Cita con Canarias

José Farrujia, investigador del pasado indígena canario

“A diferencia de América, en las islas Canarias no hay una crónica de los vencidos”, dice en esta entrevista de la sección “Cita con Canarias” dedicada a conocer más detalles sobre el origen de los primeros habitantes del archipiélago y la huella que dejaron en el patrimonio histórico. [Versión íntegra de la entrevista publicada en la edición impresa de PELLAGOFIO nº 53 (2ª época, mayo 2017)].

“Las dataciones permiten afirmar que los indígenas, temporal y culturalmente, no son neolíticos”

Por YURI MILLARES

Técnico en gestión cultural y patrimonial y doctor en Historia (Programa de Prehistoria y Arqueología), es uno de los investigadores más sólidos cuando aborda el conocimiento del pasado indígena del archipiélago canario. Antes que medir los bienes patrimoniales por su belleza, monumentalidad o espectacularidad, insiste en los pequeños detalles, que son, “muchas veces –dice–, las piezas claves en el conocimiento de nuestra historia”. Aunque el peligro que corre uno de los más monumentales bienes del patrimonio histórico y natural de Canarias le preocupa muy especialmente: la Montaña de Tindaya.

“Agujerear la montaña de Tindaya derivaría en una pérdida irreversible de valor patrimonial y medioambiental para Canarias”

Imagen nocturna de la montaña de Tindaya (Fuerteventura), uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Canarias. | FOTO TATO GONÇALVES
■ OJO DE PEZ / Unas fotos y barraquito

Por TATO GONÇALVES
Llegamos temprano un domingo sereno. El casco histórico de La Laguna se nos presentaba con esa luz cálida y limpia de una primavera que se luce. Trabajamos entre columnas, pórticos y fachadas antes del barraquito en el hotel Nivaria, pero la fotografía que de verdad me gustaría haberle hecho es en la mayor concentración de grabados podomorfos de Canarias, en la montaña de Tindaya ●

–“Los guanches eran altos y rubios”, hemos escuchado infinidad de veces. Si añadimos que venían de una aldea de irreductibles galos podemos hacerle la competencia a Astérix, que era más bien bajito. ¿Quiénes eran realmente los guanches?

–Los indígenas canarios procedían del norte de África, del ámbito amazigh. Esas características, relativas a la altura y al cabello rubio, aparecen repetidas en muchas de las primeras crónicas y relatos que se escribieron sobre Canarias a partir del siglo XV, pues para los europeos que llegaron a nuestro archipiélago por esas fechas, fue toda una sorpresa encontrarse con poblaciones con este aspecto y en el estadio de desarrollo cultural en el que estaban, pues no olvidemos que Europa entraba en el Renacimiento cuando el mundo indígena de las Islas Canarias se articulaba a partir de valores culturales y sociales muy ajenos a los “occidentales”. Pero lo cierto es que esas características antropológicas son propias de las poblaciones imazighen y perviven incluso hoy en día en el norte de África. Es decir, no es en absoluto extraño la presencia de personas rubias y con ojos azules entre los imazighen, pero no todos eran así. Por lo que respecta a la altura, desde luego que los indígenas eran algo más altos que los europeos de la época, pues los varones tenían una estatura media de 1,70 m, y las mujeres de 1,60 m. En Tenerife se da el caso de varones que superaban los 1,80 m.

«Desde luego los indígenas eran algo más altos que los europeos de la época, pues los varones tenían una estatura media de 1,70 m, y las mujeres de 1,60 m.»

–La historia del poblamiento de Canarias se ha escrito hasta hace bien poco en términos muy eurocentristas. ¿Cuánto hay de ideología y cuánto de ciencia en lo que sabemos del origen de sus primeros pobladores?

–Hoy en día está demostrado, por la vía arqueológica y por los estudios genéticos, la relación de los primeros pobladores de Canarias con el mundo norteafricano amazigh. Pero incluso en la actualidad la investigación sobre el poblamiento de Canarias sigue siendo etnocentrista: los modelos de gestión del patrimonio, los marcos teóricos de referencia, etc., proceden de los centros académicos de referencia a escala mundial. En Canarias no existe una arqueología indígena, como sí sucede en otros contextos del planeta como Canadá o Australia. Por eso, entre otros motivos, hay más elementos de falsedad que de certeza en las teorías que se han utilizado para explicar el poblamiento de Canarias desde el siglo XIV hasta mediados del XX. Básicamente porque no contamos con fuentes originales de los propios indígenas, fuentes escritas.

