Cita con Canarias

Marcos Sarmiento, traductor en busca de traductores guanches

«Hubo que traer de Sevilla un intérprete para conquistar El Hierro, entre islas no es entendían»

«Los intérpretes que trajo Béthencourt para la conquista de Canarias eran aborígenes», dice Marcos Sarmiento durante la entrevista, en la que habla de los traductores que utilizaron normandos y castellanos durante la conquista de Canarias. Eran nativos de las Islas que habían sido capturados en expediciones anteriores. [Versión extensa de la entrevista publicada en la edición impresa de PELLAGOFIO nº 116 (2ª época, marzo 2023)].

«El canario Pedro de la Lengua intervino como intérprete del Santo Oficio ante algún morisco que hablaba bereber» MARCOS SARMIENTO

Por YURI MILLARES

En Cautivos que fueron intérpretes Marcos Sarmiento Pérez aborda «la comunicación entre europeos, aborígenes canarios y berberiscos durante la conquista de Canarias y los conatos en el Norte de África (1341-1569)». Así lo señala la propia portada del libro que este traductor e intérprete y profesor-investigador de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ha publicado sobre los hombres y mujeres que mediaron en las conversaciones y negociaciones al servicio de los conquistadores. Un tema, por cierto, del que poco suele hablarse y no es baladí.

¿Cómo se comunicaban si hablaban idiomas diferentes, incluso los aborígenes entre ellos si eran de distintas islas? Nos hace pensar en aquellas películas del Oeste en las que el «hombre blanco» y el «piel roja» hablaban en el idioma del primero con el nativo americano, pronunciando todos los verbos en infinitivo. Si se piensa un poco en ello, en Canarias no debió ser muy diferente la cosa.

■ OJO DE PEZ / El intérprete maho del rey canario

En el apresamiento de Tenesor Semidán (último rey de Gran Canaria, bautizado después como Fernando Guanarteme) intervino como intérprete Juan Mayor, un aborigen de Lanzarote que había estado en Gran Canaria de rehén siendo pequeño. «Desde ese momento siempre lo acompañó y fue con él a la corte de los Reyes Católicos», dice Marcos en la entrevista. La cita tuvo lugar, precisamente, en el Museo Arqueológico de la Cueva Pintada de Gáldar, ciudad que fue corte de los guanartemes


—¿Cómo lo hacían? Unos y otros tuvieron que comunicarse de alguna manera.

—Es una cuestión que ni siquiera muchos historiadores la han considerado. Pasan por alto esa faceta del contacto humano. El interés por el tema de la comunicación entre «blancos» e «indígenas» me viene desde pequeñito, cuando en las películas de Tarzán veía cómo se comunicaba con los negros y los negros con él. Tuve un profesor en los Padres Paules que era de Tejeda como yo, el padre Herrera, que había escrito una historia de Canarias y nos hablaba de los aborígenes.

“Pensaba en cómo se comunicarían los «castellanos» con los que entonces llamaban «paganos» canarios. Ese interés, ya de mayor, me llevó a indagar…

—De entrada, los propios aborígenes hablaban diferente en cada isla. ¿Eran dialectos de un idioma común? ¿Se podían entender entre ellos?

«Cuanto más alejadas estaban las islas menos se comprendían entre ellas. Tenían la misma lengua, pero habían estado aislados durante siglos»

—Hoy sabemos que no se entendían. Cuanto más alejadas estaban las islas unas de otras menos se comprendían entre ellas. Tenían la misma lengua, pero habían estado aislados durante siglos. En esas condiciones (como las plantas o cualquier otro ser vivo), a lo largo de catorce siglos la lengua que se hablaba en cada isla fue evolucionando sin perder el tronco común, hasta que llegó un punto en que un isleño no se entendía con los otros. Hablaban variantes dialectales de la misma lengua.

