Cita con Canarias

Marco Moreno, arqueólogo en busca de Ansite

“Tirajana reúne lo más antiguo de la historia aborigen y su final, en 1.200 años”, dice Marco Moreno durante la entrevista, a propósito de la publicación del libro ‘El tiempo perdido’ sobre los siglos de presencia aborigen en la Caldera de Tirajana hasta la rendición de los canarios ante los conquistadores castellanos y las excavaciones arqueológicas que ahí se vienen desarrollando hace años. [Versión extensa de la entrevista publicada en la edición impresa de PELLAGOFIO nº 85 (2ª época, junio 2020)].

«Es una pena que un hecho como la rendición de los aborígenes no tengamos memoria de dónde fue»

Portada de ‘El tiempo perdido’ (Tibicena Publicaciones). El libro se puede adquirir en el sitio web http://www.tibicena.com/store

Por YURI MILLARES

El tiempo perdido es un libro que hace un recorrido por toda la historia aborigen de la Caldera de Tirajana. Es el relato de 13 años de investigación y excavaciones en lugares tan emblemáticos como La Fortaleza o Amurga –en busca, entre otras cosas, de Ansite, el desconocido lugar donde se rindieron los canarios a los conquistadores–. En él han participado muchos profesionales de la Arqueología, de las dos universidades públicas canarias, del Cabildo de Gran Canaria y de El Museo Canario. Coordinando excavación y edición está el director de Tibicena Arqueología y Patrimonio.

■ OJO DE PEZ / De una tacada, o a sorbos

Por TATO GONÇALVES
Marco muestra con orgullo el libro, un trabajo que quiere resumir muchos años de trabajo en Tirajana. “Hemos intentado iniciar la recuperación de la historia indígena de Tirajana con un relato alejado del frío dato arqueológico para intentar recuperar el calor de la narrativa histórica”, asegura. Su impecable presentación y edición invita a abrir sus páginas. Leerlo de una tacada, o bien a sorbos, ya es cosa de cada cual. Mucho que aprender ●

Marco Moreno muestra el libro ‘El tiempo perdido’, del que es editor y coordinador. Con la participación de muchos profesionales, la publicación intenta resumir los años de investigación y excavaciones en Tirajana. | FOTO TATO GONÇALVES

–Trece años de investigación en La Fortaleza trasladados a ‘El tiempo perdido’ no ha sido tiempo en balde: ¿qué sabíamos entonces de este enclave y qué es lo que buscaban?

–Nosotros iniciamos los trabajos en La Fortaleza a partir de una licitación pública del Cabildo, que a instancias del Ayuntamiento de Santa Lucía quería poner en valor el lugar, motivo por el que se marca una hoja de ruta para transformar ese lugar en un espacio arqueológico con capacidad para mostrar su historia.

“La Caldera de Tirajana reúne montón de elementos, lo más antiguo de la historia aborigen (La Fortaleza) y el final de la historia aborigen (Ansite), porque La Fortaleza la tenemos entre los siglos V y VI y las crónicas de la conquista nos dicen que Ansite es del XV, el lugar donde se rindieron los aborígenes el 29 de abril de 1483…

“Pero no se sabe exactamente el lugar. El sitio es El Sitio. Esa es la pelea. La gran mayoría de las fuentes etnohistóricas hablan de Ansite, pero no la ubican. En definitiva, no sabíamos apenas nada, por ello se empezó por hacer un gran inventario de todo lo que había. Fue en ese momento cuando nos dimos cuenta de la envergadura, el principio espacial del lugar.

–Aunque La Fortaleza es la referencia, en efecto, el espacio de ese asentamiento es mucho más complejo. ¿Cuántas ‘patas’ tiene esa presencia, anterior a la conquista castellana?

«Sólo en el interior de la Caldera hemos contabilizado casi 45 lugares arqueológicos»

–Como bien dices, la primera pata sería La Fortaleza, no solamente porque iniciamos los trabajos allí, sino por ser el más antiguo y del que tenemos atestiguado una ocupación que sobrepasa la propia conquista de la isla. El mismo desarrollo de los trabajos nos llevó a intentar recuperar la memoria de otros dos espacios como Udera (o montaña de Rosiana) y Amurga.

“Sin embargo, sólo en el interior de la Caldera de Tirajana hemos contabilizado casi 45 lugares arqueológicos, lo que muestra la riqueza del lugar. No podemos tener una Historia (con mayúsculas) si no tenemos una imagen integral e integradora del territorio. En cualquier caso, antes que tres lugares, lo que habría que destacar son los dos momentos claros que destacamos y cuya historia se materializa en diferentes yacimientos.

