majorero’ y del valor del burro en general como animal noble y trabajador. [Versión extensa de la entrevista publicada en la edición impresa de PELLAGOFIO nº 75 (2ª época, mayol 2019)].
Por YURI MILLARES
Escultor y cocinero, su tercera gran pasión es trabajar en favor de un animal del que reivindica su nobleza, inteligencia y capacidad de sacrificio. Fundador en 2002 de la Asociación Feria Equina La Culata, este mes de mayo de 2019 celebran la XXIII edición de la feria que les da nombre y está en el germen de la labor que desarrollan en el Centro de Recuperación del Burro, en unas instalaciones cedidas por el Cabildo de Gran Canaria en los llanos de la Pez y Pargana (Tejeda).
«Antes, los chiquillos que tenían problemas intestinales tomaban leche de burra y les sentaba estupendamente»
■ OJO DE PEZ / Con vistas a Tamadaba Por TATO GONÇALVES |
–¿En qué momento se cruzan en tu camino los burros?
–Toda esta estupenda aventura comienza con el primer programa Leader [de la Unión Europea] que se hizo en Canarias. En Gran Canaria el Leader I abarcaba toda la cuenca de Tejeda, donde trabajábamos en desarrollo rural y fue cuando hicimos la primera feria en La Culata de Tejeda, con los animales del entorno. Allí aparecieron algunos mulos y algunos burros. Al segundo año hicimos la feria de nuevo y después no se hizo ninguna más. Entonces me decía Momo –conocido por su quiosco de carretera en la cumbre de la isla, donde vende bocadillos de chorizo de Teror y queso canario– “ay, Fernando, si te vas ahora esto se acaba y decae”. Le dije, “no te preocupes, vamos a hacer una feria especialmente para los burros, que están en peligro de extinción y desprotegidos. Fueron el motor y los tractores de todas estas islas y con la llegada de la maquinaria ya no le interesan a nadie”. Y así fue como empezamos…
–Sí, pero, ¿cómo llegas tú a interesarte por los burros antes de eso? Vamos al principio.
«De chico recuerdo ver siempre Icod lleno de mulos y burros, venían la plaza de la Pila a cargar agua»
–Al principio de todo yo nací en Icod de los Vinos. El pueblo tenía un motor impresionante que era el bosque, donde se aprovechaba mucho la pinocha; también se acarreaba mucho bocoy y pipa de vino; y todo eso era a base de animales. Yo de chico recuerdo ver siempre el pueblo lleno de mulos y burros, con un gran trasiego. A la plaza de la Pila de Icod venían los burros a cargar agua para llevar a las casas. Nosotros jugábamos allí y tuve mucho contacto con los burros, es un animal que me fascinó. Desde pequeño me interesó mucho. Y por la vía familiar de los Alba, mi bisabuelo Engelberto, a quien me parezco bastante (mi abuelo me decía “te pareces mucho a mi padre”), era un hombre al que le encantaban y tuvo caballos, por primera vez, en Gran Canaria, a donde vino desde la Península a seguir su vida como médico. Era diabético. En Gran Canaria se presentaban antiguamente al director de Sanidad. El pidió alguna vacante de médico titular y empezó en Ingenio donde estuvo unos años. Después pasó a Bañaderos, porque estaba siempre loco por su tema de los caballos y el caballo que él tenía participaba en carreras que se hacían entre Bañaderos y Arucas. Se hacían apuestas, incluso se apostaban fincas. Y yo creo que de ahí me viene un poco el tema.
–¿De ahí siguió a Icod?
–Se marchó a Tenerife destinado como médico a San Juan de la Rambla, donde murió muy joven, por su diabetes. Un hijo suyo, mi abuelo Fernando, que él no quería que estudiara Medicina porque era muy dura, empezó a estudiar Derecho, pero no le interesó y al final se hizo asistente técnico sanitario especialista en partos. Él sí se afincó en Icod. A todos nosotros –Fernando tiene cinco hermanas– nos trajo al mundo mi abuelo. En Icod llegó a traer al mundo a más de seis mil personas, que se dice fácil.
