A la buena oveja de leche la señalan color y el ‘lanaje’

LA ISLA DE LOS QUESOS. Maximiano Díaz es un pastor tan veterano como para acercarse a la noventena. Conoce qué piso necesita una oveja o una vaca para tener buen queso con su leche y si quiere comprar ganado con mirarlo sabe qué hay… Aunque ya no busca ampliar su rebaño, tampoco piensa en jubilarse. [En PELLAGOFIO nº 86 (2ª época, junio 2020)].
Por YURI MILLARES
Junto a una cueva y a una veintena de ovejas que pastan a pocos metros, en Caideros (Gáldar), me presentan a Maximiano Díaz como “uno de los pastores más viejos que quedan en activo”. El aludido replica rápido: “¿Cómo dices? El más viejo. El pastor más viejo que queda en toda esta zona soy yo”. Y no tiene intención de retirarse y marcharse a su casa: “¿Y para qué me jubilo? Yo nací en esta zona y aquí muero. Ya voy para 88 años y desde que caminaba estoy atrás de las ovejas, compañero”.
«El de oveja, cabra y vaca es el queso el de toda la vida, de mezcla. Es como es el queso. Ya hoy no es ni parecido»MAXIMIANO DÍAZ, pastor
Aunque ya hace tres años que dejó de practicar la trashumancia, los anteriores 58 años, dice, no ha faltado a la mudada ancestral de los pastores de la isla. En su caso, normalmente a Tejeda. “Para llevar el ganado en tiempo de verano. Eso sí me gustaba a mí. He estado con ellas también en Fataga, cuando el hambre. El gofio que me comía allí, si no llegaba mi padre a tiempo, valía más el rollón que se le echa a las vacas hoy”, relata.

La vida del pastor era “caminar y andar todo lo que había. Yo las llevaba al pie de Agaete, las llevaba para Tejeda, para donde le dicen Fataga, para El Chorrillo, para Los Rajones, para guardar por allá de Artenara”. Hijo y nieto de pastor de ganado “toda la vida lo mío ha sido esto y le voy a decir una cosa, si esto no cambea*, los ganados se terminan. Esto no era sino ovejas por todos sitios”.

Todavía con unas pocas ovejas (atrás quedan los tiempos que manejaba un ganado de 150 cabezas, el promedio en la zona) ya hace dos años que dejó de hacer queso “porque ya no sirvo para hacerlo; todavía en estos días me llamaron de Las Palmas porque querían un poco de queso y digo «ya olvídense». Y mi mujer está hecha una clueca* igual que yo”. Quesos que se hacían en todo el norte de la leche ovejas, cabras y vacas. “Es el de toda la vida, de mezcla. Es como es el queso. Ya hoy el queso no es ni parecido”.
Mientras pudo, Maximiano Díaz siempre tuvo ovejas, cabras y vacas para hacer el queso. “Este que está aquí, sí. Las vacas eran para sacarle leche y para trabajar la tierra por lo que viniera. Mi padre en paz descanse llegó a tener, entre chicas y grandes, ocho y hasta nueves reses, y una bestia. Pero esos animales dan mucho trabajo. En el campo hay que perder de dormir, hay que perder de comer, hay que perder de atender a los amigos… un día se puede echar la camisa por fuera, pero los animales”. ¿Todos los días del año? “No, todas las horas –recalca– del día y de la noche hasta casi el día”.

