Los muertos de Maspalomas ya están hablando

Después de 20 años guardados en un almacén, por fin están siendo estudiados los aproximadamente 200 bultos de media tonelada cada uno (sellados con fibras sintéticas) que se extrajeron de la necrópolis de Lomo de Maspalomas (Gran Canaria) durante la construcción de la autopista GC-1. Los cuerpos de los primeros 35 restos de aborígenes que ya han sido excavados están aportando información que la arqueóloga jefe de los trabajos califica de “sorprendente”, pese al grave deterioro que sufren los restos tras dos décadas prácticamente abandonados. (Edición PELLABLOG, semana 7/2010, 15 febrero).
● Textos y fotografías: Yuri Millares. |

La necrópolis de Lomo de Maspalomas, uno de los mayores enterramientos aborígenes en Canarias, fue hallada hace más de 20 años durante la construcción de la autopista GC-1 de Gran Canaria. Las fosas (almacenadas en bloques de poliuretano en un almacén desde entonces) están siendo excavadas por fin, aportando novedosa y sorprendente información.
En septiembre de 1988 las obras de la autopista GC-1 avanzaban según su itinerario previsto y, al atravesar unos campos de tomateros cerca del barranco de Maspalomas (a muy poca distancia del gran núcleo turístico del sur de Gran Canaria), las máquinas hallaron un gran cementerio.
La gente del lugar sabía que entre aquellas plantaciones de tomate había muchos huesos humanos, pues se los encontraban con frecuencia entre la tierra removida bajo las plantas. Pero las obras certificaron el hallazgo de modo definitivo: acababa de localizarse y delimitarse la necrópolis de los antiguos canarios de Lomo de Maspalomas. Una excavación de urgencia así lo estableció y a principios de los 90 todas las fosas fueron levantadas del lugar envueltas en grandes bloques forrados de poliuretano y fibra de vidrio, de hasta media tonelada cada uno de peso, y trasladadas a una nave almacén cercana, en Lomo Gordo.

Excavación in situ, imposible
Ante la imposibilidad de excavar in situ la necrópolis aborigen de Lomo de Maspalomas, porque las obras de la autopista no podían permanecer detenidas mucho tiempo, los arqueólogos hicieron una excavación de urgencia a fin de levantar los correspondientes mapas, e identificar mínimamente los restos humanos que acogía. Y se procedió a levantar todo el cementerio según una fórmula que entonces resultó novedosa: se envolvieron las fosas con los cuerpos en gigantescos bloques convenientemente sellados que hubo que introducir por el tejado en el interior de un almacén.
20 años de deterioro
Los dos centenares de gigantescos bloques almacenados en Lomo Gordo cayeron en el olvido de las instituciones, pese a la advertencia y solicitud que reiteradamente hacían los estudiosos y especialistas en aqueología canaria. Sin dotación presupuestaria, no se podía acometer la laboriosa tarea de exhumar e investigar todos aquellos cuerpos y el paso del tiempo fue deteriorando los fardos.
Informes alarmantes
No fue hasta 2005 cuando se procedió a una excavación limitada de 11 bloques conteniendo 18 cuerpos. Los informes emitidos a raíz de esta pequeña intervención promovida por el Cabildo de Gran Canaria fueron muy alarmantes: debía intervenirse de forma inmediata sobre todo el yacimiento, o el riesgo de desaparición por destrucción del contenido de los bloques sería irreversible y total.
Llega la excavación definitiva
Un convenio entre Gobierno de Canarias, Cabildo de Gran Canaria y Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana ha puesto en marcha, por fin, la excavación definitiva de la necrópolis aborigen de Lomo de Maspalomas, que se ha encargado a una de las empresas especializadas mejor preparadas para este tipo de intervención en el archipiélago: Arqueocanaria. Los trabajos se han iniciado en septiembre de 2009 y, aprovechando el inicio de las labores arqueológicas que financia el gobierno regional, el cabildo insular contrató una intervención extra: se procedió al escaneo 3D de los primeros 30 bloques abiertos, con unos 35 cuerpos en su interior.

