Historia Oral

De lomo, amorosa; de barranquera, se pica

Juan González Fariña es cestero en Pinolere, un pueblo que ha vivido siempre pegado al monte en La Orotava y de donde ha obtenido recursos como las varas que han dado formas a cestos para todo tipo de usos. [En PELLAGOFIO nº 28 (1ª época, enero 2007)].

Por YURI MILLARES

“Al hombro”, resume en dos palabras Juan González dónde se llevaban las cestas que durante generaciones se han hecho en Pinolere para cubrir las necesidades de transporte de todo tipo de productos y mercancías. “La tierra al hombro, el matacán* al hombro, todo era al hombro; no había maquinarias”. Y todo eso, dentro de lo que llama “una cesta”, pero enseguida rectifica: “El nombre de ella verdadero es una balastra*, pero como los realejeros decían una cesta… Yo les decía: ‘Siempre le oí a mi padre, porque mi padre era cestero, que esto era una balastra’. Y me decían: ‘Bueno, amigo, también es verdad; pero nosotros allí para más fino le decimos una cesta”. Y señala una que tiene hecha de vara de castaño, junto a otras de caña que, sin embargo, llama barquitas.

«Esas barquitas, como están preparadas para llevar al campo los bocadillos, a las mujeres les gustan como el demonio»JUAN GONZÁLEZ FARIÑA, cestero

“Esas barquitas, como están preparadas para llevar al campo los bocadillos, a las mujeres les gustan como el demonio. Y las hago mayores para la maleta de un coche: vas a la playa o vas al monte y ahí dentro metes calderos y no se sabe”. Son usos que tienen hoy que ya no se emplean para recoger la fruta (en el caso de las barquitas) o llevar piedras (con las cestas). Pero tampoco son tan distintos esos usos a como cabría pensar: “La barquita se ha usado siempre para llevar la comida. Antes lo que había para trabajar en la platanera eran los cestos, pero se hacían unos cestitos de mano para los peones llevar la comida al trabajo, que eran de caña”.

En pajares como éste (también llamadas ‘pajales’) vivían los vecinos de Pinolere; en uno de ellos se crió Juan el cestero./ FOTO AFHC-FEDAC
En pajares como éste (también llamadas ‘pajales’) vivían los vecinos de Pinolere; en uno de ellos se crió Juan el cestero./ FOTO ARCHIVO DE FOTOGRAFÍA HISTÓRICA DE CANARIAS-FEDAC
Tipos de vara
Los tipos de vara de cada cesta no son una cuestión de azar o capricho. Según sea el material se trabaja con mayor o menor dificultad; pero el que la adquiere también tiene sus preferencias, según la dureza y durabilidad para el uso que le va a dar.

“El afollao* es malo para trabajarlo porque tienes que coger y cepillarlo, no lo puedes sacar a la mano como la vara de castaño; es malo porque no te raja derecho, aunque esté la vara derecha tiene la hebra torneada y mucha de ella tienes que botarla. Antes que iba yo a esos montes a buscar madera de afollao para trabajar, tenía que tener una burra para cepillar la madera. Y yo dije, ‘¿yo estoy con esa lata? ¡qué va!, yo trabajo la madera de castaño’. Es que muchos querían la cesta de afollao para medir papas, que tienes que hacerla para 18 kilos, porque la raposa* es de 71 kilos. Y la gente la quería de afollao porque el castaño se suele picar. El castaño, si es de lomo de esas vueltas –señala al monte que rodea Pinolere–, la madera es más amorosa y mejor; pero si es de barranquera se suele picar”. Y para demostrar que la de lomo no se pica señala una que conserva de hace muchos años en perfecto estado.

“Ahí la ves tú que no está picada –coge su vieja cesta de castaño–. Yo las tengo metidas en esos vallados, cuando vamos a coger papas, que es cuando las usamos, para después vaciarlas dentro de los sacos. Que ya poco se usan también, porque la gente lo que quiere ahora para apañar papas es un bidón de esos de pintura, más fácil para vaciarlo en el saco; claro, porque esto tiene la boca muy larga y, coño, cuesta vaciarla dentro del saco”.

■ HABLAR CANARIO
La vida dentro de un pajar

“Yo este trabajo lo sé desde los 11 años”, relata el cestero Juan, situando su vida en el mismo pueblo de Pinolere, pero sin carreteras para entrar o salir de él hace cerca de 70 años. Su padre trabajaba en galerías, pero durante la noche rajaba madera para hacer cestas. Vivían en un pajar que estaba “partido al medio por un tabique de madera de tablas, del medio para atrás era el cuarto para dormir y del medio para lantre, para poner los muebles”.

JUAN GONZÁLEZ FARIÑA:
«Mi padre se sentaba a media noche con un brasero encendido con carbón, fumando y rajando madera. Y yo acostado en un catre, aprendí nada más que mirándolo»

Las tres hijas hembras del matrimonio dormían a un lado y los padres al otro tras esas tablas; los cuatro hijos varones dormían en la cocina, que era otro pajar. Pero Juan, por las noches, se dedicaba a observar a su padre. “Se sentaba a media noche con un brasero encendido con carbón, porque él fumaba con cachimba, fumando y rajando madera –recuerda–. Y yo acostado en un catre, por fuera, mirándolo a él. Aprendí nada más que mirándolo. Él no me enseñó, porque no quería que le esconchara* una vara, fíjate tú, porque cuando eso escaseaba, que era todo el mundo a trabajar en la cestería. Y yo a escondidas le quitaba una varita y andaba por ahí donde él no me viera y la rajaba”.

*VOCABULARIO
afollao. Follado o follao, árbol del bosque de laurel endémico de Canarias (Viburnum rugosum), muy empleado en cestería. “Es también indicador de antiguos hábitats de laurisilva” (D. y Z. Bramwell, Historia Natural de las islas Canarias).

balastra. Cesta hecha de varas de monte (castaño, follao). No se han encontrado citas.
esconchar. Romper. “Se dice también cuando uno está molido de trabajar, que le duelen los güesos y no puede valerse. ‘Estoy esconchado’, se dice entonces” (Antonio Martí, Ansina jabla la isla).

matacán. “Piedra mediana de ripio” (Juan Régulo, citado en el Tesoro lexicográfico del español de Canarias).

raposa. Cesta alargada y grande que Juan González Fariña describe con capacidad para 71 kilos, “usado como medida para papas (Tenerife), o para contener grano, gofio, higos pasados, etc., y preservarlos de la humedad” (Juan Régulo, Tesoro…) ●

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