La crisis energética y la recuperación del mundo rural

El 99,4 % del consumo energético de Canarias tiene su origen en una única fuente: el petróleo, cada vez más caro y escaso. El archipiélago es rico en recursos alternativos como sol y viento, pero eso, de momento, ni mueve barcos, ni produce agua desalada. Y, rodeados de un inmenso océano, casi todo lo que comemos viene de fuera. Muchos miran preocupados al campo. [En PELLAGOFIO nº 26 (1ª época, noviembre 2006)].
■ DEBATE
Por un cambio de modelo energético Por J. J. BERMÚDEZ, M. AMADOR y OTROS Las emisiones de gases de efecto invernadero, según indica la mayor parte de la comunidad científica internacional, están contribuyendo al cambio climático. A este respecto, Canarias ha aumentado sus emisiones de CO2 en un 41,4% desde el año 1990 (año de referencia… |
La energía sostenible es cosa de todos Por JORGE RODRÍGUEZ Habitualmente ligamos el concepto de energía a los de contaminación, impacto ambiental o suciedad, pero lo cierto es que el uso intensivo de energía en Canarias es sinónimo de vida, y no sólo de calidad de vida, sino de vida a secas. Como todos sabemos, sin el uso intensivo… |
Por JUAN JESÚS BERMÚDEZ FERRER
Presidente de Canarias ante la Crisis Energética
Numerosos presidentes de gobierno, primeros ministros, ministros de Energía, eminentes geólogos e inclusive petroleras nos han avisado de que ha finalizado “la era del petróleo barato y fácil” y entramos en el declive de la producción de este elemento esencial de nuestro modelo de civilización. Numerosos indicios geológicos confirman este hecho: 54 de los 65 países productores de petróleo están en el cenit o han pasado el cenit de producción; desde 1962 ha descendido el volumen de descubrimientos de nuevos yacimientos y hoy consumimos seis barriles por cada uno que se descubre, en una proporción que se incrementa año tras año.
Desde 1962 ha descendido el volumen de descubrimientos de nuevos yacimientos y hoy consumimos seis barriles por cada uno que se descubre
El techo del petróleo supone la entrada en una “era de petróleo cada vez más caro”, y este hecho afectará a nuestras vidas de forma crucial. Nada ni nadie estará exento de ello, ni siquiera el sistema alimentario mundial. La producción agropecuaria actual es deudora de la llamada “revolución verde”, un proceso iniciado en la década de los 40 que supuso el incremento de la productividad de las cosechas.
El techo del petróleo supone la entrada en una “era de petróleo cada vez más caro”, y este hecho afectará a nuestras vidas de forma crucial
La base de estos rendimientos es el uso intensivo de energía fósil, para la obtención de los fertilizantes y demás productos derivados de la industria agroquímica; para la mecanización del campo, logrando poner en cultivo las mayores cifras históricas de hectáreas de suelo; para el riego e intensificación de las producciones mediante variedades de monocultivos sólo comprensibles en una agricultura intensiva en energía, etc. Unido a estos procesos, la cadena agroalimentaria requiere de procesos de refrigeración, envasado, transporte a largas distancias, almacenamiento, etc., todos ellos también muy intensivos en el uso del petróleo.
Extrema fragilidad
El techo del petróleo parece estar suponiendo también ya el techo de la producción agroalimentaria mundial, que está dando síntomas de “saturación”. Estamos, pues, también ante una crisis alimentaria creciente. Hay un riesgo real de descenso en la producción mundial de alimentos en los próximos años, y no podemos ser ajenos a este hecho. Canarias se encuentra en una posición de extrema fragilidad. Importamos el 90% de los alimentos que consumimos y prácticamente el 100% de los insumos agrícolas. Nuestra economía tiene una dependencia casi absoluta de la abundancia energética. El turismo de masas, que nos da el empleo, es muy dependiente del petróleo barato, pero éste se ha acabado.
El que hoy nuestros supermercados estén repletos de alimentos no significa, ni mucho menos, que esa situación sea sostenible, ni que se vaya a mantener en el futuro
El conjunto de la sociedad, sin exclusiones, debe tomar consciencia de la dimensión del problema alimentario. El que hoy nuestros supermercados estén repletos de alimentos no significa, ni mucho menos, que esa situación sea sostenible, ni que se vaya a mantener en el futuro. La fragilidad alimentaria de Canarias es más grave aún por cuanto carecemos hoy de una producción agropecuaria aceptable. Hace 60 años Canarias, con un tercio de la población de la actualidad, cultivaba tres veces más hectáreas. Hemos abandonado el suelo, permitiendo su urbanización y desertificación, y se han abandonado miles de infraestructuras agropecuarias útiles para cualquier sociedad. No podemos permitir que este abandono continúe.
