Naturaleza y territorio

La mirada del otro o la otredad

Desde su hidroavión, el piloto Alfred Viereck tomó esta instantánea de Canarias en 1935. Falleció al estrellarse el aparato en Banjul en 1937, mientras realizaba la ruta Canarias-América del Sur. Una foto que inspira al director de Mestisay en esta entrega de “Escrito en piedra”. [En PELLAGOFIO nº 31 (1ª época, junio 2007)].

Por MANUEL GONZÁLEZ ORTEGA

La “otredad” es un género de pensamiento que se puso de moda entre la intelectualidad europea amante, entre otras cosas, de las teorías de James Lovelock. Umbral diría en una de sus columnas que todo eso es espiritualidad devenida de los rescoldos del Mayo francés a la que el químico inglés dotó de conceptos científicos. No obstante, la mirada del otro construye el territorio imaginado que, a veces, se superpone al real para dotarlo de utopía.

Canarias es un territorio cimentado en la mirada de los otros desde tiempo inmemorial

El piloto de un hidroavión alemán, en la foto que nos acompaña, se despide de Gran Canaria para hacer la ruta como correo entre el puerto de La Luz y América del Sur. Corre el año 1935 y desde la ventanilla de su aeronave retrata con su Leica un paisaje costero de la isla que enseñará a su familia cuando regrese a casa. El territorio real se convierte en imaginación para los ojos virginales de los destinatarios de aquella instantánea fotográfica. Y esos mismos ojos, en algo parecido a lo que nosotros hacemos ahora al intentar “redescubrir” el panorama retratado, inventarán el resto del paisaje que quedó fuera del objetivo de la cámara.

Canarias es un territorio cimentado en la mirada de los otros desde tiempo inmemorial. Recientemente, los Atlas de la Historia Natural de las Islas Canarias, de Webb y Berthelot, en una hermosa edición al cuidado de Herrera Piqué, nos devuelven la mirada ensoñada del archipiélago a través de los ojos de aquellos naturalistas europeos de aliento prerromántico. El autor de esta foto murió dos años más tarde, en un infortunado vuelo. Desde otro rincón del mundo, en un viejo álbum familiar, su mirada nos descubre la nuestra. Son los discípulos de Herodoto.

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