Historia Oral

Cuando ir a pescar era una «gimnasia horrorosa»

La vida de los pescadores canarios fue bastante más dura en el pasado. Así lo recordaban Chano ‘Choco’ o Paco ‘Vaca’ durante una conversación en el puerto de San Sebastián de La Gomera años atrás. Entonces tenían 67 y 81 años de edad y ya estaban jubilados, “gracias a Dios”, decían aliviados. [En PELLAGOFIO nº 26 (1ª época, noviembre 2006)].

Por YURI MILLARES

Puerto de la villa de San Sebastián, en La Gomera. Era de mañana y junto a los pantalanes donde se mezclan barquillos de pesca y yates de recreo había un grupo de pescadores jubilados. Ociosos, pero formando grupo habitual de tertulia, relataron al periodista detalles de su vida pasada en la mar, bordeando a remo y a vela la costa de una isla de pronunciados acantilados y, allá donde desembocan sus profundos barrancos, playas de callaos. Todos coincidían en situar su inicio en la vida laboral a muy temprana edad. A Francisco Jerez, conocido por Paco Vaca, lo embarcó su padre cuando apenas contaba seis años de edad para que aprendiera y ayudara en el sustento de la familia. Su barquillo se llamaba Rosa, recordaba todavía, al que le sustituyó un tiempo después otro que hicieron carpinteros de ribera en La Rajita, el Borreguín.

Al recordar las relaciones que mantenían con las empresas de las factorías de pescado les salen del alma palabras como «bandidaje»

Pa’ sí
A Sebastián Darias, Chano Choco, le ocurrió algo similar: “Sí, casi todos éramos analfabetos, porque de pequeñitos no había nada, sino mucha miseria. De ocho o nueve años ya estábamos ganando un cartón*; primero nos llevaba el viejo para, si uno cogía dos kilos, dos kilos llevaba uno a casa, pa’ sí que le decíamos. Después, cuando era un poquito más grande el patrón ya decía ‘vamos a darle un cartón”. Tanto uno como otro, y como la mayoría de los pescadores de su edad, trabajaron para las factorías de pescado que se instalaron en la desembocadura de algunos barrancos.

«Estábamos toda la noche pescando caballa de dedo y por la mañana ¿tú sabes lo que teníamos que hacer para que nos la compraran? ¡Abrirlas y desagallarlas!»JUAN ARTEAGA, pescador

La factoría más famosa fue la de La Rajita, pero hubo otras como las de Las Canteras o Playa Santiago. Al recordar las relaciones que mantenían con esas empresas les salen del alma palabras como “bandidaje”. Les pagaban mucho menos de lo acordado por el peso, quitándole kilos a la carga después de que se la pesaran, a veces, incluso a ojo. O con argucias como quitar 10 kilos por el peso de la caja de madera que pesaba sólo cinco. “Nos robaban más de la mitad. Y un tío de éste –señalaba Paco a otro de los pescadores de la tertulia– estuvo trabajando allí ¡cincuenta años! y cuando lo retiraron ni una perra chica le pagaron, porque no tenía nada ingresado”.

Caballas sin agallas
Otro pescador, Juan Arteaga, intervenía en la conversación para situarse con 14 años de edad yendo a la factoría en Las Canteras: “Estábamos toda la noche pescando caballa de dedo. Llegábamos allí por la mañana y ¿tú sabes lo que teníamos que hacer para que nos la compraran? ¡Abrirlas y desagallarlas*!”.

«¡Tres o cuatro horas bogando! Cuando había viento había que echar fuerza para que caminara el barco»CHANO DARIAS, pescador

Pero no sólo han trabajado para las desaparecidas factorías que proliferaron en la primera mitad del siglo XX por la costa gomera. A remo y a vela circundaban la isla, embarcados durante seis o incluso 12 días en sus pequeños barquillos de apenas seis o siete metros de eslora. Chano lo recuerda muy bien: dormían “con un saco debajo y una manta para abrigarnos” en aquellos “barcos de cuatro remos y dos leitos* tapados para poner la ropa de uno”. Hacían la comida a bordo, apenas una dieta de “papas, pescado y gofio; pescado por el mediodía y pescado por la noche, y si sobraba algo, para por la mañana; ¿el queso?, eso los de tierra”.

