Leche Sandra, el regreso de una marca añorada por el isleño
En una granja de vacas con cama mullida, masaje, podología y música

“Nuestra misión es poner en valor el sector primario, producto canario y de mucha calidad”, insiste Mima Roca, propietaria de la granja y lechería Sandra. Eso se traduce en la primera ganadería de Canarias con el certificado europeo de Bienestar Animal y en una “leche fresca pura, pero con tecnología”. [En PELLAGOFIO nº 93 (2ª época, febrero 2021)].

■ Vacas que envían ‘emails’ “Todo está aquí, en el ordenador”, señala Freddy Castro mirando la pantalla mientras por la ventana ve la sala de ordeño. “Las vacas me envían correos electrónicos, cada una tiene su transponder. Cuando una está en celo, me envía un correo electrónico y voy por la mañana, directo a buscarla. Me dice si comió, si bajó la leche… Cada una tiene su historia clínica y me va mandando sus datos. Las inseminamos, les hacemos análisis ginecológicos y les hago ecografía todos los lunes” ● |

■ La leche, con sus propiedades Mima Roca conversa con Vanessa Rodríguez, gerente de planta, en la sala donde se higieniza, pasteuriza y homogeniza la leche para que todos los glóbulos grasos sean del mismo tamaño y no precipite grasa en lo alto de la botella. “La leche UHT ultrapasteuriza a ciento y pico grados y no hay que conservarla en frío, pero destruye muchas propiedades”, dice la primera. “Nosotros la pasteurizamos a 75 grados para que conserve sus cualidades”, añade la segunda ● |

■ Yogures de leche fresca Los yogures Sandra se elaboran aquí con leche fresca (frente a lo habitual en la industria láctea que emplea leche en polvo) y se nota. “Es muy importante para nosotros “, dice Mima Roca, que muestra al maestro quesero Isidoro Jiménez los dos formatos de envases de cartón reciclable que comercializan: de 500 g y de 125 g. Con un 98% de leche fresca entera, proteínas lácteas, leche en polvo desnatada y fermentos lácteos el yogur natural, también los hay con frutas naturales ● |
Por YURI MILLARES
“La tecnología se está enfocando mal en la alimentación, hay mucha modificación genética y es lo que nosotros no queremos”, explica esta emprendedora [ver entrevista a Mima Roca] mientras recorre con el periodista las instalaciones de la granja Sandra en Vargas, muy cerca de la playa del mismo nombre en Gran Canaria.
“Aquí tenemos nuestra propia genética de vacas de raza frisona, hacemos nuestra propia recría, el semen lo traemos de ejemplares seleccionados en Estados Unidos. Somos muy estrictos. Nuestro orgullo es que ya tenemos vacas nacidas y criadas aquí, que producen una leche que se llama dos a dos, de animales que no han sido modificados genéticamente y es una leche mucho más digestiva”, señala.
Tras el cierre de la central lechera insular y la desaparición de la marca Sandra del mercado local hace unos años, tomó el relevó de la producción de leche fresca, adquiriendo incluso la propia marca con la que se identifican varias generaciones de isleños. “Nuestros pilares principales son bienestar animal, sostenibilidad y muchísima calidad”, dice.
Bienestar animal
Con un millar de reses de las que en torno a la mitad están en producción, “es la única granja de Canarias que tiene el certificado de Bienestar Animal de AENOR Welfair”, destaca. Aquí viven lo que se llama “vacas felices”.
En patios amplios donde están por lotes según su edad y momento de producción, disponen de sol y sombra para que elijan donde estar, se automasajean con unos cepillos que puedan activar ellas mismas, hay aspersores para refrescar el ambiente si hace calor, tienen podología todas las semanas para que estén cómodas al caminar, se les prepara una dieta de materias primas seleccionadas, no se les grita en ningún momento y en la sala de ordeño, a donde acuden tres veces al día, lo único que escuchan es música ambiente.

Además, añade, “les hacemos la cama fría con su propio estiércol (que al final es paja): cada día la aramos para que se oxigene y mueran las bacterias y así tienen confort, casi un metro de cama. Lo que queremos es que estén cómodas, tenemos que intentar que estén comiendo, descansando y rumiando, hacerles la vida cómoda”.

Para un mejor manejo de los animales “tenemos dos patios –explica el veterinario Freddy Castro, gerente de la explotación–, uno para primerizas y otro para multíparas. Las que nunca han parido van al primer patio. Una vaca veterana golpea a la nueva y no la va a dejar comer, por eso tengo a las nuevas juntas en un sitio y a las más fuertes en otro”.
Es una sala completamente automatizada y mientras se ordeñan, el sistema informático registra los datos del collar wifi que porta cada vaca con su identificación: los pasos que da, el tiempo que dedica a comer, la densidad de la leche (si es mayor de lo normal, por ejemplo, podría ser síntoma de una mamitis) y los litros que da.
“Hay algunas que son súper vacas, de 56 litros al día”, dice el veterinario. “Ellas vienen y se colocan solas. Ves que están tranquilas porque rumian, están relajadas –señala Mima Roca–. Son muy sensibles a los ruidos, a los gritos; les ponemos música”.
«Las vacas comen una media de 27 kilos de materia seca al día, pero beben casi 100 litros, así que el tema del agua es muy importante para nosotros»MIMA ROCA
Sostenibilidad
La granja dispone de un pozo de agua y una desaladora por ósmosis inversa para fabricar su propia agua. “Las vacas comen una media de 27 kilos de materia seca al día, pero beben casi 100 litros, así que el tema del agua es muy importante para nosotros. Para garantizar una buena calidad tenemos nuestra propia agua, que pasa por varios filtros para que sea muy pura y la tratamos, según sea para lavar la sala de ordeño o para que beban los animales. Hacemos controles y analíticas cada semana”, sigue haciendo un recorrido por las diversas instalaciones.
En unos meses más será totalmente sostenible, produciendo su propia energía y reciclando las aguas residuales para poder regar y limpiar las salas de ordeño. “Reciclar es nuestra obsesión, generar una economía circular y no tirar nada. Además, estamos plantando mucho. A los animales les gusta mucho el frescor y cuando más vegetación más frescor tienen. También frena el viento”, dice.
«Es complejo, pero a la vez muy simple. Los productos naturales no tienen que tener demasiada transformación»MIMA ROCA
Calidad
La leche llega cada día a la central lechera Sandra en Carrizal, a cuatro kilómetros de la granja, donde se procesa para envasarla como leche fresca (entera, semidesnatada, desnatada y semidesnatada sin lactosa) o transformarla en yogur. “Es leche pura, pero con tecnología para que tenga una vida más larga y con unas garantías mucho mayores que antiguamente”, explica mientras recorremos la lechería, con una temperatura ambiente de 15 grados, por cierto.
“Es importante que la cadena de frío no se pierda para mantener la calidad de la leche”, indica. La leche entra al tanque a tres-cuatro grados tras pasar por un intercambiador de agua helada y, de ahí, a higienización, pasteurización, homogenización y envasado. “Nada más”, insiste. “Es complejo, pero a la vez muy simple. Los productos naturales no tienen que tener demasiada transformación”.
La leche Sandra tiene un tratamiento que califica de “suave” para que conserve todas las propiedades. “Así conseguimos mantener todas las vitaminas y oligoelementos que tiene la leche, también las enzimas que ayudan a digerirla, que con la UHT se destruyen: por eso hay mucha gente que es intolerante a la lactosa, o que la leche le sienta mal. El secreto es hacer lo mínimo para conservar el producto natural”, concluye Mima Roca.