–Y de esa época viene tu afición, tu querencia por este tipo de animales.
–Pues sí, los burros y los mulos.
–Aunque en tu caso, te hiciste cocinero…
–Eso vino después. Yo hice Bellas Artes e Interiorismo; empecé Arquitectura, aunque no la terminé. Siempre he estado liado en torno al mundo del diseño y la cocina es otra forma de arte. Yo he hecho en mi vida dos artes que me encantan: la escultura y la cocina.
–Y ahora, dedicado de pleno a los burros y su recuperación. ¿Es tu tercer ‘arte’?
«No hay ninguna feria equina en Canarias tan importante como la nuestra en cuanto a burros y mulos»
–Sigo haciendo algunas obras, más tranquilo y con más tiempo ahora que estoy jubilado, y además tengo los burros: este año hacemos la XXIII Feria Equina de La Culata y en dos años más hacemos la XXV, las bodas de plata. Yo creo que no hay ninguna feria equina en Canarias tan importante como la nuestra en cuanto a burros y mulos, y también vienen caballos.

–A estas alturas, quedarán muy poquitos burros en Gran Canaria.
–Sí, aunque también hay un par de safaris-burro con cierta cantidad de animales. Nosotros, con el protocolo de la FAO [El burro como animal de trabajo. Manual de capacitación, Food and Agriculture Organization of the United Nations, Roma, 2000] vamos bastante bien y lo hemos sacado adelante. Estamos distribuyendo machos por la isla. Somos una asociación sin ánimo de lucro con muchos gastos y pocos ingresos. Quien nos echa una mano en todos los aspectos es el Ayuntamiento de Tejeda y el Cabildo de Gran Canaria. Hicimos un programa para el Centro de Recuperación que presentamos en el Cabildo hace años, lo aprobaron e hicieron la obra. Y aquí seguimos, aunque tuvimos detractores, en su momento, que no nos querían por aquí.
–Entonces esto es el Centro de Recuperación del Burro.
–Centro de Recuperación del Burro. Ahora ha aprobado el Cabildo otro proyecto que le presentamos para contar con un patio de ejercicio para los animales que se hará este año.
–Me decías antes que te gustaban los burros desde que eras pequeño y los veías en Icod. ¿Qué admiras de estos animales, su forma de ser, su carácter, su sacrificada labor como trabajadores?
«El burro tiene un poco de cara triste, parece que lleva el peso del mundo sobre sus hombros»
–En el burro veo a un animal enormemente noble; tiene un poco de cara triste, parece que lleva el peso del mundo sobre sus hombros; y, al final, te digo una cosa, los caballos serán todo lo bonitos que tú quieras, pero no son lo inteligentes y listos que son los burros. Está mal dicho cuando llamas a alguien “burro” porque no sabe nada. Le podrán decir que “es un caballo”, pero no “un burro”. Y eso de que el burro hay que caparlo porque se vuelve malo, nada. Los que cedemos nosotros es bajo un contrato que prohíbe caparlos. Los animales son el reflejo del amo. Si lo tratas bien, te trata bien.
–El burro es un animal inteligente.
–Aprende y rápido. Eres testigo aquí: son nobles, mansos; hay alguna más arisca, pero con mano izquierda te la llevas enseguida. A los animales no se les pega ni se les grita. En un momento dado se le puede dar un toque de atención, una nalgada sin manos. También se les da premios. Y aprenden enseguida.
–¿Cuántos burros participan cada año en la feria?
–Cada vez van más. Entre burros y mulos más de cien animales; y después caballos, menos. Tenemos premios para el burro (en general) y para el burro canario (en este caso, la raza majorera).
–Aquí tienen burros majoreros, ¿se dedican a la cría y conservación del burro majorero?
–Claro. Estamos intentando recuperar la raza, que no se pierda la línea más pura.

–¿Los burros majoreros que tienen aquí, son de Gran Canaria o los han traído de Fuerteventura?
–Aquí tenemos un semental que trajimos de Fuerteventura, el Canario. Pero había burro majorero en todas las islas, porque se han ido llevando.
