Jerónimo Saavedra, alcalde de Las Palmas

“El arroz blanco se me pega”, confiesa el recién elegido alcalde de Las Palmas de Gran Canaria y veterano político socialista (ex presidente del Gobierno canario, ex ministro del Gobierno español). La sección “Cita con el chef” de PELLAGOFIO lo reúne con Kiko Casals, que le dedica su plato de tirabeques con langostinos, foie de oca y finas hierbas. [Versión íntegra de la entrevista publicada en la edición impresa de PELLAGOFIO nº 36 (1ª época, diciembre 2007).]
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Por YURI MILLARES y BERNARDO ASCANIO
Fotografías de TERESA CORREA
Después de varios intentos frustrados, por causa de la intensa agenda del alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Jerónimo Saavedra Acevedo llega con buen ánimo y elegante terno gris al estudio de fotografía donde le espera el equipo de PELLAGOFIO. Unos segundos después se incorpora el chef Kiko Casals, recién llegado de la República Dominicana, su actual destino profesional al frente de los restaurantes Anthuriun y Opium que integran la oferta gastronómica en el complejo hotelero The Golf Suites, de Punta Cana. Invitado y chef se saludan como viejos conocidos que son. “Conozco a Kiko desde que empezó en el Anthuriun [de Las Palmas]”, dice Saavedra que, después de la sesión fotográfica y la entrevista, consulta la agenda para visitar al cocinero en La Cava de Triana, restaurante que también integra el Grupo Anthuriun.
–Ha sido senador, diputado, presidente del Gobierno canario, dos veces ministro, ¿cómo se ve ahora de alcalde?
«Ahora no sé hasta cuándo. Estos contratos son por tiempo indefinido –se ríe–; y como laboralista que he sido toda mi vida, defiendo la estabilidad del puesto de trabajo»
–En una situación nueva, de estreno y muy agradable.
–¿De quién fue la idea?
–De que sea alcalde, de los ciudadanos. De ser candidato, venía aguantando muchas presiones, muchas recomendaciones, muchas peticiones, o como lo queramos llamar, de compañeros de partido (sobre todo de aquí: unos con perspectiva municipal, otros con perspectiva regional). Y en agosto de 2006, durante el mitin que dio Zapatero [en Las Palmas] aprovechando sus vacaciones en Lanzarote, arrancó una seria reflexión que me tomó un par de días hasta que dije que sí.
–¿Y ahora hasta cuándo…?
–No lo sé. Estos contratos son por tiempo indefinido –se ríe–; y como laboralista que he sido toda mi vida, defiendo la estabilidad del puesto de trabajo.
–¿Tiene alguna ciudad como modelo?
–No soy tan pretencioso. Yo quiero que se modele una ciudad distinta para el futuro y por eso he lanzado la idea del Plan Estratégico para la ciudad.
–A usted lo conocen sus paisanos como hombre de la cultura, ¿llega la Luz a la Las Palmas?
–¿Qué luz? –vuelve a reír–, estaba pensando en las fiestas de La Luz. La luz en cuanto a cultura que ilumine, que irradie: yo creo que esta ciudad tiene un buen nivel y lo que hay que hacer es perfeccionarlo y, sobre todo, llevarlo a los barrios. Los barrios tienen derecho a la cultura.
–¿Nos va a dar la música?
–En los carnavales, por supuesto; las murgas nos la darán.
–También a la gastronomía la califican ahora como Arte. Según la Documenta, Ferrán Adriá es un artista. ¿Se apunta a esta idea?
«Si queremos que [Las Palmas] sea una capital cultural también tiene que contener una buena oferta gastronómica, y veo cómo a los tres o seis meses vuelve uno a un sitio y ya no está, o al jefe de cocina lo ha fichado otra empresa»
–Sí, además creo que fue un acierto de los directores de Documenta. Yo estuve en su escenario, por no llamarlo restaurante, en la Costa Brava (creo que fue en agosto de 2005) y a mí lo que me pareció y lo comenté, es que Ferrán Adriá ha logrado recuperar el sentido teatral-lúdico de comer que tenían los romanos. Después de aquel largo menú de 24 platos que te ofrecen-imponen, se rompe con todos los esquemas clásicos de un restaurante.
–Y hablando de gastronomía, ¿podemos comparar Las Palmas con Madrid, Barcelona u otros lugares de Europa?
