El Lomo y la evolución que reafirma la identidad de sus vinos
Todo un clásico de los vinos de Tenerife, amplía sus referencias a nuevas tendencias

BODEGA EL LOMO. Una de las históricas bodegas que ejemplifica el vino de Tenerife, El Lomo evoluciona para reafirmar la identidad de sus vinos bandera, a la vez que impulsa toda una renovación que amplía la gama de sus productos para ser también ejemplo de las nuevas tendencias y elaboraciones. [En PELLAGOFIO nº 108 (2ª época, junio 2022)].

■ Humberto Pérez poda entre… rosales En la viña alrededor de la bodega las rosas son testigos naturales para detectar la presencia de oídio (ceniza), antes de que infecte a la vid ● |

■ La Bola de Jorge Bosch, ahora en El Lomo Los churros de pescado que el chef elabora con merluza, con mayonesa de mango, ahora en el espacio de restauración de la propia bodega ● |
(Listán negro, negramoll y listán blanco de cepas viejas)
■ De gran color. Aromas de caramelo de café, especias, fruta madura muy rica. Moderno, de trago largo, equilibrado.
(Monovarietal de listán negro)
■ Aromas de hierbas y frutas, incienso, muy franco y con bastante carácter. Fresco e intenso, medio en boca. Equilibrado, elegante. Un vino volcánico para beber Tegueste.
Catas realizadas por Mario Reyes
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(Listán blanco)
■ Muy limpio. Aromas de intensidad media, tarda un poco en abrirse. Guayaba, nota característica de este vino. Seco, algo amargo y fresco, necesita tiempo para expresarse, pero al poco se muestra agradable y con bastante personalidad en boca.

(Listán negro y negramoll)
■ Rosado de precioso color pálido y brillante, muy luminoso. Aromas discretos de frutas tropicales, con algo de fruta roja. En boca es goloso, corto y fácil de beber. Para ideas más jóvenes de consumo y en momentos desenfadados. Quizás también unas buenas garbanzas.

(Gual, vijariego blanco, verdello y albillo)
■ Melocotón maduro, casi confitado. Notas de hierbas y especiadas, se abre bien en nariz. Boca bien armada con acidez marcada y toques cítricos. Restos de hierba húmeda al final. Es un blanco armado para comer con cualquier cosa. Invita a beber.

