Canarias sostenible

Escuela de pastores para el relevo generacional en Gran Canaria

ECOISLA. La escasez de mano de obra especializada y la falta de relevo generacional en el sector ganadero de la isla está en el origen de la Escuela de Ganadería y Pastoreo de Gran Canaria. Puesta en marcha en 2018 por el Cabildo grancanario en colaboración con la Asociación Insular de Desarrollo Rural Aider-GC, en 2021 va ya por su tercera edición formando a jóvenes de ambos sexos con ganas de emprender y trabajar en el sector. [En PELLAGOFIO nº 93 (2ª época, marzo 2021)].

Por YURI MILLARES

El sector primario de Gran Canaria, en especial las pequeñas explotaciones ganaderas, se encuentran “en una situación crítica y altamente frágil, con disminuciones considerables de la producción agrícola y ganadera en la última década”, destacan los técnicos del Cabildo de Gran Canaria cuando realizaron el análisis de necesidad y oportunidad que llevó a la primera convocatoria de la Escuela de Ganadería y Pastoreo de la isla.

Las principales debilidades las situaron en la “escasez de mano de obra especializada, debido en gran medida a la falta de formación entre los profesionales del sector, y a la falta de relevo generacional por el desinterés de los más jóvenes en integrarse en un sector en clara desventaja”. A ellas habría que sumar la débil valorización y consumo de los productos locales, la falta de asesoramiento especializado o la necesidad de mejora de las infraestructuras e instalaciones, entre otras

Alumna y profesora se asoman a uno de los corrales en una de las granjas que tienen convenio con la Escuela de Ganadería y Pastoreo de Gran Canaria.
Los retos para hacer frente a semejante situación e invertir la tendencia, según el Plan Estratégico para el Sector Primario del Cabildo en favor de la soberanía alimentaria y el desarrollo sostenible, pasarían por medidas como favorecer la viabilidad y la competitividad de las explotaciones del sector primario, el apoyo institucional y cooperación entre las administraciones públicas, garantizar el relevo generacional y la integración de la mujer en el sector, impulsar la formación y la profesionalización, fomentar la sostenibilidad ambiental o la puesta en valor de los productos locales, adaptándose a las tendencias del mercado, entre otras.

En esta tesitura, y entre la oferta de pequeños cursos de un par de días del Servicio de Extensión Agraria y los ciclos de dos años en la Escuela de Capacitación Agraria centrados más en temas de agricultura, “había un hueco intermedio que estaba sin cubrir y por eso decidimos emprender la Escuela de Ganadería y Pastoreo, de donde, en ocho meses, el alumno sale con una formación ganadera integral”, explica el veterinario Elizardo Monzón, técnico del Servicio de Extensión Agraria y coordinador de la escuela por parte del Cabildo de Gran Canaria.

“Ante la necesidad de formación y de relevo que veíamos en el sector fuimos gestando este proyecto, que fue tomando forma y todavía sigue tomando forma de un año a otro”, añade la también veterinaria Tara Niño, coordinadora de la escuela por parte de Aider Gran Canaria.

Algunos animales de la recría necesitan que se les dé el biberón.
Un grupo de alumnos se van turnando para hacer la podología, recortando pezuñas para que las cabras puedan caminar más cómodas.

Certificado de profesionalidad. A diferencia de otras escuelas de pastores que también funcionan en otros territorios de España, en la de Gran Canaria, destaca esta veterinaria, al concluir el curso el alumno recibe un certificado de profesionalidad de nivel 1 por “Actividades auxiliares en ganadería”, reconocido por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) del Ministerio de Trabajo y Economía Social.

Además de las materias del certificado de profesionalidad, que son 510 horas (incluyendo prácticas en empresa), “damos otra serie de formaciones que consideramos que un ganadero del siglo XXI tiene que tener: toda la formación que queremos dar es bastante específica de ganadería”, insiste.

