José Julio Cabrera Mujica, geógrafo, ecologista y escritor
«No hemos tenido mesura a la hora de hacer barbaridades ambientales»

«Miles y miles de sabinas fueron cortadas inmisericordemente en Gran Canaria y desaparecieron», dice José Julio Cabrera Mujica durante la entrevista, en la que habla de 53 años de lucha por el medio ambiente desde la Asociación Canaria para la Defensa de la Naturaleza (Ascan) y de los proyectos de repoblación forestal, investigación y divulgación en los que ha trabajado y trabaja. [Versión extensa de la entrevista publicada en la edición impresa de PELLAGOFIO nº 118 (2ª época, mayo 2023)].
«Tenemos dos censos, uno con 366 sabinas naturales y otro de 2.888 que hemos plantado en las islas de dispersión» JOSÉ JULIO CABRERA MUJICA
Por YURI MILLARES
La Asociación Canaria para la Defensa de la Naturaleza (Ascan) es la primera organización ecologista creada en España. En ella lleva José Julio Cabrera Mujica 53 años de lucha incansable (a veces con sus costes personales), pero también de investigación y divulgación. Entre otras cosas, para recuperar parte de los bosques y sus árboles en Canarias. «Se tardó siete años en conquistar Gran Canaria. Los repartimientos de tierra para compensar las pérdidas de los conquistadores hicieron que desapareciera mucho monte», se remonta muy atrás en la brutal pérdida de masa forestal en esta isla. En la actualidad se dedica a censar las sabinas que quedan en ella y a repoblar creando «fuentes semilleras» e «islas de dispersión».
■ OJO DE PEZ / El Día del Árbol como ejemplo La cita tuvo lugar en su casa. Sorbiendo de una taza de menta poleo bien calentito cada uno, fue desgranando 53 años de lucha por el medio ambiente desde distintos proyectos. El desencadenante de todo ello fue la experiencia del Primer Día del Árbol en 1969. La sociedad civil de la isla (en este caso, con el impulso del Grupo Montañero de Gran Canaria) se puso en marcha sin esperar por las instituciones● |
—Geógrafo y miembro de Ascan desde sus inicios. ¿En tu caso van unidas la formación con la preocupación? Tenías esa inquietud.
— Sí. La naturaleza me volvía loco. En mi caso, yo empecé en el movimiento antes, cuando me afilié al Grupo Universitario de Montaña al salir de la mili. Entré en Ascan un año después de su fundación. Había organizado el primer curso de Iniciación a la Arqueología Canaria, una de las personas que participaba en las charlas formaba parte de Ascan y me llevó.
Yo aterricé allí con veintipocos años y me encontré mal porque casi ninguno bajaba de los cuarenta. Para mí eso eran abuelos. La fluidez que yo podía tener con compañeros de mi edad, con 21 o 22 años, tan bobos como yo, no la tenía con ellos. Pero se dieron algunos condicionantes para que me quedara en Ascan definitivamente. Primero, la persona que me llevó, Pedro Castejón, con quien me llevaba muy bien. Luego, Günther Kunkel, porque te enamoras de la persona. Y eso que conmigo fue un borde de narices cuando me conoció. Yo no le interesaba hasta que se enteró de que hacía escalada.
También estaban Luis García Correa y Jaime O’Shanahan. Muchos de estos pioneros después fueron reconocidos como Hijo Adoptivo de Gran Canaria, Hijo Predilecto de su ciudad o Premio César Manrique de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias y no es ninguna bobería. Ahí me quedé porque estaban estas personas y me fui aclimatando. Afortunadamente. Y llevo 53 años metido en el tema.
—Entrevistando en una ocasión a Luis García Correa (presidente fundacional de Ascan, por cierto) me decía que fue una «pérdida irreparable» que en 1977 Günther Kunkel y su esposa se vieran obligados a irse de Canarias porque se les hizo «la vida imposible». ¿Qué aportaron los Kunkel a Canarias?
