Cita con Canarias

Kiko Barroso, conductor del programa ‘Roscas y cotufas’

“¡Presumo mucho de marido! Nos ha costado bastante tener papeles y esas cosas hay que normalizarlas” , dice en esta entrevista de la sección “Cita con Canarias”, en la que habla de su pasión por la radio, de sus fobias y sus causas, de carnavales y de sus dietas. [Versión íntegra de la entrevista publicada en la edición impresa de PELLAGOFIO nº 61 (2ª época, febrero 2018)].

Por YURI MILLARES

“Con Kiko Barroso el mundo de la docencia perdió un gran profesional, pero el mundo de la comunicación ganó a un magnífico periodista”. Así lo presentaba Canarias Radio La Autonómica cuando lo fichó hace ahora nueve años para ponerlo al frente del magazín ‘Roscas y cotufas’, donde lo hemos ‘pillado’ hablando, casualmente, de quesos canarios, toda una causa en PELLAGOFIO. La popularidad se la ha ganado a fuerza de simpatía y de pasión por lo que hace. Hombre comprometido, ¿cuáles son sus causas?

“Tengo ornitofobia, me dan miedo las aves, ¡con lo que me gusta a mí una pluma!”

■ OJO DE PEZ / No para quieto, un comunicador nato

Por TATO GONÇALVES
Ya Kiko y Ana (Roscas y cotufas) nos habían hecho entrevista y fotos en Santa Brígida con motivo de la VIII Feria Regional de Vino, Queso y Miel de Canarias. Ahora invertimos los papeles. Fotografiar a Kiko no es fácil, ¿o sí? No para quieto, se manifiesta como es ante la cámara, no la teme y por ello gestualiza, ríe, libera brazos y nos hace cómplices. Una suerte escucharlo en directo; en persona sabe aún más. Un comunicador nato ●

–¿Un día la radio te señaló con el dedo y te eligió, o “pasabas por aquí”?

–Más que nada pasaba por la cocina de casa y por el cuarto de pileta. Mi padre era quien se encargaba de la cocina y mi madre de tender la ropa, ella escuchaba a Mara González [que durante 22 años dirigió y presentó el programa Tamaragua, buenos días, en Radio Las Palmas] y él escuchaba a Flora Martín que hacía un programa que se llamaba El Cantamañanas [en Radio Popular]. Con la radio… “yo pasaba por aquí”. Siempre quise trabajar dentro de la radio, desde que era chiquitito.

–¿Y cómo llegó ese día?

–Pues fue una cosa muy curiosa, porque siempre he sido súper oyente. A este oficio se llega por dos vías, la formación universitaria, que en mi época (yo nací en el año 66) no existía aquí en Canarias y había que ir a estudiar a la Península; o formarte en redacciones de medios, que fue lo que me pasó a mí. Tuve la suerte de haberme formado tanto en la redacción del Diario de Las Palmas como en las de Radio Canarias Antena 3 o de Onda Real de Las Palmas, hasta que me llegó la gran oportunidad con la SER, que fueron 11 años. Y en enero han hecho nueve años que estoy aquí [en Canarias Radio La Autonómica].

«Yo siempre decía: los feos para la radio ¡Y ahora resulta que también puedo hacer tele!»

–¿Qué habrías sido si no?

–Seguramente hubiera ejercido el magisterio. O hubiera sido enfermero, lo que pasa es que tampoco tenía nota para entrar. De hecho soy un culo inquieto y todo lo que tiene que ver con la enfermería y la medicina me gusta mucho. Pero ahora no entiendo la vida sin la radio, sin esta forma de comunicar.

–La televisión sí parece que te ha señalado (“este chico nos gusta”) y te ha dicho “ven”.

–Yo siempre decía: los feos para la radio y los guapos para la tele. ¡Y ahora resulta que también puedo hacer cosas en la tele! Debe ser que la tele ha bajado el listón –risas.

–La radio es un sitio con más intimidad, “ahora que nadie nos ve, vamos a hablar”.