–Uno viaja con la Guía Michelín y las estrellas y, cuando puede, va a probar. Yo creo que Alemania es el país importante de Europa que menos tiene estrellas Michelín, sin embargo, hay sitios donde se come fenomenal, en la Selva Negra, en Berlín, en Munich. Y España hoy es muy rica, no sólo Barcelona y Madrid que tienen lugares clásicos. Hay ciudades como San Sebastián que me parecen fantásticas, porque sintetizan toda la utilización de las posibilidades de la cocina del Cantábrico, y ahí le dan un toque, un refinamiento, una europeidad que me parece admirable.

–Regular. Hay sitios muy buenos pero que duran poco. Y no es cuestión de precios. Si queremos que [Las Palmas] sea una capital cultural también tiene que contener una buena oferta gastronómica, y yo veo cómo a los tres o seis meses vuelve uno a un sitio y ya no está, o al jefe de cocina lo ha fichado otra empresa.
«No creo que haya ciudades que tengan que soportar el pésimo olor que hay en la zona del barranco Guiniguada y teatro Pérez Galdós, según sople el viento»
–¿Come mucho con los ojos?
–Evidentemente. Y no digamos el olor.
–Hablando de olores, Victoria Beckham ha dicho que Madrid huele a ajos ¿A qué huele Las Palmas?
–Yo tengo un buen olfato, pero para tener olor a mar, que debería ser el predominante, tenemos que aproximarnos más y la avenida marítima nos ha alejado. Por eso la idea que tenemos del concurso del frente marítimo, que busca aproximar al ciudadano al mar. Ese olor de maresía va hoy uno al barrio [marinero] de San Cristóbal y casi no lo percibe. Y, desgraciadamente, el olor más impertinente también lo tenemos aquí: el derivado de la depuradora de Barranco Seco, porque no creo que haya ciudades que tengan que soportar el pésimo olor que hay en la zona del barranco Guiniguada y teatro Pérez Galdós, según sople el viento.
–¿Tiene arreglo?
–Supongo, estamos en la época de las nuevas tecnologías. Y, si no, estamos dispuestos a que se apoye un programa de investigación para encontrar la solución.
–El barrio histórico de la ciudad se está volviendo más activo, sobre todo de noche. ¿Esa es la vía para su revitalización?
«Los dueños de los inmuebles piden el oro y el moro (porque sueñan que el traspaso de su local de ron y chochos vale una barbaridad) y los inversores salen despavoridos»
–La revitalización de Vegueta parte por que esté activa mañana y noche. Hay vecinos que dicen que no quieren que esté viva por la noche. Otros que dicen: “fuera los coches”. Hay una mescolanza de deseos que es difícil satisfacer simultáneamente. Otros nos dicen: “hay que poner hoteles”, pero los dueños de los inmuebles piden el oro y el moro (porque sueñan que el traspaso de su local de ron y chochos vale una barbaridad) y los inversores salen despavoridos.
–Ampliando la visión al resto del archipiélago, si usamos la guía de turismo de Jerónimo Saavedra, ¿qué otros lugares le atraen?
–Me gusta Teguise, Betancuria, Icod de los Vinos (donde me parece fantástico el entorno de la plaza), Santa Cruz de La Palma, San Sebastián de La Gomera y Valverde.
–¿En estos sitios qué nos recomienda comer?
–A mí me descubrieron hace años las clacas, que parece que de vez en cuando se pueden comer en Lanzarote.
–En Fuerteventura ya no se pueden coger.
–En Fuerteventura lo ideal eran los mejillones asados en la arena de la playa. Fantásticos; hace años siendo presidente me los hicieron. Y sigo con Gran Canaria: aquí, el baifo en adobo. En Tenerife es magnífico el conejo en salmorejo con papas negras. En La Palma, garbanzos. En La Gomera, el almogrote. Y en El Hierro, las quesadillas.
–¿Y si está en casa, qué se prepara?
–Yo no preparo nada, soy analfabeto culinario: sólo huevo frito y arroz blanco que se me pega.
–Dice que no cocina y le íbamos a preguntar si visita el mercado…
–¿Yo? Nunca jamás. En La Palma voy al supermercado, ahí es donde tengo que llenar la despensa.
–Terminamos. Un recuerdo dulce.
–Pues hablando de La Palma, es inagotable en posibilidades de dulzor y hay cada repostería doméstica familiar maravillosa: desde una cosa que seguro que no saben lo que es, que se llama la “simetría” (un bizcocho borracho con mucha clara, que colocan en una bandeja con mucho merengue y mucha yema), al marquesote , los alfajores y las truchas. En Navidad siempre echo de menos el pastel de carne y de niño me acuerdo de ir a buscar truchas al lado de la Casa Quemada, allí donde están las dominicas, que había un bajo donde una señora las hacía sólo en Navidad.