Cita con Canarias

Jonatan Ortega, bloguero en Conoce La Isleta puntocom

"La Isleta olía a pescado frito y a sancocho; también a grasa y taller porque somos barrio portuario"

“El cambullón era más que picaresca y el chiste del pajarito, fue vital para la economía”, dice Jonatan Ortega, bloguero, durante la entrevista en la que habla de la identidad del popular barrio de La Isleta, que nació nació con el Puerto de La Luz y de Las Palmas y ha crecido, vibrado y sufrido al ritmo de su actividad. [Versión extensa de la entrevista publicada en la edición impresa de PELLAGOFIO nº 98 (2ª época, julio-agosto 2021)].

Por YURI MILLARES

El barrio de La Isleta nació con el Puerto de La Luz y de Las Palmas y hasta la actualidad ha crecido, vibrado y sufrido al ritmo de la actividad portuaria y pesquera de su frente marítimo. Su trepidante historia y el modo que sus vecinos la han vivido está plagada de detalles que no siempre son conocidos, pero que uno de sus vecinos se ha empeñado en descubrir para todo aquel que quiera adentrarse en las páginas de su blog, tan lleno de relatos del pasado como de refrescantes vivencias y anhelos.

«Si analizas las inversiones en el castillo de La Luz y en la Cueva de los Canarios, la frase ‘la historia la escriben los vencedores’ no va muy desencaminada»JONATAN ORTEGA

■ OJO DE PEZ / Un barrio con gentilicio

El castillo de La Luz, construido sobre un arrecife y que antaño hacía de vigía en la bahía de las Isletas, hace tiempo que dejó de mirar al mar, encallado en tierra firme entre un puerto que crece delante de él y un barrio detrás con tan fuerte y arraigada identidad que tiene gentilicio propio: isletero. Frente a sus murallas tuvo lugar la cita con Jonatan, recopilador de historias y fotografías en su blog Conoce La Isleta, a quien le pregunté por esa identidad de barrio que ha hecho a sus vecinos merecedores de un gentilicio tan poco habitual como muy vigente ●


–Un día de hace 12 años nace el blog Conoce La Isleta. ¿Cuál es el germen de la idea? ¿Por qué?

–Al principio era ver el patrimonio arqueológico que hay y compartirlo. Pero entonces fui viendo el paisaje natural con su importancia y el alcance que tenía; luego fui viendo más cosas que muchos vecinos me iban proponiendo. Una gente me lleva a otra gente y la bola fue creciendo. Y como a mí me gusta, me he dejado llevar.

–El blog ha ido cogiendo cuerpo.

–Hay temas que han tenido cierta influencia en la percepción de la gente sobre algunas cosas. Se han dado a conocer cosas que estaban ocultas.

«En La Isleta está el único volcán fisural múltiple de la isla, un volcán en el que la tierra se abre a lo largo de una línea y van surgiendo conos volcánicos»

–En su cabecera, la web define al barrio con tres palabras: la primera es “volcánica”.

–Por el paisaje natural. A La Isleta la denominan algunos científicos “la Timanfaya de Gran Canaria” y no es por casualidad. En La Isleta, por ejemplo, está el único volcán fisural múltiple de la isla. Alex Hansen es el que más lo ha estudiado y he tenido la suerte de caminar con él por la zona, porque se aprende un montón. Ese es un volcán en el que la tierra se abre a lo largo de una línea y van surgiendo conos volcánicos. Luego está el volcán de la Montaña del Faro. La Isleta ha tenido diferentes etapas de desarrollo volcánico y por eso lo de “volcánica”.

–La segunda: “solidaria”.

–Por el barrio. La solidaridad entre los vecinos es uno de los aspectos más importantes de la identidad de La Isleta como barrio. En etapas muy duras que se han vivido aquí, ha ayudado a solventar o intentar pasar de la mejor manera posible los problemas que ha habido, tanto económicos como sociales, porque La Isleta, en el siglo XX y ahora, ha vivido etapas muy complicadas.

«El barrio está acostumbrado a convivir y tratar con gente de todo el planeta por la llegada de buques y marinos de muchas nacionalidades»

–Y la tercera: “cosmopolita”.

–Por el puerto que le da a La Isleta el cosmopolitismo. Date cuenta que La Isleta está acostumbrada a vivir, a convivir y a conocer y tratar con gente de todo el planeta por la llegada de buques y marinos de muchas nacionalidades. Por aquí ha pasado de todo y el barrio se ha adaptado, cogiendo también cosillas de otras culturas. Y mucha de esa gente de paso ha terminado estableciéndose en La Isleta.

