El Jardín Canario en busca de director, la intrahistoria

El Jardín Canario celebra cada diciembre el aniversario de su fundación y ya son 61 los años que suma. Dos grandes científicos han sido los artífices de esta joya de la botánica desde su posición de sucesivos directores de la institución. En la contratación del sueco Sventenius y el inglés Bramwell jugo un destacado papel Jaime O’Shanahan: este es el relato no publicado aún de cómo fueron contactados, tal y como se lo contó a Yuri Millares. [En PELLAGOFIO nº 16 (2ª época, enero 2014)].
Por YURI MILLARES

Esos hilos nos llevan hasta la figura de Jaime O’Shanahan (1921-2010), que en 1950 había sido nombrado jefe de la Sección Forestal del Cabildo de Gran Canaria, participando activamente en la repoblación forestal de las cumbres de la isla. Durante una larga entrevista que mantuvo en 2002 con el periodista que firma esta página, relató cómo fueron sus contactos y gestiones en 1952 y en 1973, respectivamente, para poner al frente del Jardín Canario a Sventenius y Bramwell. De esa entrevista se han publicado en los últimos años diversos contenidos, pero no los referidos a este tema que aparecen ahora por primera vez y en este número de PELLAGOFIO.
«Como yo estaba metido en la Sección Forestal, don Graciliano me mandó a mí a Tenerife para que hablara con don Enrique»JAIME O’SHANAHAN

“Don Enrique Sventenius –así quedó transformado su nombre para quienes trataron con él en Canarias, desde el original sueco de Erik Ragnor Svensson y luego latinizado Eric Sventenius– quiso hacer el jardín botánico canario en Tenerife. Pero en Tenerife, raramente, no le hicieron caso en ese momento”, explicaba O’Shanahan en aquella entrevista. “No tuvieron la visión que tuvo Graciliano Morales y don Matías [Vega]”, señalaba a los entonces consejero de Montes y presidente del Cabildo de Gran Canaria.
“A don Graciliano Morales le llegó la onda y se lo propuso a don Matías, que lo cogió por la palabra. Y como yo estaba metido en la Sección Forestal, don Graciliano me mandó a mí a Tenerife para que hablara con don Enrique. Y yo fui”. Y así fue como se presentó ante Sventenius y le explica el asunto: el Cabildo Insular de Gran Canaria le ofrecía crear en esta isla su proyecto de jardín botánico canario. Y entonces, recuerda, lo primero que le pregunta es:
–¿Don Graciliano Morales?
–Sí, don Graciliano Morales –le contesta.
–¿Tiene algo que ver con el poeta Tomás Morales? –le dice.
“Porque don Enrique era un hombre muy culto”, apostilla O’Shanahan.
–Pues sí, es hijo del poeta.
“Entonces el hombre miró así –O’Shanahan hace un gesto de aprobación e interés para imitar al que vio expresar a Eric Sventenius– y yo más contento: ya sabemos por donde tenemos que entrarle. Le expuse el plan, que el Cabildo sería capaz de comprarle una finca y hacer el jardín canario y tal y cual. Y entonces dijo que sí, que él vendría para acá, que ‘encantado”.
Jaime volvió a Gran Canaria y comunicó a Graciliano Morales y Matías Vega el resultado de su contacto con Enrique Sventenius, y él mismo fue a buscarlo poco después al aeropuerto en su Land Rover corto con toldo [vehículo del que en la entrevista hay otra historia con sus sabrosas anécdotas, que contaremos en un próximo PELLAGOFIO] cuando vino a entrevistarse con el presidente del Cabildo para concretar y sustanciar la oferta que se le había hecho.
“El día que Sventenius se reunió con don Graciliano y don Matías, don Matías le dice: ‘Mira, aquí tienes a Jaime. Empiecen a recorrer la isla para buscar una finca’. Y empezamos a recorrer la isla buscando una finca para instalar el jardín canario. Vimos una finca de Lola Massieu en Las Meleguinas, muy bonita; pero vimos ésta del barranco Guiniguada donde está ahora, que le gustó más”.
La finca de Pepito Lena
El problema con la finca que quería Sventenius era que “el dueño no la quería vender. Era un solterón. Pepito Lena”. Al final lo convencieron y “lo dejamos de capataz. Y allí empezamos”.
