Baúl del lector

El camello, una noble bestia, buena para todo

Carlos Santana Jubells escribe en esta entrega de la serie “Baúl del lector” sobre el camello canario y las labores que a ha realizado en las islas los últimos siglos… «Y no vengan a jorobar ahora con la manida majadería de que no es un camello, sino un dromedario porque sólo tiene una joroba». [En PELLAGOFIO nº 69 (2ª época, noviembre 2018)].

columnista-jubellsPor CARLOS SANTANA JUBELLS
Historiador, archivero y gestor documental

Pues sí, jóvenes lectores y lectoras: es un camello sin gente encima, de esa a la que le entra un ataque de risa nerviosa cuando tamaño bicho se levanta del suelo para iniciar un periplo por los picones de Timanfaya. Y no vengan a jorobar ahora con la manida majadería de que no es un camello, sino un dromedario porque sólo tiene una joroba; en Canarias los dromedarios se han llamado camellos de toda la vida.

Los primeros ejemplares fueron importados desde el norte de África allá por los comienzos del siglo XV, y paulatinamente se fueron adaptando a las condiciones de las islas más orientales hasta conformar una raza autóctona reconocida en 2011. Los campesinos conejeros ya distinguían desde mucho tiempo atrás los camellos “tachos” (los locales) más rudos y compactos, de los “moros”, traídos del continente y más gráciles.

Hoy en día su principal función es la de pasear turistas y algunos de ellos cargar con tres señores disfrazados en las cabalgatas de Reyes

Este en concreto, ya talludo, debió de haber vivido hasta no hace mucho, si no es que aún lo está como venerable anciano conejero. La imagen no parece muy antigua y un camello puede llegar bien a los 45 o 50 años.

El inconfundible telón de fondo de La Geria parece indicar que la noble bestia está cumpliendo su parte en la vendimia. Pero no sólo para cargar uvas estaban los camellos. Una buena acepción de diccionario para la palabra camello podría ser “vehículo polivalente de tracción animal de cuatro patas con giba”.

Arar los campos, transportar todo tipo de productos a los mercados y puertos, llevar agua potable a las casas cuando no había suministro, llevar a gente de un lado a otro haciendo de taxi e incluso transportar el correo. Aún usados en las labores agrarias de manera ocasional, hoy en día su principal función es la de pasear turistas y algunos de ellos cargar con tres señores disfrazados en las cabalgatas de Reyes; no está mal, incluso puede que para los animales sea un actividad más liviana y llevadera que la vida en el campo. Pero bueno, a uno siempre le queda la magua de las tradiciones en vías de extinción

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