Cita con el chef

Selena Millares, escritora y filóloga

“Canarias pierde léxico a velocidad de vértigo”, dice Selena Millares, escritora y filóloga, durante la entrevista de su “Cita con el chef”. El chef Jesús Pelegrín le dedicó su mascarpone con confitura de calabaza. [Versión íntegra de la entrevista publicada en PELLAGOFIO nº 38 (1ª época, febrero 2008)].

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Por YURI MILLARES
Fotografías por TERESA CORREA

Selena Millares ha presentado en la Casa Museo Pérez Galdós de Las Palmas las Obras completas de su abuelo Juan Millares Carló (1895-1965), uno de los grandes –y, sin embargo, olvidado y silenciado hasta ahora– poetas canarios.

–En estos tiempos de rescate de la memoria histórica, ha “exhumado” del olvido la obra del escritor Juan Millares Carló. ¿A qué nivel sitúa la creación de este autor?

–Al nivel más alto: se trata de un poeta extraordinario, de un sereno clasicismo y con una gran cantidad de registros. El filosófico y el intimista son los más frecuentes en él, pero también encontramos el costumbrista, el social o el satírico. Era un manantial inagotable.

–¿Y cómo ha podido estar olvidado tantos años, hasta el punto de ser prácticamente un desconocido?

–Porque, como tantos docentes republicanos, fue víctima de las siniestras depuraciones franquistas, y condenado al silencio, la marginalidad y la miseria. Su delator, que también persiguió al surrealista tinerfeño Agustín Espinosa y a otros muchos hombres de paz, fue el presbítero Manuel Socorro, nombrado director vitalicio del instituto Pérez Galdós por los golpistas en 1936 y autorizado para una verdadera “caza de brujas”. Ahora que se están retirando los símbolos franquistas, no estaría mal que retiraran el busto suyo que aún puede verse en ese centro público.

«Toda gran literatura retrata su época mejor que ningún tratado»

–Juan Millares Carló vivió distintas épocas del siglo XX: la monarquía con Alfonso XIII, la república y la dictadura franquista hasta su fallecimiento en 1965. ¿Tiene eso reflejo en su obra?

–Naturalmente que sí, toda gran literatura retrata su época mejor que ningún tratado. Aunque él se decanta por ese intimismo que he mencionado, su tiempo se deja traslucir, por ejemplo, en su primer relato, donde ironiza sobre las corruptelas políticas y el caciquismo, y después en el soneto que celebra a la república como victoria de la democracia sobre la dictadura. El oscurantismo franquista está presente, por ejemplo, en el romance sobre la ejecución del Corredera o en “Los siete pecados capitales”, donde escarnece el nacional-catolicismo a través de la poderosa figura de los curas.

–Uno de sus hijos, Manolo Millares, lo llamó “Mutilado de Paz”. ¿Qué significa eso?

–Bueno, la explicación la he encontrado escrita por el propio pintor, en carta a su hermano Totoyo. Ahí comenta que con ese título no se refiere a la enfermedad de su padre (un cáncer de laringe que lo abocó al silencio) sino a su condición de víctima de los “25 años de paz”, un eufemismo que encubría persecuciones, castigos y humillaciones.

«La literatura canaria no tiene nada que envidiar a las demás, nuestro único problema es que no hemos sabido compensar el aislamiento geográfico»

–Las letras canarias no parecen tener mucha repercusión o reconocimiento más allá del horizonte marino de estas islas. Si exceptuamos a Benito Pérez Galdós, es difícil encontrar a alguien de fuera que sepa señalar a otro autor canario. ¿Nuestra literatura es sólo de andar por casa?

–La literatura canaria no tiene nada que envidiar a las demás, nuestro único problema es que no hemos sabido compensar el aislamiento geográfico con un mayor acercamiento a los grandes foros y centros de cultura. Precisamente los escritores canarios de preguerra saltaron esa barrera, publicaron frecuentemente en la Península y en Latinoamérica y rompieron esa antigua inercia, pero llegó la guerra civil y esas conquistas quedaron a la deriva.

–El español como idioma común de muchos países tiene en cada uno de éstos particularidades que lo distinguen. ¿Cuáles podrían ser las singularidades del español de Canarias?

Selena Millares en el estudio de la fotógrafa Teresa Correa, con el volumen primero de las ‘Obras completas’ de su abuelo.

–Lo más destacable es una riqueza de léxico autóctono que, sin embargo, se está perdiendo a velocidad de vértigo.

–¿Eso se manifiesta o debería manifestarse en la obra de los autores isleños?

–La verdad es que nuestros grandes escritores tienden a la universalidad, aunque también, claro, hay valiosas muestras costumbristas. Como las de Juan Millares, que recoge magistralmente el gracejo y la socarronería del isleño, y hace un minucioso trabajo de recopilación de léxico popular que garantiza su conservación y al mismo tiempo rinde homenaje a ese aspecto esencial de nuestra identidad.