“Así, La Fortaleza sería uno de los primeros yacimientos en configurarse, donde destaca la importancia del santuario de la cima. Pudo construirse para la celebración de fiestas en honor de las personas allí enterradas, que pasaron a conformar el mundo de los ancestros. La subida al lugar, los grabados que jalonan el camino, las estructuras de la cima y el registro de posibles ofrendas o comidas en honor de aquellos muertos hizo crecer este yacimiento. Tanto como para convertirse en epicentro de visitas y peregrinaciones, según citan las fuentes escritas para los momentos finales. Este asentamiento tuvo varios graneros y se constata un crecimiento demográfico a partir del siglo VIII.

«En la Cueva Pintada de Rosiana creemos que las pinturas podrían ser gotas de lluvia, vinculadas con rituales de fertilidad»

“A partir de este siglo dos actores más se incorporan a la historia de la Caldera de Tirajana y de Gran Canaria: Umiaya (en lo alto de Amurga) y Rosiana o Udera. Umiaya es uno de los dos o tres grandes riscos sagrados de la isla, que hemos podido ratificar con documentación histórica de los siglos XVI al XVIII, y que estuvieron vigentes en los momentos finales de la sociedad indígena. Han permitido a la arqueología tener una nueva localización, coincidiendo con un diverso registro arqueológico, que nos permite ubicar aquellos riscos como lugares de peregrinación.

“Lo hemos podido localizar en los altos de Amurga y en las laderas que dan al interior de Tirajana, coincidiendo con los yacimientos denominados como La Fortaleza de Amurga o el Almogarén de Amurga. Las primeras fechas disponibles para este lugar las tenemos para el siglo VIII.

“Y, finalmente, tenemos Rosiana o Udera, que sería uno de esos yacimientos que surgirían fruto del crecimiento demográfico. Dentro del magnífico yacimiento nos encontramos con la Cueva Pintada de Rosiana, que algunos comparan por su semejanza con la Cueva de las Estrellas de Artenara. Pero nosotros creemos que las pinturas, más que reflejar posibles estrellas (no tiene mucho sentido dentro de la configuración religiosa que conocemos), podrían ser gotas de lluvia, vinculando esta cueva con rituales de fertilidad.

–Cuando comienza la investigación y las excavaciones, en un territorio tan rico en yacimientos y huellas de su presencia, ¿por dónde se empieza? ¿Se echa a cara cruz, se marca una cruz en el mapa con los ojos cerrados?

–No, puede ser la idea que tenga mucha gente, quizás influida por películas o, quizás, por una mala gestión de la propia información arqueológica. No hay ni moneda, ni cruz, ni arqueólogo descubridor. Lo que existen son equipos de trabajo altamente formados, con ganas de trabajar y un plan elaborado (en este caso de La Fortaleza, por el Cabildo de Gran Canaria).

“A partir del proyecto inicial que elabora Tibicena (allá por 2007), se traza una hoja de ruta que de forma continuada se ha ejecutado en estos años. Es verdad que la propia investigación nos ha dado sorpresas, pero el proyecto sigue siendo el mismo: tener un yacimiento visitable y comprendido en toda su extensión.

«Tras retirar de más de diez camiones de piedra de la ladera oeste, aparecieron ante nuestros ojos diez casas de piedra en un lugar aparentemente arrasado»

“Sí te puedo contar que el primer trabajo fue despedregar parte de la ladera oeste. Además de más de diez camiones de piedra que retiramos a mano (que nos dio buenos dolores de espalda), aparecieron ante nuestros ojos algo que no esperábamos encontrar: unas diez casas de piedra en un lugar aparentemente arrasado. También se retiraron los añadidos de Vicente Sánchez Araña (altar y bancadas), recuperando estructuras escondidas y materiales tan destacados como la única pintadera con tres huecos.

–¿De cuántos siglos de presencia de los indígenas canarios estamos hablando?

–La presencia en La Fortaleza se retrotrae hasta los siglos III-IV. Estaríamos hablando de enterramientos, pero ya entre los siglos VI-VII se detecta mucha actividad en el lugar. Y luego parece que, de forma continuada, hasta finales del siglo XV. Es decir, entre el inicio y el final de la ocupación estamos hablando de casi 1.200 años en el que hubo una población viviendo y muriendo en el lugar. Rosiana está vigente desde el siglo IX hasta, por lo menos, el siglo XV; mientras que los altos de Amurga, lo que nosotros proponemos como Umiaya, estaría vigente desde el siglo VIII.

