Bodegas, uvas y vinos

Vinos con historia, uvas de terruño y los Monje que vienen

Recorrer las instalaciones de Bodegas Monje es una forma muy didáctica y amena de conocer una parte importante de la historia del vino de Tenerife: la que habla de viticultores y bodegueros transformando uvas singulares en vinos originales, en diferentes épocas y con un mismo fin: disfrutar de su calidad. No en vano estamos ante una familia que lleva elaborando vino desde hace cinco generaciones. [En PELLAGOFIO nº 62 (2ª época, marzo 2018)].

Por YURI MILLARES

Movidos por la curiosidad, repetimos visita a Bodegas Monje sabiendo que el año 2018 se presenta con muchas novedades… como si fueran pocos los buenos vinos que aquí ya se vienen elaborando desde hace mucho tiempo. Y cuan turistas en una visita guiada, nos dejamos llevar, una vez más, para recorrer sus instalaciones con Felipe Monje, bodeguero inquieto y emprendedor donde los haya.

Cómo no, comenzamos por pisar el viejo empedrado entre antiguos envases de madera en lo que era la bodega de su padre: barricas (también llamados cascos o toneles) de roble y de castaño que se aprovechaban cuando llegaban llenas a la isla, a bordo de navíos que comerciaban en rutas desde el Caribe o distintos puertos de Península, y ya vacías se remendaban y reutilizaban. Los cascos más viejos “son los de roble que decían de Virginia, y pueden tener 250 años tranquilamente”, señala. Los menos viejos tienen 45 años, son de roble francés y su padre los compró nuevos en Huelva.

Era muy común antes escuchar a la gente aquello de “¡muchacho, tengo un casco de Virginia que me hace un vino buenísimo!”

Era muy común antes escuchar a la gente aquello de “¡muchacho, tengo un casco de Virginia que me hace un vino buenísimo!”. Felipe no puede evitar reír pensando que se atribuía la calidad del vino “no a la viña ni la uva, sino al casco de Virginia”. Aunque, dice, “en cierta manera es verdad”. De hecho, es parte del secreto de la personalidad de su vino Monje Tradicional, porque dentro de estos toneles viejos se han ido formando cristales de tartratos (bitartrato potásico), cristalizaciones naturales procedentes de la uva que con el frío solidifican y “le dan otro toquito de sabor” a dicho vino, que todavía sigue pasando por estas viejas maderas.

Sin embargo, ya no hay quien arregle toneles y según se van deteriorando quedan en desuso, prestando, eso sí, un insustituible servicio decorativo. “Tengo una anécdota aquí cuando era niño: Valentín era un tonelero muy conocido de la zona y a mí me encantaba ayudarle de pibito. Estaba arreglando un casco de estos, yo tendría ocho años, y le pregunté cómo lo cerraba con la última pieza después de desmontar el fondo [el lateral de una barrica]. Tiene ‘un truquillo’, me dice, ‘se tira desde dentro, pero hace falta alguien que ayude, métete para que veas’, y me metí dentro y me cierra –ríe–. Cuando me vi ahí dentro empecé a gritar, ¡eeeh! Se estuvo riendo todo aquel día de mí”.

Dentro de los toneles viejos se han ido formando cristales de tartratos (bitartrato potásico) que “le dan otro toquito de sabor” al vino, explica

Al fondo de la vieja bodega había una tronja y, debajo, estaba la ‘sacristía’, donde se guardaban las barriquitas con los vinos dulces. | FOTO TATO GONÇALVES
Al fondo de la vieja bodega, recuerda, “había una tronja (una viga con unos tableros encima donde guardaba cosas), y debajo tenía mi padre unas barriquitas con vino dulce. Siempre estaba aquí metido, la sacristía le decía. A mi viejo le encantaba tener todos los vinos vitoladitos, se ponía a mezclarlos [de una barrica a otra] y los hacía todos de un estilo muy parecido. Él presumía de eso, decía: Di un casco. ‘Aquel’ y lo daba a probar. ‘Está bueno, don Miguel’. Y decía: Di otro casco… ¡Y estaban todos iguales! Y cuando te emborrachabas, porque aquí se cargaba todo dios, venía a la sacristía para dar a probar el vino dulce –vuelve a reír–. Se lo pasaban de pm”.