(Listán negro, castellana, vijariego negro y tintilla)
■ De capa media-alta. Recuerdos a pimientas, especias, vainilla, cacao. Con aromas más terciarios, pero sin perder la idea del vino base. En boca es bastante sabroso, redondo, con cuerpo y elegancia. Buena acidez y volumen. Aún muy joven para sus características, un valor seguro de esta bodega.
«Hemos aprovechado este tiempo de pandemia, cuando ya veníamos de varias crisis, para reinventarnos»CLARA RODRÍGUEZ, bodeguera
Por YURI MILLARES
En un sector como el vitivinícola siempre en evolución, la Bodega El Lomo se está distinguiendo en los últimos años por una fuerte apuesta renovadora sin perder su identidad. En un mercado con tanta competencia como el del vino, diferenciarse es un camino tan necesario como arriesgado. «Tienes que cuidar mucho más el producto y tu imagen. Estamos haciendo nuevos vinos para los hijos de quienes tomaban nuestros vinos», explica la bodeguera Clara Rodríguez, consciente de la necesidad de crecer con cada nueva generación.
«Lo que hacemos es respetar la tradición y actualizarla. Es importante no perder la identidad, preservamos la identidad de nuestros vinos sobre una base de uva autóctona y unas formas de elaboración que son reconocibles, pero se tiene que ver una evolución que recoge el testigo de 30 años de existencia y los cambios que requieren los perfiles actuales del consumidor de vinos», añade Borja de Mesa, gerente de la bodega.
Las tendencias actuales del vino reafirman una posición que Canarias potencia hace tiempo: la apuesta por una agricultura más sostenible a partir de variedades autóctonas
Las tendencias actuales del vino reafirman una posición que Canarias potencia hace tiempo: la apuesta por una agricultura más sostenible a partir de variedades autóctonas, por estar mejor adaptadas a cada territorio al tiempo que aportar vinos más originales y singulares. El Lomo no fue ajena a una práctica que se extendió por el archipiélago a finales del pasado siglo XX de introducir variedades foráneas que se decían «mejorantes» de los vinos locales. Eso ya es historia.
«Que yo recuerde, en su día se plantó rubí cabernet, cabernet sauvignon, syrah y tempranillo –dice Humberto Pérez, técnico de la bodega a cargo del viñedo y de la elaboración de los vinos–. En su día se buscaron otras cosas, pero ahora mismo lo estamos reconvirtiendo, plantando e injertado a lo que funciona aquí: listán, negramoll, vijariego negro, tintilla, baboso, variedades nuestras».
Para quien busca vinos más complejos, la gama alta ofrece vinos que marcan identidad con ediciones limitadas, uvas de parcela y crianzas en madera
Clásicos, Crazy Wines y más
La gama de elaboraciones «ha crecido mucho –sonríe Clara Rodríguez–, hemos aprovechado este tiempo de pandemia, cuando ya veníamos de varias crisis, para reinventarnos». Los buques insignia siguen siendo los clásicos tinto y blanco que identifican a la bodega, serían la gama media. La gama de vinos para clientes más jóvenes tiene en los Crazy Wines unos vinos fáciles de beber, con una imagen divertida y nombres llamativos. Mientras que para quien busca vinos más complejos, la gama alta ofrece vinos que marcan identidad con ediciones limitadas, uvas de parcela y crianzas en madera.
No queda ahí la cosa. Además, han sorprendido con sus vermuts, un tipo de elaboración novedosa en Canarias por el que ya se han adentrado algunas bodegas isleñas. ¿Por qué en El Lomo?, preguntamos a la bodeguera.
«Porque teníamos ganas; porque aparece la persona adecuada para hacer ese vermut [el coctelero, Abel López]; porque estábamos en pandemia, había mucho vino en bodega y era una alternativa para poderlo sacar; y porque queríamos hacer productos nuevos alternativos», responde Clara Rodríguez. «Y va a pasar lo mismo con nuestros vermuts que con los vinos, que nos identifican con el terruño. Son diferentes», dice Borja de Mesa.
Número 18 es el nombre del vermut de El Lomo, que coincide con el número de la bodega en el callejero, es un número de buena suerte y la base vínica de los listanes negro y blanco incluye 18 botánicos para sus primeros dos vermuts: un rosso y un blanco. Son «totalmente distintos, van a sorprender y son para tomar tanto en una mesa de alta cocina como a pie de playa», añade.
Los vinos
En la gama Crazy Wines de vinos jóvenes, Disparate es el maceración carbónica, elaborado con uva listán negro. Un vino de copeo, su grado alcohólico no es muy alto. «Con chispa, que gusta porque no tiene el cuerpo, ni la astringencia, ni la madurez de un tinto con barrica», destaca Humberto Pérez.
Chiquita Locura es un tinto joven de cepas nuevas listán negro, negramoll y listán blanco que aportan aromas agradables (tiólicos), fermentativos. «Tienen mucha fruta roja, mucha fresa, muy fácil de beber, poca graduación».
Corazón Negro es un blanc de noirs, un vino blanco de uva tinta listán. «Un semidulce nada empalagoso para que apetezca repetir otra copa y pueda acompañar un plato en una mesa. Tiene aromas muy frutales, sale mucha pera».
En Rósame tenemos un rosado semidulce de listán negro y algo de negramoll, goloso y de un color muy atractivo. «En Canarias gusta mucho», señala Pérez.
Los clásicos o tradicionales de El Lomo son el Listán Negro (cien por cien de esta variedad de uva de diferentes parcelas de Tegueste y el resto de la comarca de Tacoronte-Acentejo) y el Listán Blanco también monovarietal con uvas de altura del sur de la isla (viña de secano muy vieja) y de medianías del valle de La Orotava.
En esta gama media también se sitúa el Vendimia Seleccionada de listán negro, negramoll y algo de tintilla, uno de los dos que llaman «vinos itinerantes» (junto al Barco de Tierra Adentro, no se elabora todos los años). Hace la fermentación maloláctica – que redondea el vino, tras la fermentación alcohólica– en barrica, pero no tiene pase por barrica posterior.
En la gama de vinos complejos, los que denominan vinos con nombre propio, está el tinto Origen 1989, «el primer vino de parcela que se hace bajo una DO en Canarias», destaca Humberto Pérez. En este caso de la parcela Los Laureles, en Tegueste. De uvas listán negro, castellana, vijariego negro y tintilla, pasa seis meses en barrica de roble francés de 500 litros, 20 días en depósito acero inoxidable, se embotella sin filtrar y queda un año en reposo.
El Barco de Tierra Adentro «es un homenaje a la viticultura tradicional del norte de la isla, a la forma en que se hacían los vinos antes: coupage de variedades y paso por barricas usadas»BORJA DE MESA, gerente
El blanco Qori se elabora con las variedades gual, vijariego blanco, verdello y albillo de una finca que tienen en La Caridad (Tacoronte). «Lo peculiar de este vino –continúa– es que la uva gual se fermenta por separado con pieles y algo de raspón y terminados los vinos se hace coupage. Lleva trabajo con lías finas durante tres meses, se deja reposar, se estabiliza con frío y se embotella sin filtrar». Qori es oro en quechua, «un homenaje al Nuevo Mundo para recordar que Canarias era la primera parada donde esa papa, ese cacao, ese tabaco… se descargó por primera vez», explica Borja de Mesa.
Por último –el otro vino itinerante «si la parcela lo permite y el año proporciona las uvas con que se elabora»–, el Barco de Tierra Adentro, en referencia a la romería de los barcos de Tegueste, «es un homenaje a la viticultura tradicional del norte de la isla, a la forma en que se hacían los vinos antes y rescatamos el coupage de variedades y el paso por barricas usadas. No se hacen como se hacían antes –precisa De Mesa–, sino con lo que sabemos ahora y con toda la expertía, pero sí tiene esos elementos de un vino con contrastes muy potentes».