Turismo activo

La experiencia de dormir en una cueva

En Canarias la amplia oferta de alojamientos en casas de turismo rural hace años que es una actividad que funciona para disfrute tanto de los propios residentes en las islas, como de turistas. En algunos casos, en sorprendentes casas-cueva. [En PELLAGOFIO nº 28 (2ª época, febrero 2015)]

Por YURI MILLARES

Artenara, en Gran Canaria, es uno de los pueblos del archipiélago que tiene en su oferta alojativa para turismo rural la posibilidad de escoger alguna casa-cueva tradicional. Son antiguas viviendas en las que los vecinos del municipio vivieron durante generaciones, vinculados al trabajo en la agricultura y la ganadería. Cuevas excavadas en la tosca eran, en siglos pasados, la forma más accesible para muchos isleños de tener habitaciones para dormir, alpendres para los animales y graneros para las cosechas. Aún hoy, muchas de ellas siguen habitadas, aunque la fachada tenga la apariencia de una casa fabricada normal, con su puerta y sus ventanas.

Salón de una de las casas cueva de turismo rural de Artenatur en el barrio de Las Arbejas. | FOTO YURI MILLARES
Salón de una de las casas cueva de turismo rural de Artenatur en el barrio de Las Arbejas.| FOTO YURI MILLARES
Eso lo conoció muy bien José Antonio Rodríguez, uno de los pioneros en Artenara en poner en marcha una pequeña red de casas-cueva para turismo rural que en la actualidad consta de una en Diseminado del Caidero, llamada El Caidero (3 dormitorios, 6 plazas) y dos en el barrio de Las Arbejas, llamadas El Mimo y Las Margaritas (cada una con 4 plazas). Rehabilitadas y amuebladas con todo esmero, las piscinas y barbacoa en el jardín con que cuentan son las únicas novedades que las diferencian de lo que era una vivienda tradicional.

La cocina se asoma al exterior desde la casa-cueva. | FOTO Y. M.
La cocina se asoma al exterior desde la casa-cueva.| FOTO Y. M.

«La gente suele preguntar antes de venir, pero es una casa como otra cualquiera»MIRIAM RODRÍGUEZ

Fines de semana y puentes
La hija de José Antonio, Miriam, nos explica que el cliente viene mayoritariamente en fines de semana, festivos con puente o durante las fiestas locales. En invierno más turistas extranjero, el resto del año turista local.
Pero decidirse por una cueva como alojamiento para un fin de semana en el campo no es una decisión sencilla de tomar para quien no conoce este tipo casas.

“La gente suele preguntar antes de venir, porque el concepto de cueva lo tienen asociado a alguien que hace fuego para hacerse la comida”, sonríe Miriam. “Pero es una casa como otra cualquiera, yo les explico que son habitaciones amplias”, añade, y les recomienda ver las fotos a través de la web.

La mosca detrás de la oreja
Aun así, muchos no dejan de venir con la mosca tras la oreja “a ver cómo es eso”. Pero la experiencia de dormir en una cueva no deja indiferente. “Normalmente, antes de venir preguntan mucho cosas como ¿tenemos que agacharnos?), pero después de quedarse, cuando se van dicen que notan la energía de haber estado dentro de la tierra, que salen con las pilas cargadas, aunque sólo hayan estado dos noches”.

Además, en un pueblo como Artenara (el de mayor altitud de la isla, con sus 1.270 metros), sus impresionantes paisajes de agrestes montañas y profundos barrancos están recorridos por serpenteantes senderos (a Tamadaba, a la Cruz de Tejeda, etc.) que convierten la estancia en mucho más interesante para quieres desean estar en contacto con la naturaleza.

Almendros en flor  entre bancales de Las Arbejas (en alguno de ellos se cultiva la uva de Artenatur). | FOTO YURI MILLARES
Almendros en flor entre bancales de Las Arbejas (en alguno de ellos se cultiva la uva de Artenatur).|
FOTO YURI MILLARES
■ TRADICIÓN
Con vino y miel de la cumbre

Para José Antonio la recuperación de estas casas-cueva no podía ir separada de la recuperación de productos tradicionales de la zona como el vino y la miel. “Tenemos una pequeña bodega con la que mi padre recuperó las parras de sus bisabuelos y sus abuelos –explica Miriam–. Antes todo el mundo tenía sus colmenas y sus parras para la miel y el vino de la casa. Lo recuperamos por recuperar la tradición, pero también porque el turista nos pedía producto local y cuando empezamos no había mucho que ofrecer”.

En el caso de la vendimia, un bocadillo es lo que suele haber para comer. «No es como la cogida de papas, que después se hace un sancocho»MIRIAM RODRÍGUEZ

Es así como elaboran y envasan en una bodega-cueva vino tinto joven (mezcla de variedades como la verijadiego, tintilla o negramoll) y vino de licor (de uvas moscatel), ambos con la marca Artenatur. La vendimia tiene lugar a principios de octubre y como antiguamente, participan los vecinos, que se ayudan unos a otros cuando hay que coger las papas o vendimiar las uvas”. En el caso de la vendimia, un bocadillo es lo que suele haber para comer. “No es como la cogida de papas, que después se hace un sancocho”, dice Miriam.

De unas 50 colmenas con abeja negra canaria, repartidas por distintos enclaves de Artenara, obtienen miel (en 2014 fueron 1.400 kilos entre las colmenas propias y la de otros vecinos a quienes les envasan con la misma marca, Artenatur) de la flor predominante a esas alturas que es el tajinaste blanco, aunque también aparece parte de relinchón, escobón, lavanda y hogarzo en los análisis ●

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