Baúl del lector

La Cuesta de Silva, sus leyendas y sus vértigos

«Para la gente menor de 50 años la Cuesta de Silva en Gran Canaria es un paisaje fugaz. Entre el conquistador luso Diego da Silva y el actual puente, estaba la vertiginosa carretera del Norte desde Mata, en un tortuoso rallye para coches de hora y piratas», escribe Míchel Jorge Millares en esta entrega para la serie “Baúl del lector”. [En PELLAGOFIO nº 115 (2ª época, febrero 2023)].

Por MÍCHEL JORGE MILLARES
Periodista

Hay topónimos que superan la realidad, donde se superponen realidades antagónicas y anacrónicas, pero son historia. Es el caso de la Cuesta de Silva (Gran Canaria), la leyenda de una tropa derrotada y tratada con humanidad en 1460, cuando el guanarteme de Gáldar vence y libera a Diego da Silva, abrazándolo en la cuesta donde fue derrotado, para regresar a sus barcos y no volver. La Macaronesia no fue (toda) portuguesa.

Entre el conquistador luso Diego da Silva y el actual puente, estaba la vertiginosa carretera del Norte desde Mata, en un tortuoso rallye para coches de hora

Para la gente menor de 50 años es un paisaje fugaz por el que se desplazan en unos minutos desde la capital grancanaria hasta Agaete. Cuarenta y pico kilómetros de autopista que incluye zonas de aceras con restaurantes, comercios, acantilados, túneles y el puente más alto de las islas (105 m) entre 1979 y 2004 (cuando se construye el viaducto de Los Tilos en La Palma, 150 m).

Entre el conquistador luso y el actual puente, estaba la vertiginosa carretera del Norte desde Mata, en un tortuoso rallye para coches de hora (empresa Aicasa) y piratas (microbuses sin concesión administrativa que arrancaban cuanto se llenaban).

El trayecto pasaba por Cruz de Piedra, Tamaraceite, Tenoya (primer túnel de la isla), Arucas, hasta Agaete. Tardaban casi un día en llegar a aquel puertito donde un singular Tarzán era feliz cantando ópera con su vozarrón junto al Dedo de Dios.

En 1972 el Ministerio de Obras Públicas intervino y dividió la isla en dos zonas. Los piratas eligieron el norte creando Utinsa (una sociedad anónima de trabajadores) y dejaron el sur (entonces pobre) a Salcai (una cooperativa de trabajadores). Otra vía, otras empresas, otra leyenda.

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