Otra imagen recuerdo de esta historia, abuelo y nieto bromeando. | FOTO YURI MILLARES
La instalación de motores en los barquillos, de hace 40 años para acá, alivió mucho el trabajo de estos pescadores porque antes llevaban vela, pero eso no les libraba de remar. “Era una gimnasia horrorosa –dice Chano– ¡Tres o cuatro horas bogando! Cuando había viento había que echar fuerza para que caminara el barco, [bogando] contra el viento para proa, si no, tardábamos más. Siempre aguantar horas hasta que el viento aflojara”.

A alguno como Paco ni el motor le libró de bogar duro en alguna ocasión. A veces iba solo desde la villa hasta Alojera a pescar –“sin saber echar el motor a andar”, dice él mismo, “nunca aprendí, un yerno me lo arrancaba y yo salía y volvía sin pararlo”–, y un par de veces se le paró el motor en plena travesía, una de ellas frente a Los Órganos y tuvo que regresar remando. Más de una semana le estuvieron doliendo los brazos. Y mientras se reían con la anécdota llegó el nieto de Paco, 16 años de edad y también aficionado a la pesca. En casa ya no dejan salir al abuelo, explicaba, porque está muy mayor, pero éste se lo lleva al barco amarrado en el pantalán y le explica cómo jalaba a mano de la liña.

■ HABLAR CANARIO
Atún o bocinegro, liña o alambre

PACO JEREZ, pescador:
«Los atunes en las liñas jalan mucho. Para los bocinegros o las sargos estaba el alambre»

Paco Jerez hablaba sentando junto a los pantalanes donde los barquillos de los pescadores lucen los colores tradicionales con que pintan sus cascos. Y explicaba las distintas artes que usó: el atún era con liña*, “pero ya no vamos porque no podemos jalar de un atún –decía–, los atunes en las liñas jalan mucho y los que estamos aquí no podemos ya jalar un atún, ¡no jalamos un pargo!, ¿vamos a jalar un atún?” Para los bocinegros o las sargos estaba el alambre, “pero eso se usaba antes, ahora es con nylon”, aunque, confesaba, seguía prefiriendo el alambre: “Si hay aguaje* el nylon es malo”.

*VOCABULARIO
aguaje. “Corriente marina impetuosa”, cita a Morera el Tesoro lexicográfico del español de Canarias, quien cita la voz común al español y al portugués, aunque pudo llegar “a Canarias de la mano de este último”.

cartón. Según explica el propio pescador gomero Sebastián Darias, es la cuarta parte de la soldada que se pagaba al niño (sin citas): “El patrón decía ‘vamos a darle un cartón’, que de cuatro partes es una. Después, cuando era más espabiladito y pescaba bien, [me daban] media soldada. Así hasta coger la soldada”.

desagallar. Quitarle las agallas al pescado (sin citas). Existe la voz desagallado para describir a la “persona ansiosa” (varias citas en Tesoro…), metáfora a partir de la imagen del pez que fuera del agua mueve las agallas tratando de respirar.

leito. “En Canarias, el nombre de las cubiertas que el barco de pesca tiene a proa y a popa. La misma acepción tiene en portugués…”, cita a José Pérez Vidal el Tesoro…

liña. Palabra recogida por Galdós en su recopilación de voces canarias, es el cordel con un anzuelo para pescar. Del portugués linha. “Pocos son los canarios que se valen de la palabra ‘cuerda’ en su sentido genérico. (…) La liña para tender la ropa. Pescar con liña” (Agustín Millares Cubas en Cómo hablan los canarios) ●

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