–¿Cuál fue el hallazgo o el dato que marcó un antes y un después en la investigación, o en lo que sabíamos (o no sabíamos) de ellos?

–Quizás los primeros sondeos realizados en la cima (en 2015-2016) a raíz de un expolio en una de las estructuras. Las dataciones de este lugar, a las que siguieron otras dataciones de restos que habían sido obtenidos por Grau Bassas a final del siglo XIX, hizo que nos diéramos cuenta de la antigüedad del lugar y, luego, nos hizo reflexionar sobre la importancia de la cima de La Fortaleza como un santuario y como la primera gran obra colectiva de los aborígenes en Gran Canaria.

–Mitos, leyendas y hechos históricos trascendentales en este enclave carecían, incluso, de la certeza de dónde ocurrieron. ¿Ya sabemos dónde se rindieron los canarios a los conquistadores?

«En la Fortaleza de Amurga nos apareció un fuego del siglo XV, en el último suelo aborigen que, después, se abandonó»

–Los trabajos en la Caldera de Tirajana han sido fundamentales para recuperar la historia del lugar. La Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias nos apoyó desde el principio, y gracias a eso hemos podido documentar diferentes yacimientos nuevos en el lugar y recuperar información sobre algunos de ellos. Así, un trabajo dentro de este proyecto se materializó en forma de artículo donde, junto con el historiador Jesús Álvarez, pudimos recuperar diferentes topónimos aborígenes y su posible ubicación.

“Uno de ellos podría ser Ansite. Ya en la documentación de los siglos XVII-XVIII recogemos los topónimos de Ansitio o Insitio refiriéndose al actual barrio de Los Sitios. Aquí creemos que fue la rendición. Si conoces Amurga, Los Sitios está al pie, en una laderita. Aquí tú no te defiendes de nadie. Pero justo encima está lo que llamamos la Fortaleza de Amurga, donde hicimos sondeos y nos apareció un fuego del siglo XV, en el último suelo aborigen que, después, se abandonó [y se fue cubriendo de tierra].

“Fue el último uso y nos da precisamente este momento. Por eso creemos que Ansite está ubicada aquí. Es una pena que de un hecho tan significativo como la rendición de los aborígenes (o de parte de ellos, porque hasta dos años después hay aborígenes alzados) no tenemos memoria de dónde fue. En este sentido, el historiador Santiago Cazorla León tenía razón.

–¿Y el nombre de La Fortaleza?

–Tenemos claro que La Fortaleza no es Ansite, aunque sí creemos que fue escenario de la guerra de conquista de Gran Canaria, la “guerra de Canaria”. La vinculación de La Fortaleza con Ansite se debe a Vicente Sánchez Araña, pero la documentación de archivo parece negar por completo tal posibilidad. Sin embargo, el investigador que negaba tal posibilidad (Santiago Cazorla León) proponía que La Fortaleza era Titana, y ha pasado totalmente desapercibido.

“En las diferentes fuentes etnohistóricas se describe el asalto a un lugar (previo a Ansite), una fortaleza muy agreste y escarpada donde los canarios se sentían seguros donde, al parecer, mataron a unos veinticinco canarios y dos mujeres se despeñaron. Algunas fuentes dicen que quemaron el grano almacenado; otras que se llevaron parte de lo que allí había (grano, pieles, cecina, etc.). Este almacenamiento, por lo que sabemos, se hacía en graneros como los existentes en La Fortaleza. Además, el virote encontrado (una punta de ballesta) nos permite asociar este lugar como uno de los escenarios bélicos de la conquista.

“En resumen, pensamos que el nombre de La Fortaleza podría ser Titana. La Fortaleza de Titana. Y Umiaya estaría en otra fortaleza, la de Amurga, que es donde creemos que pudo estar Ansite

–Entre los mitos siempre ha estado el “cómo eran” y en Tirajana se habla incluso de “gigantes”. ¿O los conquistadores eran más bien bajitos?

«Un indígena podría ser de 1,70-1,75 m, casi 10 cm más que la altura media de la población peninsular de España»

–Igual no era tanto mito, aunque sí se ha mitificado esa altura física, a veces, con una “altura moral” (por su valentía, honestidad, amor por su tierra) frente a unos conquistadores que serían de baja estatura y moral en contraposición a los indígenas canarios. Las estaturas medias varían según el contexto económico y alimentario de la población y la altura media de los aborígenes canarios era alta. Un indígena podría ser de 1,70-1,75 metros, casi diez centímetros más que la altura media de la población peninsular de España en siglo XVIII. Después tenemos casos en Fuerteventura que nos hablan de una población mucho más alta y robusta. Con todo esto podríamos decir que sí, que eran más altos, pero no gigantes. Los hemos transformados en gigantes.

