El mar en Canarias “es una cosa imponente”

La pesca hoy “es un paseo” dice el pescador Ángel Martín del Puerto de Tazacorte (La Palma) en este reportaje a partir de una entrevista hecha diez años atrás, cuando comparaba su experiencia de toda una vida ante dos investigadores que lo escuchaban atentamente. Un paseo con riesgos, pues casi pierde un hijo. [En PELLAGOFIO nº 37 (1ª época, enero 2008)].
Por YURI MILLARES
Era verano y en el pueblo Tazacorte coincidieron quien escribe y Talio Noda, que contactó con un conocido pescador que vivía en Puerto de Tazacorte para preguntarle por sus vivencias, recuerdos y profesión. A la cita se presentó Ángel Martín Concepción sujetando la correa de su inseparable Chiquito, un perrillo que incluso le acompañaba a pescar: “Ya lleva cuatro años en el barco –decía aquel 1997–. Está la chalana a quinientos metros y se pone a ladrar, goliendo; y la ve venir y sabe que es la chalana. Tiene un olfato tremendo”. La chalana es ese bote minúsculo en el que los pescadores de las islas se acercan desde tierra, sea orilla o muelle, a su barco fondeado.

Con 72 años «me vine a hacer un análisis hará cuatro meses, que yo recuerde. ¡El cuerpo que esté adaptado a petróleo, a frío y a agua, ni gripe le entra!»ÁNGEL MARTÍN, pescador
Ropa tostada
En uno de esos abrigaderos, que conoce por el nombre de La Manga, recuerda llegar en una de tantas veces ya de madrugada, “que no se usaba ropa de agua cuando eso”, precisa, “y coger las camisas y las americanas y ponerlas con estacones de vara de tomates al calor de los fejes de vara: le mandaba uno un balde de gasolina y candela para toda la noche”. De este modo secaban la ropa empapada, aunque en aquella ocasión, de tanto fuego como tenía la hoguera, se chamuscó la ropa “y cuando se iba a poner uno la camisa se quedaba con las mangas solas”. No sería la primera vez, ni la última, que navegaría sin camisa, incluso lloviendo. Pero ni un resfriado cogía, asegura. “¡El cuerpo que esté adaptado a petróleo, a frío y a agua, ni gripe le entra!”, respondía con sus entonces 72 años “y me vine a hacer un análisis hará cuatro meses, que yo recuerde”.
Se abrió una brecha en la cabeza que taponó enrollándose una camisa untada de gasoil, «para parar la sangre»
Igual que habla indistintamente de petróleo o de gasolina, también menciona al gasoil (como cuando tropezó dentro del barco a las cuatro de la mañana y se abrió una brecha en la cabeza, que taponó enrollándose una camisa untada de gasoil, “para parar la sangre”), combustibles que en realidad son uno sólo y era el que movía el motor del barco, de 7,20 metros de eslora, que le había hecho un carpintero de ribera de Valle Gran Rey, en La Gomera, 23 años atrás.
Tropiezo grande
Motor tenía el barco en el que uno de sus hijos, con 16 años y que salió solo de pesca, desapareció el día de Navidad de 1984. Aquello fue, dice, “un tropiezo grande”. De inmediato salió a buscarlo. “Le pegué un faro a la batería y salí solo, por la noche, sin saberlo nadie. Me metí por la parte del norte y salí por Puntagorda para fuera. Malamente veía las luces. Cuando me aclaró el día estaba viendo los coches en El Hierro”, después de haber dado una vuelta completa por el norte de la isla e ir dirección al sureste. “¿Y ahora, para coger La Palma?”, se preguntó.
«Seis días más y había embarrancado en las Antillas Holandesas. Sin comer nada. Se bebió el agua dulce del tanque del motor, cuatro litros»ÁNGEL MARTÍN

“Cuando salió el sol por Tenerife le eché la popa del barco al sol y vine derechito al faro de Fuencaliente”. Regresó a su isla cuando ya habían salido a buscarlo a él también. Su hijo no apareció hasta 29 días después, en muy mal estado pero vivo, a 595 millas al poniente. “Seis días más y había embarrancado en las Antillas Holandesas. Sin comer nada. Se bebió el agua dulce del tanque del motor, cuatro litros. Estaba enrollado en una colchoneta, metido en la sombra. No le daba el sol y por eso escapó”. Lo rescató un buque congelador soviético “y gracias que tenía doctora y todo y lo atendieron bien”. Estuvo en “el barco ruso siete días con siete noches para traerlo a Las Palmas, sin conocer a nadie”. Ángel reflexiona un momento y añade: “El mar aquí es una cosa imponente”.
En tierra, piñas guindadas con plátanos maduros
El Puerto de Tazacorte hace años que tiene un moderno muelle que da abrigo a su pequeña flota pesquera. Según decía Ángel Martín, “está mal situado; los ingenieros no quisieron hacer caso, se creen que saben mejor que uno las mareas de aquí y están dragando porque la arena entulle* la entrada”.
En cualquier caso, los pescadores tienen ahora una base permanente desde la que trabajar. “Antes en los inviernos teníamos que marcharnos con los barcos a Santa Cruz de La Palma y trabajar allí seis meses. Ahora tenemos el trabajo estable y vendemos todo el año aquí el pescado”. En otros tiempos “lo compraban mujeres que se dedicaban a venderlo con espuertas* pedreras, por ahí arriba: Argual, Los Llanos”. Tiempos en los que “recuerdo estar aquí hasta un mes completo sin pisar la mar”, sin ingresos y a base de “piñas* maduras guindadas* y venga comer plátanos maduros”.
*VOCABULARIO abrigadero. Lugar de la costa abrigado del viento y las olas donde se podía amarrar el barco (sin citas). entulle. Del verbo entullir (registrado por Benito Pérez Galdós en su cuaderno de voces canarias), portuguesismo que aquí tiene como significado que “obstruye” o “tapona” (varias citas en Tesoro lexicográfico del español de Canarias). espuerta. Cesta de dos asas (que en La Palma se hacía “con ramas de brezo”, describe Manuel Alvar en Léxico de los marineros peninsulares). guindado, da. Colgado (varias citas en Tesoro…). piña. Aquí, racimo entero de plátanos (“ramo de plátanos”, cita M. Alvar en Atlas lingüístico y etnográfico de las islas Canarias). En Canarias también es la mazorca de maíz ● |