El día que Sventenius se reunió con don Graciliano y don Matías, don Matías le dice: «Mira, aquí tienes a Jaime. Empiecen a recorrer la isla para buscar una finca»JAIME O’SHANAHAN
A partir de entonces, Jaime O’Shanahan comenzó a trabajar estrechamente con el botánico sueco. “Un día fuimos a la caldera de Bandama, a buscar una liperia, no recuerdo la especie. Él pudo coger muestras de la planta, pero aunque fuimos por la mañana se nos hizo tarde y como yo tenía en el lomo del Parrado, detrás del hospital Psiquiátrico, unas habitaciones para los fines de semana y los veranos, llegamos allí y mi mujer nos improvisó un almuerzo. Ahí estuvimos pasando una tarde agradable y, en las cosas de mi poca edad, llegó un momento en que le dije: ‘Oye, Enrique –ya nos tuteábamos, porque al principio nos decíamos de usted– el día de mañana que tú puedas faltar, ¿quién crees que puede ser el director del Jardín Canario?”.
Sventenius escuchó la pregunta ante un O’Shanahan sorprendido de su propio atrevimiento. “Quizás fue una metedura de pata o lo que sea, pero son cosas que dice uno en el momento. Y me dice: ‘Mira, Jaime, yo creo que la persona indicada para eso es David Bramwell’. Lo conocía porque había estado visitando el Jardín Canario y a mí aquello se me quedó muy grabado”.
Pocos años después de esa conversación, Enrique Sventenius muere fatalmente en un accidente de tráfico, atropellado frente al Jardín Canario en 1973. A partir de ese momento, Jaime O’Shanahan intentaría cumplir el deseo del primer director del Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo: traer como sucesor a David Bramwell. ¿Cómo lo consiguió?

“Me acuerdo que fui a ver a Juan Pulido, presidente del Cabildo, que era una persona muy agradable, muy extrovertido. Porque ya se había hablado en el Cabildo de la posibilidad de que viniera David. Y entonces le digo: ‘Mira, Juan –porque nos tuteábamos, nos conocíamos bien– está pasando el tiempo y el Jardín está sin timonel”.
El presidente del Cabildo le dice entonces: “Sí, pero parece ser que David no está muy convencido”. Y O’Shanahan insiste: “Juan, ¿y tú por qué no coges a una persona de tu confianza y lo mandas a Londres y sales de dudas?, y si no quiere venir empezamos a buscar por otro lado”. Y, relata Jaime, “entonces me tira la bomba por detrás y me dice: ‘¿Tú quieres ir?’. Digo: ‘Mira Juan, no es que yo esté hablando contigo para ligarme un viaje a Inglaterra, porque malditas las gana que tengo de ir a Inglaterra, y más para esto que es una cosa muy importante. Quizás tenga que ir una persona de mucha categoría para dar ese paso”.
El presidente del Cabildo le dice a O’Shanahan: “Sí, pero parece ser que David no está muy convencido”
A Londres con Lotty Kercher
Pulido le insiste y O’Shanahan acepta con una condición: “Que doña Lotti Kercher vaya conmigo”. El presidente aceptó: “Pues nada, Jaime, hecho”, le dijo, ordenando a su secretaria que gestionara los pasajes para Londres. “Lotti Kercher era sobrina de don Otto Kercher, director del hotel Lentiscal. Era muy amiga de Sventenius, una mujer muy culta y sabía inglés. Fuimos a Londres, a casa de David. En la conversación que mantuvimos con él, encontré a David un poco indeciso, porque él estaba muy vinculado a la Universidad de Reading. O quizás fue sólo mi impresión; que yo esta conversación no la he tenido nunca con David. Y entonces cuando salimos de allí le digo a doña Lotti: ‘Vamos a la universidad y hablamos con el decano”.
Al decano “le metimos el rollo de que el Jardín Canario no era una cosa sólo de Canarias, ni de España, sino que era una cosa universal. Entonces me dijo que ‘el Jardín tendría que tener unos laboratorios, una buena biblioteca’, como poniéndome esas condiciones. Cuando llegamos al hotel ya era tarde pero a pesar de ello llamé a Juan Pulido por teléfono. Lo vine a despertar de madrugada a la casa. Él se quedó asombrado pero yo le conté todo lo que había, para que empezara a mover el tinglado.