Todos a Lomo Gordo
El hecho de que se abrieran simultáneamente unos 30 bloques para su escaneo digital 3D (aportando unas imágenes de gran interés no sólo científico, sino didáctico y expositivo), ha obligado a trabajar simultáneamente sobre todos esos bloques no sólo a los arqueólogos, sino a otros muchos especialistas en diversos campos, para simultanear excavación y documentación en la nave almacén de Lomo Gordo. Debido a las deficientes condiciones de conservación, hay que trabajar in situ y a contrarreloj porque muchos de los huesos se están desmoronando y convirtiendo en polvo.
Información sorprendente
La arqueóloga que dirije la excavación, Verónica Alberto, no oculta su entusiasmo por la gran oportunidad que se presenta ante ella y el equipo de profesionales que la acompaña en la excavación: todo un cementerio con varios cientos de cuerpos de aborígenes que vivieron en torno a los siglos XI-XII de nuestra era. “Estamos sorprendidos por la información obtenida en estos pocos meses, que supera las previsiones”, afirma un día de febrero de 2010, sumergida en la tarea y con la ventaja de poder establecer unas pautas en la actividad de un cementerio que estuvo, estima, unos 300 años funcionando.
Procesamiento del cadáver
Entre las singularidades que están pudiendo estudiar en la excavación (mientras desentierran y, en muchos casos, restauran y consolidan huesos antes de clasificarlos y empaquetarlos para su almacenamiento y posterior envío a El Museo Canario), está el procesamiento que se hacía a los cadáveres para su entierro en este cementerio.


Envueltos en fardos de fibra y pieles
Esta necrópolis, a diferencia de otras, no contiene túmulos funerarios y casi apenas cistas, sino fosas donde se enterraban a los fallecidos. Y las fosas guardan unos cuerpos con una tratamiento específico: eran envueltos en fardos funerarios que variaban entre la fibra vegetal o las más consistentes pieles. Después, los cuerpos eran atados fuertemente para que los fardos no se deshicieran (por la cabeza, los codos, las rodillas, los pies). De los fardos, sin embargo, no hay ningún rastro. Sólo huesos. ¿Cómo llegan entonces a estas conclusiones? Es la forma en que aparecen a la vista los huesos: son una valiosa información que la arqueóloga Verónica Alberto descifra con minuciosidad, gracias a su conocimiento del proceso de descomposición y asentamiento en el terreno de los cuerpos.

Equilibrio de sexos
Otros datos bioantropológicos, que ofrecen una pauta en el funcionamiento de este cementerio aborigen, es la paridad en cuanto al sexo: hay un equilibrio en el número de varones y hembras, a la vez que se detecta la curva de fertilidad normal de aquella época y que establecía la edad más avanzada de sus miembros en torno a los 45 años (incluso hay un cuerpo de un varón de 50 años, ¡todo un viejito entonces!). Y como corresponde a las condiciones de vida entre los primitivos canarios, no faltan cuerpos de jóvenes, en su mayoría mujeres, seguramente fallecidas a causa de problemas en partos o relacionados con la maternidad.
Salud oral deficiente
Los marcadores de actividad en los huesos indican, entre aquellos fallecidos de edad avanzada, enfermedades como la artrosis, diversas patologías en la columna vertebral por el esfuerzo físico realizado en vida y una salud oral deficiente (salvo en los jóvenes).
¿Dónde están los niños?
Y la gran pregunta que se hace la arqueóloga jefe de esta excavación y todos sus compañeros de profesión en Canarias por la ausencia de restos infantiles en los enterramientos del archipiéago: ¿Dónde están los niños? Hasta ahora, en los primeros 30 bloques excavados sólo hay documentados tres niños y un adolescente varón de 16 años.