–Sí, son medios totalmente distintos. Yo siempre digo que la Televisión Canaria es la hermana mayor de esta casa, Radio Televisión Canaria, que va camino de 17 años; y nosotros [en la radio] este año cumplimos justamente 10. Siendo lo mismo, que es hablar y contar cosas, no tiene nada que ver un medio con otro.

–¿Por esa intimidad que te da la radio?

–Sí, y la frescura que te da, la inmediatez, el poder ser tú mismo. Por el hecho de que comunicas con la voz, y los oídos son los ojos de la radio. Sin embargo, en la tele la imagen cuenta mucho, da igual lo que digas que si la imagen no se corresponde pues no llegas.

–¿A quién no has entrevistado aún porque se te resiste, o todos caen ante tus encantos?

«No tengo a nadie que se me haya resistido, pero a un Sabina me gustaría entrevistar algún día»

–La verdad es que a todo el que le he pedido alguna entrevista, por lo general he tenido la suerte de poderla hacer. Es más, con el paso de los años lo que te da un montón de penita es que no cabe todo. Pero a gente como muy potente, la verdad es que todos los proyectos que hemos tenido nos han salido, unas veces en el estudio (que es como más me gusta, porque te ves y cuando te estás mirando la expresión corporal también comunica, aunque en la radio sólo oyes con los ojos de la radio), o por teléfono. No tengo a nadie que se me haya resistido, pero hombre, por ejemplo a un Sabina me gustaría entrevistar algún día.

–Buceas en la vida y obra de tus entrevistados, pero ¿sientes que tus oyentes, tu público, bucea en la tuya?

–Un poco sí. Pero yo vivo a la intemperie, no tengo nada que esconder ni nada que ocultar. De hecho, desde que salgo en la tele no puedo comprar jamón de oferta –ríe–, como todo el mundo te conoce en el barrio, “¡mira el rata ese de la tele compra el jamón de oferta!” –vuelve a reír–. Pero sí, por el tipo de trabajo que tengo, son 25 años dedicados a esto (los últimos en la radio), aunque la gente por lo general es muy cariñosa. A la gente con mala energía que intenta quitarte el sueño de mala manera le doy “cancelado” y no existe.

Kiko Barroso y Yuri Millares durante la entrevista para PELLAGOFIO. | FOTO TATO GONÇALVES
–Si uno escribe en Google “Kiko Barroso”, vemos que las seis primeras búsquedas con tu nombre que aparecen…

–¿Lo has hecho?

–Sí.

–¡Eres el Cesid! –ríe.

–… son “Wikipedia”, “marido”, “biografía”, “pareja”, “edad” y, por último, tu programa ‘Roscas y cotufas’. ¿La gente es muy cotilla?

–Pues aparentemente sí. ¿Y lo primero es Wikipedia? Pero yo no estoy en Wikipedia.

–Porque buscan tu biografía, y después buscan “marido”, “biografía”, “pareja”…

«En el fondo soy un tímido pero con los años he descubierto una técnica para que no se me note»

–¡Yo presumo mucho de marido! Nos ha costado bastante tener papeles y esas cosas hay que normalizarlas.

–¿Te paran para preguntarte cosas por la calle, como cuántos años tienes?

–Sí. Me sorprendió mucho la gente que se acercó al velatorio cuando murió mi padre. Si se muriera el padre de alguien al que admiro mucho yo no iría al velatorio, me daría vergüenza, en el fondo soy un tímido pero con los años he descubierto una técnica para que no se me note. Y vino gente que me decía “soy oyente y quería saludarte…” y yo tampoco sabía muy bien qué decir.

–Periodista comprometido con una información honesta en lo profesional, ¿en la vida con qué estás comprometido? ¿Cuáles son tus causas?

