Manolo Pérez Ramírez, adiestrador de perros de rescate
“Cada perro tiene su forma de ser y a mí me gusta que sean un pelín gamberros”

“Tenemos un psicólogo para hacernos limpieza emocional, no siempre termina todo bien y eso te lo llevas a casa”, dice Manolo Pérez Ramírez durante la entrevista en la que explica el trabajo con perros entrenados en la búsqueda de personas, ayuda a discapacitados o, simplemente, para prácticas deportivas. [Versión extensa de la entrevista publicada en la edición impresa de PELLAGOFIO nº 95 (2ª época, abril 2021)].
Ha enseñado a sabuesos a detectar el picudo de la palmera y a lobos herreños a localizar al lagarto gigante de esta isla, para poder realizar los censos
Por YURI MILLARES
Aunque los perros son la pasión en torno a la que gira su vida (“son mi ikigai, como dirían los japoneses”) y se dedica a su entrenamiento en diversas modalidades de rescate, este ingeniero agrónomo se define como “naturalista, vivo en el campo y me encantan las plantas y los animales en general”. Por eso, además de trabajar activamente en la recuperación de las razas de perros de la Isla del Meridiano (el lobo herreño y el podenco enano), es cetrero, micólogo.
Pero, sobre todo, es voluntario de la Asociación Nacional del Grupo de Perros de Salvamento, de la que es vicepresidente, y miembro de Ayudas en Emergencias Anaga, donde es jefe de grupo de Perros de Salvamento en El Hierro. Ha enseñado a sabuesos a detectar el picudo de la palmera y a lobos herreños a localizar al lagarto gigante de esta isla, para poder realizar los censos, mediciones y anillados de esta especie en peligro. “Los perros tienen un olfato con el que, si lo sabes trabajar, puedes conseguir cualquier cosa”, asegura.
«Cuando localizamos a un niño que estaba perdido desde el día anterior fue emocionante, me sacó las lágrimas porque soy padre»MANOLO PÉREZ
■ OJO DE PEZ / Unos perros muy especiales Manolo llegó a la cita, en el camino al Garoé, con varios de sus perros. Uno a uno me los fue presentando: Shanny, una sabuesa de Baviera entrenada para mantrailing (búsqueda de personas por el olor de su rastro); Wika, pastora belga malinois para búsqueda en grandes áreas, avalanchas de nieve y escombros; y la cachorrita Kuatro, una espabilada loba herreña de apenas cuatro meses que ya está empezando a educar para grandes áreas, la cuarta de una camada de cinco lobitas que fue la primera en ponerse a mamar en cuanto nació. “Esta va a ser especial, le dije a mi mujer”, sonríe ● |
–¿Estos que traes son tus perros de rescate?
–Algunos. Ésta –la baja de su vehículo– es un sabueso de Baviera para mantrailing, especializada en personas que se pierden dentro de la ciudad, lo que más hacemos es buscar gente mayor con Alzheimer (su madre trabaja en el hospital de Calatayud detectando cáncer de próstata). Esta otra es un pastor belga malinois, para grandes áreas, con la que busco senderistas extraviados.
“También tengo una lobita herreña, que no la traje hoy, que la estoy iniciando en localización de cadáveres, para alguien que no aparece, porque está enterrado o ya no está vivo, y el olor cambia.
“Y estoy haciendo un perro de terapia, para un amigo que se quedó en silla de ruedas: es un schnauzer gigante y lo enseño para que le ayude en la casa (por ejemplo, a encender y apagar las luces) y en la calle (por si tiene que subir una cuesta y no puede). Si quieres te cuento…
–Sí, claro. ¿Cómo te iniciaste en esta pasión?