—Los primeros europeos que llegaron Canarias en misión de conquista arribaron a Lanzarote y Fuerteventura en nombre de la Corona de Castilla, pero eran normandos, ¿trajeron intérpretes para comunicarse con los nativos de estas islas? Si es así, ¿de dónde los sacaron?

—Los intérpretes que trajeron los normandos en 1402 se sabe quiénes eran y, más o menos, cómo se habían formado. Pero los que vinieron primero fueron portugueses en 1341, navegantes y expedicionarios que venían en busca de aventuras. Y un poco más tarde misioneros catalanes y mallorquines.

“Se sabe que esos portugueses se llevaron a algunos aborígenes a Portugal. Y los misioneros, a Cataluña y a Mallorca: aborígenes que volvieron a traer en expediciones posteriores unos diez o doce años después y habían aprendido el catalán. O sea, que había una práctica de llevarse, enseñarles la lengua y volver con ellos.

—¿Con qué finalidad se los llevaban y los volvían a traer? ¿En misión evangelizadora?

—Los portugueses lo tienen mucho más claro que los castellanos en las fuentes, porque su política, «allá donde llegares, traer algún nativo que nos pueda contar de sus pueblos o que una vez aprendido el portugués nos pueda permitir la comunicación con otros aborígenes». Eso está clarísimo en crónicas portuguesas. Los catalano-mallorquines actuaron con la misma filosofía. Algunos se los llevaban como esclavos, pero los que volvieron es evidente que se los llevaron con la intención de que aprendieran el mallorquín o el catalán para traerlos después.

«Béthencourt y La Salle trajeron con ellos tres intérpretes en 1402: Alfonso, Isabel y Pedro el Canario»

—¿A quién trajeron Jean de Béthencourt y los suyos?

—Jean de Béthencourt y Gadifer de La Salle trajeron con ellos tres intérpretes en 1402. En 1393 hubo una razia enorme en las Islas de una expedición pirática que había venido con intención de llevarse esclavos en masa. De esa razia se supone que algunos pasaron a Francia desde el norte de la Península, pues dos de los corsarios eran franceses, y es muy probable que Alfonso, Isabel y Pedro el Canario, que fueron los tres intérpretes que Béthencourt trajo consigo, fueran aborígenes capturados en esa razia.

—Y al llegar a Lanzarote, donde desembarcaron, ¿se entendieron con los nativos de esa isla?

—Alfonso e Isabel eran de Lanzarote, el primero incluso familiar de Guadarfía, el último rey de la isla. Se conoce claramente la relación familiar entre ellos. En Lanzarote se pudieron entender sin problema y en Gran Canaria tuvieron que utilizar a Pedro el Canario, que era un aborigen de esa otra isla, porque Alfonso e Isabel no se entendían con los de Gran Canaria. Lo que pasa es que a Pedro el Canario lo soltaron en Arguineguín para que intermediase y se quedó allí con los suyos.

—…

—Los franceses ya conocían, más o menos, las Islas y sabían que tenían que traer intérpretes. De hecho, cuando Jean de Béthencourt quiso conquistar El Hierro tuvo que mandar a buscar a Sevilla a un intérprete de esa isla, porque ninguno de los tres que trajo se entendía con los herreños.

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Marcos Sarmiento entre algunas casas del poblado aborigen de la antigua Agaldar, en el Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada. | FOTO Y. M.

—¿Y en las otras islas? Tenerife, por ejemplo, donde hubo bastante resistencia y lucha y donde los castellanos llevaron a nativos de Gran Canaria a luchar.

«Había habido nativos de otras islas que habían sido esclavos o rehenes en Tenerife y habían aprendido el guanche; o guanches que habían estado en Gran Canaria y conocían o el canario o el castellano»

—Con Tenerife pasó una cosa interesante y es que ahí la conquista se retrasó mucho, hasta que se inició finalmente en 1494 y culminó en 1496. Antes de conquistar Gran Canaria, ya había habido intentos desde Lanzarote y Fuerteventura que fueron rechazados.