En garrafones de cristal
Cuando dejamos atrás la vieja bodega y entramos a la nave donde los vinos ya se empezaron a guardar en depósitos de acero inoxidable, encontramos también unos garrafones grandes de cristal en los que Felipe hizo su propia revolución.

«Los vinos de Canarias empezaron a llamar la atención cuando se empiezan a defangar y salen más aromáticos, más frescos»FELIPE MONJE

“El primer vino blanco defangado de Tenerife fue el [Monje] Dragoblanco (y el segundo de Canarias, porque el primero fue El Grifo) –dice–. A partir de ahí hubo un antes y un después, porque los vinos de Canarias empezaron a llamar la atención cuando se empiezan a defangar, que es evitar que fermenten los mostos”. Y lo explica: “Limpias el mosto, fermentas la parte limpia y salen unos vinos más aromáticos, más frescos, con bonitos colores. La revolución del vino aquí se empezó a hacer palpable cuando los blancos y rosados empezaron a oler y no eran tan oxidados ni tan alcohólicos”.

Botellas del primer espumoso Monje. Un negramoll rosado que saldrá este 2018. | FOTO TATO GONÇALVES
El futuro, bajo tierra
Al entrar, por fin, en la nueva bodega subterránea, con tres plantas bajo tierra, todavía nos encontramos con otros envases que hicieron historia: los depósitos de acero inoxidable donde se realiza la maceración carbónica (con los racimos enteros). Con ellos se hicieron los primeros vinos de maceración carbónica de Canarias, Hollera Monje: “En 1991 empezamos nosotros, en 1992 lo hizo Teneguía [en La Palma, con su tinto García Escámez] y en 1994 sale el de Bodegas Insulares Tenerife [el premiado Viña Norte]”.

La segunda planta subterránea es la de las barricas nuevas para crianzas en pequeñas producciones de sus vinos Listán Negro, Tintilla, Monje de Autor o Evento. Aquí estamos ya en el futuro

La segunda planta subterránea es la de las barricas nuevas para crianzas en pequeñas producciones de sus vinos Listán Negro, Tintilla, Monje de Autor o Evento. Aquí estamos ya en el futuro, donde también ha tenido hasta su embotellado los primeros Monje Bastardo Negro (variedad de uva pariente de la baboso negro que, antes de estudiar su ADN en laboratorio, llamaba “tinta monje” y cultiva en la parcela La Mostaza, a 670 m. de altitud) y Vijariego Negro (de la parcela Mentiroso, a 600 m.), los nuevos vinos que van a salir al mercado en cuestión de días cuando se publique este reportaje, a los que, antes de acabar el año, le seguirán el Monje de Autor Reserva 2012 y el primer vino espumoso Monje con uva negramoll rosada de la cosecha 2015.

■ TINTOS BASTARDO Y VIJARIEGO
Originales, personales y delicados

Por MARIO REYES
Sumiller y propietario de la Enoteca El Zarcillo (Tafira Alta).

El Bastardo Negro es de color rubí claro, limpio y brillante, y aromas limpios con notas de fruta, flores y especias en los que aparece la madera. Un vino que está evolucionando de modo prometedor. Con un tanino bien pulido y muy agradable en boca, encontramos notas minerales, de nuevo las especias, la canela, fruta roja y negra (frambuesa, arándano) y algo de ciruela pasa. Un vino particular e interesante. Con buena evolución, todavía le vendrán bien un par de años en botella. El acompañante perfecto con guisos y con carnes rojas a la brasa o a la plancha.

El Vijariego Negro es rojo intenso con bastante brillo y no mucha intensidad. Aromas de una limpieza extraordinaria, fruta negra crujiente, especias dulces, vainilla y regaliz. Un vino muy delicado y complejo. Todavía a pesar de su edad, por afinar en boca, aunque está muy bien para beber ya. Largo final, tanino equilibrado, presencia de fruta y equilibrada acidez. Un vino original y muy personal, con la delicada mano de un gran bodeguero .

Bodegas Monje

Marca: Bastardo Negro.
Tipo: tinto crianza 8 meses en barrica francesa de 300 litros.
Uva: bastardo negro (100%) de la parcela La Mostaza a 670 m. de altitud.
Añada: 2013.
DOP: Islas Canarias.

Marca: Vijariego Negro.
Tipo: tinto crianza 8 meses en barrica francesa de 300 litros.
Uva: vijariego negro (100%) de la parcela Mentiroso, a 600 m. de altitud.
Añada: 2013.
DOP: Islas Canarias ●

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