«La causa LGTBI es una de mis causas, que cada vez se van sumando más letras porque cada vez somos más diversos»

–Pues la causa LGTBI es una de ellas, que cada vez se van sumando más letras porque cada vez somos más diversos. Y eso está guay, que podamos elegir y que podamos ser, aunque no me termina nunca de quedar claro si uno lo elige o uno es. Da igual, lo importante es que seas quien quieras ser y esa es una de las causas que he convertido en bandera porque he tenido la suerte de trabajar con un micrófono delante, he tenido la suerte de poder ser altavoz aunque sea entrevistando, porque de alguna manera estás opinando con el nivel de invitados que vienen. Esa es una de las causas, pero también me parece un disparate la dificultad que estamos teniendo con la igualdad entre hombres y mujeres. Me parece alucinante e increíble escuchar al presidente [Rajoy] que “no es momento” de hablar de esas cosas. A mí esas cosas me enervan, aunque yo no sea mujer. Cuando un tipo mata a una mujer yo también me siento agredido, algo de esa mujer también muere en mí. Son causas por las que no debemos pasar de puntillas.

–¿Alguna obsesión, como hacer dieta o gimnasia? Porque se te ve cachas.

«Soy el hombre dieta, las he probado todas y siempre me gusta la última»

–Cachas no, estoy delgado porque he bajado 20 kilos después de la operación que he tenido. Pero dieta sí, soy el hombre dieta, las he probado todas y siempre me gusta la última. Y las últimas que he hecho, como ya soy una persona mayor, las he hecho con médico, tienes el refuerzo de alguien que en teoría ha estudiado para ello. Y también tengo mis fobias: tengo ornitofobia, me dan miedo las aves. ¡Con lo que me gusta a mí una pluma! –ríe.

–Hablando de plumas y de cachas, estamos en tiempo de Carnaval y de hombretones cachas (y no tan cachas) embutidos en un traje sexy de azafata o de enfermera. ¿Va con el espíritu irreverente y transgresor de estas fiestas, o es ofensivo para la mujer?

«Tengo una amiga psicóloga que dice que en el Carnaval cada uno se disfraza de lo que en realidad le gustaría ser…»

–Fíjate que esta semana, precisamente, hice una entrevista al portavoz de Satse, sindicato de trabajadores de la enfermería en Canarias, porque dice que no está bien que cuando compres un disfraz de enfermera el nombre sea “enfermera sexy”: en el disfraz de doctor no pone “doctor sexy”. Y yo hasta ese momento no había caído, además me parece muy divertido un tío vestido de enfermera, es la esencia del Carnaval, la transgresión, ser lo que no eres. Tengo una amiga psicóloga que dice que en el Carnaval cada uno se disfraza de lo que en realidad le gustaría ser. Tengo otro amigo que es arquitecto que dice que todos los hombres son gays hasta que demuestren lo contrario –ríe–. Yo no entro en ese debate, pero me parece que las caricaturas, si son caricaturas y están hechas con buen gusto y sin objetivo de ofender, no tienen por qué serlo. Pero si a alguien le molesta, es tu libertad con respecto a la del otro y en tal caso sí cambiaría, desde luego. Es verdad que una monja sexy es un disfraz, y al que va de cura lo ves tapado; si es de bombero, ellos van tapados aunque sean cachas y ellas van con faldita corta y el ombligo fuera. Pues chico, a lo mejor tenemos que revisar eso.

«…Tengo otro amigo que es arquitecto que dice que todos los hombres son gays hasta que demuestren lo contrario»

–Vivimos una época en permanente búsqueda de lo políticamente correcto ¿Estamos sacando muchos traumas del armario?

–Sí, y la gente está como un poco pesada con algunas cosas. Las banderas de España todavía en los balcones, ¡qué vicio, el 12 de octubre ya pasó, estamos en febrero!

–Quienes no se han disfrazado ligeros de ropa estos días son los que han ido a ver la nieve en Canarias, que ofrece un paisaje poco habitual con sus cumbres blancas… ¡Han tenido que rescatar a 40 personas en Gran Canaria que, para evitar las carreteras con los accesos cortados, se han adentrado caminando por mitad del monte…!

–Se les fue la cabeza.

–¿…La ignorancia es muy atrevida, o ha habido un ataque de locura colectiva?

–Un poco de todo. Fíjate, había señoras embarazadas… estar embarazada es una virtud no una enfermedad ni una patología, pero tiene algunas limitaciones y hay que tener cuidado. Y gente con bebés y niños pequeños… Tenemos que ser más serios. No sé si falta más información o tenemos que ser más pesados con ese tipo de normas, pero las normas están para respetarlas, para que se cumplan.