“Pero desde Gran Canaria había bastante contacto con Tenerife; de hecho, se habían hecho paces con algunos de los menceyatos (sobre todo los del sur) y desde que se terminó de conquistar Gran Canaria en 1483 los intentos eran permanentes. Para entonces ya había habido nativos de otras islas que habían sido esclavos o rehenes en Tenerife y habían aprendido el guanche; o guanches que habían estado en Gran Canaria y conocían o el canario o el castellano. Por eso, con Tenerife ya no hubo ese gran problema.

“De los intérpretes en la conquista, los más importantes fueron Guillén Castellano, de quien se cree que era hijo de padre castellano y madre aborigen; Juan Mayor, maho de Lanzarote que había estado viviendo como rehén en Gran Canaria. Tenía eso que tienen los intérpretes de casta, que oyen dos lenguas y enseguida son capaces de ver las analogías, las correspondencias; y Pedro Delgado, que como hablaba cinco lenguas le decían y el mismo se llamaba Pedro de la Lengua. Estos tres intérpretes llegaron a asimilar la variante de Tenerife y en el período álgido de la conquista fueron los que intervinieron con mayor asiduidad.

—Las necesidades entre los conquistadores serían muy diversas: desde negociaciones en enfrentamientos armados a labores de evangelización. Ya se sabe, la cruz y la espada venían de la mano, pero usaban distinto lenguaje, por así decirlo.

«Los aborígenes que se llevaron aprendieron el catalán y los franciscanos qse ocuparon de aprender la lengua aborigen»

—Se sabe que los primeros contactos, con los mallorquines y catalanes que vinieron con intenciones evangelizadoras y que crearon el obispado de Telde, hubo dos ramas de intérpretes: los aborígenes que se llevaron y aprendieron el catalán y los franciscanos que se ocuparon de aprender la lengua aborigen. Incluso hay un autor que menciona la elaboración de un diccionario, lo que no se sabe es dónde fue a parar.

“Según [el historiador] Lobo Cabrera, probablemente se lo llevaron a Sevilla y en una gran riada que hubo en esa ciudad a mediados del s. XVI debió perderse entre la mucha documentación que se llevó el Guadalquivir. Pero existió, porque en esa época los misioneros se ocuparon también de aprender. Más tarde, en el momento en que se apresó a Tenesor Semidán (luego, Fernando Guanarteme), el obispo Juan de Frías ya había aprendido la lengua aborigen y se sabe que intervino como intérprete.

—Los conquistadores (es decir, la parte militar de esa conquista, a los que se supone cierta arrogancia en el convencimiento de que su cultura era superior a la de unos infieles sin cristianizar, cuya destino y utilidad era la servidumbre o la esclavitud) ¿se molestaron en aprender la lengua indígena?

—No hay informaciones en las fuentes que indiquen que los conquistadores, los que venían con la espada, se preocuparan de aprender. Lo que sí hacían era surtirse de gente que les pudiera ayudar y cogían al que había estado de rehén viviendo una época en alguna de las islas, o al que era un poco más avispado y conocía en una isla a aborígenes de otras islas y aprendía.

“Pero los conquistadores como tales no; ni los normandos, ni Pedro de Vera, ¡y menos Alonso de Lugo! (no les prohibió hablar su lengua a los canarios cuando terminó la conquista como sí se lo prohibió a los moriscos en la Península, pero no hubo ninguna intención de que se aprendiera la lengua aborigen ni de facilitarles que la hablaran).

Hasta 1540 hay evidencias en Tenerife de que cuando un aborigen quería testar u otorgar un poder para hacer algo necesita intérprete

—Cualquier documento escrito de la época estaba todo en castellano.

—Hasta 1540 (que yo tenga registrado) hay evidencias escritas en Tenerife, donde mejor se conservan los testamentos, de que cuando un aborigen quería testar u otorgar un poder para hacer algo y necesita intérprete, figura ese intérprete. Ya a partir de mediados del siglo XVI, cuando había muerto la última generación guanche anterior a la conquista, las siguientes generaciones se vieron obligadas a aprender el castellano para todo.

