La caza, actividad arraigada en la cultura del campo isleño
El perro pone instinto y olfato, el cazador el oído y la vista

La caza es una actividad muy arraigada en la cultura del isleño, especialmente entre las familias vinculadas al campo durante generaciones. Y no sólo con el podenco canario, el perro cazador por excelencia; los majoreros usan también al bardino y los herreños a un cruce que llaman podenco enano. [En PELLAGOFIO nº 76 (2ª época, junio 2019)].
Por YURI MILLARES
Tito Monzón, de Gran Canaria, tiene 73 años y lleva cazando desde que era un niño. Su padre, que murió de 91 años, estuvo cazando hasta los 85, y así se podría seguir remontando hacia atrás en su familia. En los campos canarios siempre ha sido una actividad muy tradicional y en épocas de escasez, además, era un recurso más para completar la dieta que tenía al gofio como ingrediente indispensable de la que se alimentaban las personas y sus perros.
“La cacería tradicional es con podenco canario y hurón (sin escopeta). Se hacía por afición, pero si eran tiempos difíciles había que buscar un poco de carne»TITO MONZÓN, criador y cazador
“La cacería tradicional es con podenco canario y hurón (sin escopeta) –insiste–. Se hacía por afición, pero si eran tiempos difíciles había que buscar un poco de carne. En la época de mi padre no se sacaba licencia, él trabajaba por el día y por la noche iba a cazar para tener sustento, pero no vivía de la caza, vivía del campo. Nosotros todavía tenemos tierras en Valsequillo y las cultivamos”.

“Con siete años empecé a ir a cazar porque a los chiquillos nos ponían el morral encima con la comida, así ellos iban más liberados. Y cuando cogían una pieza, le decían al chiquillo ¡vete y recógela! y el chiquillo estaba siempre para todo. ¡Vete a la fuente y trae agua!”.
“Éramos los ayudantes y cuando fuimos creciendo fuimos espabilados y nos quitamos el morral de encima y cada uno llevaba el suyo”, ríe Tito recordando, explicando que es una actividad que se suele hacer en familia: los padres, los hijos, los hermanos, los tíos.
“Yo he cazado toda mi vida y hasta la fecha con mi hermano y con mis tíos, siempre ha sido tradicional. Ahora se suelen reunir también cuadrillas que son amigos y no son familia”.
«Desde que tienen dos meses tienes que ponerle un conejito, ensayarlo, y luego lo llevas a cazar»TITO MONZÓN
Los perros, aún con su instinto y habilidad, son adiestrados para reforzar sus capacidades e incluso, en época de veda, van a campos de entrenamiento. “Desde que tienen dos meses tienes que ponerle un conejito, ensayarlo. Primero una prueba de obediencia, para que te obedezca y luego lo llevas a cazar. Siempre se suele decir que los perros viejos enseñan al nuevo, a donde apunta el viejo, apunta el nuevo. Y si cruzas buenos padres y madres, los hijos salen buenos también”.

El mayor criador de podenco enano
En el sur de Tenerife, cerca del pueblo de Buzanada (Arona), se encuentra quien durante los últimos 26 años ha sido el mayor criador del podenco enano de El Hierro en Canarias, Roberto Castro. Conocido criador de podencos canarios y de perros presa canarios, su tío Aurelio había ido a la isla del Garoé y trajo una pareja, macho y hembra, “y me dio por cogerlos y cruzarlos”.
Fueron los primeros podencos enanos en Tenerife. De esa pareja nació “el Chulo y salió muy bueno, y los hijos de él también, pero no había con quién seguir cruzando. ¿Qué hice? Busqué los podencos canarios de menor tamaño y empecé a cruzar y a sacar los enanos”.
Llegó a conseguir un 90% de certeza de que salían enanos y del color que le gustaba, la capa colorada, tras mucho trabajo de selección.
Empezó a llevarlo a exposiciones por los pueblos y la gente le decía: “¿Estos perros de dónde salieron, los emborracharon cuando chicos?” Pero a la gente le empezó “a entrar el gusanillo y a comprarme”. El podenco enano de El Hierro resume, “es un podenco canario, pero bajito, y con una deformidad en las patas de delante, doblaba los corvejones”.
Cazador él también, solía llevarlos a cazar cuando aún tenía (hace poco regaló los últimos que tenía). “Son cogedores en cama. Caza en todos lados, pero es un perro bueno donde haya maleza porque se desenvuelve mejor que los que son más altos”, asegura.
«El podenco enano en El Hierro ladraba cuando daba con un conejo. En Tenerife los perros son muchos y el ladrido de uno hace que todos los demás acudan, así que lo eliminé mediante selección»ROBERTO CASTRO, criador y cazador