–Mis inicios son que mi abuelo era ganadero de vacas y siempre tuvo perros grandes, el perro basto que le llamaban, el perro de presa de esa época (finales del siglo XIX y principios del XX). Nació en una cueva en Cardones [Arucas, Gran Canaria], donde también nació mi padre, y siempre tuvo perros de trabajo, incluyendo uno o dos cazadores porque necesitabas cazar y ratoneros para que limpiaran de ratas y hasta de cucarachas. Y mi padre siguió con esa tradición. Si ves las fotos de mis hermanos y mía de pequeños, siempre estamos con un perro al lado.
“El primero que tuve se llamaba Chile, un perro mestizo de pastor alemán y de podenco. Mi padre lo utilizaba para cazar, era muy bueno cogiendo rastros. Yo lo enseñé a sentarse, a ladrar, a cuidar la casa. Fue un gran perro y el motivo por el que siempre me han gustado los perros de utilidad. Como dirían los japoneses, son mi ikigai.
“Conseguir entenderlos, que puedas hablar su idioma y que ellos entiendan el tuyo es lo que ha hecho que, más que un adiestrador, en muchos casos trabaje la modificación de conducta. Me ocupo de entre cuatro y cinco perros al mes de gente que me pide ayuda, a veces los adiestro y otras veces trabajo modificación de conducta.
«Cuando vi al lobo herreño me quedé encantado. En El Hierro se hibridó de tal manera que llevamos 30 años con su recuperación»
–¿Y cuándo te viniste a El Hierro?
–En 1987, mi mujer es de aquí. Fue donde vi al lobo herreño y me quedé encantado.
–No habría muchos en esa época.
–¡Casi no había! De hecho, estaba en peligro de desaparecer. El primero que vi, una hembra que se llamaba Sofía, lo tenía el abuelo de mi mujer, que tenía una burrita y la perra, y le vi trabajar el ganado y, como otros perros pastores (el alemán, el belga), tienen una inteligencia especial. Empecé a intentar conseguir uno, pero se habían mestizado, sobre todo con el pastor alemán, un perro que llegó a esta isla en los años 70 y pasó lo mismo que con el garafiano en La Palma, el presa en Gran Canaria o el majorero en Fuerteventura, que lo cruzaron.
“En El Hierro se hibridó de tal manera que llevamos 30 años con su recuperación, pero es que empezamos sólo con tres ejemplares que quedaban, no había más en toda la isla que pudieras decir “es un lobo herreño”. Y es un perro que sirve para todo, nos lo vienen a pedir pastores de otras islas porque, como perro pastor, es muy completo, aprende rápido y le encanta pastorear. Sabe dosificarse y se desactiva cuando es necesario. Hace un trote que se llama en ambladura, muy parecido al lobo salvaje, que le permite, con su propio movimiento, desplazarse sin tener el gasto de energía de otros perros.

“Son perros de trabajo que tienen utilidad y me gusta que vivan conmigo en casa, pero todos los días salen a hacer algo. Cuantas más cosas le enseñes, más feliz es.
“Este perro fue un descubrimiento increíble y siempre tengo dos o tres hembras y varios machos, cada uno en una disciplina diferente: el macho que tengo de reproductor hace bikejoring (correr con perro y bicicleta) y canicross (correr con un perro atado a la cintura con un arnés).
“A una hembra la estoy iniciando para la localización de cadáveres; otra la tengo como perro pastor, porque tengo mis ovejas y pastoreo; y tengo una cachorrita de cuatro meses que la estoy iniciando en grandes búsquedas. Si te sabes comunicar con tu perro no tienes un perro frustrado, te va a entender y va a hacer lo que le pides con gusto.
–En El Hierro hay otra raza, el podenco enano. ¿Sus patas cortas no son un defecto?
–Para nada. Se calcula que a mitad del siglo XX llegó un barco con un sabueso a la zona de Sabinosa, tipo basset hound o similar, y se cruzó con una podenca canaria y lo que salió fue una mezcla con el color de podenco y el ladrido del sabueso. En la primera camada se dieron cuenta de que para las condiciones de la isla era un perro con las aptitudes del podenco para cazar, pero que podía entrar en los baldos de tunera y en otros sitios donde el otro no podía llegar por su tamaño.