«Nos han llegado fuentes portuguesas, francesas, castellanas. Pero no existe ni una sola fuente escrita por los indígenas»

«Todo el conocimiento que nos ha llegado está escrito por un sujeto histórico completamente ajeno al mundo cultural indígena. Nos han llegado fuentes portuguesas, francesas, castellanas. Pero no existe ni una sola fuente escrita por los indígenas o por sus descendientes inmediatos. A diferencia de América, en Canarias no hay una crónica de los vencidos.

–¿Cómo debemos abordar este relato sin contaminarlo?

–Debemos partir de una premisa: la objetividad no existe en las ciencias sociales. Se ha pretendido ver en el pasado la confirmación de nuestras visiones de hoy. Esto quiere decir que el indígena que hoy “conocemos” está muy mediatizado por las propias metas o retos que se marca la investigación, por los intereses y condicionantes que subyacen detrás de cada posicionamiento teórico, político, filosófico.

«En las últimas décadas, gracias a la bioantropología, se ha podido humanizar al indígena canario: hoy conocemos su alimentación, las enfermedades que padecía, la media de edad»

«En la actualidad todavía pervive entre buena parte de la sociedad una imagen estereotipada del indígena canario. Increíblemente, sigue vigente en muchos ámbitos la imagen del buen salvaje planteada en el siglo XVIII por Viera y Clavijo. Además, con posterioridad al franquismo no se ha producido una renovación teórica en la arqueología canaria. Sigue predominando el histórico cultural y esto ha dificultado que se cambie la imagen del indígena. Sin embargo, dentro de este relativismo, sí que se han producido una serie de avances que permiten afinar nuestro conocimiento sobre el pasado: contamos con dataciones absolutas que han permitido afirmar que los indígenas, temporal y culturalmente, no son neolíticos; sabemos que llegaron a Canarias a lo largo del primer milenio antes de la Era, y que son poblaciones de origen norteafricano, amazigh. Asimismo, en las últimas décadas, y gracias a la bioantropología, se ha podido humanizar al indígena canario: hoy conocemos su alimentación, las enfermedades que padecía, el tipo de fracturas más frecuente entre la población, la media de edad, el tipo de actividad física que desarrollaba por las huellas que dejó en sus huesos, etc.

–¿Cuál sería la aproximación más exacta al relato de ese origen: cultura, idioma, procedencia, oleadas…?

«No hay un consenso entre los investigadores, pero las evidencias arqueológicas apuntan a que Canarias estaba poblada antes de la presencia romana en el norte de África»

–Cultura amazigh y procedencia de ámbitos norteafricanos como Argelia, Libia, Túnez y Atlas sahariano; escritura líbico-bereber, lengua conocida genéricamente como tamazight insular y perteneciente al tronco bereber. En el caso de las oleadas, no hay un consenso entre los investigadores, pero las evidencias arqueológicas apuntan a que Canarias estaba poblada antes de la presencia romana en el norte de África. Tenemos dataciones absolutas tempranas en Lanzarote (siglo IX antes de la era); Tenerife (siglo V antes de la era) o La Palma (siglo III antes de la era). Con posterioridad llegaron a las islas poblaciones imazighen romanizadas, que fueron las que introdujeron, por ejemplo, la escritura latino-canaria en Fuerteventura y Lanzarote, además de otros elementos culturales.

–Por cierto, ¿guanches son sólo los de Tenerife o es indistinto usar el término también de modo genérico para todo el archipiélago?

«Cada isla se identifica con etnias: guanches (Tenerife), canarios (Gran Canaria), majos (Lanzarote y Fuerteventura), gomeros (La Gomera), bimbaches (El Hierro) y auaritas (La Palma), de ascendencia africana (amazigh)»

–En el siglo XIX guanche era el término usado en sentido genérico para todo el archipiélago. Incluso hoy en día, en determinados diccionarios enciclopédicos se sigue utilizando para definir el mundo indígena canario, a nivel archipielágico. Pero actualmente se usa como etnónimo para designar a los antiguos pobladores de Tenerife.

–Y si vamos isla por isla, ¿cuál sería la nomenclatura más correcta?

–A partir de la década de 1980 comenzó a tomar fuerza la lectura multicultural o multiétnica del poblamiento insular. Los responsables de la colonización de cada isla se identificaron con etnias con entidad propia: guanches (Tenerife), canarios (Gran Canaria), majos (Lanzarote y Fuerteventura), gomeros (La Gomera), bimbaches (El Hierro) y auaritas (La Palma), de ascendencia africana (amazigh). Esta lectura del poblamiento indígena, no obstante, no se ha podido verificar arqueológicamente en todas las islas. Dentro del mundo amazigh, cada una de estas etnias ocupó áreas geográficas que se extienden, según los casos, desde el Sahara hasta el África argelina.