—Los intérpretes aborígenes no sólo fueron la voz entre los bandos en el campo de batalla, en unas islas entonces lejanas para quienes estaban en suelo peninsular. Algunos llegaron a estar ante los mismísimos Reyes Católicos o el último rey moro Boabdil, sultán de Granada. ¿Qué se sabe de esos encuentros?

—El encuentro al que te refieres es la «visita» (entre comillas) de Tenesor Semidán, el último rey de Gran Canaria, luego bautizado como Fernando Guanarteme, cuando lo llevaron a la Península después de ser apresado por Pedro de Vera.

«Imagínate a un aborigen de una pequeña isla en aquella corte, aquellas ciudades con sus castillos, sus catedrales, la impresión que se llevaría Fernando Guanarteme»

“En ese apresamiento intervino como intérprete Juan Mayor (aborigen de Lanzarote que había estado en Gran Canaria de rehén siendo pequeño, por un acuerdo de los señores de Lanzarote con los grancanarios por el que dejaron a un grupo de niños rehenes). Desde ese momento Juan Mayor siempre acompañó a Fernando Guanarteme y fue con él a la corte de los Reyes Católicos para que rindiera pleitesía. Por eso lo llamo Intérprete de Reyes: imagínate a un aborigen de una pequeña isla en aquella corte, aquellas ciudades con sus castillos, sus catedrales, y la impresión que se llevaría el propio Fernando Guanarteme.

“Hay crónicas que magnifican el encuentro, pero sí fue muy emotivo. Después de ese viaje, Fernando Guanarteme estuvo varias veces más en la Península, en una de ellas iba con su mujer, que estaba embarazada, y tuvieron que esperar a que diera a luz pues podía morir durante el viaje de regreso.

“Por eso estuvo Fernando Guanarteme un tiempo en Córdoba, donde se encontró con Boabdil, que estaba en una situación parecida a la del rey canario, pues, como último rey moro de Granada, había caído prisionero en la batalla de Lucena el 21 de abril de 1483 y llevado a Córdoba. Y siempre con Juan Mayor de intérprete, aunque luego llegó a aprender relativamente bien el castellano y durante la conquista de Tenerife Alonso de Lugo lo envió a mediar con los menceyes de Anaga y de Taoro.

—La Inquisición, que fue fundada por los propios Reyes Católicos, se extendió en el tiempo hasta el primer tercio del siglo XIX, mucho más de lo que sobrevivió la lengua de los aborígenes después de la Conquista. ¿Siguieron haciendo falta intérpretes en los minuciosos procesos que emprendía el Santo Oficio contra aquellos descendientes de aborígenes que se resistían a abandonar sus prácticas culturales, contrarias a la ortodoxia católica?

«Los aborígenes tenían un estatus especial: prácticamente no fueron tocados por el Santo Oficio, más allá de ser vigilados»

—Yo he trabajado los intérpretes en la Inquisición y en realidad los aborígenes tenían un estatus especial: prácticamente no fueron tocados por el Santo Oficio, más allá de ser vigilados, como dices. Pero no fueron sometidos a procedimientos inquisitoriales, ni siquiera a interrogatorios duros. Sí se sabe que hubo alguno llevado como testigo.

“Precisamente, Lobo Cabrera tiene un trabajo sobre este aspecto y los aborígenes canarios, por disposición de los Reyes Católicos, quedaron fuera del ámbito de la Inquisición, afortunadamente. Lo que sí se sabe, por ejemplo, es que Pedro de la Lengua era capaz de entenderse con los bereberes (lo que ilustra el parentesco de la lengua aborigen que un intérprete es capaz de captar) e intervino en algún procedimiento del Santo Oficio como intérprete en el que se enjuiciaba a algún morisco que hablaba bereber. Eso sí

—Ahora que hablas de moriscos, en los primeros tiempos tras la conquista se hacían cabalgadas a la costa africana en busca de esclavos. ¿Llevaban intérpretes?