—Lo primero, decir todo lo «imposible» que fue. Los Kunkel son unas personas que estaban haciendo una labor divina en Gran Canaria. Günther Kunkel aportando incluso a la Ley de Espacios Naturales, con el Proyecto 817 de la IUCN [siglas en inglés de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza]. Y no lo pudo hacer en todo el archipiélago (sólo lo hace en la provincia de Las Palmas), porque en Santa Cruz de Tenerife lo reciben así… —y hace el gesto con las manos.
—De uñas.
«Una persona concreta de Santa Cruz dice que por allí “no pasan”. Y no pasamos. Esa persona sigue existiendo y teniendo un nombre. La grandeza de alma, para mí, no cabe en corazones tan mezquinos»
—De uñas. Una persona concreta de Santa Cruz dice que por allí «no pasan». Y no pasan. No pasamos. Esa persona sigue existiendo, teniendo un nombre y es una persona híper respetada. Pero, de alguna forma, un pueblerino porque es un anti canarión a muerte.
La grandeza de alma, para mí, no cabe en corazones tan mezquinos. Y este dirigente se opuso personalmente a que se hiciera el Proyecto 817. Cuando se aprobó ese proyecto nos dijeron de todo, menos bonitos. Y yo sólo era escalador, pasaba por allí. Me decían «coge aquello verde» y yo ni idea de lo que era. Pero fui aprendiendo, porque cortando huevos se aprende a capar.
Sus publicaciones y libros de investigación científica son una maravilla. Como el Diccionario botánico canario. O La vida vegetal del Parque Nacional de Timanfaya. También Árboles y arbustos de las Islas Canarias… Empiezas a mirar y ves una labor trascendental en la investigación y, sobre todo, en la divulgación. Porque de lo primero que somos conscientes en Ascan es que nadie sabe nada.
Te tienes que meter en la caraja de explicar a la gente que es su tierra. Y te encuentras con la paradoja de que te preguntaban constantemente por la laurisilva. ¿Laurisilva? Y tenías que dar una charla de la laurisilva, que casi no quedaba nada. Hoy en día empieza a quedar algo. De hecho, si ves una foto de hace cincuenta años de la cumbre y otra de cómo está ahora, ves la isla cómo era y cómo es.
—De eso hablas en tu libro ‘Memorias de la revolución verde. Gran Canaria (1969-2019)’. Creo que fue el primero en abordar la historia de la defensa medioambiental en la isla.
«No el Icona, ni el Cabildo, es la sociedad la que se organiza y va a plantar árboles, para mí es el punto de partida»
—Aquí cuento cómo nace la revolución verde, el día que unas afortunadas personas del Grupo Montañero de Gran Canaria deciden hacer el Primer Día del Árbol en 1969. No el Icona, ni el Cabildo. Es la sociedad la que se organiza y va a plantar árboles. Para mí es el punto de partida. En el libro hago un recorrido de 50 años con fotografías del antes y el después.
En una foto están Kunkel, Pepito Alonso (el jardinero mayor del Jardín Canario) y Sventenius (director del Jardín Canario). Tu imagínate que estaban planificando en aquel momento lo que iba a ser Maspalomas y su protección. Tres monstruos.
Esta es otra de las guerras terribles que tuvimos que tener —señala una foto de la autopista GC-1 a su paso por la playa de La Laja—, porque la carretera del Sur iba a ir por encima de la playa. Luchamos por que se hiciera el túnel, pero pretendíamos que fuera de ida y vuelta y sólo lo hacen de ida. Imagina lo que implicaría tener libre toda la franja costera de la playa para paseo, deporte, terrazas, playa, lo que te dé la gana. En vez de haber la escandalera de coches que hay ahora.
—En la reseña del libro indicas que luchaste por tus ideas, aunque a veces te costara «muy caro defenderlas». Fue una lucha ¿complicada, borrascosa, agitada? ¿Cómo la describirías?
