La solidaridad como ejemplo a seguir ayer y hoy

«En una época en la que probablemente el concepto del bien común estaba por encima del bien individual, todo buen vecino y vecina de Corralejo arrimaba el hombro con esfuerzo», escribe Carlos Santana Jubells sobre la solidaridad que se desprende de esta fotografía, en la serie “Baúl del lector”. [En PELLAGOFIO nº 96 (2ª época, mayo 2021)].
Por CARLOS SANTANA JUBELLS
Historiador, archivero y gestor documental
En una isla de fuertes vientos llamada –casualmente– Fuerteventura, y, más concretamente, en Corralejo, cuentan que cuando los alisios se pasaban de la raya o venían temporales feos, era necesario sacar del mar a barquillas, falúas y demás embarcaciones de pequeño calado para salvaguardarlas de los embates de los elementos agua y aire, que cuando se alían ya sabemos todos la que son capaces de armar.
Paradójicamente, parece ser que la falúa que nos ocupa se llamaba Pacífico y era propiedad de Manuel Umpiérrez Estévez. En una época en la que probablemente el concepto del bien común estaba por encima del bien individual, todo buen vecino y vecina de Corralejo arrimaba el hombro con esfuerzo para salvar lo que era sólo propiedad de uno de ellos, pues el cumplimiento honorable de la reciprocidad estaba fuera de toda duda. Hoy por mí y mañana por ti. O, ahora sacamos del agua a la tuya y luego a la mía.
No puedo evitar al ver esta imagen pensar en los miles de seres humanos que se están jugando literalmente la vida para llegar a Canarias desde las costas del continente en embarcaciones muchos más precarias
No voy a entrar en este caso en disquisiciones sobre los más que evidentes cambios urbanísticos de la localidad; sobre los más que palmarios cambios en la percepción y uso de la arena y del mar que trajo la turistificación de las mentalidades; o sobre las ya desusadas vestimentas que se adivinan, especialmente en las mujeres que halan de la falúa.
No puedo evitar al ver esta imagen pensar en los miles de seres humanos que se están jugando literalmente la vida para llegar a Canarias desde las costas del continente en embarcaciones muchos más precarias que la Pacífico. No puedo evitar pensar en los muertos que vergonzosamente están tapizando el fondo de ese estrecho trozo de Atlántico. Ni tampoco puedo evitar trasladar al presente la solidaridad que esta imagen refleja, lamentando la pérdida de esos comportamientos de reciprocidad y sus valores por parte de algunos seres humanos que, por no verse reflejados en los que llegan como otros seres humanos, pierden a mi entender su propia condición de humanos (con todos mis respetos por las bestias).