Aparte del detalle de dar buena leche, cada pastor tiene sus preferencias. ¿A usted cuál le gusta? “A mí me gustan todas. Hay colores que te señalan que son buenas de leche, el color se lo indica. Yo iba todos los años a comprar ovejas a la cumbre, a las Mesas de Aríñez. Allí había un ganado de 400-500 cabezas. Una vez le dije: «De tantas ovejas como tienes, déjame coger una». Dice: «No, no, qué va». Le digo: «Yo no me voy a llevar la mejor». Tanto lo perseguí hasta que me dijo que la cogiera. Cuando yo le tiré mano a la oveja los dos pastores que había allí, que eran más grandes que yo, viraron la espalda para no ver la oveja que cogí”.
«A mí me gustan las ovejas mesturadas: negras, rayadas, blancas, bermejas y de todas clases»MAXIMIANO DÍAZ
“Elegiste la más mala, seguro”, escucha la broma. “Sí, seguro –sonríe irónico–. Es que hay muchos pastores que van a apuntar por el lujo, por lo grande. A mí me gustan las ovejas grandes como al primero y que estén buenas. Pero yo no estoy comprando ración para echarle a animales que no sirven. Desde que me paren un año o dos y ya no sirven, conmigo no se están. Porque no merece la pena”.
Una oveja (o varias) que salen de un ganado para incorporarse a otro tiende a volver por su cuenta a donde estaba su rebaño. ¿No se volvían solas a la Mesa de Aríñez cuando llegaban aquí, a Caideros? “Es que todo lo que uno sabe no lo puede decir –sonríe socarrón–. Las ovejas, si yo las traigo aquí, tengo que estar a la expectativa para que no se marchen. Y si se echan fuera y tengo la oportunidad las caliento con el perro, y se quedan quietas”.
Diversidad
Volviendo a los colores y la leche de la oveja… “Es lo que le dije antes, que todo lo que uno sabe no se puede decir –sonreímos juntos–. Mire: tenemos experiencia en el lanejo (en la lana), porque unas la tienen más fina, otras la tienen más gorda. Después hay varios colores de oveja y usted busca siempre la que ha conocido en la color y el tipo. Yo estoy aquí y donde quiera que esté, veo los animales y sé a dónde pueden llegar. Y las ovejas buenas de leche se conocen por el lanejo, el carácter y todas esas cosas”.
Ovejas negras hay pocas, hay más blancas, ¿por algo en particular? “No. Si les toca dar leche, dan la leche igual que otras. Pero las muchas ovejas negras no está bien. A mí me gustan las ovejas mesturadas: negras, rayadas, blancas, bermejas y de todas clases”. En la diversidad está el gusto.
Pita hay, los tagasastes y escobones se quemaron
Las vacas con la que se trabajaba y aportaban leche al queso de mezcla, eran de la tierra, la raza local. “Son las que me gustan y la leche es mejor que de las de fuera. [Las pintadas] son para ordeñar y tenerlas ahí paradas, esa leche parece agua. La vaca de la tierra siempre fue mejor de fruto, aunque donde hay dos vacas la leche siempre es distinta de una a otra”. ¿Y eso en qué va? “En los animales y en el piso. Para la leche y el fruto hay que buscar el piso. En esta zona de aquí es la parte de solana; por aquí para arriba es el mejor sitio para fruto”. El sabor del queso “se lo da lo que le echas, la leche y el piso donde comen los animales”, explica.
Lo ilustra con un ejemplo que le viene a la memoria. “Un año, vivía mi padre (en paz descanse) y tenía las ovejas para allá arriba –señala por encima de su cabeza–. Un año ruin lloviendo y lloviendo, que ese se dice pronto, y cuando viene a traer la leche dice: «Mira, tráete las ovejas para abajo que compré aquí abajo un cortijo, que la hierba no se puede segar». Y dice mi madre: «Pues las ovejas ahora van dar el doble de leche y de queso». El doble de queso fue… pero para abajo. Según la zona es de fruto lo que dan los animales”.
Tiene que ser, insiste, en solana, “y el piso que responda. Ya le digo, yo las tenía aquí y por la mañana les echaba un puño de pita y se veía la diferencia en el fruto que daba. La pita* es buena para leche y para quitarle el celo a los animales”. Tagasastes* y escobones* no hay ahora mismo, indica, “se quemaron todos, el año pasado” ●
*VOCABULARIO cambeo. “Cambio (…). Voz que aún se escucha por las zonas rurales”, cita a Orlando García Ramos el Tesoro lexicográfico del español de Canarias.clueco, -ca. Según el DRAE “persona muy débil y casi impedida por la vejez”, aunque en el léxico canario también tiene otras acepciones (por ejemplo, aves que están empollando).escobón. “Generalmente en zonas de bosque entre los 500 y 1.800 m.; es ampliamente utilizada como planta forrajera” (David y Zöe Bramwell, Historia Natural de las Islas Canarias). pita. Pitera (Agave americana). “Introducida y cultivada (…). De alto valor forrajero, especialmente durante los meses de verano, cuando reina mayor escasez de alimento para el ganado”, cita a Günther Kunkel el Tesoro … tagasaste. Voz indígena para designar un endemismo canario empleado como forraje (varias citas en el Tesoro…) ● |