Bodegas, uvas y vinos

Hoyos y uvas en el cortijo que dio nombre a La Geria

La comarca de La Geria es de sobras conocida en el todo mundo, por ser una singularísima zona de cultivo de la vid en un paisaje sobrecogedor de cenizas volcánicas. Aquí se asientan hoy varias bodegas, alguna de ellas, como es el caso de Rubicón, desde hace siglos. Sus tierras, su edificio e incluso la ermita junto a ella son, precisamente, lo que queda de una finca donde está el origen del nombre de La Geria. [En PELLAGOFIO nº 23 (2ª época, septiembre 2014).]

Por YURI MILLARES

La comarca de La Geria es de sobras conocida en el mundo como una singularísima zona de cultivo de la vid, en un paisaje sobrecogedor de cenizas volcánicas. En este territorio se asientan hoy varias bodegas, algunas de ellas desde hace siglos. Es el caso de Rubicón, la más antigua de la zona. Sus tierras, su edificio e incluso la ermita junto a ella son, precisamente, lo que queda de una finca donde está el origen del nombre de La Geria.

Ermita de la Caridad y, detrás, el edificio de Bodegas Rubicón./ FOTO TATO GONÇALVES
Ermita de la Caridad y, detrás, el edificio de Bodegas Rubicón (En la imagen de cabecera: Germán López y Alberto González rodeados por una única, enorme y vieja vid de uva moscatel dentro de un gran hoyo de La Geria).| FOTOS TATO GONÇALVES

El documento más antiguo con el nombre de La Geria lleva fecha de 1570, cuando Marcos Verde, Justa Melián, Diego Vázquez y Margarita Ruiz firman la venta del “Cortijo de La Geria” al reverendo Luis de Bethancourt (en aquel año “vicario y beneficiado de Lanzarote”), según han podido confirmar en Bodegas Rubicón. En Canarias, una finca que se llama “cortijo” es aquella dedicada al aprovechamiento ganadero, aunque también se dedique a la agricultura. Y en el siglo XVII éste era un rico y próspero cortijo que había pasado a manos del arcipreste Diego de Laguna, que en 1698 mandó construir la ermita de La Caridad. Pero la riqueza de esta finca donde se cultivaban diversos cereales quedó sepultada –literalmente– durante las terribles erupciones volcánicas que se sucedieron entre 1730 y 1736. El cortijo de La Geria ya había desaparecido de la vista en diciembre de 1730, cubierto por la ceniza volcánica, pero pudieron desenterrar algunas dependencias y la propia ermita.

A partir de 1735
“Es aquí en la propiedad de los curas, a partir de 1735, donde primero se empieza a cultivar La Geria en hoyos”, nos guía por el lugar Alberto González Plasencia, enólogo de Bodegas Rubicón. “Caminando por la finca puedes encontrar las cepas más antiguas de La Geria, de más de 300 años, pie franco y troncos enormes –continúa–. Empezaron a hacer los hoyos y la gente comenzó a hablar de ‘los hoyos del cortijo de La Geria’ y al final todo es Geria y todo son hoyos”.

La antigua bodega guarda sus barricas en una nave bajo tierra./ FOTO TATO GONCALVES
La antigua bodega guarda sus barricas en una nave bajo tierra./ FOTO T. G.
Después de 1735, “con el auge de la malvasía en Canarias, del Canary Wine y de las destilaciones de los falsos Madeira, en Lanzarote volvió a coger importancia la agricultura, pasó de los cereales a la viña y extiende los cultivos de viñedo”, explica. El cortijo amplía sus instalaciones, añadiendo una bodega (para transformar en vino la uva de las cosechas que empieza a producir) y una casa señorial junto a ella. A finales de ese siglo XVIII ya se relaciona a la familia Fajardo-Spínola con el cortijo, hasta que en 1979 –con la finca en decadencia– Dolores Fajardo vende la propiedad a German López Figueras, que le devuelve al lugar el esplendor de una gran bodega.