—Sí. Hay muchos trabajos sobre lo que llamaban los adalides, una figura que había existido en la Península desde la época medieval y que resurgió luego en las Canarias: eran los guías dentro de un ejército, a la vez que hacían de intérpretes. De los mismos moriscos que se habían traído en expediciones iniciales y que habían aprendido en las Islas el castellano se los llevaban a la costa africana con dos funciones: para que los guiaran sobre el terreno y para que mediaran lingüísticamente.

“En el libro hablo de ello, pero tengo un artículo específico sobre el tema. Es muy interesante, porque hubo muchísimos y se conocen sus nombres. Tenían un estatus más reconocido porque se les hacían contratos por parte del armador que financiaba la expedición, se llamaban «contratos de lengua» y en ellos se recogían las condiciones en las que iban.

—En el libro incluyes una relación de intérpretes con sus nombres y apellidos y sus historias. ¿De cuántos se tiene noticia?

—Yo recojo cerca de treinta, incluyendo el que actúa de intérprete casual en un momento determinado. Por ejemplo, la morisca María de Almuñécar, que posiblemente habían traído de Granada y por eso tenía ese nombre, que intervino en alguna cabalgada que se hizo en Berbería y también en algún interrogatorio de la Inquisición.

Francisca de Gazmira, aborigen de La Palma , llegó a ir a la corte de los Reyes Católicos a protestar porque habían vendido palmeros traicioneramente

“Pero la que considero la mujer intérprete por excelencia es Francisca de Gazmira, aborigen de La Palma que aprendió el castellano pronto –cautiva en Gran Canaria como criada del entonces Regidor de la isla, Diego de Zurita–, por lo que intervino en las negociaciones entre Lugo y los reyes benahoaritas. Llegó a ir a la corte de los Reyes Católicos a protestar porque habían vendido palmeros traicioneramente, para que los devolvieran a la isla.

—¿Fueron alfabetizados? ¿Sabían leer y escribir?

—No hay constancia. Si hay autógrafos, pero no creo que aprendiesen a escribir.

—Penúltima pregunta, pero no sé si debió ser la primera. ¿Qué hace un traductor e intérprete de idioma alemán investigando y publicando un libro sobre los intérpretes aborígenes que emplearon los conquistadores? ¿Cómo te metiste en esa historia, en minúscula y en mayúsculas?

—Te voy a dar dos datos que responden a la pregunta.

“Primero, hice Filología inglesa y alemana, pero me formé como traductor porque hacía falta dar clases de Traducción e Interpretación en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria cundo se creó en 1989. Luego, cuando empecé a trabajar sobre los viajeros alemanes a Canarias (como Alexander von Humboldt, entre otros muchos antes y después que él) encontré que ellos hablaban de los aborígenes, cogiendo información de fuentes canarias, y cuando narraban la conquista siempre aparecía mencionada la figura del intérprete. Fuentes canarias que yo, que no soy historiador, no conocía.

“Segundo, en 1994-1996 traduje los Monumenta Linguae Canariae del austríaco Wölfel, que escribió esta obra monumental sobre la lengua de los aborígenes canarios y da informaciones que tienen que ver con los intérpretes. Obviamente, mi interés por todo lo aborigen se disparó.

—Terminamos, un recuerdo dulce.

—Un recuerdo para mí muy especial fue cuando, en un coloquio sobre darwinismo en el que yo aportaba informaciones de viajeros alemanes darwinistas en Canarias, fui a las islas Galápagos. Fui un filólogo que se hizo traductor y que por ello trabajó sobre Ernst Haeckel, el darwinista alemán por excelencia. Haeckel realizó una interesantísima expedición a Lanzarote de la que tengo publicado un libro. Por ello participé en varios coloquios en América. Pero participar en el que tuvo lugar en las Galápagos fue para mí un momento muy dulce, por las connotaciones que tiene.

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