–Tenemos “mono” de nieve.

–Es verdad y nos gusta tanto. Vamos a tener que pedirle a la UME [Unidad Militar de Emergencias] que nos habilite un camino y poder ir a ver la nieve escoltados. Podría ser una alternativa –bromea–. Pero a mí eso me enfada, si te dicen que no vayas, ¡no vayas!

«Todos hemos hecho locuras alguna vez, unas confesables y otras que no lo son. ¿Quién no tiene un arrebato muchas veces?»

–En tu caso, ¿alguna locura confesable que hayas hecho?

–Muchas. Una vez hasta me escapé del trabajo para ir a ver la nieve, cuando trabajaba en un colegio dando clases. Y con tan mala suerte, o buena suerte, que el marido de una compañera que era cámara de televisión cuando me vio hizo unos planos y cada vez que hablaban de nieve en esa cadena ponían esas imágenes de recurso –ríe–. Menos mal que no aparecía la hora –sigue riendo–. Todos hemos hecho locuras alguna vez, unas confesables y otras que no lo son. ¿Quién no tiene un arrebato muchas veces? Y cuando te arrepientes es tarde. A lo mejor va con la edad.

–Con este frío invernal parece que pega lo de acurrucarse en un sofá con una buena manta, poner algo en la tele, ¿y un cachito de queso y un vino, o tu dieta te marca otra cosa?

–En mi casa vino sí, queso no porque mi marido tiene un problema de alergia a una proteína del queso y está prohibido. De hecho, hoy que he hecho una entrevista en la radio sobre queso y lo he probado, ¡me tengo que fumigar antes de entrar en casa! –ríe.

–¿Y en qué consiste tu dieta, a ver si cogemos ideas?

–Al final la mejor de todas es la que se dice siempre, pero si no pagas para que alguien te lo diga no terminas de creértelo: comer y ejercicio. Es como las perras, si gastas más de lo que tienes te quedas con una deuda. Si comes más de lo que gastas, todo eso se queda dentro y vas engordando. Yo la última que he hecho con el doctor Agustín Viera y la doctora Victoria Delgado es una dieta rica en proteínas y fibra, basada en la no mezcla de determinados productos y en hacer todos los días un mínimo de 60 minutos de ejercicio, con cinco comidas al día. No pasas hambre, pero sí es verdad que pasas desconsuelo porque te quitan todo lo rico, adiós a los hidratos y viva la proteína.

«A mí la ansiedad me mata, me pondría a comer un burro a pellizcones»

–A comer pescado y carne.

–Pescadito y carne, sí, proteínas. Eso está ideal. Como me operaron de cadera y tengo dos prótesis, “ya soy mayor”, subí 22 kilos porque dejé de hacer ejercicio. A mí la ansiedad me mata, me pondría a comer un burro a pellizcones y al acabar empezaría con otro. Me tuve que hacer una liposucción laser y he hecho súper dieta con bicicleta en el gimnasio todos los días. Y me ha funcionado, estoy como antes de haberme operado de la cadera.

–Terminamos, un recuerdo dulce.

–Tengo la suerte de tener un montón de recuerdos dulces. En 2018 voy a hacer 25 años que estoy con mi marido, aunque casados estamos desde 2006, después de que se aprobara la Ley en 2005. Y recuerdo la tarta de mi boda, espectacular, riquísima, de Neketan, por todo lo que supuso de encuentro con los amigos y con la familia, en la que Jerónimo Saavedra me hizo una bienvenida espectacular. Y con mi tía Sideria (que entonces tenía 82 años, ahora tiene 93), que me dijo “sobrino, ya que te vas a casar ¿por qué no lo haces bien y se casan por la iglesia?”, con toda normalidad –ríe con ganas–. Y yo le digo, “pero tía, para casarse por la iglesia hay que hacer un cursillo y el cura me levanta el novio” –más risas–. Mi tía se partía de la risa. Es un recuerdo súper dulce.

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