“Hoy día es un perro bastante consolidado, muy homogéneo, más fácil de recuperar de lo que ha sido el lobo herreño y, no sólo aquí, sino también en el sur de Tenerife, tiene mucho éxito. Estamos a un paso de que sea reconocido por la Real Sociedad Canina.
–El lobo herreño sí está reconocido.
–El lobo está reconocido como grupo étnico. En 2020 teníamos pensado presentarlo a la Exposición Internacional Canina, porque ya tenemos todo lo que se nos exige para reconocerlo como raza, pero con la dichosa pandemia todo se ha retrasado.
–¿Hay razas específicas para cada tarea o trabajo?
«Los sabuesos tienen un olfato superior a otras razas y cuando le das una prenda de la persona que ha desaparecido o le das a oler un lugar donde ha estado sigue el rastro»
–Sí. Para el mantrailing se utilizan sabuesos. Todos los perros huelen, pero los sabuesos tienen un olfato superior a otras razas. Por eso tengo un sabueso de Baviera, que siempre tiene la nariz en el suelo y trabaja muy bien el olor por referencia. Cuando le das una prenda de la persona que ha desaparecido, o le das a oler un lugar donde ha estado esa persona (por ejemplo, un banco donde se ha sentado), o lo último que ha tocado (la manecilla de una puerta), sigue el rastro.
“Esto se ha especializado tanto, Yuri, que estos perros trabajan incluso el no olor. Y te dirás qué es eso –ríe–: en casi todos los grupos de perros de salvamento hay una unidad de mantrailing.
“Son una herramienta que te ayuda en un cruce, donde se vio por última vez a la persona que se busca, y mientras con un perro de venteo tendrías que ir hacia un lado y hacia otro, el de mantrailing te va a indicar hacia dónde fue esa persona. Y, después, si esa persona se sube a una guagua y se ha ido, el perro llega a la parada y se sienta mirando hacia el guía, indicando que allí ha dejado de haber olor y lo lógico es pensar que esa persona se fue en la guagua.
“Eso nos pasó en un caso en la Península de alguien con Alzheimer y se le preguntó al chófer de la guagua, que recordó haberlo llevado y dijo dónde se había bajado. Y allí el perro continuó y se le pudo localizar. También se utiliza con personas que han sido raptadas, se las han llevado en un coche y deja de haber olor. Imagina que herramienta tan importante. Pero en grandes áreas necesitas un perro que se desplace más.
–¿Más corpulento?
–El problema en un tamaño grande es que se desgasta más. En los últimos años se están utilizando los pastores belgas malinois, perros que están más tiempo en activo, ya que aprenden un poco antes y necesitas dos años para enseñarles. Estos pastores belgas están siendo las estrellas en las grandes áreas, aunque los pastores alemanes también siguen siéndolo, como los border collies o los labradores. Son razas que se desplazan bien y trabajan genial.
«En grandes áreas alguien se puede perder y, a no ser que pase la noche y sea una persona muy mayor, va a tener muchas posibilidades de vivir»
–¿Grandes áreas son zonas abiertas de montaña?
–Sí, todo lo que sea espacio abierto y libre. También para avalanchas de nieve, donde el tiempo de trabajo es muy breve: cuando alguien se queda atrapado bajo la nieve no supera los veinte minutos, a partir de ese momento pierde las constantes vitales, cada cinco minutos que pasen vas a tener menos probabilidades de encontrarle vivo.
“El perro que trabaje ahí tiene que ser muy rápido en la localización. Pero en grandes áreas alguien se puede perder y, a no ser que pase la noche y sea una persona muy mayor, va a tener muchas posibilidades de vivir. De hecho, tenemos experiencias de encontrar personas a los dos o tres días de haberse perdido y todavía estar bien, aunque deshidratadas.