«Hemos de cuidar y proteger nuestra lengua como un bien cultural irrenunciable, y aquí tienen un papel fundamental el buen periodismo y la buena literatura»

–Además de “memoria histórica”, vivimos una época en la que se escucha mucho otra expresión: “globalización”. ¿El español como idioma se está viendo afectado por este fenómeno?

–Sí, pero los idiomas son organismos vivos, en permanente cambio, y aunque duela lo que se pierde, siempre ha ocurrido así; de otra manera, estaríamos aún hablando latín… No obstante, hemos de cuidar y proteger nuestra lengua como un bien cultural irrenunciable, y aquí tienen un papel fundamental el buen periodismo y la buena literatura.

–En Canarias también se observa una pérdida de riqueza cultural a favor de una homogenización lingüística. Todavía decimos “guagua” y “papa”, pero hay otras muchas palabras y expresiones que ya son desconocidas para las nuevas generaciones. ¿Hay que adaptarse o reivindicar?

–Insisto, el idioma es un cuerpo vivo: un árbol da flores y hojas, que mueren y dejan nacer otras nuevas, no puedes ir contra eso, pero puedes cuidar el árbol… aunque yo me he ido por las ramas –se ríe–. Bueno, en serio, hay que mantenerse abierto, pero también alerta.

–¿Existe algo que pueda llamarse “literatura gastronómica”?

«Desde el origen de los tiempos la gastronomía es un gran tema literario»

–Sí, desde el origen de los tiempos la gastronomía es un gran tema literario. En la Odisea de Homero hay viajes y gestas pero también esos festines formidables regados con buen vino, como celebración de la amistad y de los sentidos, de la vida. Y no hablemos del Pantagruel de Rabelais. Además, han hecho tratados específicos sobre cocina grandes autores como Leonardo da Vinci, todo un alquimista, y Alejandro Dumas. En nuestro idioma, ese hedonismo lo vemos curiosamente en las literaturas periféricas, catalana (Josep Pla, Juan Perucho), gallega (Cunqueiro) y en especial hispanoamericana: destacaría a Carpentier y Lezama, y también ese libro excepcional de dos premios Nobel, Neruda y Asturias, que escriben juntos Comiendo en Hungría, un libro que abre el apetito. La literatura central es mucho más austera, tal vez por una tradición que demoniza los placeres de don Carnal en favor de doña Cuaresma –ríe más.

–¿Se da en las islas?

–Sí, y precisamente en Juan Millares Carló encontramos muy buenos ejemplos. Destacaría la pieza de teatro cómico Cenando con Sisenando, donde un grupo de artistas bohemios y hambrientos se encuentran con un inesperado banquete y se desencadenan situaciones desternillantes.

–¿Hay algún restaurante isleño que, allí en Madrid donde vive, eche de menos de vez en cuando?

«La nueva cocina canaria está devolviendo el orgullo a nuestra gastronomía, tan dañada hasta hace poco por los menús ‘internacionales’ y por el abandono»

–La verdad es que la mesa que más echo de menos es la de mi madre: ahí siempre me espera un buen potaje de berros. Desde luego, valoro enormemente la labor de la nueva cocina canaria, que está devolviendo el orgullo a nuestra gastronomía, tan dañada hasta hace poco por los menús “internacionales” para el turismo y por el abandono. Siempre que vengo intento probar algún nuevo restaurante, y me suelo llevar muy gratas sorpresas: se está haciendo verdadero arte culinario.

–¿Qué no echa de menos para nada?

–¡Los tollos! –ríe con ganas.

–Terminamos. Un recuerdo dulce.

–El de la fruta en la infancia, en la casa familiar del Monte… las brevas, las uvas moscatel, los nísperos, tomados directamente del árbol y con el intenso sabor que da nuestro sol: es algo único.

■ FUERA DEL PLATO
Selena Millares: «A Galdós le haría un plato de cuchara bien castizo»

Canaria residente en Madrid, esta especialista en poesía y narrativa hispanoamericana que ha presentado en Las Palmas la edición de las Obras completas de Juan Millares Carló es, además, aficionada a la gastronomía (en el paladar y en las letras).

–Hablando de gastronomía y como buena anfitriona de sus invitados, aficionada a la cocina. ¿Qué plato le prepararía a Juan Millares Carló?

–No tendría ninguna duda –sonríe–, después de leer el divertido poema dedicado al “isleñísimo y seráfico San Cocho”. Y después, un postre dulcísimo, porque era un gran goloso.

–¿Y a Benito Pérez Galdós o Alonso Quesada?

–A Galdós –ríe– le haría un plato de cuchara bien castizo, a juego con el mote de “garbancero” que le dedicó Valle-Inclán. Alonso Quesada era un bohemio nocturno e impenitente, así que le prepararía unas buenas tapas para acompañar el vino.

–Bajemos de la nube de la imaginación a la realidad de la gastronomía canaria. ¿Hay algún producto de referencia que asocie a ella?

–Los quesos. Y los maravillosos vinos canarios, que ya aparecían repetidamente en las obras de Shakespeare●

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