«Paradójicamente, buena parte de las relaciones propuestas entre los indígenas canarios y las etnias norteafricanas se ha efectuado a partir de una base arqueológica prácticamente inexistente, y concediéndosele el peso de la argumentación a las fuentes clásicas y, en ocasiones, a la simple etimología. Asimismo, muchas de estas etnias del ámbito amazigh se definieron, entre otros aspectos, por su comportamiento nómada, lo que dificulta en exceso la delimitación de las áreas que ocuparon desde una perspectiva crono-espacial. Por consiguiente, la relación de cada isla con un nombre o etnia definida se levanta sobre una base endeble sin sustento empírico.

«Tenemos constancia del expolio de yacimientos arqueológicos desde mediados del siglo XVIII, las momias fueron los bienes más preciados y codiciados»

–La Arqueología lleva un siglo y medio aportando abundante información sobre los antiguos canarios… aunque la cosa empezó (y siguió así mucho tiempo) con el expolio de lo que se iba encontrando para llevarlo a museos o colecciones fuera de las Islas, incluso fuera de España. ¿Se puede evaluar o estimar cuánto hemos perdido y dónde se pueden encontrar todavía objetos que poder estudiar?

–Es muy difícil evaluar cuánto hemos perdido, básicamente porque esa pérdida ha sido fruto del expolio secular y clandestino y, por tanto, no podemos contar con una estimación real. No obstante, si accedemos, por ejemplo, a la literatura de viajes relacionada con Canarias, tenemos constancia del expolio de yacimientos arqueológicos desde mediados del siglo XVIII. Las momias fueron los bienes más preciados y codiciados, hasta el punto de que se llegó a desarrollar un auténtico tráfico clandestino al respecto, con destino a Francia, Alemania, Inglaterra y Rusia, básicamente. Por desgracia, el destino final de buena parte de estos bienes se desconoce y, en algunos casos, algunos bienes se perdieron por el camino, tal y como relata, por ejemplo, el pintor francés Jacob Gerard Milbert, que en 1812, en su viaje de regreso a Francia, tuvo que tirar por la borda una momia de una “mujer joven, guanche”, porque el calor y la humedad del barco la ablandaron.

–En la actualidad el patrimonio histórico tiene otro tratamiento, pues su grado de protección es máximo ¿Hasta qué punto es así realmente? O dicho de otro modo, ¿qué falta por hacer para una óptima conservación y uso del patrimonio arqueológico canario?

«Se deben reforzar las políticas de difusión patrimonial entre la sociedad, pues no se conserva ni se respeta lo que no se valora»

–En primer lugar, se deben reforzar las políticas de difusión patrimonial entre la sociedad, pues no se conserva ni se respeta lo que no se valora. Asimismo, la administración pública debe equilibrar la gestión de nuestro patrimonio, es decir, no centrar el énfasis en la recuperación del patrimonio elitista, monumental, eclesiástico, dejando en un tercer plano el indígena. Y además, una prioridad es actualizar la Ley vigente en materia de Patrimonio Histórico en Canarias. Nació ya como una ley obsoleta, inspirada en la ley nacional de 1985, y hoy en día no es todo lo efectiva que cabría esperar. Casos como el de la Montaña de Tindaya ponen de manifiesto cómo, incluso contando con una Ley de Patrimonio y con la máxima categoría de protección (pues es un BIC), la administración apuesta por agujerear la montaña, con lo que de ello se derivaría de pérdida irreversible de valor patrimonial y medioambiental para Canarias.

–El caso de la montaña de Tindaya es paradigmático en este contexto. En PELLAGOFIO ya hemos abordado la importancia de este monumento natural y arqueológico. Con uno de los mayores niveles de protección en el archipiélago, el proyecto planteado en torno a 1995 por Eduardo Chillida, de realizar un vaciado en la montaña en forma de un gigantesco cubo, sigue vigente en los planes del Gobierno de Canarias. Desde entonces la polémica está servida: ¿es legal siquiera plantearlo?

