Periódicos canarios de antaño

Los campeones de las carreteras tinerfeñas, de traje rojo

Cerveza para las mujeres lactantes, las primeras exportaciones de tomates allá por 1887 y el traje rojo de los nuevos campeones de las carreteras polvorientas, en noticias que rescatamos del diario ‘La Tarde’ (Santa Cruz de Tenerife), además del tema de la portada que ilustramos: los vuelos y amarajes de un hidroavión del trasatlántico ‘Stuttgart’. Entrega de la serie “Curiosidades de hemeroteca”. [En PELLAGOFIO nº 32 (1ª época, mayo 2007)].

■ CURIOSIDADES DE HEMEROTECA
La Tarde
(Santa Cruz de Tenerife, 29 febrero 1928).
Fuente: El Museo Canario.
Haga clic en la portada para verla a tamaño mayor.

15 febrero 1928
Cerveza negra de Koestritz
Es la cerveza negra ideal para la mujer, por ser higiénica, sana, tónica; tiene poco alcohol y es de exquisito paladar. Recomendada por las eminencias médicas durante el periodo de lactancia. De venta en los principales establecimientos de víveres.

28 febrero 1928
La estancia del ‘Stuttgart’ en Tenerife
La nota del día ha sido hoy el avión «Junkers» que trae a bordo el trasatlántico de turistas Stuttgart. El piloto que lo dirige no ha cesado de hacer evoluciones con su hidro sobre esta capital, amarando cuantas veces quiso dentro de nuestra bahía, para volver a despegar y a ascender a los pocos minutos, con nuevos pasajeros.

–Las mujeres, mirando para el cielo, han dejado quemar hoy los almuerzos de sus maridos –decía un hombre del pueblo ●

Mujeres recogiendo tomates en Tenerife (1927)./ FOTO ADALBERTO BENÍTEZ (AFHC-FEDAC)

31 diciembre 1929
Algo sobre el cultivo del tomate en Canarias
(…) [Dice el señor Francisco Trujillo Hidalgo:]

–¿Algo sobre la historia del cultivo tomatero? Verá usted. Las primeras exportaciones se hicieron allá por el año 1887. Las hizo don José Lorenzo Bello, profesor de la Escuela de Dibujo de Santa Cruz. Dicho señor era hermano de don Domingo Bello y Espinosa, catedrático del Instituto de La Laguna y autor de la interesante obra «Un jardín canario».

Puede decirse que el verdadero origen de la producción intensiva del tomate en Canarias, fue Santa Cruz de Tenerife, que dedicó a ella toda su zona agrícola.

La exportación, que es hoy una necesidad para los mercados consumidores, comenzó como artículo de fantasía. Cada «atado» estaba formado entonces por 10 cajitas de una pulgada de altura, en las que cabía una sola camada de tomates. Estos se envolvían en anillos de papel de color, como si fueran confites, y los huecos entre uno y otro se llenaban de musgo verde. A estas cajitas las llamaban los ingleses «tray» (bandeja). Los atados de hoy tienen cuatro cajas y el musgo se sustituyó primero con aserrín de corcho y después con turba.

Los primitivos embarques se hicieron en cajas vacías de fideos.

Lo que empezó como un juego, es hoy un asunto muy serio para la economía insular. En 1928 exportó el archipiélago 2.543.109 bultos, que representan cerca de 23 millones de pesetas ●

31 diciembre 1929
El “coche de hora” y el autobús
(…) La viñeta amable del «coche de hora» –25, 30 años– brinda al recuerdo la sugerencia de un paisaje tinerfeño que no es el de ahora. Un paisaje –una carretera– lleno de sol, polvoriento, abriéndose ante el tintineo monótono de unos cascabeles. Y ante el trote cansado, agobiado, de unos mulos llenos de «mataduras»…

Parada de guaguas en la Alameda de Santa Cruz en 1925./ FOTO A. BENÍTEZ (AFHC-FEDAC)

(…)

La viñeta sugiere también las tardes de crudo invierno. A la hora del regreso. Las ruedas hundidas en los lodazales de la carretera. Y el agua metiéndose por entre las cortinas hasta empapar la blusa friolenta de una muchacha o el «saco» de lana de un señor que hace cuatro años que no estuvo en Santa Cruz.

¡Y los pobres animales! Su dolor de frío a través de los caminos… Su lomo y sus ancas reluciendo bajo el agua como los tricornios de la Guardia Civil. Tiritando todos, y echando humo por los belfos… Acaso un poco de compasión del cochero. Y unos sacos de lona sobre el lomo hasta llegar a la capital o hasta que aclare el tiempo y descubra un poco el sol.

(…) Ahora, sobre la carretera liza, reluciente, gris, no es la pezuña de los mulos la que dejó la huella cuadriculada que vemos al pasar… En el aire hay un olor penetrante, fuerte. Un olor a gasolina. Acaso un ruido distante de motor.

En la lejanía, filando una curva, se distingue el traje rojo con que se ha vestido este nuevo campeón de las carreteras tinerfeñas… Unos cuantos minutos. Dos bocinazos. Y al cabo, un frenazo seguro, rápido, diligente. Y un nuevo bocinazo, el aviso para partir… ●

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba