Malagueña de los novios o “Fúlgida luna”

La boda de Juan y Dominga en Gran Tarajal (1927), imagen que recoge esta vieja fotografía enviada por un lector de la revista y que tuvo su baile al son de una guitarra, es lo que inspira a nuestro columnista Domingo Rodríguez en esta entrega de la serie el “Baúl del lector”. [En PELLAGOFIO nº 12 (2ª época, septiembre 2013)].
Los semblantes eran fiel reflejo del buen ambiente reinante en el patio donde se celebraba la fiesta de boda por la que se unieron Juan Morales y Dominga López.
Corría el año veintisiete del siglo pasado. Tiempos felices de “foxtró” y charlestón, de pasodobles y habaneras, de optimismo y desenfado en una década que también se mostró próspera para muchos canarios que tomaban la ruta de América, en busca de la fortuna que aguardaba al otro lado del Atlántico.
Las sonrisas, el buen humor, la alegría, copan el reducido espacio del patio majorero, que por su fisonomía bien podía ser de cualquier rincón de Méjico, o de otro lugar donde se destilan aromas coloniales y donde el sol muestra su poder más que en ninguna otra parte. También se podría confundir con una estancia andaluza, extremeña, incluso marroquí de cuando el protectorado español.
No sería extraño que la parranda estuviera interpretando en ese momento un buen pasodoble, tal vez una berlina, una isa, quizás la malagueña de los novios, tan apropiada para la ocasión, o la hermosísima habanera…
Pero es en Fuerteventura, muy probablemente en Gran Tarajal. Y siendo en la isla majorera, no sería extraño que la parranda estuviera interpretando en ese momento un buen pasodoble, tal vez una berlina, una isa, quizás la malagueña de los novios, tan apropiada para la ocasión, o la hermosísima habanera Fúlgida luna, cuya adaptación por aquellos años a la forma musical de polca, le dio carta de naturaleza majorera.
Una pieza, Fúlgida luna, que aunque nacida en Venezuela, arraigó inmediatamente en la tierra de José Martí, identificándosele como una canción propiamente cubana, y que llegó a formar parte de los bienes sentimentales más preciados de tantos y tantos canarios que emigraron a Cuba y quedaron hechizados para siempre por la isla caribeña, presos de nostalgia. Entre ellos, el padre de la contrayente, Matías López.
La vieja cámara Welta-Vario (con la que fueron recogidos los momentos vividos en la boda de Juan y Dominga), manejada por don Francisco Torres Sosa, continúa existiendo, perfectamente conservada por su nieto José Daniel Santana Torres, quien nos ha cedido esta bella foto.