–Yo añadiría una cuarta: identidad. Pocos barrios de una ciudad tienen una población que se identifica tanto con la parte de territorio que ocupa, incluso tiene gentilicio propio: isletero. ¿Por qué? ¿Qué distingue al isletero de los demás barrios de la ciudad de Las Palmas?

«El sindicalismo en la ciudad empezó aquí y los movimientos vecinales han sido muy fuertes, todo eso hace que haya un sentimiento de pertenencia al barrio muy fuerte»

–Yo creo que es por muchos y muy diferentes motivos. Por un lado, están las fiestas vecinales, que para mí es uno de los elementos más importantes de la identidad del barrio. Las fiestas crean una comunidad de relaciones entre los vecinos muy fuerte, porque sales a la calle a colaborar para hacer una alfombra de sal, tocar al vecino de enfrente para colocar una banderita. Son cosas que no tienen demasiada importancia, pero cuando las analizas van haciendo que la gente se conozca. Se crean relaciones y se crea una comunidad.

“Por otro lado, estaban las tiendas de aceite y vinagre, que eran como los Facebook de la calle. Date cuenta de que, hasta los años 60, en La Isleta llegó a haber más de cien tiendas de aceite y vinagre. Había hasta dos en la misma calle. Esas tiendas también articulaban relaciones y la gente se conocía en ellas.

“Luego están, sin duda, las luchas obreras, las calamidades que se han pasado y las desgracias tan grandes que ha habido. Por ejemplo, la matanza de trabajadores del 15 de noviembre de 1911, o, más recientemente, el caso de Belén María [la hija de un trabajador portuario atropellada mortalmente el 25 de julio de 1980 durante una huelga]. El sindicalismo en la ciudad empezó aquí. Los movimientos vecinales han sido muy fuertes en La Isleta, pocos barrios tienen un movimiento vecinal tan fuerte en la ciudad.

“Todo eso hace que haya un sentimiento de pertenencia muy fuerte, que da identidad a la propia ciudad. También ha jugado un papel importantísimo la casa terrera: La Isleta es un barrio familiar y ese es un tema interesante.

–Aunque hoy en todas partes parece que sólo huele al humo de los coches, los olores de los territorios también forman parte de su identidad. El poeta y dramaturgo Juan Millares Carló escribió que Vegueta olía a incienso y Triana a ajos y cebolla. ¿A qué olía La Isleta?

–Uf. Buena pregunta. Olía a pescado frito y a sancocho. También olía mucho a taller, un olor que yo he vivido. Las calles de La Isleta estaban llenas de talleres, en la calle Rosarito aquí al lado había astilleros y varaban los barcos. Es un olor con el que yo me identificaría. Un olor a herrería y a grasa, porque somos un barrio portuario.

«Las casas terreras son un patrimonio que estamos perdiendo a una velocidad agigantada y hablan de una manera de vivir en sociedad»

–Como los olores de antaño, el paisaje de este territorio ha perdido muchas referencias: fábricas de salazón, salinas, astilleros y seguro que muchas casas terreras. Parece que sólo resiste el castillo de La Luz y el mercado municipal, ¿o queda algo más?

–Quedan más cosas, lo que pasa es que no se les da la importancia y el enfoque que se debería dar. La Cueva de los Canarios es el yacimiento arqueológico más importante del municipio y no se le reconoce esa importancia. Una frase dice que la historia la escriben los vencedores: si analizas la inversión que tiene el castillo de La Luz y la que [no] tiene la Cueva de los Canarios puedes pensar que la frase no va muy desencaminada. Es un yacimiento importantísimo con unas vistas y un control de la bahía del Confital impresionante, que tiene cuevas, aljibes, silos, una cantera de piedras de molino.

“Aquí vivieron canarios antes de que llegaran los europeos, en este mismo sitio, y es como si no quisiéramos reconocerlo. El cementerio aborigen de La Isleta fue arrasado y lo que nos queda, la Cueva de los Canarios, sigue sin ser puesta en valor.

“Y luego están las casas terreras: es un patrimonio que estamos perdiendo a una velocidad agigantada. Es un patrimonio valiosísimo por muchos y diferentes aspectos. No sólo por las fachadas. Yo me fijo más en el interior de esas casas humildes y tradicionales de La Isleta. Tanto su estructura como su distribución hablan de una manera de vivir en sociedad. Muchas de esas casas conservan su techo de madera, sus pisos hidráulicos. Habría que analizar lo que deberíamos conservar de todo esto o nos vamos a quedar sin nada.

–¿Cuál sería el prototipo de casa terrera en cuanto a su distribución interior y el uso de esos espacios en torno a un patio central?