“Un caso diferente es en estructuras colapsadas, cuando se cae una casa, porque la persona se queda atrapada y hay casos de haber encontrado a personas vivas hasta dos semanas después. Aquí lo importante es que el perro sepa desplazarse donde va a haber bloques rotos y muchos vidrios. De hecho, uno de estos perros, de un compañero, perdió un dedo en un rescate. Muchos perros se lesionan y tienen que saber trabajar, con intensidad, pero con mucho cuidado en un edificio que se cae y donde hay pérdidas de agua y fugas de gas.
–¿Qué aptitudes tendrían los perros de razas canarias para estos trabajos?
–Ahora estoy entrenando a un lobo herreño, pero también he entrenado a pastores garafianos que igualmente tienen muy buena aptitud. Los dos son perros excepcionales. El majorero también las tendría. El podenco podría ser entrenado para mantrailing por su gran olfato y hay algún compañero que lo está intentando. El perro de presa, teniéndolo bien en forma y sin sobrepeso, es otro que se podría utilizar en alguna disciplina.
“Lo bueno de los perros canarios es que todos sirven para casi todo, porque son perros de trabajo al tiempo que pueden convivir contigo, son perros familiares a la vez que puedes darles utilidad. Son muy polifacéticos.
–Pero, como ocurre con las personas, hay perros que puede ser más nerviosos, más tímidos, más tranquilos que otros de su misma raza.
«Desde que están vacunados, a mis perros los subo en un ascensor, los acerco al ruido de un helicóptero o de un camión, ven a otro perro…»
–El perro lo hace el dueño. Sean de la raza que sean, a los perros hay que socializarlos. Mis perros, desde el minuto uno de nacer, los estoy cogiendo, escuchan música… Y desde que están vacunados, los subo en un ascensor, los acerco al ruido de un helicóptero o de un camión, ven a otro perro.
“Yo los tengo en una manada porque no hay nada mejor para enseñar a un perro que otro perro. Al perro que estoy enseñando en alguna modalidad lo llevo con uno que está enseñado, por ejemplo, al que estoy enseñando pastorear lo llevo con el que pastorea, para que coja recorte. Pero es verdad que dentro de una misma camada no salen todos los iguales, mi abuelo lo decía: “una mano está formada por cinco dedos y ninguno es igual, pero todos pertenecen a la misma mano”.
«El perro tiene unas cualidades fundamentales: huele, oye… Le tienes que enseñar que lo tiene y si lo desarrolla, disfruta»
–¿Qué es lo más complicado y lo más sencillo de enseñar a un perro para rescate?

–El perro ya lo lleva dentro, porque tiene unas cualidades fundamentales: huele, oye… Le tienes que enseñar que lo tiene y si lo desarrolla, disfruta. Lo ideal es enseñarlo desde pequeño para desarrollar su aptitud, ya sea de presa, defensa o caza, y ver cuál prevalece en él. Tiene que haber equilibrio.
“Yo a mis perros les enseño siempre con refuerzo positivo: con comida, con pelota y con mordedor. Y con mi cuerpo: un aplauso, una caricia… Cuando consigues el equilibrio y ellos funcionan, todo lo demás viene dado.
“Cada perro tiene su forma de ser y a mí me gusta que sean un pelín gamberros, no me gusta castrarlos emocionalmente, sino que ellos también tomen iniciativa. En el mundo del perro de rescate, él trabaja lejos de ti, con lo cual tiene que tener autonomía, no puede depender de que tú estés continuamente dándole órdenes. Tú le das la orden de “busca” y él ya tiene que saber lo que hay, pero cuando estás en espacios muy largos tampoco le debes permitir que se desplace demasiado lejos porque se quemaría, es un ser vivo. Cuando ya ha buscado en un sitio, en el argot se llama “limpiar una zona”, lo llamas y lo envías a otro sitio.
«Cuando se produce la pérdida de una persona, una avalancha, un terremoto o cualquier otra emergencia, nos avisan»
–Entrenas perros en distintas habilidades de rescate y búsqueda. ¿Lo pones en práctica? ¿Estás en contacto con las autoridades?
