Sorprendente isla canaria de El Hierro

La isla canaria que más se adentra en el Atlántico y que más ha sufrido (y sufre) su presencia para su comunicación con el exterior, ofrece, pese a su reducido tamaño, una variedad tal de cosas para ver, conocer y disfrutar que sorprende a todos los que se acercan a verla “en un par de días”. Tarea difícil en tan poco tiempo, ¡hay que volver! [En PELLAGOFIO nº 8 (2ª época, marzo 2013)]
■![]() |
Por YURI MILLARES
Fotografía de cabecera de TATO GONÇALVES
La sorprendente isla de El Hierro (por su paisaje original y diferenciado del resto de islas, por sus recursos naturales en tierra y mar, por sus especiales posibilidades de ocio y deporte para un turismo diferente, por las singularidades de muchos de sus asentamientos humanos, por la calidad de sus productos gastronómicos) se enfrenta últimamente a una situación que ha retraído la presencia de visitantes y afectado la vida de sus habitantes. Su secular aislamiento (hasta ahora debido a unos medios de transporte no siempre disponibles en la frecuencia necesaria) parece que se acentúa, como consecuencia de la actividad volcánica que se desarrolla frente a su costa desde septiembre de 2011, con diversos períodos de mayor o menor intensidad: se han resentido su pesca y la actividad recreativa vinculada al submarinismo que atraía a muchos visitantes, se ha resentido en definitiva su economía.

La isla de El Hierro, sin embargo, “sigue teniendo los mismos atractivos que tenía antes del volcán. Esos sí que no han desaparecido ni el volcán ha podido contra ellos”, en expresión de Maximiano Trapero, catedrático de Filología Española en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria que escribe a propósito de ello en la página de al lado.
El árbol sagrado
Con sus 278 kilómetros cuadrados, es la más pequeña de las siete islas mayores del archipiélago canario. Su nombre se supone que deriva de la palabra hero, y hacía referencia a los charcos de agua que creaba la lluvia y de los que se servían sus primitivos habitantes, los bimbapes o bimbaches, para poder vivir. Unos versos del poeta Antonio de Viana, lo explican así: “Capraria o Hero, que ahora llaman Hierro, / Que el nombre de Capraria significa en su lengua: grandeza, / Y Hero: fuente, de que le dieron título a la isla, / Por la gran maravilla de aquel árbol / Que mana el agua que les da sustento”.
Este pequeño territorio anclado en la inmensidad del océano, ha sido reconocido por la Unesco como Reserva de la Biosfera
Este árbol, del que las antiguas crónicas hacen numerosas referencias, es el Garoé. El árbol sagrado de los primeros habitantes de la isla y por el que también se la ha llamado la “isla del Garoé”. Era un til, especie propia de Canarias y Madeira que, como otros de la familia de las lauráceas, tiene la capacidad de condensar el agua de la humedad que concentran las nubes. De este modo, lo que se conoce como “lluvia horizontal”, se convierte en infinidad de pequeñas gotas que caen de las hojas y ramas.
El guardado del árbol que manaba agua fue descubierto por los conquistadores, al mando de Jean de Bèthencourt, en 1406 y así pudieron establecerse. Víctima de una tempestad, el árbol sagrado desapareció en 1610. En su lugar se ha plantado otro, que sigue destilando agua, aunque ya no se utilice como fuente. Sigue siendo un lugar a visitar, de los muchos que ofrece este pequeño territorio anclado en la inmensidad del océano, reconocido por la Unesco como Reserva de la Biosfera en 2000.
Lagarto gigante
Sus protegidos espacios naturales (que incluyen una reserva marina pionera en Canarias) ofrecen una riqueza geológica, vegetal y animal que tiene, en su fauna, a uno de sus más conocidos embajadores: el lagarto gigante de El Hierro. En peligro de extinción, se cría en cautividad en un lagartario que es visitable.
