El “timple perfecto” en los recuerdos de Totoyo

Un jurado acaba de fallar por unanimidad en favor de Totoyo Millares para el Premio Canarias de Cultura Popular 2015. Una gran noticia para acompañar este artículo que ya teníamos preparado para este número. [En PELLAGOFIO nº 30 (2ª época, abril 2015).]
Por YURI MILLARES
Los años 60 del pasado siglo fue una década intensa para Luis Millares Sall (Totoyo) en la búsqueda de las raíces de la música popular: con tal fin recorrió distintas islas del archipiélago, investigando, indagando, preguntando, realizando entrevistas grabadas y haciendo fotos que son hoy un testimonio gráfico de aquel periplo que se extendió hasta principios de los 70 (y de todo su periplo vital, por su afición a fotografiar toda su vida).
Fue así, mirando fotografías, como compusimos el artículo que abría PELLAGOFIO de enero de 2015 y pudimos recomponer parte de esa historia viajera de búsqueda del patrimonio musical canario. Pero faltó una que, por falta de espacio, quedó para esta ocasión. “El de la boina es un hermano de Simón Morales Tavío –no recuerda el nombre– y el otro es Juanele, hijo de Simón. Cuando nos hicimos esta foto Simón ya había muerto”, dice señalando la vieja fotografía descolorida.
Simón y Juanele
Simón Morales Tavío, el famoso luthier –antes se decía “constructor de timples”– y referencia del origen del instrumento más representativo de la música canaria, “me explicó todo lo que sabía del timple”.

Él cree que “nació en la villa de Teguise porque ellos tenían allí guitarricos aragoneses, que es la guitarrita española pequeña, y estos carpinteros de ribera idearon hacer un instrumento parecido y le hicieron la quilla de los barquillos al timple”.
Fue su hijo Juanele (en realidad se llamaba Esteban Morales Hernández) “el que hizo el timple perfecto”, opina. “Que no se le dio mérito porque siempre estaba con el padre. Él me lo explicó, que le decía al padre que pusiera los trastes de esta manera porque si no se desafina el timple. Recuerdo los primeros timples de Simón que tuve: eran buenísimos, tenían un sonido precioso, eran únicos, pero pisabas y desafinaba”.
“Los timples viejos de Simón –describe– tenían cinco trastes y Juanele fue el que le añadió dos más hasta ponerle siete trastes, que se lo llegué a decir yo: ponle dos trastes más. Incluso después le puso tres más y llegó a diez trastes”.
Estos recuerdos le traen otros y cita al timplista Jeremías Dumpiérrez, al que entrevistó en aquellos años.
“Fue el primero que empezó a rasguear y yo fui el primero que empezó a puntear, lo dice el propio Jeremías durante la entrevista. En aquel tiempo puntear se hacía con la guitarra y el timple era para rasguear, que él hizo un rasgueo limpio y escribió un método”.
■ HABLAR CANARIO En el siglo XXI “se parece más a una guitarra” Uno de los timples que Totoyo compró a Simón Morales Tavío protagoniza una curiosa anécdota. “Le di dos a Plácido Fleitas cuando fue a ver a Picasso, uno para que se lo diera y otro para que me lo firmara, pero cuando le preguntó a qué nombre lo dedicaba le dijo el suyo”. [quote]Puntear con la disciplina del timple es distinto que con la disciplina de la guitarra[/quote]Un timple, por cierto, distinto al que se toca en el siglo XXI. “Hoy está deformado –dice Totoyo–, tiene una caja que ya es demasiado grande y un brazo que es de guitarra… No es un verdadero timple. Timple es el de Simón, o el que hacían constructores como Francisco Rodríguez Franco [en Telde]. Hoy los hacen más grandes, sobre todo como instrumento de concierto, porque es el diapasón de la guitarra y es más cómodo. Todos los timplistas nuevos se comen el timple tocando, porque es más grande y es más fácil. Están tocando la guitarra”. Un tema en el que insiste con frecuencia: “La técnica del timple no se adquiere a través de la guitarra”, le decía en una entrevista a Manuel González Ortega (Totoyo Millares, La leyenda del timple, 2011). En la entrevista para PELLAGOFIO sigue insistiendo en ello: “Puntear con la disciplina del timple es distinto que con la disciplina de la guitarra. Benito Cabrera y [Domingo Rodríguez] El Colorao –a quien admira y elogia como timplista– tocan el timple como una guitarra. José Antonio Ramos no, porque se educó conmigo y aprendió las dos cosas correctamente”. VOCABULARIO |