Producto canario

Tomate a bordo en las ‘tripas’ del frutero

PELLAGOFIO baja a las ‘tripas’ de uno de los primeros barcos fruteros de la actual zafra del tomate canario, despachado rumbo a Southampton y Rotterdam, para retratar la estiba de la carga a un ritmo trepidante por los estibadores del puerto de Santa Cruz de Tenerife. [En PELLAGOFIO nº 36 (1ª época, diciembre 2007).]

Por YURI MILLARES

La campaña de exportación de tomates canarios a Europa se ha iniciado, como cada temporada, con la llegada del otoño. De los puertos de Santa Cruz de Tenerife y de Las Palmas de Gran Canaria han empezado a zarpar, cada semana, los aquí llamados “barcos fruteros” que llevan a los mercados europeos los apreciados canary tomatoes pese a los problemas que sufre este sector de la exportación isleña. “Sufrimos la mayor recesión del cultivo de tomates en Canarias –afirma Domingo Mendoza, gerente de Aceto, la asociación de cosecheros y exportadores tinerfeños–, pero se sigue buscando encaje con nuestros competidores, para que el sector se reordene y adecue a la nueva situación”.

Del muelle descienden los tomates al fondo de cada bodega en una plancha sujeta bajo los cables de unos puntales…

Sello de Correos dedicado a la Asociación de Cosecheros y Exportadores de Tomates de la provincia de Santa Cruz de Tenerife.
La actividad en los dos grandes puertos canarios, sin embargo, no se detiene y los tinglados de tomates están recibiendo su sabrosa carga, para el embarque en los navíos fruteros que cubren la línea con los puertos inglés y holandés de Southampton y Rotterdam, respectivamente. Dos y hasta tres barcos protagonizan este tráfico en continuos viajes de ida y vuelta, como el Chikuma Reefer, de la naviera japonesa Kyokuyo y matriculado en Panamá. Un día encapotado y lluvioso de este otoño atracó junto a los tinglados de Aceto en el puerto de Santa Cruz de Tenerife. Todavía era por la mañana y los camiones no paraban de llegar, desde los almacenes de empaquetado, cargados de palets con cajas de tomates. Estas primeras remesas de producto, sin embargo, fueron almacenados en las cámaras de tierra a una temperatura controlada de entre siete y nueve grados. El barco no iniciaría la operación de carga hasta las ocho de la noche.

…Allí se estiba con cuidado, palet con palet de un costado al otro del buque, sujetos al piso por trincaje de crucetas e inmovilizados a los lados con globos que cubren posibles huecos

Rapidez y eficacia
Llegada la hora del embarque de los tomates, una quincena de estibadores estaban ya preparados para iniciar la trepidante actividad que iban a protagonizar. El ritmo de su trabajo, pese a la persistente llovizna, se desarrolla con rapidez y con eficacia, para poner a bordo los palets de tomates que esperan en camiones y en la cámara de tierra. Ellos son los únicos que se mueven por el muelle y en el interior del propio buque, manejando toda la maquinaria y estibando toda la carga en dos bodegas diferenciadas, para que pueda ser descargada sin confusiones a su llegada a los puertos inglés y holandés citados. Del muelle descienden los tomates al fondo de cada bodega en una plancha sujeta bajo los cables de unos puntales. Allí se estiba con cuidado, palet con palet de un costado al otro del buque, sujetos al piso por trincaje de crucetas e inmovilizados a los lados con globos que cubren posibles huecos. Todo ello para que durante la travesía ningún movimiento brusco por culpa del oleaje mueva la carga.

En plena campaña llegan a embarcar hasta 700 palets de 990 kilos cada uno. En este viaje sólo van a estibar 250 y la operación de carga concluye antes de la medianoche. El barco zarpa entonces rumbo al puerto de La Luz y de Las Palmas donde, a las ocho de la mañana, se repite la operación por parte de los estibadores; en este caso, con otros 1.200 palets de tomates. Al contrario de lo que ocurre con el plátano, la provincia oriental canaria envía el 63 % de los tomates que se exportan a Europa y la occidental el restante 37 %, en envíos coordinados que utilizan los mismos barcos y llegan a los mismos puertos de destino para ofrecer un producto único, los canary tomatoes.

■ A TODO RITMO
Madrugada en la estiba
Fotografías de YURI MILLARES

1. Velocidad bajo los tinglados.
La operación de carga del buque comienza. Las carretillas elevadoras corren bajo los tinglados portando dos palets de 990 kilos cada uno.
2. Penúltimo camión.
Mientras la frenética actividad se desata en el muelle, todavía llegan un par de camiones más, cargados con tomates en torres de cajas sobre sus palets.
3. Dos por dos, cuatro palets.
Cada vez que la plancha se posa sobre el muelle, dos carretillas elevadoras se le acercan veloces, una por cada lado, portando sus torres de tomates.

4. Por la boca de la escotilla.
El operario que maneja el puntal, eleva la plancha cargada de tomates hasta la vertical de la boca de la escotilla de la bodega y la baja a gran velocidad.
5. Los últimos son los primeros.
Los primeros camiones llegaron por la mañana y fueron descargados en su momento. Los palets, guardados en cámaras a 9º C, van también al muelle.

6. Cinco pisos más abajo.
El ruido del motor que baja la plancha acompaña con su ritmo la rápida bajada de los palets al fondo de la bodega, situada cinco pisos por debajo.
7. Los ‘lancistas’ estiban.
La trepidante actividad en las tripas del barco la protagonizan los lancistas, estibadores que manejan las traspaletas eléctricas Lance y estiban la carga.

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