Malvasía de La Palma, entre las 13 que hay en el mundo
Inventario genético / Desentrañando el origen de una uva mítica

De las 284 variedades registradas como ‘malvasía’, la gran mayoría no lo son. El origen de esta uva tan admirada y mítica ha estado en el centro de las I Jornadas sobre Malvasía celebradas este verano en Fuencaliente. Las más antiguas procederían de la costa adriática y sur de Italia, de donde vendría la Malvasía de La Palma. [En PELLAGOFIO nº 111 (2ª época, octubre 2022)].
Por YURI MILLARES
Las uvas genéricamente denominadas por todo el mundo malvasía —y son muchas— suscitan gran interés desde hace años por saber su origen. Para conocer más sobre la malvasía aromática, la variedad que se cultiva en La Palma, y saber si es una malvasía «verdadera» (o forma parte del grupo que sólo llevan el nombre), el Ayuntamiento de Fuencaliente abanderó la celebración de unas jornadas técnicas. Contaron, además, con el apoyo de Parques Nacionales, de la Reserva Mundial de la Biosfera de La Palma y del Cabildo de la isla.

Entre las distintas ponencias, se esperaba conocer los resultados de la investigación realizada por la científica de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, Maria Francesca Fort Marsal.
Esta genetista lleva años estudiando y analizando el ADN de las variedades de uva de las islas Canarias. Tomando como referencia la base de datos internacional del catálogo VIVC —que posee el mayor número de perfiles moleculares o microsatélites de variedades con el nombre de Malvasía— se encontró nada menos que con 284 individuos registrados. De todos ellos descartó 222: genéticamente correspondían a otras variedades, o a nombres sinónimos de las 62 variedades que sí son consideradas de la «familia de la Malvasía».
Bases de datos disponibles
De esas 62 referencias, las bases de datos disponibles sólo contienen información genética de 42 variedades. En éstas se centró la investigadora para realizar su estudio [ver artículo en esta revista].
Agrupadas en cuatro poblaciones (una originaria de la costa adriática de los Balcanes y el sur de la Península Itálica; otra ubicada en la Península Ibérica; y dos más en la mitad norte de la Península Itálica), con los datos de ADN obtenidos la doctora Fort pudo emitir la hipótesis de que, «no sería erróneo considerar las verdaderas malvasías a las más antiguas (población balcánica y del sur de la Península Itálica) y a las derivadas de ellas por cruces naturales (población de la Península Ibérica)».
Entre las 13 posibles «malvasías verdaderas» estarían la malvasía aromática o malvasía de La Palma, la malvasía volcánica o malvasía de Lanzarote y la malvasía rosada de Canarias
De este modo, pudo señalar que sólo 13 eran las posibles «malvasías verdaderas». Por su origen estarían la malvasía dubrovacka (que en Canarias se denomina malvasía aromática o malvasía de La Palma), y otras siete (las malvasías bianca, bianca maccarrone, del Lazio, del Cilento, istriana, bianca lunga y zupska). Como resultado de cruces estarían la malvasía volcánica o malvasía de Lanzarote y otras tres (las malvasías babosa, nera di Brindisi y nera di Basilicata). Por mutación, la malvasía dubrovacka rosada, o malvasía rosada en Canarias (y una más con posibilidades de ser considerada también verdadera: la bianca di Candia).
Fantasía y vinos con historia
La también esperada ponencia de Pedro Ballesteros, Master of Wine (uno de los mayores reconocimientos internacionales del sector vinícola, emitida por una institución académica del Reino Unido), señaló a la malvasía como «uno de los nombres más míticos» y que, como tal, «no había cesado de ser utilizado para cualquier fantasía que se quisiera comunicar con sus vinos en su larga historia», de ahí la existencia tan prolífica de variedades con el término malvasía en sus nombres.
Uno de los factores que más repercute en la pérdida de volumen de la cosecha palmera es el abandono de los viñedos por el envejecimiento de los viticultores

Centrándose en la malvasía de La Palma y en su viticultura alabó los vinos de esta uva, destacó que se cultivaba bien, aunque también detectó mejoras a realizar en los sistemas de conducción y poda actuales, «ya que la superposición foliar repercutía en una pérdida fotosintética y todo ello en el rendimiento final de la vendimia».
El volumen de cosecha es corto, dijo, y debe crecer «si los vinos de malvasía de la isla quieren ser competitivos y los viticultores palmeros quieren sobrevivir», aunque reconoció ser consciente de que uno de los factores que más repercutía en la pérdida de volumen de la cosecha palmera era el abandono de los viñedos por el envejecimiento de los viticultores (un grave problema que no se circunscribe sólo a esta isla).
Teorías sobre el origen y su llegada a Canarias
Juancho Asenjo, divulgador y humanista del vino, presentó su ponencia por escrito ante la imposibilidad de poder acudir en persona, que la doctora Fort se ocupó de transmitir a los presentes.
Incluía la definición de malvasía que considera más adecuada: «Con el nombre malvasía se identifica un numeroso grupo de variedades muy diferentes entre ellas ampelográficamente y llamadas con el mismo nombre, para producir, desde el Medioevo, vinos de características organolépticas análogas con una graduación alcohólica alta y con elevado azúcar residual».
La gran expansión de esta variedad se debió básicamente a la Serenísima República de Venecia, la ciudad-estado de los venecianos a orillas del Adriático: era comercio y prestigio
Al referirse a su origen, presentó dos hipótesis: Monemvasía (en el Peloponeso) o Malevizi (en Creta), como sugiere en un artículo el investigador y copropietario de Bodegas El Grifo Juan José Otamendi Rodríguez-Bethencourt. Para Asenjo, lo que sí está más claro es que la gran expansión de esta variedad se debió básicamente a la Serenísima República de Venecia, la ciudad-estado de los venecianos a orillas del Adriático. Para los venecianos la malvasía era más que una variedad o un vino: era comercio y prestigio.
En su opinión hay también dos teorías sobre la entrada de la malvasía en Madeira y, de ahí, a Canarias. La primera, de la mano del portugués Enrique el Navegante que introdujo la caña de azúcar y los vinos con variedades del Mediterráneo entre las que estaría la malvasía que procedía de Candia (Creta). Por cierto, única variedad que había en el siglo XV-XVI cuyo nombre se conocía. La otra teoría es que fueran los venecianos los que la introdujeron junto con el sistema de conducción más extendido en la isla, la pérgola.