“¿Merece la pena? –se pregunta Elizardo Monzón–. Sí. Yo creo que debe ser un servicio público que se debe ofertar de serie, como la Educación Pública, para que la gente que se quiere dedicar al sector primario (sobre todo a la ganadería en este caso) tenga una formación integral completa”.

La formación que ofrece la Escuela de Ganadería y Pastoreo de Gran Canaria a los 12 alumnos que participan en la convocatoria de cada curso anual, que transcurre entre los meses de septiembre a mayo, combina las clases teóricas en el aula con la práctica y aprendizaje en las labores cotidianas de las explotaciones ganaderas. Así, a los conocimientos que se les imparten en manipulación de alimentos, manipulación de productos fitosanitarios, tomador de muestras de leche, elaboración de productos lácteos, normas de sanidad y protección animal durante el transporte, manejo de maquinaria, formación empresarial, iniciación a la informática e, incluso, formación como agentes turísticos aplicada a la ganadería, añaden las visitas a ganaderías y hasta la realización de prácticas de pastoreo con algún pastor.

Como parte de las tareas cotidianas en una granja, los alumnos ayudan a limpiar los corrales y la sala de ordeño, dar de comer a los animales o (en la fotografía) almacenar el millo y la paja antes de su distribución a los corrales.
Para las clases prácticas “tenemos convenios con dos explotaciones de vaca, con dos de cabra, una de oveja que hace pastoreo, una de cerdo en intensivo y una de gallina de puesta en intensivo”, detalla Tara Niño. Además, hacen algunas prácticas en colmenas de la propia Escuela de Apicultura del Cabildo de Gran Canaria.

El perfil del alumnado viene dado por la propia convocatoria de cada curso, que es gratuito y selecciona a los 12 candidatos a partir de un baremo que prioriza a “jóvenes con experiencia en el sector ganadero o con tradición familiar en el mismo”, pero también a “personas activas y dinámicas interesadas en la ganadería y pastoreo como trabajo por cuenta ajena o como opción de autoempleo”.

El profesor que imparte el taller de apicultura, prende y explica la función del ahumador. | FOTO YURI MILLARES
Los alumnos se pasan los cuadros de una colmena para identificar y observar a la abeja reina. | FOTO Y. M.
“No se exige un nivel de estudios mínimo, ya que es un certificado de profesionalidad –precisa la veterinaria coordinadora–. En cuanto al rango de edad, valoramos las edades más jóvenes: tiene que ser mayor de 16 años para obtener el certificado de profesionalidad, pero hay algunos contenidos para los que tiene que ser mayor de edad (por ejemplo, entrar al matadero). Pero el año pasado tuvimos un señor de 70 años, jubilado, que quería montar una explotación en sus terrenos e involucrar a sus hijas. El promedio de edad oscila entre los 20 y los 30 años, aunque el curso 2020-2021 tenemos dos que rondan los 50”.

Veterinarios, un maestro quesero y hasta un trasquilador forman parte de los profesionales que les imparten las clases, ya sea de modo continuo en los diferentes módulos (aquí, sobre todo, veterinarios) o en talleres puntuales como el de la elaboración de queso o pelar las ovejas. “La mayoría somos veterinarios –detalla Tara Niño–, pero contamos con un ingeniero agrónomo para la formación sobre instalaciones, mantenimiento y manejo de maquinaria, o un maestro quesero para el taller de elaboración de quesos”, cita dos ejemplos.

Para el taller de trasquila viene un veterinario de La Palma, “trasquila a máquina y les enseña la técnica neozelandesa, que evita malas posturas, aunque también van con un pastor que les enseña a la manera tradicional, con tijeras, para que aprendan las dos formas de hacerlo. A ellos les gusta más la tradicional, siempre. Prefieren la tijera que la máquina. Y es una salida laboral, hay trasquiladores profesionales que ofrecen sus servicios”, continúa.

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