‘La Palma’ y ‘Titanic’, centenarios distintos de dos vapores ‘parientes’

El vapor ‘La Palma’ –en Canarias, ‘correíllo’ por su condición de pequeño barco correo– fue botado y realizó sus primeras pruebas de navegación el 12 de abril de 1912, dos días antes de que el famoso trasatlántico ‘Titanic’ chocara con un iceberg en su viaje inaugural y se hundiera en aguas muy profundas. Con similitudes en cuanto a sus características constructivas, un siglo después el correíllo sigue a flote cargado de historias y en fase de restauración. (Edición PELLABLOG, semana 16/2012, 16 abril).
● Por YURI MILLARES, textos y fotografías rescatados de la desaparecida edición digital semanal |

Los astilleros de Middlesbrough, en el noreste de Inglaterra, fueron los que construyeron y botaron el 12 de abril de 1912 el vapor La Palma (gemelo, por cierto, de otros dos buques también construidos aquí por encargo de la Compañía de Vapores Correos Interinsulares Canarios para prestar servicio en el archipiélago: el León y Castillo y el Viera y Clavijo). En aquella fecha, el Titanic –construido en astilleros de Belfast, norte de Irlanda– ya llevaba dos días navegando desde que zarpara del puerto inglés de Southampton en su viaje inaugural con destino a Nueva York, hundiéndose a las 2:20 de la madrugada del 15 de abril, tres horas después de haber chocado contra un iceberg. A diferencia del temprano y trágico final del gigantesco trasatlántico, el correíllo La Palma sigue a flote al cumplir su centenario y el 12 de abril de 2012 lo celebró inaugurando su nueva campana y mostrando su recién restaurada y repuesta arboladura.
¿Por qué decimos que son ‘parientes’?
Todos se han acordado del Titanic, en estos días de centenarios, al mirar al correíllo La Palma, no sólo quienes tomaron la palabra en el acto que se celebró el 12 de abril de 2012 en el muelle Norte de Santa Cruz de Tenerife, también quienes escribieron o comentaron la noticia en la prensa local. Y lo hacían sólo pensando en la casi coincidencia de fechas entre uno y otro buque, pero realmente hay razones para decir que eran “parientes” o “primos”:

País y fecha
La proximidad en las fechas de construcción y el país fabricante, en primer lugar (aunque se tratara de astilleros de países distintos dentro del Reino Unido: Irlanda del Norte e Inglaterra).
Diseño y color
La construcción naval de esa época tenía un diseño que repitió formas en el gigantesco Titanic y el pequeño La Palma: esa proa recta y la popa llamada “americana”, todo ello en un caso pintado de negro formado por chapas de acero solapadas con miles y millones de remaches pues aún no se conocía la soldadura. Y eran buques cuyas hélices se movían con máquina de vapor alimentada por carbón.
Historias muy distintas
Aparte de las coincidencias en la tecnología empleada y en el tipo de diseño, la historia de estos dos buques se parecen como el día y la noche. El grandísimo e imponente trasatlántico no sobrevivió a su primera travesía. El pequeño y discreto vapor interinsular prestó servicios durante casi 65 años, permaneció otro cuarto de siglo a salvo del desguace pero con un futuro incierto y por fin, en el siglo XXI, comenzó una lenta restauración que aún tiene mucho que hacer.

Marineros y voluntarios
La Fundación Canaria Correíllo La Palma dirige los trabajos de restauración del buque, que cuando cumple 100 años apenas significa un par de marineros de mantenimiento y un pequeño equipo de voluntarios haciendo pequeños trabajos. La falta de financiación no permite más por el momento.
Casco restaurado, arboladura repuesta
En 2008 el buque volvió al mar en lo que fue su segunda botadura tras una profunda restauración de su casco en dique seco. En 2012 ha recuperado su antigua arboladura justo a tiempo para celebrarlo el día de su centenario, en parte gracias a la ayuda financiera aportada por Caixa Catalunya.