«Fui muy perseguido por los molinos de viento de Hueso del Caballo, en La Pared (Fuerteventura), porque La Caja de Ahorros era quien importaba los molinos»
—Horrenda, horrenda. Fui muy perseguido por los molinos de viento de Hueso del Caballo, en La Pared (Fuerteventura). Tuve muchos problemas, porque La Caja de Ahorros era quien importaba los molinos, para instalarlos. Había consejeros que eran de Fuerteventura y me daban caña en el consejo de administración.
Los pusieron en la mejor zona de cortejos de la hubara de toda la isla. Era inadmisible. Pero después me meto con Guguy y aquello fue Troya. Porque vendieron aquello a tres pesetas el metro cuadrado en primera línea de playa. Y yo soy tonto y me chupo el dedo.
—¿Qué te aportaron esos pioneros de la defensa medioambiental en Canarias?
—Cada uno de ellos, una cosa diferente. Yo he sabido aprender. El estar con Kunkel: la metodología científica, observarlo todo, no fijar un tema en una sola vertiente y perseguir cosas que los demás no veían. Un ejemplo es cuando descubre que la gibalbera de Gran Canaria (una liana de la laurisilva) es diferente de la Semele androgyna, la gibalbera de Tenerife. Sventenius coge el documento, empieza a estudiarlo y dice: «El alemán tiene razón».
Todos veían que eran muy similares, el único que se dio cuenta fue Kunkel. Porque las flores en la Semele androgyna nacen en cualquier lugar de la hoja. Mientras que en la de Gran Canaria, no; sólo nacen en las nerviaciones. Eso implica una especiación de la planta para adaptarse a una situación diferente y hace que sea una planta diferente. Estamos hablando, además, de una persona que ha descubierto ¡un género! (no una especie), la Kunkeliella canariensis. Porque el otro género que aparece, la Sventenia blupeuroides, no lo descubre don Enrique Sventenius, sino Font Quer y se la dedica a don Enrique.
«Luis García Correa tenía una frase que me encanta: “Nunca antes hemos estado tan mal como ahora mismo, pero nunca antes ha habido tanta esperanza”»
Después, Manuel Álamo Tavío en el tema de aves, una verdadera fiera. Te enseñaba un montón. Luis García Correa, la oratoria. De las personas que más he visto convencer a la gente, sin decir una palabra más alta que otra. Tenía una frase que me encanta: «Nunca antes hemos estado tan mal como ahora mismo, pero nunca antes ha habido tanta esperanza». Antonio Cardona, con el que me llevaba mal, era un trabajador infatigable. Si había que trabajar veinticuatro horas él estaba veinticuatro horas, no veintitrés y media. Jaime O’Shanahan era la persona ponderada, siempre correcta. Conozco gente con más logros, pero él con su actitud fue capaz de concitar simpatías.
Y así te podría hablar de un montón más de compañeros. Cada uno te va aportando una cosa diferente. Y yo chupando de todos.
—En cualquier caso, parece que mereció la pena. Has indicado, más de una vez, que en apenas cincuenta años la isla de Gran Canaria se ha acercado un poco a la que fue antes de nuestra llegada. Hemos recuperado mucho bosque, ¿qué hemos perdido?
«Los aborígenes también extinguen plantas. Y no por mala fe. Sino porque su ganado comía más cierta planta que cierta otra, que se extinguió y no lo sabemos»
—Lo tremendo es que no sabemos lo que hemos perdido. Lo explico en ese libro de una forma que intenta ser didáctica. Cuando llegó el primer aborigen, no hubo un notario que levantara acta de qué plantas y qué animales eran los que había. Los aborígenes también extinguen plantas. Y no por mala fe. Sino porque su ganado comía más cierta planta que cierta otra, que se extinguió y no lo sabemos. En una momia de Tenerife se encontró una planta extinta.
¿Cuántas otras plantas y animales se extinguieron? Por ejemplo, los lobos marinos: tenía que haber en más islas, no sólo en la isla de Lobos. Los mataban y los mataban y acabaron yéndose a Mauritania.