Alberto González, enólogo de Bodegas Rubicón, comprueba la graduación de la uva días antes de la vendimia.| FOTO YURI MILLARES
Alberto González, enólogo de Bodegas Rubicón, comprueba la graduación de la uva días antes de la vendimia.| FOTO YURI MILLARES

Bodegas Rubicón ha convertido en museo sus antiguas dependencias, a la vez que elabora vino en las nuevas y modernas instalaciones con las que se ha dotado. El impulso más reciente a sus vinos ha llegado de la mano del enólogo Alberto González, incorporado recientemente al equipo humano de la bodega, elaborando ya el vino de la cosecha 2013. Como gran profesional que ha revolucionado los vinos de Lanzarote (dando valor a la uva tinta en su bodega Cenizas del Timanfaya, para elaborar grandes vinos en una isla de vinos blancos; organizando, creando y poniendo en funcionamiento la bodega con la mejor tecnología de Canarias, Stratvs), Alberto se mueve a gusto entre una moderna bodega equipada con todo lo que necesita para trabajar, pero disfruta igualmente “viajando” por la historia en las antiguas dependencias.

“La uva entraba por aquella ventana, venía en cestones en camello –sigue guiándonos por la parte de la vieja bodega–. En esa época [de finales del s. XIX] ya existían las despalilladoras, pero de madera y manuales, y ya existía el concepto de que para hacer un buen vino había que desgranar la uva, quitar el raspón. El vino, una vez fermentado se pasaba a una sala de crianza –dice mientras caminamos por una enorme sala de barricas por debajo del nivel del suelo–, aquí ya notamos el fresquito al llegar, porque en Lanzarote utilizaban el sistema de los antiguos majos, que vivían en casas hondas, semienterradas y con techos en bóveda de piedra: con la ventilación en alto mantenían una temperatura constante en verano e invierno. Y el piso de rofe [“picón” o ceniza volcánica] se mojaba con agua y mantenía la humedad que cuando subía con la corriente de aire produce una inversión térmica, de manera que aquí siempre hay 18-20ºC y fuera puede haber 40 grados”.

Con el Amalia malvasía seco, de cepas de 300 años y uvas con madurez extrema, Bodegas Rubicón obtuvo la medalla de oro de Vinalies en París

Germán López en los hoyos de La Geria junto a la bodega, en la vendimia 2014./ FOTO T. G.
Germán López en los hoyos de La Geria junto a la bodega, en la vendimia 2014./ FOTO T. G.
Los vinos Rubicón y Amalia
Bodegas Rubicón elabora una amplia gama de vinos amparados en dos marcas: Rubicón y Amalia. “Rubicón es el vino básico de la bodega (tinto, blanco, semidulce) y Amalia es la gama alta (con un seco malvasía de cepas de 300 años, madurez extrema, mineralidad, con el que en el primer año ya tenemos la medalla de oro de Vinalies en París, un concurso muy difícil; un tinto con prensado muy fuerte y ocho meses de barrica; y un tinto de autor, de edición limitada, más suave con sus dos meses en barrica, de uvas listán negro seleccionadas de la zona del valle junto a Uga, tinta conejera, tintilla y algo de syrah)”, describe el enólogo. Y como joyas dulces, el Rubicón moscatel (Gran Baco de Oro en Madrid y otras medallas de plata y oro en otros concursos) y el Sweet Gold. Además de los que emplea otra gran variedad de uva de Lanzarote: la diego. “Los vinos Don Diego y Doña Dulce son una edición limitada en la que el Diego lleva también un poco de moscatel y el Dulce moscatel tiene un poco de diego”.

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■ LA CATA / Rubicón moscatel
Sorprendente y fresco moscatel

Por MARIO REYES
Sumiller y propietario de la Enoteca El Zarcillo, en Tafira Alta.

El capricho y la niña mimada de su propietario, Germán, el vino que nadie puede cambiar de fórmula, es un estilo de moscatel no muy común en Lanzarote, donde es más habitual la pasificación y luego elaboración y encabezado. Rubicón moscatel nos muestra el lado más fresco de la uva, con sus característicos aromas de lichy, milflores y agua de rosas. Es fragante y fino a la vez, te enamora su nariz desde el primer momento. Se debe beber fresco pero no muy frío y en su paso por boca deja el rastro de dulzor, muy resbaladizo y sin excesos. Posee la acidez de su vendimia temprana y se mantiene en boca con alma de néctar. No dejes de probarlo con algún queso de la isla.

Bodegas Rubicón.
Marca:
Rubicón moscatel.
Tipo: dulce.
Uvas: moscatel de Alejandría.
Añada: 2013.
Graduación: 12,5.
DO: Lanzarote ●

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