–¿Qué comían, qué vestían, qué veían cuando miraban al cielo?

«Aunque nunca llegaremos a saber qué sentían, quiero pensar que bajo ese cielo de Tirajana la sensación de inconmensurabilidad debió ser increíble»

–Para saber eso solo tenemos dos fuentes, y ambas con claras limitaciones. Por un lado, las fuentes escritas (etnohistóricas) que abren una ventana a los últimos momentos de las sociedades indígenas (siglos XIV-XV) y la propia Arqueología. Los diferentes documentos, aunque de forma desigual según la isla a la que se refiera, nos hablan de vestimenta, de su alimentación y de sus creencias. Sin embargo, estos textos solo muestran esa historia final y conocida.

“Así, para Tirajana se habla de la existencia de Umiaya, un risco sagrado (personalmente me gusta más la idea de consagrado) donde los aborígenes iban a realizar peregrinaciones. Actualmente, la documentación arqueológica nos permite manejar datos que complementan dicho relato, cuál pudo ser delimitación, posibles usos y escala temporal, aunque nunca llegaremos a saber qué sentían, pero quiero pensar que ese cielo de Tirajana, sobre todo de noche, sin contaminación lumínica, tuvo que ser espectacular. La sensación de inconmensurabilidad debió ser increíble.

–¿Cuánto ha madurado la Arqueología canaria en Tirajana?

–Pues no sabría cuantificarlo, pero mucho. Hay que pensar que las actividades arqueológicas en Gran Canaria estaban concentradas en la zona costera, en paralelo a proyectos urbanísticos o de obras. En el caso de este yacimiento, que nace desde la propia Administración con vocación de continuidad, ha permitido poner el foco en un gran escenario histórico y patrimonial. Se ha puesto a La Fortaleza y a Tirajana en el mapa de nuestra Historia. En los últimos años, tanto nosotros como equipos de la ULPGC, han publicado diferentes estudios donde La Fortaleza es una parte más del puzle de nuestra historia indígena. Y en este sentido, este libro que acabamos de publicar, es el intento de condensar toda esa historia, de transformarla en un relato que reubique la importancia del lugar en el desarrollo de la Gran Canaria indígena.

–¿Te aventuras a mirar al futuro?

«Nos gustaría tener recursos regulares para la investigación del lugar; cada año se pone el reloj a cero»

–El futuro no lo ve nadie. Te puedo decir lo que deseamos a partir de lo que sabemos. En este sentido, somos enormemente consientes del compromiso de las diferentes administraciones con el yacimiento (Gobierno de Canarias, Cabildo de Gran Canaria y Ayuntamiento de Santa Lucía), que se viene demostrando años atrás. Quizás haga falta sentarse y echar una pensada a cómo queremos veremos ver y que funcione el lugar. La única forma de saber a dónde ir es pensando un rumbo y remar en esa dirección. A nosotros nos gustaría tener recursos regulares para la investigación del lugar.

“Cada año se pone el reloj a cero, no tenemos una ayuda para dataciones, analíticas, etc. La conservación también nos preocupa mucho; sabemos que al Ayuntamiento también. Con suerte, en breve el yacimiento estará mejor y más protegido. Y finalmente, lo que queremos es que sea un lugar, tanto yacimiento como centro de interpretación, lleno de gente, de aquí y de fuera foráneos, pero sobre todo de escolares, aprendiendo y divirtiéndose en La Fortaleza: no debemos confundir un museo con un mausoleo. Para que esto suceda se deben producir cambios, tanto en la propia gestión del lugar como del propio museo, con la obtención de una ficha financiera que no depende de cada anualidad, ni del grupo de gobierno existente.

–Terminamos, un recuerdo dulce.

–La verdad que muchos, pero de quedarme con uno, sería más bien agridulce. En una ocasión, un amigo (ya fallecido y al que apreciábamos mucho, pues estuvo desde el inicio y vio nacer y crecer el proyecto), tras ver que habíamos salido en una revista de Historia de tirada nacional, al verme por La Fortaleza me dio las gracias por el trabajo que estábamos haciendo, porque la historia recuperada le hacía enorgullecerse de ser de Santa Lucía. Me quedé añurgado. Creo que eso es a lo que deberíamos aspirar todos los que trabajamos en el mundo de la Arqueología y la Historia, que nuestro trabajo trascienda a la población y le haga valorar su pasado. Es la única forma de que lo que hacemos nos sobreviva, es plantar semillas para que la gente sienta la Historia como suya.

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