Entonces, ¿qué hemos perdido? No hay forma de saberlo. Sí sabemos que el ostrero unicolor es un ave que nos lo cargamos nosotros. A mediados del siglo pasado ya no había. Sabemos que hemos llevado al pinzón azul de Gran Canaria al borde de la extinción. Hay un plan de recuperación y las traslocaciones están consiguiendo un resultado interesante. De alguna forma, hemos destruido tanto hábitat que recuperarlo…
«En Tenerife se arrancó laurisilva para plantar pinos. Lo hicieron Ceballos y Ortuño, tan glosados. Se equivocaron. Eso ha implicado fuegos por un tubo»
En Tenerife se habla de «conservación». Ellos tienen el suficiente bosque para pensar así. Yo echo de menos ahí el bosque termófilo. Sin embargo, tienen un pinar totalmente saneado y cien por cien sobredimensionado. ¿Por qué? Se arrancó laurisilva para plantar pinos. Lo hicieron Ceballos y Ortuño, tan glosados. Se equivocaron. Y no lo digo yo, lo dice Volker Voggenreiter en publicaciones de 1972-73. Estuvo en las Islas y ha hecho unos trabajos divinos en Tenerife, donde habla de la barbaridad de arrancar la laurisilva del fondo de los barrancos para meter pinos. Eso ha implicado fuegos por un tubo.
Es decir, no hemos tenido mesura a la hora de hacer barbaridades. Lanzarote y Fuerteventura fueron islas de conquista señorial, mientras que Gran Canaria, Tenerife y La Palma lo fueron realengas. ¿Qué pasa? Que Gran Canaria tiene una desgracia sobre Tenerife y La Palma: se pegaron siete años para poderla conquistar. Los repartimientos de tierra, para compensar las pérdidas de los conquistadores, hizo que desapareciera mucho monte.
—En tu libro ‘La sabina en Gran Canaria’ haces un inventario de estos árboles en la isla.
—Imagínate, para que te hagas una idea, que tenemos cinco topónimos Sabinal y otros muchos topónimos relativos a la sabina. Nadie piensa en lo que subyace tras ese topónimo, como en el de «Madroñal» o en el de «Pinar».
—Te habla del predominio de una especie en un espacio.
—Exactamente. Hay miles y miles de sabinas que fueron cortadas inmisericordemente y desaparecieron.
«Llevo diez años caminando Gran Canaria buscando sabinas para recoger semillas con la idea de hacer una fuente semillera»
—La pérdida ha sido muy significativa. ¿Cómo se cuentan los árboles de una especie dispersa?
—Pues yendo planta por planta. Llevo diez años caminando Gran Canaria buscando sabinas. Y buscando personas de buena voluntad que me digan dónde hay (o las coordenadas UTM) para irlas a buscar. Empecé a localizar sabinas y a recoger semillas con la idea de hacer una fuente semillera. En el mapa de la isla tengo marcados lugares con árboles vivos, lugares con topónimos y lugares donde había según personas mayores.
Cuando empezamos el trabajo con la sabina (Juniperus turbinata subespecie canariensis) lo primero que nos preocupó fue su número. A cada una le pusimos un código alfanumérico (Jt001, Jt002, etc.). En la actualidad estamos en 366 sabinas silvestres geolocalizadas. Cuando se publicó el libro en 2019 estábamos en 277. Hay más y yo las he visto, pero no tengo cojones para ir.
—¿Están en lugares inaccesibles?
—Implica escaladas y voy a cumplir 75 años. Ya no estoy en condiciones. Con veintipico años, lo que me echaran; pero han pasado un par más.
—¿Cómo se hace una fuente semillera?