Juan Machín García, cabrero en El Golfo, y su nieto Perico fueron quienes encontraron y capturaron en 1974 un par de ejemplares del ‘Gallotia simonyi’ en el risco de Tibataje
“Juan Machín García, cabrero en El Golfo, y su nieto Perico (Juan Pedro Pérez Machín) fueron quienes encontraron y capturaron en 1974 un par de ejemplares del Gallotia simonyi en el risco de Tibataje, cuando se pensaba que la especie estaba extinguida –explicábamos ya en otro reportaje de PELLAGOFIO–. La pista para su localización se la dio el criador alemán de reptiles Werner Bings, que les mostró una reproducción de su excremento realizada en plastilina, convencido de que aún podía haber ejemplares vivos en la zona donde, finalmente, fueron hallados”.

“A partir de aquí –explicábamos– es cuando, tras diversas vicisitudes, se inicia el plan de reproducción en cautividad del lagarto que, sin embargo, es una subespecie de las dos en la isla, pues en 1989 se confirmaron algunas diferencias morfológicas entre el que reproduce en el lagartario (lagarto gigante de El Hierro o Gallotia simonyi machadoi) y el que vivía en los roques de Salmor (lagarto de Salmor o Gallotia simonyi simonyi, extinguido). Investigaciones arqueológicas describen otro lagarto (extinguido) en El Hierro de mayor tamaño aún, el Gallotia goliath (con una talla que alcanza los 120 cm)”.
[row] [column size=’3/4′]Desconocidas salinasLas salinas de Punta Grande fueron construidas a golpe de pico sobre la roca en el siglo XVII
A su espectacular paisaje natural, El Hierro añade la huella dejada por sus habitantes en siglos de presencia y esfuerzo por vivir y sobrevivir aquí. El más antiguo, singular y visitado de sus asentamientos, convertido en museo arqueológico y etnográfico, es el poblado de Guinea, que refleja cómo vivieron los isleños muchos siglos atrás, incluso antes de la llegada de los europeos. Más desconocida, en cambio, es una actividad de vital importancia como la producción de sal, y es que, además de recogerla en los charcos que deja la marea, la isla contó en el pasado hasta con dos salinas: las de Punta Grande (en El Golfo) y las de Timijiraque (cercanas al Puerto de la Estaca).
¿Quién no conoce, en Las Puntas, el pequeño muelle de Punta Grande con su tantas veces citado “hotel más pequeño del mundo”? Pero pocos conocen que, partiendo de allí por un sendero que serpentea siguiendo el contorno de la costa en dirección a los roques de Salmor, a muy poca distancia encontraremos las salinas de Punta Grande, construidas a golpe de pico sobre la roca en el siglo XVII, para intentar cubrir la demanda de sal de la población local.
Los herreños que vendimiaban en las laderas sobre Frontera y cultivaban huertos en Nisdafe eran… los mismos, en constante mudanza o, como dicen ellos, de “mudada”
Emulando las mudadas
Pero los herreños que buscaban sal en la costa de El Golfo, vendimiaban en las laderas sobre Frontera y cultivaban huertos en Nisdafe eran… los mismos, en constante mudanza o, como dicen ellos, de “mudada”. “Con sus pocas pertenencias y enseres del hogar, los herreños tenían dos casas, a cual más humilde, que les servía de cobijo para la familia, los animales y los productos que cosechaban”, decíamos en otro reportaje de PELLAGOFIO, en este caso para recorrer alguno de sus senderos más llamativos: el de Jinama, a través del cual descubriremos su flora endémica, mientras emulamos las mudadas que los herreños hacían cuatro veces al año en función de las cosechas.
El camino, por cierto, parte en su lado de Frontera junto a la iglesia de la Candelaria, zona de influencia de la gente de Valverde, que fundó aquí el primer asentamiento estable de El Golfo. El templo data de 1818 y, como curiosidad, tiene su campanario separado del edificio al que presta servicio, situado en lo alto de un enorme montículo de tierra volcánica rojiza: la montaña Joapira.
Y en 2013, Bajada de la Virgen
Pero en cuestión fe y devoción, el herreño tiene en La Dehesa el pequeño y modesto templo que acoge a la Virgen de los Reyes, su patrona, que protagoniza este 2013 su popular Bajada de cada cuatro años. Un espectáculo visual y musical que convierte a toda la isla en escenario natural de una celebración que se remonta a 1740, año en que la isla padeció una terrible sequía.
