Tocando el pito con acento alemán y cultivando viña

Uwe Urbach es un personaje muy singular de la isla de El Hierro. Por diversas y sorprendentes casualidades de la vida, dejó su trabajo de 16 horas en una oficina en Alemania y acabó viviendo en el valle del Golfo, donde cultiva uva ecológica de variedades antiguas –como la verijadiego o la baboso– y elaborando unos vinos muy sabrosos y originales, que vende en el mercadillo municipal, en Frontera. [En PELLAGOFIO nº 25 (2ª época, noviembre 2014).]
Por YURI MILLARES
Natural de Bavaria, el Land alemán famoso por la cerveza, Uwe Urbach reconoce que es “bávaro, pero no me gusta tanto la cerveza; una de trigo me la bebo con gusto, pero siempre me gustó más el vino”, ríe pícaro. Afincado en el valle del Golfo, tuvo como maestros de la tradición isleña a dos viticultores de edad avanzada, “gente de la viña, gente de campo, y con ellos aprendí, especialmente con don Pedro Ortiz, de Sabinosa, que me echó una mano increíble y yo se lo agradezco mucho. Y la finca se levantó”.
Levantó la viña tradicional del suelo y la puso en parral bajo (“Vas a matar la viña”, le decían)

16 horas en una oficina
La viña, sin embargo, no le da todavía suficiente para vivir de sus vinos, así que tiene una empresa de alquiler de maquinaria. Ser empresario es algo que conoce, pues en Alemania tenía su propia empresa con 20 empleados. Pero, explica en su bien entendible español con acento alemán, “yo era un workcoholic [adicto al trabajo], normalmente trabajaba 16 horas al día en una oficina. Un día mi mujer en paz descanse [Sigrid] me dijo: ‘Así no podemos seguir, estás matándote’. Yo lo notaba en el cuerpo”.
Ella le propuso coger una pensión o un hotelito en algún lugar tranquilo. El momento pareció llegar cuando su cuñada “nos dice que ha leído, en el periódico de nuestra región, que había una pensión en venta. Llamamos y resulta que estaba en Garmisch-Partenkirchen, en el linde de Alemania con Austria, un sitio famoso porque hacen campeonatos de esquí. Llamé y me dice el hombre al teléfono ‘sí, tiene tantas habitaciones y está en El Hierro’. Y digo ‘jolines, explícame dónde está El Hierro’ y me contesta que es una isla en Canarias. ¡Oh, oh, un poquito lejos!”.
«Un Fokker con 40 plazas sin seguridad: había una cortina que separaba al piloto del público! Yo estaba alucinando»UWE URBACH
Pero no se echaron atrás. Llamaron a la isla por teléfono a preguntar por la dueña de la pensión, que era alemana. “Al principio me salió un hombre y no entendí ni pu en español. Llamé al día siguiente y la dueña me dijo que sí, que estaba a la venta y que fuéramos hasta allá a verla”. Y para El Hierro fueron. “Llegamos con dificultades, pues tuvimos que dormir dos noches en el Puerto de la Cruz, en Tenerife, ya que no había billetes en el avión, un Fokker con 40 plazas ¡sin seguridad: había una cortina que separaba al piloto del público! –recuerda asombrado, entre risas–. Yo estaba alucinando, porque no estaba acostumbrado a eso”.
Pionero en El Hierro
En El Hierro alquilan un coche para ir a Frontera y se quedan asombrados con el paisaje. “Me tocó la suerte de que la cumbre estaba sin nubes, ¡ay, qué preciosidad! Pero bajamos y llegamos a la pensión, donde la dueña nos dice ¡que ha vendido la pensión a su hijo!”. Y aunque cuesta creerlo, Uwe casi se alegró de ello, porque la pensión no le gustó. ¡Pero sí se enamoró de la isla!
Era el año 1989 y todavía “muchos sitios no tenían agua ni electricidad, muchas carreteras eran pistas de polvo. Me sentí como un pionero, me gustaba la idea de empezar desde cero”. No tardó en integrarse en la vida de los herreños. Compró finca con viña, se hizo una casa y pensó “en vivir tranquilo con el poquito dinero que tenía de la venta de mi empresa”. Pero, vuelve a reír, “me lo dijo aquí un viejo y tenía razón: ‘cada uno se lleva’, lo que significa que si en un país un hombre es gandul, en el próximo seguirá igual. Y si en un caso como el mío, trabajaba como un idiota, aquí sigo trabajando también. No las 16 horas de Alemania, pero 12 horas fue normal”.
«Toco la flauta dulce, aprendí cuando estaba en un convento»UWE URBACH
Pero decíamos que se integró a la vida del herreño: Uwe se apuntó, nada más llegar, al tradicional juego de bolas. Entonces le preguntaron si tocaba algún instrumento. “Sí, toco la flauta dulce, aprendí cuando estaba en un convento” respondió, ya que estuvo interno de niño seis años con unas monjas en Alemania. “Pues me dicen: ¿y por qué no vas a tocar el pito?”. Y eso hizo. En 1993 participó en la primera Bajada de la Virgen como integrante del grupo folclórico Joapira, de Frontera, con el que ha llegado de gira ¡hasta Alemania!
Tras unos años de baja en el grupo (por trabajo, por fallecer su esposa), ha recuperado el ánimo y ha vuelto a tocar el pito, mientras sigue ilusionado trabajando la viña y haciendo vino con su actual compañera, Dulce Casanova –canaria de padre gomero y madre herreña, pero criada en Australia durante 40 años–. Almas gemelas en lo que a búsqueda de un lugar tranquilo en el mundo para vivir: El Hierro.
Enamora con recuerdos imborrables
Por MARIO REYES
Sumiller y propietario de la Enoteca El Zarcillo, en Tafira Alta.
Un descubrimiento que nos hace reflexionar sobre la ortodoxia de los vinos que conocemos a través de los circuitos convencionales. Nos hace estar cada vez más seguros de que el buen vino es el resultado de uva y cariño (tiene alma), algo a veces difícil de plasmar a través de una cata escrita. ¡Precioso e intenso color burdeos de capa alta! Al olerlo, te hace viajar a esos vinos dulces malagueños, te hace disfrutar con ligeros toques de regaliz, de ciruelas pasas y arándanos secos.
Es muy goloso y con ciertas notas oxidativas. La boca es de un equilibrio exquisito, donde su ligero dulzor acompaña perfectamente su acidez natural y su alcohol también natural y perfectamente integrado. En definitiva un vino que enamora y deja recuerdos imborrables.
Uwe Urbach
Marca: Verijadiego negro afrutado.
Tipo: tinto semidulce.
Uvas: verijadiego tinta procedente de agricultura ecológica.
Añada: 2012.
Graduación: 16.
Botella: 50 cl ●