Naturaleza y territorio

El fuego que destruye el bosque lo frenan cultivos y pastoreo

Estrategias para combatir y prevenir los incendios forestales en Gran Canaria

Tras alcanzar el mínimo forestal de 6.000 hectáreas de bosque en torno a 1900, la reforestación y la implantación de la gestión forestal en Gran Canaria ha llevado a casi cuadruplicar esa cifra 120 años después. Pero el progresivo abandono de la agricultura y la ganadería ha dado paso a un territorio de matorrales, combustible para grandes incendios fuera de capacidad de control que lo están destruyendo. [En PELLAGOFIO nº 85 (2ª época, junio 2020)].

Por YURI MILLARES

El incremento de las temperaturas, como consecuencia del cambio climático, y un paisaje rural cada vez menos trabajado están creando las condiciones para que los incendios en el monte se vuelvan más virulentos, incontrolables y dañinos. En el Cabildo de Gran Canaria, las áreas de Sector Primario y Soberanía Alimentaria y de Medio Ambiente están desarrollando un intenso trabajo de coordinación. Desarrollan estrategias con el fin de combatir las catastróficas consecuencias de los grandes incendios que están afectando a los bosques de la isla.

Ciclistas atraviesan el Monte de Ana López (cerca de la Cruz de Los Llanos) en la cumbre de Gran Canaria, entre un bosque de pino canario que rebrota tras sufrir el incendio del verano de 2019. A la derecha se aprecia una parcela de repoblación con pinos insigne quemados, también algunos piñonero y carrasco, que no rebrotarán y acabarán cayendo (o siendo talados si suponen un peligro). | FOTO CABILDO GRAN CANARIA

“Tenemos que generar un paisaje seguro, pero no podemos trabajar en todo el espacio porque es inmenso y no hay presupuesto”, explica a PELLAGOFIO Carlos Velázquez (ingeniero técnico forestal y director de extinción de incendios del Cabildo). Ni el presupuesto entero de todo un año de la institución insular podría pagar un esfuerzo tan titánico. ¿Qué hacer entonces para crear ese paisaje seguro?

La respuesta pasa por combinar tres líneas de actuación: forestal, agrícola y ganadera.

“Los incendios se mueven por dos corredores: los fondos de barranco y los ejes de cresta o lomos”, detalla Velázquez. Eso significa que los barrancos “hay que intentar tenerlos húmedos con vegetación que no arda, porque por ahí se canalizan los vientos y los incendios”. Mientras, en los ejes de cresta, “como el incendio en ladera sube y después va por toda la cordillera, es importante que los lomos estén trabajados. Si son bosques, que estén tratados para que no haya material inflamable. Si es pastizal, que tengan un nivel de pastoreo que pueda frenar el incendio. Y si es agrícola, que los terrenos estén trabajados”.

Los datos son demoledores: el 94% de los incendios en Gran Canaria se generan fuera del bosque y si es un gran incendio arrasa con todo lo que haya

La parte forestal
Las medidas que se están tomando para restaurar el paisaje forestal pasan por evaluar qué especies propician bosques permanentes, como el pino canario o la laurisilva, porque se regeneran, o frutales forestales como el castaño y el nogal que son una barrera verde que frenan los incendios.

Por el contrario, las especies que no generan bosques permanentes hay que irlas sustituyendo, como el pino insigne, que cuando se quema no se recupera, o el eucalipto, que tiene un “problema tremendo”, en palabras de este técnico, “y es que genera lo que se llama paveseo: en un incendio forestal el fuego llega a copa y se elevan gran cantidad de partículas en ignición que generan focos secundarios hasta a un kilómetro”.

Cortijo de Crespo. Los pinos insigne no se recuperarán tras el incendio y los troncos se colocan tumbados para frenar la erosión que provoca la lluvia con sus escorrentías. | FOTO CABILDO GRAN CANARIA

«Si queremos gestionar el paisaje en su totalidad no podemos quedarnos sólo en bordes de carretera y en terrenos públicos, tenemos que meternos en el territorio»CARLOS VELÁZQUEZ, técnico del Cabildo de GC

Con esto claro, han echado mano de la cartografía para sectorizar el territorio, señalando las zonas prioritarias. Tras estudiar las estadísticas de los últimos 10 años, los datos son demoledores: el 94% de los incendios se generan fuera del bosque, en matorrales y pastizales que progresan hacia el bosque y si es un gran incendio arrasa con todo lo que haya. Y de ese 6% que se genera en bosque solo el 4% se genera bajo pinar (la pinocha, pues, no es el gran problema que alarma a algunos, por cierto).

“Aquí, los incendios naturales son por rayos o vulcanismo; el responsable de los incendios que padecemos es el ser humano con su actuación y es lo que hay que frenar”, destaca. De ahí que haya que intensificar las acciones en zonas más antropizadas, para tener la zona naturalizada protegida, o, dicho de otra manera, “no meternos en Tamadaba o Inagua, sino concentrarnos en las zonas externas para evitar que los fuegos lleguen al bosque. Lo que tenemos que combatir es todo este abandono agrícola”.

Ovejas canarias trashumantes pastando en la cumbre. | FOTO ISIDORO JIMÉNEZ
Estudiantes de Arboricultura en prácticas Erasmus, de la Facultad de Ciencias Aplicadas y Arte de la Universidad Göttingen (Alemania), colaboran con los forestales del Cabildo de Gran Canaria en la poda y clareo de árboles en los Pinos de Gáldar, afectados por el incendio. Se aprecia el paso de una cañada de ganado flanqueada por paredes de piedra seca. | FOTO CABILDO GRAN CANARIA

Hay dos medidas fundamentales en la zona forestal: el pastoreo extensivo controlado por pastores y las quemas prescritas para eliminar materia vegetal seca.

“Lo que pasa es que el 80% del territorio está en manos privadas –advierte–, y si queremos gestionar el paisaje en su totalidad no podemos quedarnos sólo en bordes de carretera y en terrenos públicos, tenemos que meternos en el territorio”.

En efecto, reconoce, gestionando sólo un 20% del territorio no se va a conseguir un alto porcentaje de efectividad y eficiencia. “Tenemos que hablar con los particulares y llegar a acuerdos con ellos”, apunta, y es lo que están haciendo desde el área de Sector Primario, pero también desde Medio Ambiente con el Fondo Verde Forestal.

“Hay una política de contacto con particulares en zonas incendiadas de 2017 a 2019 para hacer acuerdos de gestión, un contrato por el que te dejan entrar a sus fincas para que se la restaures”.

Se trata de generar una iniciativa que no sólo proteja al paisaje de la isla, sino que genere actividad económica y empleo. “Estamos haciendo los trámites para poder sacar la convocatoria en otoño y queremos que el trabajo lo hagan pequeñas y medianas empresas locales, para generar un sector forestal en la zona de medianías y cumbres que tengan un trabajo constante y fije empleo”.

«En Gran Canaria el índice de recurrencia de un incendio es de 24 años: a un bosque de repoblación no le da tiempo de recuperarse si cada 24 años le pasa un fuego»CARLOS VELÁZQUEZ

“Hemos hecho cálculos –continúa– y el índice de recurrencia de incendios está en una media de 24 años. Eso significa que a un bosque de repoblación no le da tiempo a recuperarse si cada 24 años le pasa un fuego. Es fundamental incrementar el índice de recurrencia y eso se consigue haciendo desbroces y tratamientos selvícolas, así como metiendo ganados y haciendo quemas prescritas hasta que haya estructuras que no ardan”.

La parte agrícola
Desde el área de Sector Primario y Soberanía Alimentaria, ya antes del gran incendio de 2019 tenían previstas varias actuaciones para intentar activar la agricultura, con la puesta en cultivo de parcelas abandonas en medianías y cumbres.

Entre las líneas de trabajo que han puesto en marcha destacan dos. Una son las Ayudas a Jóvenes Agricultores, “una línea que está a punto de salir con 210.000 euros, en la que primamos los primeros gastos de inicio en la actividad agrícola o ganadera, para echarles una mano con los diversos gastos (financieros, arrendamiento, seguros, cotización, asesoramiento técnico) durante los primero cinco años de actividad”, explica el ingeniero agrónomo Carlos Martell, técnico del Cabildo. En estas ayudas tienen preferencia las explotaciones en ámbitos agrícolas estratégicos, por ser Zonas de Alto Riesgo de Incendio (ZARI).

Carlos Velázquez realiza una visita a Juan Massieu, agricultor y empresario de turismo rural. El incendio de 2019 le quemó la cebada que había sembrado y numerosos árboles en su finca de Montañón Negro. | FOTO YURI MILLARES

La otra se llama Fomento de Tierras en Desuso, específicamente para agricultura. Se trata de poner en uso fincas que lleven más de dos o tres años sin cultivar.

“A cualquier persona que las ponga en cultivo nosotros le echamos una mano en virtud de las tareas que tenga que acometer: no es lo mismo poner en funcionamiento un invernadero que un pedregal o una tierra de cultivo. En el baremo de esa ayuda también aportamos más a los que están en las ZARI”, añade.

«Las Zonas Agrícolas Estratégicas, las de mayor probabilidad que sufran un próximo gran incendio, suman 540 hectáreas»CARLOS MARTELL, técnico del Cabildo de GC

A propuesta de los técnicos de Medio Ambiente, con quienes trabajan ahora mucho más unidos, han establecido, dentro de las ZARI, “las Zonas Agrícolas Estratégicas (ZAE), las de mayor probabilidad de un próximo gran incendio, que se concentran en la zona noreste de la isla al tener una carga de biomasa vegetal importante”, detalla Martell.

Las parcelas situadas en estas ZAE “son las que están en crestas y en barrancos, o que por las condiciones climáticas hay un riesgo elevado de que llegue a núcleos poblacionales, que es lo primero a preservar”, dice. Las ZAE suman cerca de 4.500 parcelas distribuidas en siete municipios que suponen unas 540 hectáreas y las están localizando a través de los datos catastrales, poniéndose en contacto con los ayuntamientos y los propietarios (empezando por los que han priorizado los técnicos: Moya, Valleseco y Vega de San Mateo).

Al frente del trabajo de campo ha estado la capataza agrícola María Cristina Molina para identificar esas fincas en la cartografía y confirmar si tienen un alto grado de biomasa, si son accesibles y si realmente están sin cultivar (porque a veces aparece como “no cultivada” pero están en cultivo de nuevo). Para saber si los terrenos están en zonas ZAE, los propietarios de fincas pueden enviar los datos de localización de la finca al correo cortafuegosagricolas2020@grancanaria.com.

«Se van a convocar subvenciones que ayuden a desbrozar y roturar fincas en Zonas de Alto Riesgo de Incendios, contactando con pymes y autónomos que puedan hacer esas labores»CARLOS MARTELL

“El objetivo es doble –insiste Martell–, primero, limpiar de vegetación espontánea estas parcelas para que puedan servir de cortafuego agrícola; segundo, poner esas parcelas en cultivo priorizando las que tienen mayor potencial (mayores superficies, pendientes bajas, acceso rodado e interés de los propietarios)”.

Para ello van a convocar subvenciones que ayuden a desbrozar y roturar las fincas seleccionadas, contactando con los propietarios e identificado a pymes y autónomos dedicados a trabajos de desbroce que puedan hacer esas labores.

Ganado de ovejas del norte de Gran Canaria. Al fondo se ve Tenerife y el pico del Teide. | FOTO ISIDORO JIMÉNEZ

La parte ganadera
La conversación por videoconferencia con Dídac Díaz, ingeniero técnico forestal y analista de fuegos forestales del Cabildo, tiene lugar el mismo día que ha hecho una visita de campo al interior de la isla y ha comprobado que “la gente no está limpiando de vegetación espontánea los 15 metros alrededor de sus casas que marca la ley: si hay un incendio se van a quemar muchísimas”, advierte. “Estamos en un territorio en el que tenemos que aprender a convivir con el fuego”, insiste.

«A partir de ahora vamos a pagar a los pastores por el servicio ambiental que prestan de prevención de incendios forestales»DÍDAC DÍAZ, técnico del Cabildo de GC

“Se habla mucho de que le hemos dado un respiro a la naturaleza, pero ha sido para bien y para mal, porque hay muchos campos que no se cultivan y es peor por el riesgo de incendios”, explica al describir su labor entre los pastores de la isla. “Llevamos bastantes años trabajando con ellos, dándoles autorizaciones para que puedan pastorear en monte público, tanto en espacios naturales protegidos como en cauces de barrancos que son los principales vectores por donde corren los incendios”.

Son alrededor de 50-60 pastores a los que se viene autorizando el pastoreo en unas 3.500 hectáreas de monte público, de ellas 500 hectáreas de pastoreo en cauce de barrancos.

“En la isla calculamos que hay unas 8.000 hectáreas pastoreadas. Pero a partir de ahora, que por fin tenemos una partida presupuestaria, vamos a poder pagar a los pastores por el servicio ambiental que prestan de prevención de incendios forestales. Se llama Pago por Servicios Ambientales (PSA). Después de Andalucía, que lleva más de 20 años en el tema, vamos a ser uno de los primeros territorios de España que hará eso”.

Ovejas en su trashumancia de verano se dirigen a la cumbre desde el norte de la isla. | FOTO ISIDORO JIMÉNEZ

Durante este año se van a determinar los lotes y las superficies a pastorear, determinando mediante un concurso a qué pastores le corresponde cada uno de esos lotes y si dentro de un año (antes del verano), vemos que esas hectáreas han sido pastoreadas se le paga al pastor. No es una subvención, sino un contrato”, precisa, señalando que los pagos oscilan entre 40 y 180 euros por hectárea.

Cada rebaño tendrá al menos un GPS, “para tener una idea de por dónde se van a mover las cabras o las ovejas y en qué zonas van a estar más tiempo, para saber no sólo el perímetro, sino la intensidad y conocer las cargas ganaderas. Ten en cuenta que estamos muchas veces en espacios naturales protegidos y tiene que haber un pastoreo controlado”, dice este técnico.

«Una oveja o una cabra puede comer hasta dos kilos de materia seca; un rebaño de 500 te quita diariamente una tonelada de combustible»DÍDAC DÍAZ

Aunque están repartidos por toda la isla, la mayoría de estos pastores se concentran en la parte norte de medianías, en las llamadas Zonas de Alto Riesgo de Incendio. “La oveja es más fácil de gestionar al ir más en rebaño, así que para superficies grandes de monte trabajamos mejor con oveja; pero para barrancos donde hay más caña y zarza, es mejor la cabra”, precisa.

Pagar a los pastores por este servicio ambiental puede tener otras consecuencias positivas, como favorecer el relevo generacional en el sector al mejorar la viabilidad económica de algunas explotaciones. “Con lo que se les va a pagar no se van a montar en el dólar, pero sí van a tener un aporte que les puede complementar la viabilidad de su actividad ganadera”.

Pastoreo de caprino. Para la limpieza de barrancos, donde hay más caña y zarza, se adapta mejor la cabra. | FOTO ISIDORO JIMÉNEZ

“A nivel de prevención de incendios los pastores son un colectivo estratégico –afirma Dídac Díaz–. Una oveja o una cabra puede comer hasta dos kilos de materia seca; un rebaño de 500 te quita diariamente una tonelada de combustible. ¿Qué cuadrilla hace eso? Es la herramienta más ecológica, económica y eficaz de las que conozco… junto con el fuego, porque los fuegos prescritos también es otra de las herramientas”.

Hay zonas de la Península donde se están trayendo pastores de otros países para esta labor de prevención de incendios, porque el oficio se ha extinguido en muchos lugares de Cataluña, por ejemplo. “El coste de introducir pastores de fuera en un territorio es altísimo y aquí los tenemos. Además, son gente que tiene una cultura de muchos años y sería una pérdida incalculable que los perdiéramos”, concluye.

■ EL DETALLE / 5.000 hectáreas de pastoreo en zonas de alto riesgo de incendio

Los técnicos del Cabildo de Gran Canaria han marcado sobre la cartografía de la isla una superficie de casi 65.000 hectáreas señaladas como ZARI: Zonas de Alto Riesgo de Incendio, por tener una vegetación muy inflamable. Sobre ellas, especialmente en cauces de barrancos y crestas o lomas (donde más rápido se mueve el fuego), van a concentrar su atención a nivel forestal (quemas prescritas y otros tratamientos selvícolas), agrícola (poniendo en uso tierras de cultivo abandonadas) y ganadero (con pastoreo para limpiar de vegetación seca barrancos y pastizales).

De esas 65.000 hectáreas ZARI sólo están cultivadas unas 3.000 hectáreas. De las 8.000 hectáreas pastoreadas en la isla, 5.000 están en las ZARI. “La cuestión es conseguir un paisaje mosaico donde haya campos de cultivo, terrenos pastoreados y barreras verdes con frutales forestales como nogales y castaños, que pongan obstáculo y freno a los grandes incendios forestales”, señala el técnico del Cabildo Dídac Díaz ●

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