Al decano de la Universidad de Reading «le metimos el rollo de que el Jardín Canario no era una cosa sólo de Canarias, ni de España, sino que era una cosa universal»JAIME O’SHANAHAN
El gobernador cesa al presidente del Cabildo
Pero, entretanto, un nuevo obstáculo frena las gestiones para traer a David Bramwell a Gran Canaria. Gerona de la Figuera, gobernador civil de la provincia de Las Palmas (“era un tío fuertote, que le decían el gobernador de la moto porque siempre estaba en moto), cesa al presidente del Cabildo… “Juan Pulido también tenía un carácter fuerte. Y yo no sé qué pasó ahí, que se lo cargó. Gerona de la Figuera, como gobernador civil era el que ponía y quitaba alcaldes, y quitaba y ponía presidentes de cabildos”. Eran los tiempos del franquismo, y en expresión popular y del propio Jaime, “se lo cargó”.
El tiempo siguió pasando y el Jardín Canario continuaba sin director. Y aquí incluye Jaime “la anécdota de la rebotica del Museo”, después de celebrarse una Junta Directiva de El Museo Canario, institución de la que O’Shanahan formaba parte, habló con Manuel Hernández Guerra, propietario de “la botica del puente de Piedra, aquella que hace chaflán”. El citado Manuel “era un loco por la botánica y me preguntó: ‘Bueno Jaime, ¿cómo va lo del Jardín Canario?’. ‘Pues don Manuel, esperando a ver qué pasa; esperando a que venga el nuevo presidente’, porque también se rumoreaba que si venía fulano, que si venía mengano. Hasta que un día me dice don Manuel: ‘Mire, Jaime, parece que el presidente del Cabildo va a ser Lorenzo Olarte’. Que yo lo conocía desde jovencillo y conocía a su padre, que era magistrado y un abogado de mucho prestigio aquí”.
«Lorenzo Olarte me dice: ‘Mira Jaime, pon tú el telegrama’. Y ahí empezó todo lo de David»JAIME O’SHANAHAN
Al día siguiente de aquella Junta Directiva “me voy a casa de Lorenzo Olarte. Yo era el único paisano que estaba allí, porque había muchos militares. Y me recibe Lorenzo Olarte”. Jaime le cuenta “todo el rollo que te he metido y dígole: ‘Sería interesante, Lorenzo, que tú escribieras a Londres’. Pues me dice: ‘Mira Jaime, pon tú el telegrama’. Entonces yo hago el telegrama, me voy para el Cabildo, y qué pena que esas cosillas no las tengo. Le digo a la chica que estaba allí, a Nievitas me parece que era, que me pusiera el sello del Cabildo y voy a Correos y pongo el telegrama. Y ahí empezó todo lo de David, que viene para acá”.
La ‘perreta’ de Jaime por cumplir el deseo de Sventenius
“Cuando fallece Sventenius, hubo un lapsus de tiempo en el que estuvo el Jardín sin director y se rumoreaban los nombres de personas que podían sucederle. Entonces yo empecé a hablar con los consejeros y presidentes del Cabildo que conocía, con los que tenía cierta confianza, para contarles aquella conversación que tuve con Sventenius y que te he dicho a ti, Yuri”, me sigue relatando Jaime.
“Claro, yo estaba con aquella matraquilla. Pero un buen día me encuentro a Manuel Díaz Cruz [consejero del Cabildo] por la calle Triana [de la ciudad de Las Palmas]. Me saluda con la bonhomía y cordialidad que tenía. Era un hombre muy especial, inteligente, muy agradable; un tío doblado, alto, un canarión tremendo, y me dice: ‘Coño Jaime, ya te puedes quedar tranquilo, se te acaba la perra de Sventenius. Ya hay una persona para director”. Los ojos de Jaime O’Shanahan se abrieron más aún: “¿Sí, quién es?”, preguntó lleno de curiosidad e interés. “Y entonces me dio el nombre de la persona que iba a venir, que me lo voy a reservar, de una persona muy relacionada con la cosa científica, un señor que estuvo de visita en el Jardín Canario y lo conocí porque estuve enseñándoselo. Pero yo seguía con la perreta* de David Bramwell”.
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