«La Ley vigente de Patrimonio Histórico en Canarias nació como una ley obsoleta, inspirada en la ley nacional de 1985»

–No es legal, básicamente porque no se puede intervenir en un Bien de Interés Cultural, poniendo en peligro su conservación. Por eso se aprobó el Decreto 108/2014, por el que la delimitación del BIC se circunscribe a la cumbre de la montaña, donde se concentran los podomorfos, quedando todo el resto de la montaña desprotegida. Se ha aprobado un decreto hecho a medida del proyecto de Chillida. Se protege la cumbre pero el resto de la montaña es compatible con otros usos, es decir, con el proyecto escultórico. Tindaya fue un templo para los antiguos pobladores de Fuerteventura, por eso debe protegerse en su totalidad, incluyendo las pequeñas y arrasadas estructuras arqueológicas repartidas a cotas inferiores de la montaña. ¿Se protegería sólo el artesonado mudéjar de una iglesia, es decir, la parte más alta del templo, dejándose fuera de la catalogación del BIC el altar mayor, el púlpito o los frescos con que cuenta el inmueble cristiano? Obviamente no. Pues igual de absurda es la propuesta de delimitación del BIC en la Montaña de Tindaya.

«Tindaya fue un templo para los antiguos pobladores de Fuerteventura, por eso debe protegerse en su totalidad»

–Para unos es un atentado irreparable al patrimonio, para otros es compatible la convivencia entre los valores de la montaña y el proyecto de Chillida. ¿Qué perdemos y qué ganamos en cada caso?

–Le respondo con una pregunta retórica: ¿se permitiría intervenir en la Cueva de Altamira para albergar un proyecto escultórico del Sr. Chillida? Altamira y Tindaya ya son bienes patrimoniales, no necesitan añadidos ni artificios que alteren su esencia y sus valores y, sobre todo, que atenten contra el medioambiente. Respetemos el legado de los antiguos, tal cual ha llegado a nuestros días.

Mosaico de imágenes que muestra detalles de la cueva pintada recientemente descubierta en Telde (Gran Canaria). | FOTO PEDRO SOSA/EQUIPO DE ARQUEOLOGÍA D3

–¿Qué es lo más relevante que se ha averiguado o hallado en los últimos años en el campo de la Arqueología en Canarias?

Ídolo zoomorfo (representa una cabeza de cabra) hallado en el yacimiento de Caserones, en La Aldea (Gran Canaria). | FOTO CEDIDA POR J. FARRUJIA

–¿Qué entendemos por relevante: encontrar piezas o yacimientos con valor museístico, con repercusión política y mediática; buscar los restos de Fernando Guanarteme? En los últimos años, por ejemplo, se han desarrollado en Canarias estudios sobre las semillas documentadas en los yacimientos arqueológicos. Estos restos, desde el punto de vista estético o expositivo, aportan muy poco, pero sin embargo nos dan una información muy valiosa sobre las prácticas socioeconómicas de los antiguos canarios, sobre su propio entorno natural y sobre la procedencia genética de esas especies. Es decir, tenemos que ser capaces de transmitirle a la sociedad que el valor de los bienes patrimoniales no se mide únicamente a partir de la belleza, la monumentalidad o la espectacularidad. Los pequeños detalles, las pequeñas materialidades del pasado son, muchas veces, las piezas claves en el conocimiento de nuestra historia.

«Por encima del ‘hallazgo definitivo’, sigo teniendo la esperanza de que entre los arqueólogos se abra una arqueología de compromiso, algo necesario en un paisaje balcanizado como el canario»

–El botánico David Bramwell estima que pueden quedar todavía unas 50 especies de plantas por descubrir en Canarias. ¿Qué expectativas manejan los arqueólogos sobre nuevos hallazgos que puedan aportar información valiosa?

–Si le soy sincero, atravesamos por una etapa muy fructífera en muchos sentidos. Así lo ponen de manifiesto muchos de los hallazgos casuales difundidos en prensa recientemente, como las nuevas pinturas rupestres de Telde, o el ídolo zoomorfo de Caserones, ambos en Gran Canaria… pero por encima del “hallazgo definitivo o valioso”, sigo teniendo la esperanza de que entre los arqueólogos se abra una arqueología de compromiso, de colaboración, de colectividad y de esfuerzos comunes, algo especialmente necesario en un paisaje balcanizado como el canario. Sólo así podremos conseguir que las nuevas generaciones de arqueólogos sean mejores y, por tanto, que la sociedad tome mayor conciencia sobre nuestro pasado. Hay que trabajar en una arqueología más social, abierta, pública y colaborativa.

–Terminamos, un recuerdo dulce.

–En el plano personal, sin duda, el nacimiento de mis hijos y mi experiencia como padre. En el plano profesional, los momentos dulces son aquellos en los que tengo la ocasión de hablar en público para compartir con la sociedad los resultados de la investigación sobre el pasado indígena de Canarias.

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