Periódicos canarios de antaño

Primer instituto en Las Palmas y corsarios del s. XX en Tenerife

Año 1916. En plena guerra mundial, el periódico ‘Ecos’ recoge la noticia del atraque de un buque británico apresado por un navío corsario alemán y el discurso de Agustín Millares Carló en la inauguración del instituto de enseñanza media de la capital grancanaria. [En PELLAGOFIO nº 27 (1ª época, diciembre 2006).]

■ CURIOSIDADES DE HEMEROTECA
Ecos
(Las Palmas de Gran Canaria, 2 octubre 1916).
Fuente: El Museo Canario.
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24 de febrero de 1916
Hazañas de un corsario
En la tarde de anteayer llegó a Tenerife el vapor inglés Westburn enarbolando el pabellón de guerra alemán. Éste venía tripulado por varios marinos del corsario alemán Moeve y conducía a unos doscientos prisioneros procedentes de las tripulaciones de los vapores Corbridge, Author, Trader, Ariadne, Flamenco, Horace, Clan Mac-Tanish, Appan, Edinburg, Luxembourg y Drsmonhy, capturados y hundidos por el corsario. El Westburn fue apresado por el Moeve hace unos 20 días cerca de las costas de Brasil, a la altura de Pernambuco (…). Luego el Westburn emprendió un peligroso y accidentado viaje a través del océano, esquivando el encuentro de los buques aliados hasta llegar a Tenerife. Los prisioneros ingleses fueron desembarcados en la mañana de ayer embarcando luego en el vapor Athenic para Londres, y los de otras nacionalidades han quedado en Santa Cruz. Ayer [a] las tres de la tarde el Westburn, que se hallaba fondeado en la bahía, levó anclas, hizo rumbo a las playas de San Andrés y fue a estrellarse contra las rocas inmediatas a punta Antequera. La tripulación alemana logró salvarse y ha ingresado en la cárcel por orden de la Comandancia de Marina.

El primer instituto de Las Palmas, después hospital militar y en la actualidad sede del rectorado de la Universidad (ULPGC), en 1928. | FOTO T. MAISCH (AFHC-FEDAC)
2 de octubre de 1916
Discurso de D. Agustín Millares Carló
La voluntad unánime de mis compañeros de Claustro ha querido que sea yo –el menos indicado de todos– uno de los encargados de dirigiros la palabra en este acto. El amor que siempre guió mis pasos en todo lo que a la enseñanza se refiere, me hizo aceptar esta carga superior a mis fuerzas. Y he de confesar que lo hice poseído de una legítima alegría; en primer lugar porque esta designación sólo podía acarrearme honra, ya que no laureles; en último término, porque me seducía unir mi nombre, de algún modo, al acto trascendental que en estos instantes se celebra. Comenzamos hoy la realización de un ideal largo tiempo soñado; no lo llamaré yo “viejo ideal”, porque nunca los ideales tuvieron edad: son de ayer, de hoy, de mañana, de todos los tiempos. Tal ha sido entre nosotros el deseo de poseer este centro de enseñanza que hoy inauguramos (…).

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