El valor económico de la naturaleza

Fernando Redondo Rodríguez firma la columna de nuestro invitado, “Apuntes con firma”, en una reflexión a partir de los datos de una encuesta del Consejo Económico y Social de Canarias sobre la conservación de los espacios naturales y los sacrificios que ello debería o no comportar. [En PELLAGOFIO nº 37 (1ª época, enero 2008)].
Existe el convencimiento de la necesidad de hacer sacrificios en nuestro actual nivel de vida, si queremos preservar nuestro medio natural
Por FERNANDO REDONDO RODRÍGUEZ
Presidente del Consejo Económico y Social de Canarias
George Schaller, uno de los biólogos que más ha contribuido al establecimiento de las mayores reservas naturales del mundo, hacía recientemente unas declaraciones que merecen al menos una seria reflexión, porque suponen una llamada de atención a lo que se entiende como “desarrollo sostenible” y a la tentación de vincular los tesoros naturales a alguna forma de rendimiento económico. Recuerda en sus declaraciones que todos tenemos la obligación de luchar para preservar esos tesoros culturales y naturales, y que no todos vienen etiquetados con el precio. También, que su finalidad no consiste únicamente en contribuir a aliviar la pobreza y que no siempre la población local debe tener derecho a gestionarlas y utilizarlas a su gusto. Existen otros valores intangibles que igualmente deben protegerse.
Esta llamada de atención es oportuna, para no perder de vista la finalidad de la política conservacionista. La necesidad de preservar el paisaje, los espacios naturales o el lenguaje, son en sí mismos importantes, independientes de su rendimiento económico.
Sociobarómetro
En el Sociobarómetro del Consejo Económico y Social de este invierno se formulaban dos preguntas a los residentes canarios: si consideraban que los parques nacionales tienen un valor medioambiental, o si, por el contrario, es mayor su contribución a la riqueza económica de las islas. El 92% declaran que los parques nacionales contribuyen en mayor medida al valor medioambiental, y el 84% valora su contribución a la riqueza. Es una respuesta que refleja que, además del valor natural, se asume que los espacios protegidos generan riqueza.
La segunda pregunta es si estarían dispuestos a sacrificar un mayor desarrollo económico para obtener una mejora medioambiental. El 60% de la población declara que estaría dispuesto. Al contrario, a la pregunta de si estaría dispuesto a sacrificar el medio ambiente para conseguir un mayor desarrollo económico, solo el 12% lo apoya.
Aquellas islas con un mayor valor ambiental consideran que no les repercute en su riqueza económica y, por tanto, no están dispuestos a mayores sacrificios…
Como todo planteamiento simplista, pueden extraerse de las anteriores respuestas conclusiones erróneas, pero al menos nos permite aventurar algunos comentarios. El primero, es que existe el convencimiento de la necesidad de hacer sacrificios en nuestro actual nivel de vida, si queremos preservar nuestro medio natural. Especialmente entre los jóvenes. Las islas de Tenerife y Gran Canaria son las que aportan un mayor porcentaje de opinión favorable, y las de Lanzarote (24,7%), La Gomera (33%) y La Palma (34%) las menos dispuestas a mayores sacrificios. Puede parecer paradójico, pero es posible que esté vinculado a la percepción de que un entorno protegido y de alto valor natural no les proporciona mejor calidad de vida.
…Por el contrario, las islas más pobladas y con mayores problemas ambientales, consideran que deben aportar algún tipo de limitación a su forma de vida
En cuanto al valor económico o medioambiental de los espacios protegidos, son los habitantes de Lanzarote (91%), El Hiero (88%) y La Palma (85%) los que manifiestan el alto valor ambiental y, en cuanto a su contribución económica, Fuerteventura, La Gomera y La Palma consideran que tienen una baja contribución
Como puede verse, en dos simples respuestas puede apreciarse cómo aquellas islas con un mayor valor ambiental consideran que no les repercute en su riqueza económica y, por tanto, no están dispuestos a mayores sacrificios. Por el contrario, las islas más pobladas y con mayores problemas ambientales, consideran que deben aportar algún tipo de limitación a su forma de vida.
Si recordamos las reflexiones de Schaller, podemos recordar que en la última cumbre de Bali sobre el cambio climático se plantearon cuestiones similares entre los países ricos y los que están en vías de desarrollo. No más limitaciones ambientales, si esto supone un freno al crecimiento económico. La solución, por tanto, se encuentra en mecanismos de solidaridad que compensen a los territorios con mejores recursos naturales por limitar su desarrollo por parte de los países mas desarrollados. La encuesta del CES nos indica la necesidad de un mecanismo similar.