–El grupo al que yo pertenezco tiene un convenio con el Gobierno de Canarias, que nos activa cada vez que nos necesita. Cuando se produce la pérdida de una persona, una avalancha, un terremoto o cualquier otra emergencia, nos avisan.
“Nosotros solemos ir a entrenar mucho a la Península; casi todos los meses de febrero me voy a la nieve a los Pirineos, a trabajar con mi perra belga malinois. Trabajamos para ser útiles, no es una modalidad deportiva, sino de ayuda para buscar a personas que están perdidas por diferentes motivos. La mayor alegría siempre es encontrar a alguien vivo, pero también tenemos perros para buscar a personas que están difuntas y que su familia pueda, al menos, recuperarlas.
«En El Hierro se pierden senderistas de fuera que piensan que en una isla siempre van a ver el mar»
–¿Qué rescates son los más habituales en El Hierro?
–Aquí se pierden, sobre todo, senderistas de fuera que piensan que en una isla siempre van a ver el mar. Pero no, una vez que te metes en el monte pierdes la referencia y si se te hace de noche, más todavía.
“También, al ser una isla con un porcentaje alto de población mayor, hay personas con Alzheimer que se pierden. Algún que otro caso hemos tenido de niños extraviados o de jóvenes que se esconden con estos juegos de hoy y no se lo dicen a la familia.
–¿Se desplazan a rescates a otras islas o a Península?
–También. Esa es nuestra disposición, somos voluntarios y para eso entrenamos. Yo, particularmente, entreno todos los días.
–Tienen que estar en forma el perro y su dueño.
–El perro y el guía, sí. Mi padre siempre decía “si quieres un campeón, dale vida de campeón” y los campeones entrenan todos los días muchas horas. Eso lo he hecho mío, entreno muchas horas, yo y mis perros.
«No puedes llegar a un servicio y estar fuera de forma física. Eso da mucha desconfianza, porque hay otro componente: el estrés»
–Tú, en concreto, ¿qué haces?
–Nadar, correr, bicicleta, mantenerme en peso, tener una dieta. No puedes llegar a un servicio y estar fuera de forma física. Eso da mucha desconfianza, porque hay otro componente: el estrés. Imagínate que se ha perdido un niño, un caso al que fui: cuando llegas con el perro, el padre se te echa encima (“¡por favor, encuentre a mi hijo!”) y tú tienes que ser capaz de soportar ese estrés.
“Eso ya es una carga y cuando empiezas la búsqueda no es soplar y hacer botellas, te puedes pegar un tiempo, tienes que ir descartando zonas. Todo ese estrés se te va acumulando y si no estás físicamente bien lo vas a notar, y tu perro, igual. Nosotros tenemos un psicólogo dentro del grupo para hacernos limpieza emocional, porque no siempre termina todo bien y eso te lo llevas para casa.
“De hecho, en el grupo tenemos un equipo bastante completo y, además de hacer cursos de primeros auxilios para los perros y para las personas, tenemos un veterinario para nuestros perros, un preparador físico para nosotros y un psicólogo para la gestión emocional en grupos de emergencia. Hacemos entrenamiento con los perros para sortear obstáculos, para que sepan subir escaleras de bomberos, sean capaces de entrar en huecos, se desplacen sobre superficies que se muevan, sepan quedarse quietos en zonas y subir y bajar de diferentes alturas.
–Terminamos, un recuerdo dulce.
–El recuerdo más dulce que tengo es cuando localizamos a un niño que estaba perdido desde el día anterior. Fue dulce, fue emocionante y me sacó las lágrimas porque soy padre y me puse en el puesto de esos padres. Eso nada más ya ha hecho que toda mi vida, todo el tiempo que le he dedicado a esto, fuera suficiente, por poder hacer que unos padres se reunieran con su hijo… y encontrarlo vivo, por supuesto.