Corrían los últimos días de diciembre de 1545 cuando un velero, dicen que atraído por una fuerza que su tripulación no podía controlar, llegó a la bahía de Orchilla
De esa Virgen y la devoción que le profesan los herreños también ha escrito con anterioridad quien firma estas líneas. “Corrían los últimos días de diciembre de 1545 cuando un velero, dicen que atraído por una fuerza que su tripulación no podía controlar, llegó a la bahía de Orchilla, en la isla de El Hierro. Los pastores de La Dehesa acudieron armados con sus astas a comprobar las intenciones de los visitantes, quienes, con escasez de provisiones solicitaron víveres y agua y ofrecieron a cambio la imagen de una Virgen que llevaban a bordo. Aquellos aceptaron gustosos y la guardaron en una cueva hasta que 31 años después la instalaron en una ermita. Fue un mes de abril y desde entonces celebran su Fiesta de los Pastores”.
Es el 25 de abril y la cita tiene lugar en las cuevas del Caracol. Por la mañana humean los grandes calderos con la carne de oveja que se servirá a todos los presentes a la hora de comer. Antes, se celebra una misa en la ermita, a donde acuden también los bailarines a saludar a la Virgen primero y a acompañarla después a la cueva donde la guardarán ese día, como en aquella primera ocasión cuando desembarcó.
A la ermita acuden los bailarines a saludar a la Virgen primero, y a acompañarla después a la cueva donde la guardarán ese día, como en aquella primera ocasión cuando desembarcó
Ella sale en procesión en el corso, su trono de madera y acristalado para protegerla del polvo, a hombros sobre unas andas. Realiza entonces un corto recorrido, que no dura más de media hora, por detrás de la ermita y de las cuevas hasta presentarse ante la puerta de la Cueva de la Virgen. Allí un gran rolo (la base serrada de un enorme pino) le servirá de descanso mientras transcurre el siguiente episodio de esta ancestral fiesta: se escuchan unos fervorosos loas a la Virgen de los Reyes, justo antes de la entrega de diplomas y otras distinciones a pastores o sus familiares. Le siguen unos emocionados “¡Viva la Virgen!”. Después habrá subasta de animales y la comida de hermandad.[/column]
[column size=’1/4′]■ UNA PROPUESTA, UN PROYECTO
Magma mía. Una mirada en calma
La isla de El Hierro, en el contexto del archipiélago canario, ha sido capaz de preservar su territorio como lugar donde se practica una economía sostenible de los sectores primario y terciario que son su sustento. Este medio de vida de los herreños se ha visto afectado por la actividad volcánica que a muy poca distancia de la costa se ha venido produciendo el último año.
La brusca reducción del flujo de visitantes que llegaba a la isla ha afectado a la economía local, en un contexto, además, de crisis económica generalizada en el país y en Europa. En este contexto, un grupo de fotógrafos, escritores, investigadores, músicos y otros profesionales de la comunicación y el arte se han unido al proyecto “Magma mía. Una mirada en calma”.
“Los propios isleños y residentes en general de las demás islas del archipiélago, debemos ser los primeros en conocer mejor ese territorio y elegirlo como destino de nuestro ocio y vacaciones, porque lo merece, porque lo necesita”, plantea como objetivo. Para ello están planeando recorrer la isla y organizar después una gran exposición.
“Ejemplar proyecto de Tato Gonçalves que pretende devolver a El Hierro la voz y la imagen que el volcán le ha quitado –ha dicho el catedrático de la ULPGC Maximiano Trapero–.Y de ahí el acertado título que le ha puesto: Magma mía, una mirada en calma. Un título inteligente e ingenioso, que juega con la realidad y con la esperanza. Un proyecto que, por la altura de sus objetivos y por el desprendimiento de quienes participan en él, merece el aplauso de todos y el apoyo de cuantos se sienten amantes de aquella isla” ●[/column] [/row]