Baúl del lector

Asomado a un soberbio platanal

El molino de Rojas, con su acequia y todavía rodeado de plataneras de la vega de Guía y Gáldar (en vez de los actuales edificios y calles) en los años 50, inspira a Domingo Rodríguez en su columna de la serie el “Baúl del lector”. [En PELLAGOFIO nº 12 (2ª época, septiembre 2013)].

Por DOMINGO RODRÍGUEZ MARRERO

El baúl del lector rescata una foto que muestra retazos de tiempos pasados, cuando la Vega de Gáldar-Guía exhibía todo su esplendor agrario con el tapiz verde del soberbio platanal que tanto significó para la economía de la comarca y de la isla. Desde el barrio de Rojas, el molino de Bartolito se alongaba para ver el espectáculo siempre deslumbrante de las plataneras salpicadas en su verdor con el brillo plateado de la luz del sol, cuya sed calmaba con las ricas y nutrientes aguas venidas de los Altos de la tierra donde moraba la corte de los guanartemes.

El de Rojas fue uno de los más importantes de la zona mientras funcionó como molino hidraúlico, hasta que en 1938 pasó a ser “de fuego”

Esas mismas aguas que bajaban de las montañas fueron aprovechadas desde 1878-1880 para mover el molino que se construyó en Rojas, gracias a la iniciativa de don Pablo Padrón y Quintana, propietario y constructor. Según recoge Juan Díaz Rodríguez en su impagable obra Molinos de agua en Gran Canaria, el de Rojas fue uno de los más importantes de la zona mientras funcionó como molino hidraúlico, hasta 1938 cuando dejó de moverse por la fuerza de las aguas de la Heredad de Gáldar y pasó a ser “de fuego” –como se denominaba a los molinos de motor–, y, más tarde, una instalación térmica-eléctrica dedicada a la producción industrial de gofio.

El molino de Bartolito, de Cañada de Rojas, de Palma de Rojas, o simplemente de Rojas, se asoma a las páginas de PELLAGOFIO por gentileza del molinero Mario Molina, nieto de don Bartolomé Molina, propietario que fue junto con don Faustino González Suárez del molino de Rojas, en Gáldar.

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