El turismo gastronómico sostenible a debate de Teguise
La cultura de la alimentación como reclamo, ¿lujo, moda o simple disfrute?

El turismo gastronómico sostenible fue el tema propositivo y a debate en la segunda edición del congreso que reúne en Teguise a periodistas especializados, coincidiendo con la celebración del festival Saborea Lanzarote. Lo que parece una expresión de excelencia culinaria encierra muchos matices cuando entramos al trapo de qué es sostenible, con qué producto y a qué precio. [En PELLAGOFIO nº 81 (2ª época, diciembre 2019)].
Por YURI MILLARES

El II Congreso Internacional de Periodismo Gastronómico, organizado en cuatro mesas de debate, tuvo en la primera de ellas, precisamente, el concepto de “turismo gastronómico sostenible” que, como señaló al presentar el inicio de las sesiones el periodista Xavier Agulló, debe incorporar los tres pilares de la sostenibilidad: la medioambiental (en especial, con la reducción de emisiones), la sociocultural (para mantener la autenticidad y singularidad de un destino) y el económico (con distribución equitativa de los ingresos generados por el turismo entre todos los actores).
«Dudo mucho que el turista que visita la costa en España lo haga por el turismo gastronómico, ahí lo que hay es paellador y sangría» JULIA PÉREZ, GastroActitud
“Yo tengo sentimientos encontrados: las entidades turísticas echan mano ahora del turismo gastronómico porque vende. Se habla de un importante porcentaje de turistas que viene a España por la gastronomía, pero dudo mucho que el turista que visita la costa en España lo haga por el turismo gastronómico, porque ahí lo que hay es paellador y sangría. Yo eso no lo considero gastronomía”, confesaba Julia Pérez (GastroActitud) tomando la palabra. Además, quiso destacar, “no hay suficiente producto local para ese turismo gastronómico”.

«El turismo gastronómico está de moda y es turismo de lujo» ANNIE BENNET, The Telegraph
De inmediato trasladó la gran pregunta a sus compañeros de debate: ¿Cómo trasladas la sostenibilidad al turismo de masas que por definición es insostenible? Para Annie Bennett (The Telegraph) no sólo “es algo que está de moda”, además “el turismo gastronómico es turismo de lujo”. Requiere “tiempo, más recursos y una conciencia que no todo el mundo tiene”, coincidieron las dos.
«El turista se deja llevar, el viajero se mueve con los ojos abiertos, busca son cosas distintas de lo convencional» JOSÉ CARLOS CAPEL, El País
José Carlos Capel (El País) quiso diferenciar “entre el turista convencional y el turista viajero que se mueve con los ojos abiertos, es culto, es sensible”. Al final, “el viajero lo que busca son cosas distintas de lo convencional, mientras que el turista se deja llevar”. El colectivo del turismo gastronómico sería, así, el de viajeros “que buscan experiencias, que tienen tiempo y disfrutan con lo que encuentran”.
Pero, ¿eso es caro?, ¿es sostenible? Entra otra variable gastronómica: el producto local que se supone busca ese viajero, ligado a una cultura culinaria determinada. “El producto local es de minorías, no nos engañemos. Si no hubiera los grandes cultivos en Almería o si no estuvieran los tomates canarios, Europa no podría consumir las grandes cantidades de vegetales que se necesita cada año”, precisó Capel.
El debate estaba servido y la palabra abierta a quien más quisiera intervenir. Para Lluís Pujol, gerente de Saborea España, “no sé si es una moda como apuntabais, pero es un argumento de venta para el turismo muy potente y si conseguimos que los políticos piensen que es una moda y nos hacen más caso, para incorporar la gastronomía al establecimiento turístico, permitiría que España no sólo venda sol y playa”.
«El turismo será sostenible o no será» LLUÍS PUJOL, gerente de Saborea España
Desde hace algunos años, destacó, “se hace un gran esfuerzo para enriquecer el turismo de toda la vida y explicar que España no sólo es playa, no sólo es masificación”, compartiendo que la sostenibilidad de la gastronomía “tiene que ser económica, social y ecológica medioambientalmente”.
Aunque quiso diferenciar entre “alimentación (cuando voy a un país, me alimento)” y “cultura gastronómica (que hay incorporar poco a poco: me puede interesar si me lo ponen fácil, a un precio razonable y me lo explican)”. Porque, al final, el turismo será sostenible o no será, sentenció.
Ese precio razonable estuvo en el eje de los sostenible versus lujo que puede ser la opción gastronómica viajera. Para Lluís Pujol el turismo gastronómico no es un lujo “y si lo es, es un grave error por nuestra parte”. Y apostilló: “Yo en Lanzarote he disfrutado de gastronomía local por un precio muy competitivo”.
“Soy feliz comiéndome una lata de sardinas de 1,60 euros. Lo más sencillo puede ser lo más placentero” CAPEL
Para un viajero y gastrónomo empedernido como José Carlos Capel habría que definir bien qué es un lujo gastronómico: “Yo soy feliz con un plato de papas arrugadas”, sonrió al auditorio.
Y añadió: “El lujo gastronómico tiene dos versiones: una personal (un buen tomate o una buena lata de sardinas pueden ser un lujo gastronómico) y otra asociada a los grandes fastos (que cuestan una pasta). Yo para poder hacer mi trabajo de crítico gastronómico gasto mucho dinero y está en mi declaración de renta. Y no hay despilfarro, viajo y pago mis facturas de los restaurantes para poder escribir de los sitios a los que viajo. Y es una fortuna lo que cuesta hacer ese trabajo. Pero yo soy feliz comiéndome una lata de sardinas de 1,60 euros. Lo más sencillo puede ser lo más placentero”.
Y poniendo un ejemplo, entró al detalle: “Cuando estoy en Tenerife tres días me voy a Casa Tomás a comer las papas con costillas y mojo verde. Vale ocho euros y soy absolutamente feliz. Me parece el festín más grande del año”