La selección que realizó no se limitó a la morfología y la capa, también al comportamiento. “En El Hierro se caza de una manera y aquí en Tenerife de otra. Allí cazan con lo que llaman ellos las salidas: por donde pasa un conejo va el perro (tanto podenco canario como enano) y cogía el rastro, yendo detrás hasta que daba con el sitio donde estaba el conejo, pero daba un campanazo, ¡hai! (un ladrido). Al rato hacía ¡hai! (otro ladrido)”.
“Eso se lo eliminé yo, porque para mí es un defecto. Porque en Tenerife cazamos con 12 perros (ellos cazan con dos o tres dentro de un monte, no tienen problema de que el perro vaya lejos, no se lo roban). Pero nosotros tenemos los perros a la vista, siempre cerca y son muchos, entonces el ladrido de uno hace que todos los demás acudan. Eso lo fui eliminando yo”.
Para ello tuvo que realizar una meticulosa y paciente selección. “Yo tenía una que se llamaba Chismosa que cuando iba a cazar, para bajarla del coche, tenía que ponerle un bozal para que no ladrara, de tanto temperamento que tenía. Con las ganas de bajarse y de la alegría se ponía a ladrar ¡hai, hai hai! Y lo que hacía es que se llevaba a todos los perros detrás de ella. Por eso le ponía el bozal, así no ladraba, se daba una carrerita alrededor del coche y después se lo quitaba. Son muy escandalosos porque tienen mucho temperamento”.
Pastor de cabras, ovejas, vacas, camellos… ¡y cazador!
ANDRÉS RODRÍGUEZ BERRIEL:
«El camellero llamaba al perro y salía derecho a los camellos. Llegaba allí y los camellos doblaban y volvían a la finca»
“El bardino es un perro auténticamente majorero”, me decía Andrés Rodríguez Berriel en la última entrevista que le hice. Fue la tarde del 20 de febrero de 2018. Tan intensa y extensa en información, que todavía queda material inédito sobre el que seguir escribiendo (y homenajeando su amistad y sabiduría). El bardino, como se conoce popularmente a la raza de perro majorero, “es lo que tú lo enseñes, es un perro muy inteligente”.
“Es guardián de la casa y la gente lo tiene amarrado con una cadena y ni te acerques porque te destroza. Pero lo hemos tenido aquí [en el hotel rural Era de La Corte] para estar con la gente y no son agresivos”.
Y no sólo es pastor de cabras, cuidaba las vacas y hasta los camellos. “Yo me acuerdo que en la finca Catalina García tenían siete u ocho camellos. Se escapaban a dos kilómetros de la finca y el camellero llamaba al perro, le daba un silbo y tres o cuatro gritos y salía el perro derecho a los camellos. Llegaba allí y los camellos doblaban y volvía a la finca. No los muerde, porque corre el peligro de que, si se acerca mucho a ellos, le dan una patada y lo matan. Pero le van como si fuera a morderlo, sin morderlo, y al ratito estaban los camellos de vuelta”.
«Los bardinos eran perros buenísimos de caza y como tienen más envergadura que el podenco canario pues avanzaban mucho más»
Andrés era muy aficionado a la caza y la practicó casi toda su vida. Tenía podencos canarios, pero igualmente iba con bardinos.
“Son muy buenos cazadores. Me acuerdo de una perra que tenía, la Celestina, y otro que se llamaba Tarzán, que eran perros buenísimos de caza. Y como tienen más envergadura que el podenco canario pues avanzaban mucho más. Y de olfato también eran muy buenos. El bardino –insiste– es lo que tú lo enseñes. Y está la discusión del nombre bardino, porque era verdino, tirando sobre el gris verde. Después estaba el lagarteado, que tenía en el gris unas rayas más blancazcas* de lagarto. Es muy inteligente. A mí me extraña que no lo hayan cogido para perro lazarillo”.
De los dos perros tiene sendas anécdotas en los que hay algún militar como protagonista. “Aquella Celestina era muy buena para cazar (tenía un gran olfato) y guardiana. Después se la regaló mi abuelo a un señor de Tenerife y la tenía en una finca en La Orotava. Y el hijo, haciendo las prácticas de milicia, llegó con la pistola en el cinto y la perra no lo conoció cuando lo vio y éste tiró de pistola y le pegó un tiro. Después el amigo de mi abuelo todo amargado, contándole la historia”.
“Y el Tarzán me acuerdo que [el incidente] también fue con un militar. Después del 36, cuando Franco temía un desembarco en Fuerteventura y había más militares que majoreros, un capitán que venía de Albacete le trajo a mi abuelo una navaja de esas albaceteñas, tenía catorce muelles, ¡krrrc!, aquello parecía una sinfonía. Entró [en casa] y estaba yo jugando con el perro, que era grande, y llega el capitán con la navaja y para enseñármela no se le ocurre otra cosa que abrirla. “Andresito, mira”, ¡krrrc!” Y ¡bom!, el perro le pegó un mordisco en el brazo que se quedó amarillo –ríe–. Reconoció que la culpa había sido de él. Tarzán era un perro tranquilo, pero aquello le pareció una agresión y se abalanzó sobre él…. Digo yo si es que le tienen tirria a los militares…”, bromea.
Andrés solía llevar a sus hijos de caza, pero en este caso con el podenco canario. “Pero no era como ahora, que hay veda. Antes se cazaba todo el año porque el conejo era una plaga”. También perdices. “Sí, es muy buena. Y la paloma salvaje. Y otra [ave] que está hoy prohibido cazarla, pero hay un montón y me acuerdo de cazarla y comerla (tiene una carne exquisita), es la ganga (Ortega ortega). Se cazaba normalmente en abrevaderos, en fuentes, que tiene una curiosidad: cuando tiene las crías carga el buche de agua por fuera en las plumas”.
*VOCABULARIO blancazco, -ca. “Animal que tiene grandes manchas blancas y negras” (Manuel Alvar, Atlas Lingüístico y Etnográfico de las Islas Canarias) ● |