«Hay una fuente semillera de sabinas en San José del Álamo donde tengo más de 40 ejemplares que están creciendo, dando semilla y flor»
—Lo primero que tienes que plantearte es que tienes que darle un número a cada planta que te encuentras, para la trazabilidad. Nosotros empezamos el día 4 de noviembre de 2014 y anotamos la Jt001, Juniperus turbinata, a la vista en Los Palmitos, municipio de San Bartolomé de Tirajana, coordenada X, coordenada Y, estaba en ladera a 439 m de altitud, medía 4 metros de altura, estaba cortada, era de gran magnitud, era un adulto y las personas que dimos con esta sabina fuimos José Juan Rodríguez Cárdenes y yo. Es un ejemplo de lo que dice cada ficha de cada planta. Vas añadiendo fichas por árbol y ahora mismo estamos por la Jt366. Toda esta información, que he recopilado a lo largo de los años, se la hemos pasado al Servicio de Topografía del Cabildo.
Las semillas que cogíamos las llevábamos al vivero de Tafira y de ahí a fuentes semilleras. Hay una fuente semillera de sabinas en San José del Álamo donde tengo más de 40 ejemplares que están creciendo, dando semilla y flor. El sistema de dispersión de polen de la sabina es anemocórico, lo echan al aire y que vuele con el viento. Si llega a otra sabina que está cerca, estupendo. Pero mientras más lejos estén, más se difuminan y más difícil es que lleguen. Por eso, lo normal es que te encuentres plantas que son hijas de sí mismas, se polinizan ellas solas.
«El dispersor natural de la sabina, el cuervo, casi ha desaparecido de Gran Canaria. Entre que hay pocas sabinas y pocos cuervos, hay muy poca dispersión de semillas»
En el libro es la primera vez que se constata y se publica que, además de mirlos, las semillas aparecen en excrementos de lagartos que las dispersan. Es la aportación científica más importante del libro. Desgraciadamente, el dispersor natural de la sabina, el cuervo, casi ha desaparecido de Gran Canaria. Entre que hay pocas sabinas y pocos cuervos, hay muy poca dispersión de semillas.
También tengo una fuente semillera de til en Osorio y ahora quiero empezar con la de viñátigo. De lo que se trata es de que haya fuentes semilleras con semillas de la isla, seguras y que valgan la pena para repoblar.
—¿Cuántos árboles hay plantados en la fuente semillera de la sabina?
«La dispersión primaria la hace el mirlo que vuela a 50 o 100 metros; la dispersión secundaria sería la del halcón que trinca al mirlo, por lo que te puedes encontrar sabinas a un kilómetro»
—Unos 46 individuos que pueden representar unos 14 lugares de procedencia en la naturaleza. Pero lo que estamos haciendo, además, es crear islas de dispersión. Las estamos plantando unas cerca de otras. La idea es estudiar qué pasa con esas islas, a cuántos años empiezan a dispersarse. Tengo la amarga experiencia de que en la presa de la Umbría tardaron más de 20 años en empezar a expandirse. Ahora lo hacen, cada vez, a mayor velocidad. Eso es por los dispersores de semillas. Hay dispersión primaria y secundaria. Imagina un mirlo que se come un fruto de sabina, pero cuando echa a volar lo trinca un halcón. La dispersión primaria la hace el mirlo que vuela a 50 o 100 metros: cerca de la presa hay cientos de sabinas. La dispersión secundaria sería la del halcón, por lo que te puedes encontrar sabinas a un kilómetro de la presa de la Umbría.
En la actualidad estamos en 226 islas de dispersión de sabina. Te puedes encontrar islas con un solo individuo o islas de dispersión con una locura de individuos: 68, 70, 150 —va comprobando en el mapa.
—Entonces, además de 366 sabinas silvestres, tenemos otras muchas que han sido plantadas.
—Hay dos censos: uno con 366 sabinas naturales y otro de 2.888, que son de las islas de dispersión.
—Terminamos, un recuerdo dulce.
—Mi familia. Mi mujer y mis dos hijos, que me han aguantado todo y un poco más en esta locura, o como la quieras calificar, de alguien que está todo el día con esto.