La tertulia y el “whisquito”

Antonio Izquierdo, tertuliano y mecenas de artistas y del teatro Pérez Galdós, aparece en esta vieja fotografía (segundo por la izquierda) de tertulia con unos amigos en su tienda de loza y aluminio, dando pie a Domingo Rodríguez a escribir otra entrega de la serie “Baúl del lector”. [En PELLAGOFIO nº 17 (2ª época, febrero 2014)].
Elemento esencial de toda sociedad que se precie es la agradable y sabia práctica del encuentro sosegado, distendido, a veces apasionado, y en ocasiones divertido, que ofrece una tertulia. Las Palmas de Gran Canaria contaba, como no podía ser de otro modo, con diversas tertulias que convocaban a distintos personajes del mundo de la cultura, las ideas y el pensamiento para reflexionar, debatir, intercambiar conocimientos y opiniones en torno a los más variados temas. Nombres que pertenecen a la historia cultural del siglo XX en las islas, forman parte de la amplísima nómina de tertulianos que compartieron tiempo y espacio ya fuera en un café, una terraza, un centro social, una casa particular, en una librería, imprenta, estudio o tienda. Como la de Antonio Izquierdo.
La tertulia ofrece la agradable y sabia práctica del encuentro sosegado, distendido, a veces apasionado, y en ocasiones divertido
Entre calderos, loza y cristal –mercadería propia de Comercial Roiz (denominación de su tienda)–, personajes como Néstor Álamo, Paco Kraus, Juan del Río Ayala, Felo Monzón, Víctor Doreste, Antonio Padrón… conformaban la tertulia del Neo-Tea, según señala Alejandro Moreno Marrero en su artículo “Las tertulias intelectuales en las Islas Canarias”.
En la foto vemos a Antonio Izquierdo Baños y algunos de sus innumerables amigos que comparten uno de tantos ratos apoyados en el mostrador, con la presencia amable de un buen “whisquito” con agua de Firgas. Como testigos, los cacharros y demás artículos de Comercial Roiz, en la calle Francisco Gourie “frente a la taquilla del Teatro”. Una tienda de grato recuerdo que fue referencia imprescindible en el panorama de las tertulias capitalinas de pasadas décadas, y que se prolongaron, pizco más, pizco menos, hasta los setenta del siglo veinte.