Dos mástiles y seis puntales
Como otras partes del buque, la arboladura estaba desmontada y guardada hace años. Había sido reparada en Las Palmas de Gran Canaria y regresado a Tenerife, pero cuando se pudo y se decidió volver a colocar sus dos mástiles con los respectivos puntales (dos para el palo de popa y cuatro para el de proa), durante al limpieza previa se comprobó que necesitaban de una segunda restauración.
Corroídos
En efecto, nos confirma José Luis Serrano (director técnico para la rehabilitación del correíllo La Palma) “los palos estaban corroídos por el óxido por dentro y parecían papel de fumar en algunos tramos”.
Ni 5 milímetros de grosor
A las originales piezas de la arboladura, palos hechos con hierros remachados, hubo que “tomarles el espesor y lo que era inferior a cinco milímetros, eliminarlo y sustituirlo por piezas nuevas que se han soldado”, añade Serrano, que explica cómo a todo el interior de los palos se les limpió primero el óxido y dió imprimaciones de protección.
No había camión tan largo
Restaurados los palos y los puntales, el problema vino entonces cuando los más de 17 metros de cada uno de los dos mástiles no cabían en ningún camión que los pudiera transportar hasta el barco: hubo que cortarlos por la mitad y volverlos a unir en el muelle, para instalarlos después en el barco.
Una grúa de 250 toneladas
El correíllo se trasladó desde su atraque en el muelle Norte a otra zona más cómoda en la que pudiera trabajar la grúa de 250 toneladas que movió los palos para ponerlos sobre el buque.
El patrón Juan, colgado en el aire
Pero no había nadie que supiera cómo colocar la arboladura con todo lo que eso significaba, hasta que contactaron con un patrón de barco de Fuerteventura con la suficiente edad como para saberlo. Y así fue como vino Juan Antonio Méndez Umpiérrez, que tuvo que ser izado con cuerdas hasta lo alto de los palos durante los trabajos.

Costuras de jarcias, roldadas y todo lo demás
Juan Méndez se encargó incluso de elaborar a mano las costuras de las jarcias, además de colocar roldadas, pastecas, motones y todo lo demás que lleva la arboladura, incluyendo el aparejo americano que tenía el barco antiguamente, con los palos y los puntales en perfecto estado de uso para poder izar la carga de o hacia las bodegas.
Los masteleros y la cruceta
Los dos palos de la arboladura tienen una altura de 17,20 metros, a lo que había que añadir el mastelero de cinco metros y en madera que hicieron los marineros Ramón Jorge y Juan Carlos García, y la cruceta original de madera que se restauró y colocó en el palo de proa.
Siguientes objetivos
Colocada al fin la arboladura a principios de 2012, los próximos objetivos, explica Damián M. García, coordinador técnico del proyecto de restauración del buque, “son cerrar las cubiertas de botes y puente en lo que es obra de acero; así como colocar las maquinillas y el molinete originales que acompañan a la arboladura para hacer funcionar los puntales”.
Una campana en la proa

El correíllo La Palma, como en general todos los barcos y en especial en aquella época, tenía una campana de bronce en la proa, sobre el guardacalor (una puerta que da acceso al que fue camarote de la marinería del buque y de ahí a las bodegas). Con ella se hacían toda clase de señales acústicas para comunicarse desde cubierta con el puente durante la navegación, sobre todo, y también para dar la señal de alarma o de niebla, según la ocasión.
Piezas históricas en paradero desconocido
Aquella campana desapareció –como tantas otras piezas históricas del buque, entre ellas los telégrafos de maniobra y máquinas del puente y el telégrafo de maniobras de popa– y se desconoce su paradero.
Campana nueva para el centenario
Para celebrar el centenario del buque, la Fundación pensó en un acto en el que presentar oficialmente la recuperación de la arboladura y una nueva campana que le devolviera el sonido de las señales acústicas tradicionales. Con financiación del ente público Puertos Canarios y fabricada en Tenerife en el taller Esculturas Bronzo, la campana se hizo realidad y su presentación junto con una placa conmemorativa fue el más emotivo de los actos programados al mediodía del 12 de abril de 2012.
