Zumbidos en la ruta del tajinaste azul

Una de las rutas más antiguas para comunicar medianías y cumbre de Gran Canaria es la que han usado, en siglos pasados, los vecinos del municipio de Valsequillo, subiendo por Tenteniguada hacia la caldera de Los Marteles. Un sendero de espectacular frondosidad y gran colorido en primavera. [En PELLAGOFIO nº 32 (1ª época, mayo 2007)].

En dos horas
Haciendo sólo el recorrido de sendero sin incluir las pistas asfaltadas entre El Rincón y Tenteniguada, son unos 4 km que podemos cubrir en poco más de dos horas.
Roque Grande y roque Chico
Al iniciar este antiguo sendero, desde abajo se ve la imponente figura de dos roques alineados: el roque Chico delante (aunque aparenta mayor tamaño) y el roque Grande detrás. Pero al alcanzar el lomo de Era Blanca veremos al segundo en su verdadera dimensión.
Para acceder y realizar el recorrido por el camino de la caldera de Los Marteles, hemos escogido el sentido ascendente que, al principio, es bastante pronunciado pero cómodo de transitar. Pero antes debemos subir por carretera hasta el pueblo de Tenteniguada (municipio de Valsequillo) y, al poco de sobrepasarlo, entrar a la izquierda en el cruce que indica el acceso al barrio de El Rincón. Éste se encuentra diseminado en multitud de casitas y huertos al pie de dos llamativos roques que coronan la ladera de la montaña de verticales paredes que se alza sobre los tejados del barrio.

Siguiendo el recorrido de la pista asfaltada principal subimos con el vehículo hasta llegar a la penúltima casa blanca, junto a un centenario castaño de retorcido y grueso tronco (mirando como referencia a los dos roques, deben ir quedando un poco a la derecha). Justo ahí el asfalto da paso a una pista de cemento marrón a uno de cuyos lados aparcamos.A unos pocos metros por la pista de cemento, una pared de gruesas piedras tiene una inscripción que nos indica el inicio del sendero propiamente dicho: “Caldera Los Marteles”.
Apenas en unos minutos ya nos hemos adentrado por la ladera entre abundante vegetación, zigzagueando por un camino que se sumerge cada vez más entre enormes ejemplares de tajinastes azules en plena floración cuando hacemos la ruta (mediados de abril).

Por un empinado empedrado
Estamos subiendo por el lomo del Pleito, siempre en zigzag de modo que parece que nos dirigimos justo a la falda de los roques. Pero al cabo de un rato la pendiente se suaviza y el sendero toma rumbo al barranquillo de Quevedo (dejando del todo a la derecha a los roques). Ahora descendemos un poco, saliendo de la exuberante espesura vegetal sobre un terreno de ceniza volcánica, para cruzar el cauce del barranquillo (donde vemos una mimbrera de gran porte) y volver a ascender por un empinado empedrado.
Nuestros ojos no se cansan de la explosión de color de tantos y de tan gran porte tajinastes y retamas, a través de los cuales se abre el camino como si fuera Moisés atravesando las aguas del mar Rojo. Llegamos así a la altura de la base del roque Grande (1.507 m) y el roque Chico (1.468 m), que ya no vemos desde abajo, sino en su perfil. Llegamos al lomo de Era Blanca, donde vemos los primeros pinos y, si echamos la vista atrás, unas vistas sobre Tenteniguada y Valsequillo a nuestros pies, y la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria al fondo. Sólo nos queda un tercio del sendero, que completamos pasando junto a Cuevas del Salviar y llegando (los últimos metros sobre pista) a la carretera de Cazadores justo cuando pasa por la caldera de Los Marteles, en la cabecera del barranco de la Umbría.


Secretos de plantas
David Bramwell hace su propio recorrido de la conocida como ruta del tajinaste azul y escribe, para acompañar el reportaje de este sendero, cómo fue su exploración de este territorio en busca de plantas como el cabezón de Gran Canaria o la pata de conejo, concluyendo la misma con un buen bocadillo, vino y ron. En «Paraíso de flora en unos pocos metros» ●