Baúl del lector

Canary baby boomers, exótico souvenir isleño

«Las personas nacidas entre 1946 y 1964 vivieron un mundo devastado sin apenas recursos… Los niños dábamos patadas a algo redondo y los que no podían ir a la escuela, realizaban la zafra», escribe Míchel Jorge Millares sobre los baby boomers canarios su primera entrega de la serie “Baúl del lector”. [En PELLAGOFIO nº 100 (2ª época, octubre 2021)].

Por MÍCHEL JORGE MILLARES
Periodista

Sobrevivimos a la autarquía, la leche Coagro o Lita en polvo, a la pasta de guayaba y el chocolate Sical con un pan de merienda, los boliches (chirringas y mampotas), a las guirreas a pedradas, a aquella ciudad que dejó de ser “levítica y conventual”, para mostrar orgullosa la conquista del mar con la Avenida Marítima, las zonas altas con los barrios populares y la Vega de San José (que pasó de ser una finca de plataneras para transformarse en polígono).

Tras la Guerra Civil y la Guerra Mundial, España y Europa vivieron una explosión de población, paralela al desarrollo de la reconstrucción del Plan Marshall, salvo Spain, que era different

No solo resistimos, sino que vivimos con felicidad y despreocupación, sin apenas responsabilidades, rodeados del bullicio de niños que desbordaron todas las previsiones, en una España que premiaba cada año a la familia más numerosa… Éramos la generación del baby boom. Tras la Guerra Civil y la Guerra Mundial, España y Europa vivieron una explosión de población, paralela al desarrollo de la reconstrucción del Plan Marshall, salvo Spain, que era different, aunque Canarias era más cosmopolita con sus puertos francos y el Catalina Park bohemio y transgresor (aquello sí que era transgresión, con una represión brutal) que retrató Orlando Hernández en un libro publicado meses antes de fallecer el dictador.

Las personas nacidas entre 1946 y 1964 vivieron un mundo devastado sin apenas recursos… Los niños dábamos patadas a algo redondo, jugábamos a espadachines, piratas, vaqueros o los buenos de las batallas que llenaban las carteleras cinematográficas de sesión continua los domingos a las tres, mientras no tuvieran las estrellas censoras de las octavillas parroquiales. Las niñas con sus muñecas, de trapo o más sofisticadas, como anticipo de lo que aprenderían en las prácticas obligatorias en guarderías, cosiendo la canastilla como trabajo final, como establecía la Sección Femenina.

Eso, para los que tenían colegio cerca, donde decenas de niños se hacinaban. Y había respeto (en ocasiones miedo) al maestro. Los que no podían ir a la escuela, realizaban la zafra o la recolección de productos hortícolas en Tabaibales, El Tablero o Vecindario. Los que acudieron a la escuela en aquellos pagos, no se libraban de las labores agrícolas.

Así podemos apreciarlo en esta imagen de niños que forma parte del archivo de la Fundación Néstor Álamo, cuyo autor es el holandés Jhon van Leeuwen, quien instaló en Guía un estudio fotográfico entre 1954 y 1964, dejando un extraordinario legado y crónica de la época. En este caso, la imagen tiene como único dato el título “familia García, Barranco del Pinar”.

Precisamente, el 21 de febrero de 1964, año en el que finalizaba la etapa baby boom, se inauguran las emisiones de Televisión Española en Canarias. La modernidad llegaba por antena a los teleclubes y a las casas de la burguesía. Pero todavía vivíamos en el subdesarrollo, a pesar de la llegada de los tecnócratas al poder, la puesta en marcha del Plan de Estabilización de 1959 y los posteriores Planes de Desarrollo.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba