Bodegas, uvas y vinos

Vino natural Mogarén, los orígenes de la mejor tradición

Relevo generacional en la antigua bodega Las Moranas cuando parecía abocada al cierre

BODEGA MOGARÉN. Después de 40 años recuperando la viticultura y elevando el listón de los vinos de Gran Canaria, la jubilación de los hermanos Segundo y Miguel Martel podía haber sido la extinción de una exitosa experiencia. Pero “se alinearon los astros” y ha habido un imprevisto relevo generacional en la Bodega Mogarén. [En PELLAGOFIO nº 104 (2ª época, febrero 2022)].

■ Recuperando parcelas
“El año pasado ya no le pusimos ningún insecticida ni fungicida a la viña, sólo tratamientos naturales”, explica Segundo Martel mientras recorre sus parras más antiguas limpiándolas de la presencia de cochinilla. “La idea de fondo no es sólo mantener la bodega, es la recuperación de viñedos de gente mayor que abandona”, dice Mario Reyes, que con su socio Juan Manuel Rodríguez están ya en la tarea de recuperar dos parcelas que estaban abandonadas próximas a las de Martel ●

■ Aprender compartiendo
“Hemos venido con humildad a aprender y nos hemos encontrado con una persona que le gusta enseñar, que es Segundo, al tiempo que introducimos nuestra filosofía de tratar la viña de manera más observativa y menos intervencionista y hacer vinos naturales con lo qué de la uva, filosofía que él ha adoptado de manera innata, porque en el proceso de aprendizaje nos surgen dudas y hemos compartido botellas”, explican Mario Reyes y Juan Manuel Rodríguez ●

■ Mogarén 2021 natural
Casi únicamente de uva listán negro, la mitad del vino pasó tres meses por barrica de roble francés para luego ser ensamblado. Sin filtrar ni clarificar y sin aditivos enológicos, es de color rojo picota con buena intensidad. Destaca por sus aromas de fruta negra madura, con notas florales y de pimienta negra. Limpio y muy franco, sin aromas vegetales en nariz, es redondo en boca. De cuerpo medio y persistencia media, resalta por su equilibrio entre acidez y dulzor ●

«Yo no tengo ningún título, mi experiencia es la bodega, desarrollas un sentido», dice Segundo Martel, con una gran sabiduría atesorada tras tantos años dedicado a la viña y la bodega

Por YURI MILLARES

El 23 de febrero de 2022 hará 26 años que la Bodega Mogarén (en 1996 se llamaba Las Moranas) embotellaba su primer vino. Diez años atrás, a mediados de los 80, Segundo Martel se encontró con una herencia en Llanos de Cuba (municipio de Valsequillo) que cambiaría su vida. “Heredo unas tierras de mi madre, donde mi padre había arrancado las parras para dedicarse a cultivar hortalizas y tenía vacas. Las orillas aún estaban plantadas de viña, pero cuando voy a vender la uva me encuentro que no tiene mercado”, hace memoria.

Dedicado a la hostelería y entonces regentando un bar, lo que se le ocurre es “empezar a hacer vino en una bañera de lavar la ropa; lo que dio lo metí en una garrafa y la familia se lo bebió y le gustó. Al año siguiente no vendí ninguna uva, sino que hice más vino y así sucesivamente hasta el año 1988, cuando hice unos 1.600 litros, empiezo a venderlo en el bar y a la gente le gusta”. Había nacido una bodega en Las Vegas de Valsequillo.

La viña de Segundo Martel en Las Moranas (Valsequillo) sigue aportando la uva a la bodega Mogarén. | FOTO Y. MILLARES

En realidad, Segundo no entendía de viña ni sabía hacer vino, pero él y su hermano Miguel (que también heredó otras parcelas próximas) decidieron reencontrarse con una tradición perdida que se remontaba al tatarabuelo, cuya finca ocupaba una gran extensión de viña que luego se fue troceando en sucesivas herencias hasta llegar a ellos una pequeña parte.

“Él empezaba a trabajar en el Valle de los Nueve y terminaba en Risco Blanco, todo el valle estaba plantado de viña y tenía tres bodegas: un abajo, cerca del cruce de Los Llanetes (todavía existe la casa roja), después tenía donde yo hago el vino en Las Moranas y otra en El Pedregal y exportaba vino incluso a algunas cortes europeas”, relata, pues estuvo averiguando lo que pudo sobre la historia de su lejano pariente, consultando incluso al cronista oficial de su pueblo.

Aprender sin descanso
Lo que vino después fue un enorme esfuerzo por aprender y mejorar. Se apuntó a infinidad de cursos, desde la poda de la viña a la cata de vinos, pasando por toda clase de formación que le fuera útil. Fue el primer presidente de Asociación de Viticultores y Bodegueros de Gran Canaria y trabajó incansable por lograr la denominación de origen de los vinos de la isla, cuando cedió el testigo de encabezar la asociación a otro socio.

Sus primeros vinos, recuerda, eran completamente naturales. “Yo empecé a hacer vino sin saber nada. Cuando supe un poco más me compré un libro. No utilizaba ningún aditivo, era lo que daba la uva. Pasados los años, en 1992, ya hacía 4.000 litros y siempre lo vendía en el bar”.

Después, con asesoramiento profesional, fue corrigendo los problemas que le iban surgiendo. “Tuve problemas de fermentación y tuvimos que añadir levaduras. Fue cuando empecé a utilizar aditivos y tener relación con los enólogos”.

Con el relevo generacional sin ruptura, Segundo Martel cuida la viña de manera más observativa y menos intervencionista en la línea que quieren trabajar Mario Reyes y Juan Manuel Rodríguez para hacer los vinos «sin ponerle nada»

“Yo no tengo ningún título, mi experiencia es la bodega, desarrollas un sentido”, dice con modestia. Pero, con una gran sabiduría atesorada tras tantos años dedicado a la viña y la bodega, sus vinos destacan por su delicado trabajo y los buenos resultados (entre ellos, el primer crianza monovarietal de uva listán negro de la isla). Cuando se jubiló y, poco después, también hizo lo propio su hermano Miguel sin que en la familia hubiera relevo generacional, dejaron de elaborar y le ofrecieron al sumiller y restaurador Mario Reyes (Vinófilos y El Zarcillo) venderle el stock de botellas que quedaba en bodega.

Lo que pasó después fue toda una sorpresa. Reyes, emprendedor incansable, tomó una decisión que iba mucho más allá. “Me daba mucha pena que una bodega como ésta fuera a cerrar, así que me decidí y me lancé”, reconoce, sin ser consciente del todo en aquel momento de “dónde me estaba metiendo”.

Pero no se echó atrás y buscó el apoyo de un amigo, Juan Manuel Rodríguez, que ahora es socio en la nueva etapa que inicia la Bodega Mogarén con dos premisas básicas: una vuelta a los orígenes en cuanto a elaboración de vinos naturales y de una viña cultivada de modo también natural y ecológico, pero con todo el bagaje de la sabiduría que Segundo Martel está dispuesto a compartir.

El resultado de este relevo generacional sin ruptura entre la tradición del bodeguero saliente y los bodegueros entrantes, pero “tratando la viña de manera más observativa y menos intervencionista y haciendo los vinos sin ponerle nada”, en palabras de Mario Reyes, es el primer vino tinto natural Mogarén, toda una sorpresa para el paladar.

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