Baúl del lector

La Vela Latina bolinea en un planeta ‘atrabucado’

Vertidos de plásticos, de químicos, de basuras y, ahora, las aguas contaminadas de Fukushima son otra bolina que ‘atrabuca’ el futuro de este planeta, escribe Míchel Jorge Millares, con la jerga de la Vela Latina canaria, en esta entrega de la serie “Baúl del lector”. [En PELLAGOFIO nº 122 (2ª época, octubre 2023)].

El mar es el gran parque de esta ciudad de luz atlántica donde se celebra un deporte autóctono que asombra por su juego de equilibrio con el mar y el viento

Por MÍCHEL JORGE MILLARES
Periodista

El mar es el gran parque de esta ciudad de luz atlántica que es Las Palmas. Aquí se celebra un deporte autóctono que asombra por su juego de equilibrio con el mar y el viento. Gracias a la fuerza de la tripulación se mantiene a flote este prodigio de diseño naval, propio de un territorio donde el horizonte azul se escrutaba pacientemente por los grancanarios, por si oteaban el velamen de alguna embarcación con sus historias y mercancías.

Bote de la Vela Latina canaria en aguas del frente marítimo de Las Palmas ‘trabuca’ y da con uno de sus tripulantes en el agua (años 60). | FOTO ÁLAMO (ARCHIVO LUIS ALVARADO)
Ese equilibrio entre la inventiva humana y el manto de biosfera donde habita no ha sido respetado. El mar es un vertedero de todo tipo de residuos humanos. Así ha sido históricamente, pero lo de este último siglo ha sido suicida.

Por ello, hay que recordar que la Federación de Vela Latina de la capital grancanaria, siendo su presidente Fernando Roque —autor, por cierto, del libro Al corazón de la Vela Latina (1984)—, lideró a mediados de los años noventa una manifestación contra la celebración de pruebas atómicas en los océanos. Fernando, junto a Felito Monzón Geara (ambos fallecidos) y un grupito de activistas, promovimos el llamamiento de la «flota canaria contra las pruebas nucleares», una iniciativa que fue secundada por miles de personas, por tierra y por mar.

Sin embargo, el mundo está plagado de cementerios nucleares que forman parte de una herencia radiactiva que se desarrolló entre 1945 y 1992. Hoy se añaden los vertidos de plásticos, de químicos, de basuras y, ahora, las aguas contaminadas de Fukushima. Otra bolina que atrabuca el futuro de este planeta, cada día más parecido a un vertedero en el universo.

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