Canarias debe recuperar su mundo agrícola, frenar la pérdida fatal del suelo, multiplicar la producción
Pérdida fatal
Canarias debe recuperar su mundo agrícola, frenar la pérdida fatal del suelo, multiplicar la producción y el empleo asociado a la recuperación del campo. Esta tarea tiene una urgencia histórica, ya que por cada hectárea nueva que se urbanice o se pierda, dos familias menos podrán comer de lo que produzcamos en el futuro. Y, a buen seguro, más pronto que tarde, tendremos que volver a mirar a la tierra de las islas, para buscar en ella una parte cada vez más importante de nuestros alimentos. No permitamos su destrucción.
La energía sostenible es cosa de todosPor JORGE RODRÍGUEZ Habitualmente ligamos el concepto de energía a los de contaminación, impacto ambiental o suciedad, pero lo cierto es que el uso intensivo de energía en Canarias es sinónimo de vida, y no sólo de calidad de vida, sino de vida a secas. Como todos sabemos, sin el uso intensivo de energía, en nuestras empresas, en el transporte, para desalar agua o en nuestros hogares, en Canarias no podríamos vivir, como lo hacemos ahora, más de 2.000.000 personas de forma estable y recibir varios millones de visitantes al año. Canarias necesita energía y necesita garantizar el suministro de energía para el futuro. No es un asunto trivial, sino de supervivencia.
Pero, aceptando esta necesidad, tenemos que considerar otro aspecto de nuestra realidad insular: la necesidad imperiosa de conservar nuestro medio ambiente e, incluso, procurar su recuperación para las generaciones futuras. Afortunadamente, estamos en condiciones de cumplir con estos dos requisitos, aunque para ello se deban dar algunas condiciones, empezando por contar con una planificación de las infraestructuras energéticas (PECAN 2006), actualmente en tramitación en el Parlamento de Canarias para su aprobación definitiva. Este documento está coordinado con la planificación estatal. Necesitamos, pues, un modelo energético para Canarias que contemple las fuentes de energía primaria, las estaciones de generación y almacenamiento y las redes de transporte y distribución, tanto de electricidad como de combustibles. En este modelo energético, hay tres elementos destacados. Primero, el uso racional de la energía, o ahorro energético. La energía más limpia y la más barata es la que no se consume. Para alcanzar unos objetivos razonables en este aspecto, que podríamos cifrar en un ahorro del 15% sobre las tendencias de consumo a diez años, es necesario, no sólo la determinación de los gobernantes, sino la colaboración de todos, empresas, instituciones y ciudadanos, ya que la mayor parte de las iniciativas de ahorro energético se toman a nivel personal: apagar la luz en las habitaciones no ocupadas, instalar bombillas o electrodomésticos de bajo consumo, dar preferencia al transporte público colectivo frente al transporte individual, mejorar las condiciones de aislamiento térmico de las edificaciones. En segundo lugar, la máxima penetración de las energías renovables. No debemos olvidar que Canarias goza de unas condiciones privilegiadas a nivel mundial para el aprovechamiento de energías eólica y solar. Mediante el desarrollo correctamente programado y gestionado de estas energías podemos aspirar a que, en menos de diez años, más del treinta por ciento de la electricidad generada en Canarias tenga su origen en energías renovables, lo que supondría una reducción de más del 20% de los gases de efecto invernadero que se producen en las islas. El tercer aspecto es la diversificación de las fuentes primarias de energía. Hoy sabemos a ciencia cierta que el ahorro energético y la máxima incorporación de energías renovables no serán suficientes para satisfacer nuestras necesidades, por lo que a medio plazo, y descartados el carbón y el uranio, la única alternativa al petróleo con que podremos contar en Canarias será el gas natural, el cual, comparado con el petróleo, produce un 30% menos de CO2 y reduce a cantidades inapreciables las emisiones de azufre y de partículas. Además, el gas natural facilitará el tránsito tecnológico hacia la economía del hidrógeno que esperamos para dentro de dos o tres decenios. En este sentido, Canarias está en condiciones de constituirse en una de las plataformas más importantes de Europa para el desarrollo y ensayo de sistemas de generación y propulsión por hidrógeno, aprovechando la experiencia de muchos de nuestros investigadores y las condiciones ambientales de que disfrutamos ● |