Baúl del lector

La aventura migratoria del ‘Capitán Valiente’

«La posguerra fue muy larga para el pueblo canario. La Guerra Civil tuvo su prolongación en una segunda guerra mundial y Míster Marshall no regó de dólares al país empobrecido», escribe Míchel Jorge Millares en esta entrega para la serie “Baúl del lector” sobre la aventura migratoria de Canarias a Venezuela de Pedro Martín Valiente. [En PELLAGOFIO nº 109 (2ª época, julio 2022)].

Por MÍCHEL JORGE MILLARES
Periodista

Ser emigrante en la primera mitad del pasado siglo abría muchas oportunidades. Capitanear un barco podía hacerlo quien tuviera el suficiente dinero para comprarlo, además de la osadía de llevar el timón, sobre todo si se quería cruzar el Atlántico. Y así nació la figura del Capitán Valiente, Pedro Martín Valiente, un represaliado sin causa tras el golpe militar de 1936. Detenido sin conocer el motivo, le fueron requisadas sus dos guaguas de servicio en Santa Cruz de Tenerife (hacían la ruta Plaza Militar-Fielato de Taco), que poco después resultaron destruidas en un incendio en la cochera donde se encontraban.

Fue el primer vapor que marchó a Venezuela en la posguerra. Pagaron 480.000 pesetas por el pequeño buque —muchísimo dinero—, que utilizaron para emigrar a Venezuela, a donde tardaron un mes en llegar

Las habilidades mecánicas de Pedro Martín le llevaron a aventurarse a comprar en 1948, junto con otros amigos isleños, el Emilio de Cangas. Esta embarcación recuerda a los famosos cuentos de Pepe Monagas (Pancho Guerra), ya que fue el primer vapor que marchó a Venezuela en la posguerra. Pagaron 480.000 pesetas por el pequeño buque —muchísimo dinero—, que utilizaron para emigrar a Venezuela, a donde tardaron un mes en llegar: el barco salió de Tenerife el 28 de enero de 1948 y arribó a La Guaira el 28 de febrero.

Venezuela, Venezuela, despedirme no quisiera… Otros prefirieron Cuba. La posguerra fue muy larga para el pueblo canario. La Guerra Civil tuvo su prolongación en una segunda guerra mundial y Míster Marshall no regó de dólares al país empobrecido. La emigración era la oportunidad. Había trabajo, tierras inexploradas, industrialización originada por el boom petrolero. En Canarias sólo podían aspirar al duro trabajo en el campo, el racionamiento, las vacas flacas en la etapa del Mando Económico (1941/51). La situación era desalentadora. Cruzar el charco era aventurarse a otra vida. Muchas personas valientes. Incluso los que volvieron como marcharon, pero con el corazón repartido.

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