–Hay una parte noble a la entrada de la casa, que se distribuye entre una habitación amplia con diversos usos y una pequeña salita que era la zona pública de la casa, donde se atiende a las visitas y donde empezaban los noviazgos: la madre o la abuela estaba en la habitación o la cocina y la hija estaba en la sala hablando con el novio y así se podían tirar años. Todas las casas terreras tenían esa pequeña sala.

“Luego están las habitaciones y el patio, que solía ser grande porque estaban abiertos y había una circulación importante de aire que hoy se ha perdido porque los patios se han cerrado, ahí se plantaba e incluso se tenía la cabra quien no la quería en la azotea por si sus orines afectaban a las cubiertas.

“En la última de esas habitaciones solían estar, puerta con puerta, el cuarto de baño (sin ducha, apenas una palangana para lavarte y el váter) y la cocina (con una salida de humos). Y te puedo contar que en la casa de mi bisabuelo llegaron a vivir diecisiete personas en cuatro habitaciones. Son casas fundamentales en la identidad del barrio.

–¿Cuáles son los personajes y rincones que quedaron como referencias de tu infancia?

–Yo me quedo con la playa de las Canteras, que es lo que más he disfrutado durante toda mi vida. Muchos años me dediqué a coger olas y estaba en El Confital o en La Punta, también la Cícer [topónimo que ha quedado de lo que fue la CICER: Compañía Insular Colonial de Electricidad y Riegos] y en La Barra. Y personajes había muchos…

–Empezando por Doña Rosarito en el siglo XIX.

–Y su famoso caldo de pescado, que era la bomba. Claro, con el marisco que había por todo esto [terrenos que se ganaron al mar] era un espectáculo. Había de todo.

«El cambullón es la bisagra con la economía internacional: era capaz de conseguir todo aquello que la economía local no era capaz de producir»

–Como barrio marinero que es, La Isleta celebra sus fiestas en honor a la muy marinera Virgen del Carmen a mediados de julio. Entre las actividades programadas este año, haces de guía de una ruta guiada dedicada a los cambulloneros. ¡Ilústranos!

–La ruta sale desde el edificio de la Comandancia de Marina (en la playa de las Canteras, que era la antigua calle Sancocho y hoy es la calle Hierro). Aquí empieza la zona portuaria conocida como el Refugio, nombre que ya no se usa pero conocemos por la canción De La Isleta al Refugio, lugar de recalada de los tripulantes y polizones que traían los barcos al puerto y donde vivían muchos cambulloneros.

“De ahí seguimos al Sanapú, en el lado del puerto, otro topónimo perdido sobre cuyo origen hay varias teorías. Una (de José Ferrera Jiménez) es que viene de la expresión “sana pus”, porque por allí salía un agua caliente que la gente aprovechaba para ir a curarse el pus de las heridas. Otra explicación (de Julio González Padrón) es que esa zona estaba llena de barquillos de los cambulloneros y a los ingleses aquello les parecía Singapur, de donde se llegó a nuestro Sanapú. Yo no lo sé…

“Luego venimos al mercado municipal y al castillo de La Luz, donde tenemos el monumento al cambullonero, y terminamos a la entrada del muelle Grande, que es otro punto fuerte del cambullón.

“El objetivo del recorrido y mi objetivo es dignificar la figura del cambullonero. Nos hemos quedado en la parte de la picaresca, el chiste del pajarito y el cambalache. Aun existiendo eso, que no se trata de negarlo, fue una actividad que duró casi cien años y, si nos paramos a pensar en ella, tiene una importancia en la economía de Canarias que es vital. El cambullón es la bisagra que hay entre la economía internacional y la economía local: era capaz de conseguir todo aquello que la economía local no era capaz de producir.

“Por un lado, productos básicos como medicina, azúcar, café, mantequilla en épocas de auténtica miseria. Y por otro, también productos y materias primas para los talleres, ya fueran para los torneros o para los carpinteros. Y no sólo eso, incluso hubo industrias importantes en La Isleta como la famosa fábrica de muñecas Solneli, que se ven en fotos antiguas cómo las vendían los cambulloneros en los barcos. Aparte de eso, estaba el comercio de los pájaros…

«El problema con esta actividad es que no hay un estudio que se aparte de los pintoresco y analice con rigor la importancia que tuvo»

–Aquellos pájaros canarios de los que se decía que si se mojaban se les caía el tinte amarillo.

–Ja, ja… Está el cuento ese de que a algunos se les caía el tinte, por la picaresca. Pero los pájaros canarios con sus jaulas los compraban a enfermos de tuberculosis y los vendían en los barcos que hacían escala; o la fruta de los campos. El problema con esta actividad es que no hay un estudio que se aparte de los pintoresco y analice con rigor la importancia que tuvo.

“Muchos cambulloneros trabajaban para las empresas consignatarias sirviendo a los capitanes lo que los barcos necesitaban y hay registros de eso. Incluso había taifas [grupos en que se organizaban los cambulloneros] que trabajaban expresamente para la Comandancia de Marina. Como dice la gente, si no hubiera existido habría que haberlo inventarlo, porque paliaron mucha hambre y solventaron muchos problemas en una economía que no era capaz de producir muchas cosas.

“Hay que hablar de la importancia económica y social que tuvieron, sin olvidar que hubo cambulloneros que ganaron muchísimo dinero y como mismo lo ganaron lo gastaban. Me han contado de cambulloneros que empezaron como chico bote y salían de la escalerilla del mercado con un barquillo a remos, ir a un barco, comprar un jamón por 400 pesetas y llegar al mercado y venderlo por mil pesetas, ¡un chiquillo! Mil pesetas, que en aquella época tiene tela.

–Si te preguntara por los lugares emblemáticos vinculados al rodaje de la película Moby Dick, con Gregory Peck como el capitán Ahab, ¿a dónde me llevarías?

«A Gregory Peck le gustaba mucho jugar a las cartas y echarse copas y parece que la playa de las Canteras le gustó»

–A la playa de las Canteras. A Gregory Peck le gustaba mucho jugar a las cartas y echarse copas y parece que la playa le gustó. Hace años grabé a un cambullonero que, a su vez, era el que trasladaba en barco a los actores hasta el rodaje en el mar y me contó que, aunque se suele hablar del Confital, ahí no se grabó mucho, más bien fue por la zona de la Cícer en la playa de las Canteras y, sobre todo, en la bahía de La Luz. Y otro punto importante estuvo junto al mercado del Puerto, donde estaban los astilleros Hull Blyth [de la Compañía Carbonera de Las Palmas], que construyeron a la ballena Moby Dick.

–¿Y se sabe qué bares frecuentaba Gregory Peck y el resto del equipo de rodaje?

–Sí. Creo que él iba mucho al bar de Juan Sánchez, en La Puntilla.

–Conocer La Isleta te ha llevado por tu propia ruta personal y familiar: el blog termina siendo el germen de una ecotienda y ambos, a su vez, añaden otra pieza a la vida del barrio: una ecocasa. ¿Qué son estas propuestas?

–No me he quedado sólo en el tema histórico. Vivimos una situación muy problemática en el planeta con el cambio climático y las crisis, que si la llevas a tu barrio te tienes que adaptar de alguna manera, pensar en qué le vamos a dejar a nuestros hijos.

“Creo que el barrio de La Isleta, el Puerto del que no puede desligarse y el paisaje natural que lo rodea tenemos que buscar la manera de que caminen poniendo las bases de un futuro sostenible. Por eso hace siete años abrimos la primera tienda ecológica en el barrio, en la que vendemos producto ecológico de la isla y del archipiélago como fruta, verdura, miel, queso o carne.

“Parte de ese producto lo vendemos a granel, algo muy importante porque la forma de consumir tenemos que transformarla, va a ser clave en los próximos años por ahorro y para reducir la generación de residuos. Es duro, porque no es fácil comercializar el producto ecológico, explicarle al cliente que es más caro por una serie de razones, pero que los productos convencionales más baratos tienen un precio oculto que vamos a estar pagando los próximos años. Es duro, además, en un barrio con una de las rentas per cápita más bajas de la ciudad.

“Por otro lado, interrelacionándolo con la tienda, hemos planteado el proyecto de la ecocasa, restaurando una casa terrera antigua (tiene 120 años) del arquitecto Fernando Navarro, manteniendo los techos de madera y los pisos hidráulicos, así como la estructura original de la vivienda. La hemos amueblado reutilizando madera de pales y, excepto los electrodomésticos, todo está hecho a mano.

“La idea es alquilarla como vivienda vacacional y que quien venga conozca, por un lado, los valores de identidad y sociales que tiene el barrio de La Isleta y, por otro, el valor y la necesidad de conservar estas casas terreras. La vivienda vacacional, si se gestiona adecuadamente, puede generar riqueza local para viajeros que buscan una experiencia conociendo la cultura y la identidad local, consumiendo en los restaurantes y tiendas de la zona.

–Terminamos, un recuerdo dulce.

–Un bañito prohibido en los charcos de la zona militar, con el agua limpita y fresca del Paisaje Natural Protegido de La Isleta. Me gusta la playa, pero disfruto de los charcos. Antiguamente se cruzaba mucho la alambrada, los niños íbamos a los charcos y los pescadores de caña iban a pescar. Iba con los amigos a los charcos de los Pescaditos y de los Albarderos que, al vaciar la marea, son espectaculares.

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