–¿El burro que había antes en las islas era éste? ¿Era el que tú veías en Icod de niño?
«El burro majorero es descendiente del africano, que, a su vez, es descendiente de la cebra»
–Sí, había burros con cebraduras en las patas.
–Pero también había burros más grandes. ¿Los cruzaban?
–El burro majorero es descendiente del africano, que, a su vez, es descendiente de la cebra. Y es un burro cortito, más bien bajo, de pelo corto, que tú lo pones al sol y al sol se queda. Es un animal muy resistente, como las cebras. Está acostumbrado a pasar penurias.
–¿Para qué se usaba?
–Para trabajar. La orografía nuestra es muy difícil y antes el burro araba, sembraba y volvía para recoger la cosecha y acarrearla. Era lo que había.
–¿Por qué lo cruzaban con burros grandes que se trajeron de la Península?
–Esos burros se trajeron para sacar mulos, porque son burros con mucho porte, muy fuertes y que cargan el doble. El mulo era muy preciado porque es un animal de carga poderoso, que es un cruce de burro con yegua. Ese es el bueno, porque el cruce de caballo con burra es malo, sale un burdégano.
«El parto de una burra es precioso, conserva todavía su memoria salvaje y son muy madres»
–Aquí habrás visto parir a más de una burra. ¿Cómo es ese parto, me lo describes?
–El parto de una burra es precioso. Le gusta irse a un rincón donde estar tranquila, sola, porque conserva todavía su memoria salvaje y son muy madres. La experiencia que he tenido es impresionante. Cuando la burra se pone de parto, la cría rompe la bolsa y empieza a asomar una primera pata, después la segunda y empieza a salir mientras la madre va observándola –hace el gesto de girar la cabeza para mirar hacia atrás– y cuando ya asoma la cabeza y está toda fuera, la madre se recuesta muy lentamente para que la cría no se le caiga desde alto y se rompa el cuello. El parto sigue entonces en el suelo y todavía no ha terminado de salir la cría cuando ya la está lamiendo, limpiándola. Cuando acaba de parir, rápidamente se pone ella de pie y, metiendo el hocico debajo, comienza a levantar a la cría. La levanta en cuestión de minutos, sigue limpiándola y tocándola muy despacito, acercándola a las mamas para que la cría mame. Porque una cría que no mama al poco de nacer tiene pocas posibilidades de vivir, se debilita mucho. Todo esto viene de su instinto salvaje frente a depredadores, incluso desaparece la placenta. Y después están totalmente pendientes de la cría. Cuando las llevamos a la feria, si hace sol, la madre se pone siempre a darle sombra. Ya te digo, las burras son muy madres.
–¿Es un animal con futuro? Una vez que han dejado de ser útiles, van desapareciendo.
–Yo le veo futuro porque cada vez vamos tendiendo más a lo natural y el estiércol de equino es muy preciado (y no canta, no huele mucho). Y después está también su aprovechamiento cárnico para mortadelas, que eso a mí no me gusta, quiero protegerlos y no matarlos. Tener uno o dos burros en una finca no es tanto trabajo, y ayuda a eliminar la hierba a la vez que abona.
–¿La leche de burra tiene alguna utilidad?
–Sí, mucha. En la última feria vendimos jabón y gel de ducha de leche de burra hecho en Península. ¡Y cuántos niños se han salvado gracias a la leche de burra!
–¿Dónde?
–Aquí mismo. Antes, chiquillos que tenían problemas intestinales tomaban leche de burra y les sentaba estupendamente bien.
–Terminamos, un recuerdo dulce.
–Después de mucho tiempo, ver un parto que me impresionó, porque la burra no se deja ver y suele parir por la noche o al amanecer. Y después, la satisfacción que tenemos de la labor que estamos haciendo. Ten en cuenta que nosotros hacemos auténtico desarrollo rural: compramos semillas a la gente de La Culata, nos ceden huertas y agua y sembramos pasto para los animales (trigo, cebada, alfalfa y centeno, mezclados), segamos. Y aquí al lado tenemos también dos llanos grandes sembrados. Esto es desarrollo rural y lo demás, pamplinas.